Jueves, Abril 25, 2024

Descarbonización: un desafío institucional, por Carlos Suazo

CIPER – Para habilitar la descarbonización profunda de nuestra matriz, en los próximos años se requerirán varios cambios en el diseño del mercado eléctrico [1]. No sólo será necesario desarrollar la correspondiente infraestructura de reemplazo, sino también incorporar nuevas tecnologías que permitan una transición eficiente [2]. Habrá que entregar las señales adecuadas, de forma de incentivar la inversión y promover una transición energética hacia fuentes renovables de forma segura y eficiente, fomentando entre otras cosas el uso de nuevas tecnologías, la modernización de las metodologías y criterios para la planificación de la red, además de introducir mejoras en los procesos de programación y operación de nuestros sistemas eléctricos [3].

En este marco, la regulación deberá responder en forma oportuna a los cambios sustanciales que se están produciendo en nuestro sistema eléctrico. Además del proceso de descarbonización, existen desafíos asociados al rol de la flexibilidad y gestión del sistema ante una masiva penetración de energía renovable, la incorporación de nuevas tecnologías como el almacenamiento, el desarrollo de mecanismos para enfrentar condiciones de escasez (especialmente importante en el contexto del cambio climático) y el rol de la demanda como un proveedor de servicios eléctricos —mediante, por ejemplo, vehículos eléctricos—, por mencionar algunos. La envergadura de dichos cambios hace pensar que una versión modificada del statu quo regulatorio no será suficiente para abordar muchos de los retos planteados. El diseño de mercado ideado en el siglo pasado debe ser actualizado para abordar correctamente los desafíos del siglo XXI. Si bien parte del espíritu del diseño original planteado durante la década de los 80 recoge elementos de diseños de mercado «de segunda generación» [4], se requieren algunas modificaciones y perfeccionamientos relevantes, mientras se mantiene la suficiente certeza regulatoria para un sector con intensivos costos de capital.

La transición energética requerirá de una nueva mirada de nuestro sector, pues el diseño actual del mercado eléctrico chileno no está preparado para soportar un proceso eficiente de descarbonización profunda de la matriz eléctrica nacional. No, al menos, con las señales que hoy entrega el marco regulatorio. En este sentido, urge revisar las señales económicas de corto y largo plazo que faciliten la adopción costo-eficiente de energías renovables y nuevas tecnologías, garantizando una operación segura de la red. Por ejemplo, y entre otras, perfeccionar la señal generada por el mercado de corto plazo de energía, de forma que refleje el costo de oportunidad de los distintos agentes, rediseñar la lógica detrás del proceso de licitaciones a clientes regulados, introducir mejoras en el mercado de potencia.

En ello se necesitarán cambios relevantes en distintas materias de la regulación eléctrica, por lo que en el contexto de la descarbonización profunda la estabilidad regulatoria estará puesta en tela de juicio: existirá un equilibrio entre cambios necesarios, perfeccionamientos y modificaciones menos importantes que pueden ser relevadas. Estabilidad regulatoria no significa mantener las reglas actuales, sino que las modificaciones realizadas apunten hacia un objetivo de política pública claro.

Los cambios necesarios deben realizarse bajo un contexto que permita a las firmas y a los usuarios, de forma informada y anticipada, alinear futuras decisiones con estos objetivos de política pública. Esta es una condición necesaria en un sector caracterizado por inversiones con altos costos de capital y largos periodos de recuperación.

La tarea exige la madurez que entrega un debate informado, que genere consensos entre los distintos actores de la industria para así darle validez y robustez al proceso. Debe tener un carácter de política de Estado, que aúne visiones compartidas entre los más diversos agentes del sector, pues su implementación sin duda requerirá del esfuerzo continuo de varios gobiernos. Por ello, es importante trabajar en los mecanismos para darle continuidad y persistencia al esfuerzo. Valdrá la pena preguntarse sobre la necesidad de contar con una agencia regulatoria más independiente, que permita aunar las visiones de los diversos actores de la industria y la ciudadanía, recoger el carácter estratégico de nuestro sector, y darle continuidad a este proceso transformador.

La interrogante surge de la dificultad inherente de elegir entre ajustes tácticos del enfoque actual o liderar un cambio estructural en una dirección estratégica. A la vista de buenos resultados, el regulador puede estar cautivo del éxito de sus enfoques actuales y es totalmente comprensible la reticencia a alejarse de un modelo que sigue funcionando tolerablemente bien. A esto se suma el hecho que, en este proceso de toma de decisiones, existen objetivos que pueden resultar conflictivos entre sí [5]: eficiencia económica, seguridad de suministro, política medioambiental y objetivos políticos (como, por ejemplo, minimizar la tarifa), entre otros.

El camino de la transición energética exigirá contar con instituciones y culturas organizacionales que se sientan cómodas desafiando el statu quo. Para ello, debemos recuperar la cultura sectorial donde priman las opiniones basadas en evidencia científica, de modo de generar un debate con espíritu constructivo. En esta línea, sería interesante promover la constitución de unidades o equipos especializados al interior del regulador que tengan el mandato de desafiar constructivamente la ortodoxia, desarrollar políticas alternativas innovadoras, y que convoquen a otros organismos del sector para que, propositivamente, lideren los cambios necesarios que faciliten la descarbonización durante los próximos años.

No será una tarea sencilla: la descarbonización supondrá no sólo un desafío de carácter técnico, regulatorio, ambiental, humano y económico, sino también institucional. Requerirá de un liderazgo firme y visionario. Debemos trabajar desde ya, de modo que el contexto actual no resulte en una barrera interna e hipoteque nuestra transición energética futura. Así continuaremos el liderazgo de Chile en el desarrollo de tecnologías renovables en la región.

REFERENCIAS:
[1] MUÑOZ, F. D., Suazo-Martínez, C., Pereira, E., & Moreno, R. (2020): «Electricity market design for low-carbon and flexible systems: Room for improvement in Chile», en Energy Policy.
[2] SPEC: «Análisis y propuesta de una ruta de referencia para alcanzar cero emisiones netas en el sector de generación de energía eléctrica en Chile» (2021).
[3] SUAZO-MARTÍNEZ C., Moreno, R. (octubre 2021): «Cambios al mercado y a la regulación eléctrica para una descarbonización profunda» [disponible online].
[4] NEWBERY, D. et al (agosto 2018): «Market design for a high-renewables European electricity system», en Renewable and Sustainable Energy Reviews, Vol. 91.
[5] PÉREZ-ARRIAGA, I. (2013): «Regulation of the Power Sector»; Springer.

Ver artículo

Fuente: Ciper, Lunes 17 de Enero de 2022

CIPER – Para habilitar la descarbonización profunda de nuestra matriz, en los próximos años se requerirán varios cambios en el diseño del mercado eléctrico [1]. No sólo será necesario desarrollar la correspondiente infraestructura de reemplazo, sino también incorporar nuevas tecnologías que permitan una transición eficiente [2]. Habrá que entregar las señales adecuadas, de forma de incentivar la inversión y promover una transición energética hacia fuentes renovables de forma segura y eficiente, fomentando entre otras cosas el uso de nuevas tecnologías, la modernización de las metodologías y criterios para la planificación de la red, además de introducir mejoras en los procesos de programación y operación de nuestros sistemas eléctricos [3].

En este marco, la regulación deberá responder en forma oportuna a los cambios sustanciales que se están produciendo en nuestro sistema eléctrico. Además del proceso de descarbonización, existen desafíos asociados al rol de la flexibilidad y gestión del sistema ante una masiva penetración de energía renovable, la incorporación de nuevas tecnologías como el almacenamiento, el desarrollo de mecanismos para enfrentar condiciones de escasez (especialmente importante en el contexto del cambio climático) y el rol de la demanda como un proveedor de servicios eléctricos —mediante, por ejemplo, vehículos eléctricos—, por mencionar algunos. La envergadura de dichos cambios hace pensar que una versión modificada del statu quo regulatorio no será suficiente para abordar muchos de los retos planteados. El diseño de mercado ideado en el siglo pasado debe ser actualizado para abordar correctamente los desafíos del siglo XXI. Si bien parte del espíritu del diseño original planteado durante la década de los 80 recoge elementos de diseños de mercado «de segunda generación» [4], se requieren algunas modificaciones y perfeccionamientos relevantes, mientras se mantiene la suficiente certeza regulatoria para un sector con intensivos costos de capital.

La transición energética requerirá de una nueva mirada de nuestro sector, pues el diseño actual del mercado eléctrico chileno no está preparado para soportar un proceso eficiente de descarbonización profunda de la matriz eléctrica nacional. No, al menos, con las señales que hoy entrega el marco regulatorio. En este sentido, urge revisar las señales económicas de corto y largo plazo que faciliten la adopción costo-eficiente de energías renovables y nuevas tecnologías, garantizando una operación segura de la red. Por ejemplo, y entre otras, perfeccionar la señal generada por el mercado de corto plazo de energía, de forma que refleje el costo de oportunidad de los distintos agentes, rediseñar la lógica detrás del proceso de licitaciones a clientes regulados, introducir mejoras en el mercado de potencia.

En ello se necesitarán cambios relevantes en distintas materias de la regulación eléctrica, por lo que en el contexto de la descarbonización profunda la estabilidad regulatoria estará puesta en tela de juicio: existirá un equilibrio entre cambios necesarios, perfeccionamientos y modificaciones menos importantes que pueden ser relevadas. Estabilidad regulatoria no significa mantener las reglas actuales, sino que las modificaciones realizadas apunten hacia un objetivo de política pública claro.

Los cambios necesarios deben realizarse bajo un contexto que permita a las firmas y a los usuarios, de forma informada y anticipada, alinear futuras decisiones con estos objetivos de política pública. Esta es una condición necesaria en un sector caracterizado por inversiones con altos costos de capital y largos periodos de recuperación.

La tarea exige la madurez que entrega un debate informado, que genere consensos entre los distintos actores de la industria para así darle validez y robustez al proceso. Debe tener un carácter de política de Estado, que aúne visiones compartidas entre los más diversos agentes del sector, pues su implementación sin duda requerirá del esfuerzo continuo de varios gobiernos. Por ello, es importante trabajar en los mecanismos para darle continuidad y persistencia al esfuerzo. Valdrá la pena preguntarse sobre la necesidad de contar con una agencia regulatoria más independiente, que permita aunar las visiones de los diversos actores de la industria y la ciudadanía, recoger el carácter estratégico de nuestro sector, y darle continuidad a este proceso transformador.

La interrogante surge de la dificultad inherente de elegir entre ajustes tácticos del enfoque actual o liderar un cambio estructural en una dirección estratégica. A la vista de buenos resultados, el regulador puede estar cautivo del éxito de sus enfoques actuales y es totalmente comprensible la reticencia a alejarse de un modelo que sigue funcionando tolerablemente bien. A esto se suma el hecho que, en este proceso de toma de decisiones, existen objetivos que pueden resultar conflictivos entre sí [5]: eficiencia económica, seguridad de suministro, política medioambiental y objetivos políticos (como, por ejemplo, minimizar la tarifa), entre otros.

El camino de la transición energética exigirá contar con instituciones y culturas organizacionales que se sientan cómodas desafiando el statu quo. Para ello, debemos recuperar la cultura sectorial donde priman las opiniones basadas en evidencia científica, de modo de generar un debate con espíritu constructivo. En esta línea, sería interesante promover la constitución de unidades o equipos especializados al interior del regulador que tengan el mandato de desafiar constructivamente la ortodoxia, desarrollar políticas alternativas innovadoras, y que convoquen a otros organismos del sector para que, propositivamente, lideren los cambios necesarios que faciliten la descarbonización durante los próximos años.

No será una tarea sencilla: la descarbonización supondrá no sólo un desafío de carácter técnico, regulatorio, ambiental, humano y económico, sino también institucional. Requerirá de un liderazgo firme y visionario. Debemos trabajar desde ya, de modo que el contexto actual no resulte en una barrera interna e hipoteque nuestra transición energética futura. Así continuaremos el liderazgo de Chile en el desarrollo de tecnologías renovables en la región.

REFERENCIAS:
[1] MUÑOZ, F. D., Suazo-Martínez, C., Pereira, E., & Moreno, R. (2020): «Electricity market design for low-carbon and flexible systems: Room for improvement in Chile», en Energy Policy.
[2] SPEC: «Análisis y propuesta de una ruta de referencia para alcanzar cero emisiones netas en el sector de generación de energía eléctrica en Chile» (2021).
[3] SUAZO-MARTÍNEZ C., Moreno, R. (octubre 2021): «Cambios al mercado y a la regulación eléctrica para una descarbonización profunda» [disponible online].
[4] NEWBERY, D. et al (agosto 2018): «Market design for a high-renewables European electricity system», en Renewable and Sustainable Energy Reviews, Vol. 91.
[5] PÉREZ-ARRIAGA, I. (2013): «Regulation of the Power Sector»; Springer.

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Fuente: Ciper, Lunes 17 de Enero de 2022

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