Martes, Abril 16, 2024

Nuevo urbanismo: metros cuadrados vs calidad de vida, por Rafael Burmester

PULSO – A partir de este año, la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios de Chile (ADI) pasará a integrar la iniciativa del Premio Anual al Aporte Urbano, creado hace ya cuatro años por la Cámara Chilena de la Construcción A.G., el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el Colegio de Arquitectos y la Asociación de Oficinas de Arquitectos A.G.

Esto, luego de que la ADI – habiendo sido pionera en los premios ISU (Innovación, Sustentabilidad y Urbanismo) – decidiera unir fuerzas por un mismo galardón que coincide en identificar y premiar proyectos que constituyan un aporte a la ciudad.

En este sentido, para los desarrolladores inmobiliarios poder formar parte de esta instancia es una excelente noticia y un paso más en el proceso de madurez que debemos ir adoptando como industria para mejorar la convivencia entre metros cuadrados y calidad de vida.

La sensación que se ha generado durante el último tiempo sobre la coexistencia entre el desarrollo inmobiliario y la calidad de vida de las personas, es que son polos opuestos, que avanzan cada uno por intereses distintos; y que de llegar a acuerdo, el sacrificio que ambos deben hacer es demasiado.

Tal vez esta tensión era necesaria para que el mundo inmobiliario entendiera que más allá de sumar metros cuadrados a la ciudad, debe necesariamente aportar calidad de vida a las personas que viven en ella.

En el proceso de transformación de Santiago, han debido convivir los conceptos de dispersión del área urbana-propia de un país en desarrollo-, con la compactación y recuperación del crecimiento en el centro. Si bien esto será una constante hacia el futuro, es momento de evolucionar del mero “derecho” de construcción, a la responsabilidad de hacer ciudad mirándola en su sentido más amplio.

Así lo postula la nueva tendencia mundial del urbanismo moderno, a la cual debiéramos sí o sí poner atención. Mirar el marco de un barrio antes de intervenirlo permitirá levantar un sentido de pertenencia de quienes viven en él, lo que automáticamente implica una excelente relación con la plusvalía de sus construcciones.

Urbanismo moderno es arquitectura a escala humana, imaginándose barrios con distancias que se puedan recorrer caminando, contribuyendo a la descontaminación y al exceso de tráfico. Eso, a la vez, implica tomar en consideración la oferta de un buen mix comercial dentro del barrio, donde se acojan distintos tamaños de edificaciones, con variedad de precios que permitan diversidad de gente, edades, culturas e ingresos.

Así es. Como sector, tenemos que mirar la ciudad desde más lejos y con mayor distancia hacia el futuro. Así podremos ir construyendo mejores barrios, con énfasis en la belleza, respeto por la ecología y acento en la sostenibilidad. Como sector, tenemos que empezar a tomar distancia para construir ciudades más cercanas. El premio al Aporte Urbano es una excelente motivación para comenzar.

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Fuente: Pulso, Viernes 26 de octubre de 2018

PULSO – A partir de este año, la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios de Chile (ADI) pasará a integrar la iniciativa del Premio Anual al Aporte Urbano, creado hace ya cuatro años por la Cámara Chilena de la Construcción A.G., el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el Colegio de Arquitectos y la Asociación de Oficinas de Arquitectos A.G.

Esto, luego de que la ADI – habiendo sido pionera en los premios ISU (Innovación, Sustentabilidad y Urbanismo) – decidiera unir fuerzas por un mismo galardón que coincide en identificar y premiar proyectos que constituyan un aporte a la ciudad.

En este sentido, para los desarrolladores inmobiliarios poder formar parte de esta instancia es una excelente noticia y un paso más en el proceso de madurez que debemos ir adoptando como industria para mejorar la convivencia entre metros cuadrados y calidad de vida.

La sensación que se ha generado durante el último tiempo sobre la coexistencia entre el desarrollo inmobiliario y la calidad de vida de las personas, es que son polos opuestos, que avanzan cada uno por intereses distintos; y que de llegar a acuerdo, el sacrificio que ambos deben hacer es demasiado.

Tal vez esta tensión era necesaria para que el mundo inmobiliario entendiera que más allá de sumar metros cuadrados a la ciudad, debe necesariamente aportar calidad de vida a las personas que viven en ella.

En el proceso de transformación de Santiago, han debido convivir los conceptos de dispersión del área urbana-propia de un país en desarrollo-, con la compactación y recuperación del crecimiento en el centro. Si bien esto será una constante hacia el futuro, es momento de evolucionar del mero “derecho” de construcción, a la responsabilidad de hacer ciudad mirándola en su sentido más amplio.

Así lo postula la nueva tendencia mundial del urbanismo moderno, a la cual debiéramos sí o sí poner atención. Mirar el marco de un barrio antes de intervenirlo permitirá levantar un sentido de pertenencia de quienes viven en él, lo que automáticamente implica una excelente relación con la plusvalía de sus construcciones.

Urbanismo moderno es arquitectura a escala humana, imaginándose barrios con distancias que se puedan recorrer caminando, contribuyendo a la descontaminación y al exceso de tráfico. Eso, a la vez, implica tomar en consideración la oferta de un buen mix comercial dentro del barrio, donde se acojan distintos tamaños de edificaciones, con variedad de precios que permitan diversidad de gente, edades, culturas e ingresos.

Así es. Como sector, tenemos que mirar la ciudad desde más lejos y con mayor distancia hacia el futuro. Así podremos ir construyendo mejores barrios, con énfasis en la belleza, respeto por la ecología y acento en la sostenibilidad. Como sector, tenemos que empezar a tomar distancia para construir ciudades más cercanas. El premio al Aporte Urbano es una excelente motivación para comenzar.

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Fuente: Pulso, Viernes 26 de octubre de 2018

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