Lunes, Diciembre 2, 2024

Recuperar la economía en 100 días, según el nuevo gobierno

LA TERCERA – Es parte del anecdotario de las últimas cuatro elecciones, pero aún así poco se recuerda que fue la propia Presidenta Michelle Bachelet, poco antes de asumir su primer gobierno, quien instaló en la retina nacional la agenda para los primeros 100 días de gobierno. Desde ese 11 de marzo de 2006, en las tres elecciones presidenciales que le han sucedido, paradójica e intermitentemente entre ella y el recién electo presidente, Sebastián Piñera, los preparativos para un buen aterrizaje del nuevo mandatario en sus primeros tres meses en La Moneda se ha vuelto una prioridad. Bonos nuevos y también viejos, siempre más altos y más masivos, reformas con o sin mucho respaldo, unas más avanzadas en su diseño y otras más improvisadas, nuevas instituciones y servicios forman parte del ideario de arribo para todo nuevo jefe de Estado, no sin vacaciones previas colmadas de planificaciones.

La historia actual no parece ser otra, al menos por ahora. Sí es distinto el escenario en que se dará la renovación de poderes. Este no es el Chile que le entregó Piñera a Bachelet en marzo de 2014, y menos el que le traspasó la pediatra socialista al empresario y ex senador cuatro años antes de aquello, y no por la crudeza de la naturaleza chilena. En los últimos cuatro años el país cambió en lo político, social y ciertamente en lo económico. Hoy, el crecimiento promedio chileno no supera el 1,8% y cuatro años atrás era del 5,3%. Hace ocho, bordeaba el 3,5%. Hoy, hay 8,3 millones de personas trabajando, pero de ellas el 24% lo hace por cuenta propia y un tercio lo haría de manera informal.

Hoy, la población pide cambios a las AFP, más competencia, más pensiones. Hoy, todo el espectro político coincide en que ya no es posible seguir igual.

Hoy, el Fisco y el gasto público comprometido es mayor al de ocho y cuatro años atrás, aunque sigue siendo casi un 80% para financiar políticas de protección social centradas en subsidios y beneficios monetarios, programas de desarrollo y una red de apoyo creciente hacia los sectores más vulnerables y de menores ingresos. Complejo es que para todo eso el Fisco hoy ya necesita US$ 64.000 millones, que esas platas nunca bajan, sólo suben, que apenas con suerte y harto trámite se reasignan, que si el cobre cae no entra nada y nada se descarta.

Complejo es también que para pagar todo aquello, la deuda pública casi se duplicó y hoy supera un 24% del PIB. Complejo también, porque por todo eso y más es que después de un cuarto de siglo Chile perdió su buen rating país.

Para los cuatro economistas y tres abogados base del nuevo equipo económico lo que viene es arduo. Desde el martes pasado, cada uno -al igual que sus restantes 16 colegas del gabinete- digiere sendas carpetas con líneas generales de lo que recibirían de sus pares salientes -en el detalle y la letra chica están las sorpresas, dice uno de ellos-. Misma carpeta que, sin embargo, también está plagada de exigencias, metas y desafíos de 100 días. O también más.

Han trabajado bastante, coinciden quienes integran el nuevo equipo, que por tradición ya lidera el futuro ministro de Hacienda, Felipe Larraín. Nadie da mucho detalle, pero en privado coinciden en que todo es engranaje, eficiencia y resultados. La promesa va en orden: corregir y reformar lo reformable, recuperar las confianzas y evitar la incertidumbre, recuperar el crecimiento, generar empleo de calidad y no jibarizar más a las capas medias. Mención aparte es que el presidente pidió no olvidar que en Chile sigue habiendo millones de personas pobres.

La ruta es clara: alentar a una economía convaleciente para que sane, reencantar la inversión privada como un Estado inversor, combatir la burocracia sin daño a sus instituciones, reorganizar las platas públicas y cortar grasa, convencer a la política y los políticos. Los cien días ya están en marcha.

Juan Andrés Fontaine
Ministerio de Obras Públicas

Destrabar las inversiones. Esa será la principal tarea de Juan Andrés Fontaine, en el Ministerio de Obras Públicas, durante los tres primeros meses de gobierno.

“La tarea primera del ministerio es destrabar los proyectos para hacer posible que combinadamente la iniciativa privada y la pública desarrollen estas obras de infraestructura que construyen el desarrollo”, dijo Fontaine luego de ser nombrado en el cargo, el martes pasado.

En este contexto, añadió que “queremos desanudar las amarras que mantienen estancadas nuestras inversiones que nos impiden crecer, de ganar competitividad y desarrollar un tejido social mucho más rico y unido”.

Sin hacer énfasis en ningún proyecto en particular, el economista tiene claro que a través de su sector se enriquece el tramado social, parte fundamental de esta nueva administración de Sebastián Piñera.

Pero en los primeros días se daría prioridad al fondo de infraestructura, ver la situación de los puentes Cau Cau y Chacao, así como también concretar la puesta en marcha de la autopista Américo Vespucio Oriente y la expansión del aeropuerto Arturo Merino Benítez.

Para todo ello, la cartera tendrá como presupuesto para el año en curso $ 2,4 billones, de los cuales casi $ 998.447.263 millones estarán destinados al desarrollo, mantenimiento y conservación de la red vial.

Mientras que alrededor de $ 393.969 millones serán para la construcción y reposición de infraestructura vial, destacándose los proyectos de construcción del puente sobre el canal de Chacao, construcción y mejoramiento en zonas extremas y la Carretera Austral, inversiones en pasos internacionales y el programa nacional de caminos básicos e indígenas.

Ver artículo

Fuente: La Tercera, Sábado 27 de enero de 2018

LA TERCERA – Es parte del anecdotario de las últimas cuatro elecciones, pero aún así poco se recuerda que fue la propia Presidenta Michelle Bachelet, poco antes de asumir su primer gobierno, quien instaló en la retina nacional la agenda para los primeros 100 días de gobierno. Desde ese 11 de marzo de 2006, en las tres elecciones presidenciales que le han sucedido, paradójica e intermitentemente entre ella y el recién electo presidente, Sebastián Piñera, los preparativos para un buen aterrizaje del nuevo mandatario en sus primeros tres meses en La Moneda se ha vuelto una prioridad. Bonos nuevos y también viejos, siempre más altos y más masivos, reformas con o sin mucho respaldo, unas más avanzadas en su diseño y otras más improvisadas, nuevas instituciones y servicios forman parte del ideario de arribo para todo nuevo jefe de Estado, no sin vacaciones previas colmadas de planificaciones.

La historia actual no parece ser otra, al menos por ahora. Sí es distinto el escenario en que se dará la renovación de poderes. Este no es el Chile que le entregó Piñera a Bachelet en marzo de 2014, y menos el que le traspasó la pediatra socialista al empresario y ex senador cuatro años antes de aquello, y no por la crudeza de la naturaleza chilena. En los últimos cuatro años el país cambió en lo político, social y ciertamente en lo económico. Hoy, el crecimiento promedio chileno no supera el 1,8% y cuatro años atrás era del 5,3%. Hace ocho, bordeaba el 3,5%. Hoy, hay 8,3 millones de personas trabajando, pero de ellas el 24% lo hace por cuenta propia y un tercio lo haría de manera informal.

Hoy, la población pide cambios a las AFP, más competencia, más pensiones. Hoy, todo el espectro político coincide en que ya no es posible seguir igual.

Hoy, el Fisco y el gasto público comprometido es mayor al de ocho y cuatro años atrás, aunque sigue siendo casi un 80% para financiar políticas de protección social centradas en subsidios y beneficios monetarios, programas de desarrollo y una red de apoyo creciente hacia los sectores más vulnerables y de menores ingresos. Complejo es que para todo eso el Fisco hoy ya necesita US$ 64.000 millones, que esas platas nunca bajan, sólo suben, que apenas con suerte y harto trámite se reasignan, que si el cobre cae no entra nada y nada se descarta.

Complejo es también que para pagar todo aquello, la deuda pública casi se duplicó y hoy supera un 24% del PIB. Complejo también, porque por todo eso y más es que después de un cuarto de siglo Chile perdió su buen rating país.

Para los cuatro economistas y tres abogados base del nuevo equipo económico lo que viene es arduo. Desde el martes pasado, cada uno -al igual que sus restantes 16 colegas del gabinete- digiere sendas carpetas con líneas generales de lo que recibirían de sus pares salientes -en el detalle y la letra chica están las sorpresas, dice uno de ellos-. Misma carpeta que, sin embargo, también está plagada de exigencias, metas y desafíos de 100 días. O también más.

Han trabajado bastante, coinciden quienes integran el nuevo equipo, que por tradición ya lidera el futuro ministro de Hacienda, Felipe Larraín. Nadie da mucho detalle, pero en privado coinciden en que todo es engranaje, eficiencia y resultados. La promesa va en orden: corregir y reformar lo reformable, recuperar las confianzas y evitar la incertidumbre, recuperar el crecimiento, generar empleo de calidad y no jibarizar más a las capas medias. Mención aparte es que el presidente pidió no olvidar que en Chile sigue habiendo millones de personas pobres.

La ruta es clara: alentar a una economía convaleciente para que sane, reencantar la inversión privada como un Estado inversor, combatir la burocracia sin daño a sus instituciones, reorganizar las platas públicas y cortar grasa, convencer a la política y los políticos. Los cien días ya están en marcha.

Juan Andrés Fontaine
Ministerio de Obras Públicas

Destrabar las inversiones. Esa será la principal tarea de Juan Andrés Fontaine, en el Ministerio de Obras Públicas, durante los tres primeros meses de gobierno.

“La tarea primera del ministerio es destrabar los proyectos para hacer posible que combinadamente la iniciativa privada y la pública desarrollen estas obras de infraestructura que construyen el desarrollo”, dijo Fontaine luego de ser nombrado en el cargo, el martes pasado.

En este contexto, añadió que “queremos desanudar las amarras que mantienen estancadas nuestras inversiones que nos impiden crecer, de ganar competitividad y desarrollar un tejido social mucho más rico y unido”.

Sin hacer énfasis en ningún proyecto en particular, el economista tiene claro que a través de su sector se enriquece el tramado social, parte fundamental de esta nueva administración de Sebastián Piñera.

Pero en los primeros días se daría prioridad al fondo de infraestructura, ver la situación de los puentes Cau Cau y Chacao, así como también concretar la puesta en marcha de la autopista Américo Vespucio Oriente y la expansión del aeropuerto Arturo Merino Benítez.

Para todo ello, la cartera tendrá como presupuesto para el año en curso $ 2,4 billones, de los cuales casi $ 998.447.263 millones estarán destinados al desarrollo, mantenimiento y conservación de la red vial.

Mientras que alrededor de $ 393.969 millones serán para la construcción y reposición de infraestructura vial, destacándose los proyectos de construcción del puente sobre el canal de Chacao, construcción y mejoramiento en zonas extremas y la Carretera Austral, inversiones en pasos internacionales y el programa nacional de caminos básicos e indígenas.

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Fuente: La Tercera, Sábado 27 de enero de 2018

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