Martes, Diciembre 3, 2024

Inversión extranjera: reglas parejas para todos, por Eduardo Frei R.

EL MERCURIO – Esta semana se celebran 50 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y Chile, ocasión en la que sus presidentes, Sebastián Piñera y Xi Jinping, y los cancilleres de ambos países sostuvieron reuniones virtuales para analizar los avances a la fecha y futuras vías de acción.
Para Chile, el vínculo con esta nación asiática ha pasado a ser trascendental. No solo es nuestro principal socio comercial —hace 10 años desbancó a Estados Unidos—, sino que pese a la pandemia y cuando el comercio mundial se desmorona, los flujos de exportaciones e importaciones bilaterales muestran un dinamismo impensado. Hoy China representa un tercio de nuestro comercio exterior, dando empleo a centenares de chilenos.
A partir de comienzos de este año, se sumó otro fenómeno: la fuerte arremetida de capitales procedentes del país asiático lo catapultó, por primera vez, a la posición de principal inversionista extranjero en nuestro país. El resultado es fruto de una constante promoción, a través de rondas de negocios como “Chile Week” y otras, donde se mostraron a las empresas chinas las bondades y ventajas de invertir en el mercado nacional. No es extraño, entonces, que hoy estén participando en licitaciones de concesiones hospitalarias, autopistas y la Línea 7 del Metro, por mencionar algunas.
Por eso, sorprenden las voces que buscan restringir la llegada de esos capitales, promoviendo incluso que quede a discrecionalidad del Congreso definir qué empresas y sectores estarán abiertos a recibir ciertas inversiones. Sorprende también que esas mismas aprensiones no se levantaran cuando, en los noventa, recibíamos con los brazos abiertos a las empresas estatales europeas que entraron con fuerza en actividades como las telecomunicaciones, energía o sanitarias.
Un dato no menor tampoco es que compañías estatales chilenas, como Codelco o Enap, estén haciendo lo propio invirtiendo en el exterior en sectores que podrían considerarse estratégicos, como la minería o los hidrocarburos.
Esta posición, además, es absolutamente opuesta a la que ha tenido Chile por años y a la que debe, en gran parte, su éxito a la hora de atraer capitales del exterior: la no discrecionalidad y la transparencia, factores clave también para evitar una posible corrupción en caso de no garantizarse una cancha pareja para todos. Los numerosos tratados de promoción y protección de inversiones que ha suscrito Chile con países de los cinco continentes están inspirados en esa máxima: la no discriminación. A la vez, fijaron una serie de resguardos, en la eventualidad de que no se respeten las reglas del juego.
Chile es un país pequeño. No rige los mercados del mundo como lo hacen las grandes potencias. Todas las proyecciones apuntan a que este año el PIB experimentará una importante caída y una de las vías para aminorar el golpe es la llegada de capitales extranjeros. Si nos hemos puesto como meta diversificar los mercados de nuestro comercio exterior, también lo tenemos que hacer con la inversión extranjera, y especialmente con Asia y China. En el caso de la infraestructura, como CPI, pensamos que estos capitales nos ayudarán a contar con mejores tecnologías y menores precios para los usuarios.
Eduardo Frei Ruiz-Tagle
Presidente del Consejo de Políticas de Infraestructura
Ex Presidente de la República
Fuente: El Mercurio, Viernes 18 de Diciembre de 2020

EL MERCURIO – Esta semana se celebran 50 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y Chile, ocasión en la que sus presidentes, Sebastián Piñera y Xi Jinping, y los cancilleres de ambos países sostuvieron reuniones virtuales para analizar los avances a la fecha y futuras vías de acción.
Para Chile, el vínculo con esta nación asiática ha pasado a ser trascendental. No solo es nuestro principal socio comercial —hace 10 años desbancó a Estados Unidos—, sino que pese a la pandemia y cuando el comercio mundial se desmorona, los flujos de exportaciones e importaciones bilaterales muestran un dinamismo impensado. Hoy China representa un tercio de nuestro comercio exterior, dando empleo a centenares de chilenos.
A partir de comienzos de este año, se sumó otro fenómeno: la fuerte arremetida de capitales procedentes del país asiático lo catapultó, por primera vez, a la posición de principal inversionista extranjero en nuestro país. El resultado es fruto de una constante promoción, a través de rondas de negocios como “Chile Week” y otras, donde se mostraron a las empresas chinas las bondades y ventajas de invertir en el mercado nacional. No es extraño, entonces, que hoy estén participando en licitaciones de concesiones hospitalarias, autopistas y la Línea 7 del Metro, por mencionar algunas.
Por eso, sorprenden las voces que buscan restringir la llegada de esos capitales, promoviendo incluso que quede a discrecionalidad del Congreso definir qué empresas y sectores estarán abiertos a recibir ciertas inversiones. Sorprende también que esas mismas aprensiones no se levantaran cuando, en los noventa, recibíamos con los brazos abiertos a las empresas estatales europeas que entraron con fuerza en actividades como las telecomunicaciones, energía o sanitarias.
Un dato no menor tampoco es que compañías estatales chilenas, como Codelco o Enap, estén haciendo lo propio invirtiendo en el exterior en sectores que podrían considerarse estratégicos, como la minería o los hidrocarburos.
Esta posición, además, es absolutamente opuesta a la que ha tenido Chile por años y a la que debe, en gran parte, su éxito a la hora de atraer capitales del exterior: la no discrecionalidad y la transparencia, factores clave también para evitar una posible corrupción en caso de no garantizarse una cancha pareja para todos. Los numerosos tratados de promoción y protección de inversiones que ha suscrito Chile con países de los cinco continentes están inspirados en esa máxima: la no discriminación. A la vez, fijaron una serie de resguardos, en la eventualidad de que no se respeten las reglas del juego.
Chile es un país pequeño. No rige los mercados del mundo como lo hacen las grandes potencias. Todas las proyecciones apuntan a que este año el PIB experimentará una importante caída y una de las vías para aminorar el golpe es la llegada de capitales extranjeros. Si nos hemos puesto como meta diversificar los mercados de nuestro comercio exterior, también lo tenemos que hacer con la inversión extranjera, y especialmente con Asia y China. En el caso de la infraestructura, como CPI, pensamos que estos capitales nos ayudarán a contar con mejores tecnologías y menores precios para los usuarios.
Eduardo Frei Ruiz-Tagle
Presidente del Consejo de Políticas de Infraestructura
Ex Presidente de la República
Fuente: El Mercurio, Viernes 18 de Diciembre de 2020

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