Lunes, Diciembre 9, 2024

La desaladora más grande del país

LA TERCERA – La primera planta desaladora del país data de 1857. Instalada en Antofagasta, esa planta era más bien artesanal y solo era capaz de purificar unos pocos litros de agua.

A más de 160 años de ese pionero proyecto, el norte del país albergará la planta más grande a nivel nacional y latinoamericano, con una inversión que supera los US$ 500 millones.

Se trata del proyecto Enapac (Energía y Aguas del Pacífico), que busca ser una fuente segura de agua para uso industrial (no potable). Desarrollado por la empresa chilena Trens Industrial y Almar Water Solutions, parte del conglomerado de negocios internacional Abdul Latif Jameel Energy & Environmental Services (ALJ). Se ubicará en la Región de Atacama, entre Caldera y Copiapó, y acaba de recibir la aprobación ambiental. Su construcción partirá el año 2019 y su inauguración se estima para 2021.

Sus operaciones se mantendrían durante 30 años, tiempo tras el cual se podrán extender los trabajos o cerrar las instalaciones.

Rodrigo Silva, CEO del Grupo Trends y controlador del proyecto Enapac, señala que la desaladora contará con su propia fuente de energía fotovoltaica. “Tendrá una capacidad máxima de 2.630 litros por segundo, la única a gran escala con energía solar (100 MW). Es uno de los proyectos más avanzados en el mundo, con una combinación de desalación por osmosis inversa con energía fotovoltaica”, explica (ver infografía).

El agua procesada, será almacenada en un reservorio de 600.000 m3 de capacidad, gracias a dos piscinas de 296.000 m3 cada una.
Actualmente, el 98% del agua alrededor del mundo es salada, el 2% es dulce (de fuentes naturales) y menos del 1% de esa cantidad es adecuada para consumo humano. Se considera agua dulce aquella con un contenido en sales menor a 0,1%.

El agua de mar, posee entre 2,5% y 4,5% de contenido sólidos disueltos o TDS (total disolved solids).

La Comisión de Evaluación Ambiental de Atacama ya aprobó el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del proyecto, luego de más de un año de evaluación. “La aprobación ambiental de Enapac es un hito muy importante para el proyecto y para la Región de Atacama, porque permite avanzar sus distintas fases que generarán oportunidades de empleo en la región y para los proveedores. Nuestro objetivo es que muchos usuarios puedan acceder a una fuente de agua sustentable de manera que se vayan dejando de utilizar las aguas continentales y las cuencas de la región, las que sufren un severo estrés hídrico”, señala Silva.

Otros métodos

La osmosis inversa no es el único método para desalinizar. Existen otros, como la destilación, la congelación, mediante evaporación relámpago, o mediante formación de hidratos y electrodiálisis.

Pablo García, académico de la Facultad de Ciencias Forestales de la U. de Chile y miembro del Programa Hidrológico Internacional de Unesco, indica que según la experiencia internacional, la desalación es la alternativa más recomendada para abastecer la creciente demanda de agua en la zona centro norte del país. “Las desaladoras pueden ser dañinas o sustentables, todo depende de cómo se obtenga la energía necesaria para su funcionamiento y de las normas que se creen para que no causen daños en los ecosistemas costeros”, advierte.

Borja Blanco, consejero del directorio de Trends, explica que una planta desaladora trabaja con el proceso de osmosis inversa, lo que en términos simples es un proceso de filtrado de agua de mar para retirar la sal y obtener agua desalinizada. “Para ello, se hace pasar el agua de mar a muy alta presión a través de unas membranas especialmente diseñadas para lograr que se filtre el agua, pero no la sal y partículas mayores. Por eso, el proceso requiere de un alto consumo de energía, y nuestro proyecto Enapac obtiene esa energía de su propia fuente de energía solar”,

Existen desaladoras para diferentes usos, agrega García, cada una con distintos costos de producción por m3 de agua tratada. “Está la desalación de agua para la minería (la más barata), después tenemos la de agricultura y finalmente, lo más costoso, la de agua para uso potable. Entonces la estrategia mundial actual no se basa en instalar una desaladora en la costa e importar agua desalada hacia el interior del territorio y satisfacer todos los usos; más bien se trata de bombear agua de mar hacia el interior, bifurcarla dentro del territorio y, finalmente, desalarla según lo que se necesite”.

En este sentido, dice, la desalación ha demostrado ser muy beneficiosa para la comunidad, siendo el ejemplo más notable el de Israel, donde el 100% del agua potable se obtiene así.

El proyecto ha llamado la atención de diferentes entidades. De hecho, está nominado a diferentes galardones, como los Premios Aladyr 2018, en la categoría “Mejor proyecto de desalación”, y también el Design to Improve Life Index: Award 2019, el premio más importante de diseño y sustentabilidad del mundo, conocido como el “Premio Nobel del Diseño”.

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Fuente: La Tercera, Lunes 29 de octubre de 2018

LA TERCERA – La primera planta desaladora del país data de 1857. Instalada en Antofagasta, esa planta era más bien artesanal y solo era capaz de purificar unos pocos litros de agua.

A más de 160 años de ese pionero proyecto, el norte del país albergará la planta más grande a nivel nacional y latinoamericano, con una inversión que supera los US$ 500 millones.

Se trata del proyecto Enapac (Energía y Aguas del Pacífico), que busca ser una fuente segura de agua para uso industrial (no potable). Desarrollado por la empresa chilena Trens Industrial y Almar Water Solutions, parte del conglomerado de negocios internacional Abdul Latif Jameel Energy & Environmental Services (ALJ). Se ubicará en la Región de Atacama, entre Caldera y Copiapó, y acaba de recibir la aprobación ambiental. Su construcción partirá el año 2019 y su inauguración se estima para 2021.

Sus operaciones se mantendrían durante 30 años, tiempo tras el cual se podrán extender los trabajos o cerrar las instalaciones.

Rodrigo Silva, CEO del Grupo Trends y controlador del proyecto Enapac, señala que la desaladora contará con su propia fuente de energía fotovoltaica. “Tendrá una capacidad máxima de 2.630 litros por segundo, la única a gran escala con energía solar (100 MW). Es uno de los proyectos más avanzados en el mundo, con una combinación de desalación por osmosis inversa con energía fotovoltaica”, explica (ver infografía).

El agua procesada, será almacenada en un reservorio de 600.000 m3 de capacidad, gracias a dos piscinas de 296.000 m3 cada una.
Actualmente, el 98% del agua alrededor del mundo es salada, el 2% es dulce (de fuentes naturales) y menos del 1% de esa cantidad es adecuada para consumo humano. Se considera agua dulce aquella con un contenido en sales menor a 0,1%.

El agua de mar, posee entre 2,5% y 4,5% de contenido sólidos disueltos o TDS (total disolved solids).

La Comisión de Evaluación Ambiental de Atacama ya aprobó el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del proyecto, luego de más de un año de evaluación. “La aprobación ambiental de Enapac es un hito muy importante para el proyecto y para la Región de Atacama, porque permite avanzar sus distintas fases que generarán oportunidades de empleo en la región y para los proveedores. Nuestro objetivo es que muchos usuarios puedan acceder a una fuente de agua sustentable de manera que se vayan dejando de utilizar las aguas continentales y las cuencas de la región, las que sufren un severo estrés hídrico”, señala Silva.

Otros métodos

La osmosis inversa no es el único método para desalinizar. Existen otros, como la destilación, la congelación, mediante evaporación relámpago, o mediante formación de hidratos y electrodiálisis.

Pablo García, académico de la Facultad de Ciencias Forestales de la U. de Chile y miembro del Programa Hidrológico Internacional de Unesco, indica que según la experiencia internacional, la desalación es la alternativa más recomendada para abastecer la creciente demanda de agua en la zona centro norte del país. “Las desaladoras pueden ser dañinas o sustentables, todo depende de cómo se obtenga la energía necesaria para su funcionamiento y de las normas que se creen para que no causen daños en los ecosistemas costeros”, advierte.

Borja Blanco, consejero del directorio de Trends, explica que una planta desaladora trabaja con el proceso de osmosis inversa, lo que en términos simples es un proceso de filtrado de agua de mar para retirar la sal y obtener agua desalinizada. “Para ello, se hace pasar el agua de mar a muy alta presión a través de unas membranas especialmente diseñadas para lograr que se filtre el agua, pero no la sal y partículas mayores. Por eso, el proceso requiere de un alto consumo de energía, y nuestro proyecto Enapac obtiene esa energía de su propia fuente de energía solar”,

Existen desaladoras para diferentes usos, agrega García, cada una con distintos costos de producción por m3 de agua tratada. “Está la desalación de agua para la minería (la más barata), después tenemos la de agricultura y finalmente, lo más costoso, la de agua para uso potable. Entonces la estrategia mundial actual no se basa en instalar una desaladora en la costa e importar agua desalada hacia el interior del territorio y satisfacer todos los usos; más bien se trata de bombear agua de mar hacia el interior, bifurcarla dentro del territorio y, finalmente, desalarla según lo que se necesite”.

En este sentido, dice, la desalación ha demostrado ser muy beneficiosa para la comunidad, siendo el ejemplo más notable el de Israel, donde el 100% del agua potable se obtiene así.

El proyecto ha llamado la atención de diferentes entidades. De hecho, está nominado a diferentes galardones, como los Premios Aladyr 2018, en la categoría “Mejor proyecto de desalación”, y también el Design to Improve Life Index: Award 2019, el premio más importante de diseño y sustentabilidad del mundo, conocido como el “Premio Nobel del Diseño”.

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Fuente: La Tercera, Lunes 29 de octubre de 2018

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