Jueves, Abril 25, 2024

Embalses y escasez hídrica: expertos y regantes locales se decantan por soluciones mixtas

EL DÍA – A nivel regional, predomina la visión de que la decisión de construir o no una infraestructura de riego de estas características, dependerá de las condiciones particulares de cada cuenca.

Este lunes en las páginas de Diario El Día, la líder de Estrategias Hídricas de la Fundación Chile, Claudia Galleguillos, analizaba las consecuencias que la larga sequía ha generado en la región, así como los desafíos que aún se deben afrontar para adaptarse a las transformaciones que conllevará en el medio ambiente el Cambio Climático.

Así, junto con destacar la necesidad de avanzar en una gestión responsable y compartida del recurso hídrico para sostener el desarrollo del país a futuro, la experta aseveró que una de las estrategias históricamente más utilizadas para afrontar la crisis hídrica, como es la construcción de embalses, no sirven para enfrentar la sequía.

Para sustentar su premisa, Galleguillos se basó en dos elementos: primero, la gran cantidad de consumo de agua que se pierde por evaporación (4% a nivel nacional), y segundo, la afectación que esta infraestructura tiene en el ciclo hidrológico, el cual impacta sobre todo el medio ambiente.

“La gente no sabe que gran parte de los ciclos hídricos se están sosteniendo con aguas subterráneas y que son nuestras grandes reservas y no son eternas. En muchos países los embalses están siendo sacados porque tienen un efecto muy importante en el ciclo hídrico, porque recargan acuíferos, pero como nosotros no tenemos esa cultura de mirar cómo funciona el medio ambiente, no lo vemos. En EE.UU. y Australia están sacando los embalses y es porque tienen consecuencias muy grandes aguas abajo”, señaló al respecto Claudia Galleguillos.

“Chile debe priorizar más las acciones que van hacia la adaptación, ya que nuestro efecto en inversiones a la mitigación es muy bajo. Es importante avanzar en soluciones y esto requiere un cambio”, añadió la experta.

LA VISIÓN LOCAL

No obstante esta visión, ¿hasta qué punto es factible esta posibilidad a nivel local, es decir, no construir más embalses? ¿Lo permiten las condiciones naturales de la región?

Para José Eugenio González, presidente de la Comunidad de Aguas del Sistema Embalse La Paloma, las decisiones en torno al agua deben considerar sin duda la mirada local.

Pese a coincidir con la profesional de Fundación Chile, en cuanto a la cantidad de consumo de agua que se pierde como evaporación –que en el caso del embalse La Paloma, es del orden de 22 millones de metros cúbicos por año – la importancia de los embalses radica, según él, en la función de regulación que cumple esta infraestructura.

“Las características de nuestra cuenca por lo menos, yo creo que validan la existencia de embalses, porque nosotros tenemos lluvias muy concentradas y muy mal distribuidas. Si no tuviéramos embalses, prácticamente no tendríamos capacidad de hacer agricultura, por lo menos de riego”, explica.

A su juicio, “en cada cuenca habría que hacer un análisis sobre lo que sería más adecuado hacer para cada una de ellas”, señala, coincidiendo en todo caso, en la importancia que tienen las aguas subterráneas como reservorio y la importancia de preservarlas, para lo cual, dice, ya se están realizando estudios para cuantificar el recurso.

“La recomendación de los expertos ha sido siempre que esas aguas subterráneas hay que guardarlas como reserva, lo que me parece muy sensato. Ahora, yo creo que lo que se puede hacer es (…) mantener siempre un caudal en los ríos, a partir de las aguas que tenemos embalsadas, (…) lo que permite conservar el medio ambiente y mantener, con restricciones, agua para el riego”, señaló González.

MIRADA FLEXIBLE

En una línea semejante, el académico de la Universidad de La Serena, Pablo Álvarez, director del laboratorio Prommra de la ULS, y del Consorcio Tecnológico del Agua, Quitai Anko, manifestó que la respuesta a esta disyuntiva –construir o no embalses– “es más compleja que decir sí a una cosa o no a otra”.

“Yo creo que en todas las cuencas hay lugares donde uno requiere, por ejemplo para los servicios de APR muy probablemente, un almacenamiento que sea exclusivo para ese servicio u otros lugares. O en donde las soluciones basadas en la naturaleza sean de verdad una solución de largo plazo”, señaló el académico, apuntando a una mirada según cuenca, y dentro de ellas, a las diferencias existentes entre las zonas más hacia la precordillera –donde los acuíferos no tendrían gran capacidad de almacenamiento- , versus la zona baja de las cuencas.

En ese sentido, Álvarez mencionó que hoy, a nivel mundial, se está transitando desde la construcción de la llamada “infraestructura gris” (fierro y cemento, grandes embalses), a la construcción de la “infraestructura verde”, es decir, “soluciones basadas en la naturaleza, y que en el fondo lo que buscan, es devolver a ésta las funciones que cumplía antes de la intervención humana”, explica el académico.

“Las grandes obras de almacenamiento han servido muchísimo para el desarrollo de la sociedad, aunque también, en mi opinión, hay que cambiarles un poco la mirada e incorporarlas a una gestión que es mucho más amigable con el ciclo hidrológico y eso se hace modificando y operando sus reglas en función de los escenarios de cambio global”, describe.

Eso sí, advierte, antes de avanzar en ello, lo primero que debiera hacerse es impulsar un proceso de ordenamiento territorial en el que se ordenen las funciones reguladoras del ciclo hidrológico, estableciendo, por ejemplo, zonas de generación de agua, zonas de distribución y zonas de consumo.

Pero en definitiva, para el académico Pablo Álvarez, la respuesta a la disyuntiva planteada, “sí a los embalses/no a los embalses”, dependerá de cada lugar. “Por ejemplo, pueden tener sentido pequeñas obras de almacenamiento por una razón de que los ríos, a medida que vaya avanzando el cambio global, van a ser más torrentosos, con caudales más altos en corto tiempo, producto de que en vez de haber nieve, va a haber precipitación líquida, y eso no va a ser suficiente para que haya infiltración dentro de los acuíferos y estos se recarguen. Entonces esta es una pregunta que tampoco tiene una única respuesta”.

GARANTÍA DE SEGURIDAD

En medio de este escenario, en 2019 el gobierno lanzó un plan nacional de embalses que tenía por objetivo la construcción de 26 reservorios a lo largo del país, 4 de ellos en la Región de Coquimbo.

Consultado al respecto, el seremi de Obras Públicas, Pedro Rojas, relevó la importancia que han tenido históricamente los embalses para enfrentar la crisis hídrica y por ello señaló que “su desarrollo es una prioridad para nuestro ministerio”.

Rojas afirmó que estas obras “han otorgado un grado de seguridad a las distintas juntas de vigilancia para que ellos, con mucho esfuerzo, puedan manejar prorratas y poder entregar a los distintos regantes, su recurso esencial para poder hacer sus actividades agrícolas como también en muchos lugares, otorgar un grado de seguridad para el consumo humano”.

En ese sentido, la autoridad aseguró que este tipo de disyuntivas “hay que mirarlas a través de un prisma que tiene muchas aristas” y, por lo mismo, sostuvo que “nunca hay que cerrarse a nuevas alternativas” para enfrentar la escasez hídrica.

“Estamos buscando nuevas formas de poder asegurar el recurso, cuidar nuestros acuíferos, recargarlos, pensar en plantas desaladoras. Siempre debemos encontrar nuevas y más soluciones, y así de alguna forma, ir avanzando para sobre todo, asegurar el agua para riego y para consumo humano”, indicó.

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Fuente: El Día, Viernes 09 de Abril de 2021

EL DÍA – A nivel regional, predomina la visión de que la decisión de construir o no una infraestructura de riego de estas características, dependerá de las condiciones particulares de cada cuenca.

Este lunes en las páginas de Diario El Día, la líder de Estrategias Hídricas de la Fundación Chile, Claudia Galleguillos, analizaba las consecuencias que la larga sequía ha generado en la región, así como los desafíos que aún se deben afrontar para adaptarse a las transformaciones que conllevará en el medio ambiente el Cambio Climático.

Así, junto con destacar la necesidad de avanzar en una gestión responsable y compartida del recurso hídrico para sostener el desarrollo del país a futuro, la experta aseveró que una de las estrategias históricamente más utilizadas para afrontar la crisis hídrica, como es la construcción de embalses, no sirven para enfrentar la sequía.

Para sustentar su premisa, Galleguillos se basó en dos elementos: primero, la gran cantidad de consumo de agua que se pierde por evaporación (4% a nivel nacional), y segundo, la afectación que esta infraestructura tiene en el ciclo hidrológico, el cual impacta sobre todo el medio ambiente.

“La gente no sabe que gran parte de los ciclos hídricos se están sosteniendo con aguas subterráneas y que son nuestras grandes reservas y no son eternas. En muchos países los embalses están siendo sacados porque tienen un efecto muy importante en el ciclo hídrico, porque recargan acuíferos, pero como nosotros no tenemos esa cultura de mirar cómo funciona el medio ambiente, no lo vemos. En EE.UU. y Australia están sacando los embalses y es porque tienen consecuencias muy grandes aguas abajo”, señaló al respecto Claudia Galleguillos.

“Chile debe priorizar más las acciones que van hacia la adaptación, ya que nuestro efecto en inversiones a la mitigación es muy bajo. Es importante avanzar en soluciones y esto requiere un cambio”, añadió la experta.

LA VISIÓN LOCAL

No obstante esta visión, ¿hasta qué punto es factible esta posibilidad a nivel local, es decir, no construir más embalses? ¿Lo permiten las condiciones naturales de la región?

Para José Eugenio González, presidente de la Comunidad de Aguas del Sistema Embalse La Paloma, las decisiones en torno al agua deben considerar sin duda la mirada local.

Pese a coincidir con la profesional de Fundación Chile, en cuanto a la cantidad de consumo de agua que se pierde como evaporación –que en el caso del embalse La Paloma, es del orden de 22 millones de metros cúbicos por año – la importancia de los embalses radica, según él, en la función de regulación que cumple esta infraestructura.

“Las características de nuestra cuenca por lo menos, yo creo que validan la existencia de embalses, porque nosotros tenemos lluvias muy concentradas y muy mal distribuidas. Si no tuviéramos embalses, prácticamente no tendríamos capacidad de hacer agricultura, por lo menos de riego”, explica.

A su juicio, “en cada cuenca habría que hacer un análisis sobre lo que sería más adecuado hacer para cada una de ellas”, señala, coincidiendo en todo caso, en la importancia que tienen las aguas subterráneas como reservorio y la importancia de preservarlas, para lo cual, dice, ya se están realizando estudios para cuantificar el recurso.

“La recomendación de los expertos ha sido siempre que esas aguas subterráneas hay que guardarlas como reserva, lo que me parece muy sensato. Ahora, yo creo que lo que se puede hacer es (…) mantener siempre un caudal en los ríos, a partir de las aguas que tenemos embalsadas, (…) lo que permite conservar el medio ambiente y mantener, con restricciones, agua para el riego”, señaló González.

MIRADA FLEXIBLE

En una línea semejante, el académico de la Universidad de La Serena, Pablo Álvarez, director del laboratorio Prommra de la ULS, y del Consorcio Tecnológico del Agua, Quitai Anko, manifestó que la respuesta a esta disyuntiva –construir o no embalses– “es más compleja que decir sí a una cosa o no a otra”.

“Yo creo que en todas las cuencas hay lugares donde uno requiere, por ejemplo para los servicios de APR muy probablemente, un almacenamiento que sea exclusivo para ese servicio u otros lugares. O en donde las soluciones basadas en la naturaleza sean de verdad una solución de largo plazo”, señaló el académico, apuntando a una mirada según cuenca, y dentro de ellas, a las diferencias existentes entre las zonas más hacia la precordillera –donde los acuíferos no tendrían gran capacidad de almacenamiento- , versus la zona baja de las cuencas.

En ese sentido, Álvarez mencionó que hoy, a nivel mundial, se está transitando desde la construcción de la llamada “infraestructura gris” (fierro y cemento, grandes embalses), a la construcción de la “infraestructura verde”, es decir, “soluciones basadas en la naturaleza, y que en el fondo lo que buscan, es devolver a ésta las funciones que cumplía antes de la intervención humana”, explica el académico.

“Las grandes obras de almacenamiento han servido muchísimo para el desarrollo de la sociedad, aunque también, en mi opinión, hay que cambiarles un poco la mirada e incorporarlas a una gestión que es mucho más amigable con el ciclo hidrológico y eso se hace modificando y operando sus reglas en función de los escenarios de cambio global”, describe.

Eso sí, advierte, antes de avanzar en ello, lo primero que debiera hacerse es impulsar un proceso de ordenamiento territorial en el que se ordenen las funciones reguladoras del ciclo hidrológico, estableciendo, por ejemplo, zonas de generación de agua, zonas de distribución y zonas de consumo.

Pero en definitiva, para el académico Pablo Álvarez, la respuesta a la disyuntiva planteada, “sí a los embalses/no a los embalses”, dependerá de cada lugar. “Por ejemplo, pueden tener sentido pequeñas obras de almacenamiento por una razón de que los ríos, a medida que vaya avanzando el cambio global, van a ser más torrentosos, con caudales más altos en corto tiempo, producto de que en vez de haber nieve, va a haber precipitación líquida, y eso no va a ser suficiente para que haya infiltración dentro de los acuíferos y estos se recarguen. Entonces esta es una pregunta que tampoco tiene una única respuesta”.

GARANTÍA DE SEGURIDAD

En medio de este escenario, en 2019 el gobierno lanzó un plan nacional de embalses que tenía por objetivo la construcción de 26 reservorios a lo largo del país, 4 de ellos en la Región de Coquimbo.

Consultado al respecto, el seremi de Obras Públicas, Pedro Rojas, relevó la importancia que han tenido históricamente los embalses para enfrentar la crisis hídrica y por ello señaló que “su desarrollo es una prioridad para nuestro ministerio”.

Rojas afirmó que estas obras “han otorgado un grado de seguridad a las distintas juntas de vigilancia para que ellos, con mucho esfuerzo, puedan manejar prorratas y poder entregar a los distintos regantes, su recurso esencial para poder hacer sus actividades agrícolas como también en muchos lugares, otorgar un grado de seguridad para el consumo humano”.

En ese sentido, la autoridad aseguró que este tipo de disyuntivas “hay que mirarlas a través de un prisma que tiene muchas aristas” y, por lo mismo, sostuvo que “nunca hay que cerrarse a nuevas alternativas” para enfrentar la escasez hídrica.

“Estamos buscando nuevas formas de poder asegurar el recurso, cuidar nuestros acuíferos, recargarlos, pensar en plantas desaladoras. Siempre debemos encontrar nuevas y más soluciones, y así de alguna forma, ir avanzando para sobre todo, asegurar el agua para riego y para consumo humano”, indicó.

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Fuente: El Día, Viernes 09 de Abril de 2021

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