Viernes, Abril 26, 2024

Sergio Baeriswyl, arquitecto y premio nacional de Urbanismo: “Hay que evitar que las ciudades en crecimiento cometan los errores de Santiago”

EL MERCURIO – Al menos seis desafíos para las ciudades chilenas identifica Sergio Baeriswyl, arquitecto, académico de la U. del Bío-Bío y premio nacional de Urbanismo de Chile (2014): segregación, nula planificación, falta de gobernanza, un sistema de transporte público deficiente y discusiones ambientales y patrimoniales pendientes.

Son dificultades -se apura en señalar- propias de las urbes modernas porque “nuestras ciudades hoy día son significativamente mejores que hace diez años, de acuerdo con criterios internacionales como acceso a transporte público, a servicios y en materia ambiental. Pero eso no significa que tengan resueltos todos los problemas”.

-¿Cuál desafío diría usted que es el más urgente?

“En términos generales, creo que es uno que ha estado presente en la discusión en los últimos días: el alto nivel de segregación que la dinámica de crecimiento de la ciudad ha ido consolidando”.

-Este tema ha sido abordado principalmente por la realidad de Santiago, pero ¿cuál es la situación en regiones?

“En ciudades que tienen 50 mil habitantes o menos, esa realidad es más difusa. Pero en las que tienen más de 50 mil o de 250 mil, ese problema empieza a acentuarse hasta llegar al extremo de Santiago”.

-¿Habría que poner más atención en esas ciudades para que no repitan los problemas de la capital?

“Sí, claro. Por eso lo que se espera de la nueva política de integración social es que sea una política a nivel país. Hay que evitar que las ciudades en crecimiento cometan los errores de Santiago. En la segregación urbana y social hay dos problemas: cómo evitar que esto se produzca (en las ciudades en desarrollo) y resolver los problemas que ya se acumularon en las áreas metropolitanas: Santiago, Viña del Mar-Valparaíso y Concepción-Talcahuano.

Sobre el punto, el arquitecto recalca que la segregación no es solo un problema urbano, sino que además tiene un impacto incluso en la economía: “Una persona que vive en un barrio marginado invierte un tiempo desproporcionado en llegar al trabajo. Eso hace que muchos desistan de ingresar al trabajo formal. O sea, no solamente estamos privándolos de integración cultural. Lo más dramático es que se les priva de ser actores activos del mercado laboral”.

-¿Se puede hacer algo para revertir esa falta de inclusión?

“Hay varias alternativas que se pueden implementar juntas. Es deseable asegurar que el transporte público llegue a todos, y proveer de servicios y espacios públicos de calidad. Hay otras medidas un poco más agresivas, como que el Estado logre alguna política de gentrificación positiva; es decir, desarrollar proyectos para la clase media que permitan la integración. Todavía más complejo, pero se ha hecho en Estados Unidos, Alemania y Francia, es que a través de instrumentos de planificación se ejerzan cuotas de vivienda social en los barrios más homogéneos”.

-¿Exigir la construcción de viviendas sociales en determinados sectores?

“Incentivar la inversión en conjuntos de integración. Incentivar más que obligar”.

-Usted menciona como un problema la falta de planificación, que podría también ser causa de otras falencias urbanas…

“Es que en Chile el concepto de ‘planificación urbana’ se ha usado mucho, pero no existe en el sentido estricto del concepto. Planificación urbana es cuando hay un plan de ciudad con recursos para inversiones a largo plazo, diez años mínimo. En Chile, no hay ciudad donde eso exista”.

Pero Baeriswyl dice que hay esperanza: “La nueva ley de fortalecimiento de los gobiernos regionales abre una serie de mecanismos para que los ministerios (Vivienda, Obras Públicas y Transportes) y gobiernos regionales se comprometan con presupuestos plurianuales (y no anuales como hoy) y a largo plazo”.

Añade que la misma norma crea los consejos de alcaldes para que estos se reúnan al menos dos veces al año con el futuro gobernador. “Suena como algo inocuo, pero hay que pensar que al menos yo, de los años que llevo en urbanismo, nunca he visto a todos los alcaldes del área metropolitana reunidos pensando la ciudad”. Eso atacaría falencias de gobernanza que existen actualmente, según el urbanista.

Los temas que vienen

Aunque no están en la discusión actual, Baeriswyl alerta sobre otros temas que se deben poner en la agenda urbana: inmigración, género, tercera edad e infancia. Por ejemplo, dice respecto de la creciente llegada de extranjeros que “hay que poner foco en cómo se organizan los barrios, cómo se les da identidad y se logra que esos valores culturales se transformen en valores urbanos. Si no se hace esa reflexión, puede ocurrir que se produzcan guetos”.

Ver Artículo

Fuente: El Mercurio, Jueves 09 de agosto de 2018

EL MERCURIO – Al menos seis desafíos para las ciudades chilenas identifica Sergio Baeriswyl, arquitecto, académico de la U. del Bío-Bío y premio nacional de Urbanismo de Chile (2014): segregación, nula planificación, falta de gobernanza, un sistema de transporte público deficiente y discusiones ambientales y patrimoniales pendientes.

Son dificultades -se apura en señalar- propias de las urbes modernas porque “nuestras ciudades hoy día son significativamente mejores que hace diez años, de acuerdo con criterios internacionales como acceso a transporte público, a servicios y en materia ambiental. Pero eso no significa que tengan resueltos todos los problemas”.

-¿Cuál desafío diría usted que es el más urgente?

“En términos generales, creo que es uno que ha estado presente en la discusión en los últimos días: el alto nivel de segregación que la dinámica de crecimiento de la ciudad ha ido consolidando”.

-Este tema ha sido abordado principalmente por la realidad de Santiago, pero ¿cuál es la situación en regiones?

“En ciudades que tienen 50 mil habitantes o menos, esa realidad es más difusa. Pero en las que tienen más de 50 mil o de 250 mil, ese problema empieza a acentuarse hasta llegar al extremo de Santiago”.

-¿Habría que poner más atención en esas ciudades para que no repitan los problemas de la capital?

“Sí, claro. Por eso lo que se espera de la nueva política de integración social es que sea una política a nivel país. Hay que evitar que las ciudades en crecimiento cometan los errores de Santiago. En la segregación urbana y social hay dos problemas: cómo evitar que esto se produzca (en las ciudades en desarrollo) y resolver los problemas que ya se acumularon en las áreas metropolitanas: Santiago, Viña del Mar-Valparaíso y Concepción-Talcahuano.

Sobre el punto, el arquitecto recalca que la segregación no es solo un problema urbano, sino que además tiene un impacto incluso en la economía: “Una persona que vive en un barrio marginado invierte un tiempo desproporcionado en llegar al trabajo. Eso hace que muchos desistan de ingresar al trabajo formal. O sea, no solamente estamos privándolos de integración cultural. Lo más dramático es que se les priva de ser actores activos del mercado laboral”.

-¿Se puede hacer algo para revertir esa falta de inclusión?

“Hay varias alternativas que se pueden implementar juntas. Es deseable asegurar que el transporte público llegue a todos, y proveer de servicios y espacios públicos de calidad. Hay otras medidas un poco más agresivas, como que el Estado logre alguna política de gentrificación positiva; es decir, desarrollar proyectos para la clase media que permitan la integración. Todavía más complejo, pero se ha hecho en Estados Unidos, Alemania y Francia, es que a través de instrumentos de planificación se ejerzan cuotas de vivienda social en los barrios más homogéneos”.

-¿Exigir la construcción de viviendas sociales en determinados sectores?

“Incentivar la inversión en conjuntos de integración. Incentivar más que obligar”.

-Usted menciona como un problema la falta de planificación, que podría también ser causa de otras falencias urbanas…

“Es que en Chile el concepto de ‘planificación urbana’ se ha usado mucho, pero no existe en el sentido estricto del concepto. Planificación urbana es cuando hay un plan de ciudad con recursos para inversiones a largo plazo, diez años mínimo. En Chile, no hay ciudad donde eso exista”.

Pero Baeriswyl dice que hay esperanza: “La nueva ley de fortalecimiento de los gobiernos regionales abre una serie de mecanismos para que los ministerios (Vivienda, Obras Públicas y Transportes) y gobiernos regionales se comprometan con presupuestos plurianuales (y no anuales como hoy) y a largo plazo”.

Añade que la misma norma crea los consejos de alcaldes para que estos se reúnan al menos dos veces al año con el futuro gobernador. “Suena como algo inocuo, pero hay que pensar que al menos yo, de los años que llevo en urbanismo, nunca he visto a todos los alcaldes del área metropolitana reunidos pensando la ciudad”. Eso atacaría falencias de gobernanza que existen actualmente, según el urbanista.

Los temas que vienen

Aunque no están en la discusión actual, Baeriswyl alerta sobre otros temas que se deben poner en la agenda urbana: inmigración, género, tercera edad e infancia. Por ejemplo, dice respecto de la creciente llegada de extranjeros que “hay que poner foco en cómo se organizan los barrios, cómo se les da identidad y se logra que esos valores culturales se transformen en valores urbanos. Si no se hace esa reflexión, puede ocurrir que se produzcan guetos”.

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Fuente: El Mercurio, Jueves 09 de agosto de 2018

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