Sábado, Abril 20, 2024

Un Santiago más resiliente

EL MERCURIO – El “río atmosférico zonal” —nombre del fenómeno meteorológico que afectó a la zona centro sur el fin de semana pasado— trajo lluvias de una intensidad extraordinaria para la estación, con niveles que superaron los registros históricos. En las zonas cercanas a la cordillera fueron más intensas aún y en la propia cordillera superaron los 100 mm. No es de extrañar, entonces, que se produjeran cortes en rutas cordilleranas y que en la Región Metropolitana cientos de personas quedaran damnificadas. Sin embargo, Santiago —a diferencia de ciudades como Talca o Curicó— no registró en general las habituales escenas de calles y barrios inundados. Si bien hubo cortes de electicidad que en algunos casos se prolongaron —y la Superintendencia ha formulado los correspondientes cargos—, en el caso del agua se logró mantener la continuidad del suministro para la capital, pese a la turbiedad de los ríos.

Esta relativa menor afectación es una buena noticia, pues muestra a una ciudad más resiliente. En años recientes, lluvias intensas y los vientos que las acompañan habían causado largos cortes de los suministros de agua potable y de electricidad, paralizando Santiago.

El mejor desempeño de la ciudad ante el fenómeno meteorológico encuentra parte de su explicación en una combinación de factores, dados tanto por las medidas preventivas que se han venido implementando en el tiempo como por el momento del año en que ocurrieron los temporales. Así, por ejemplo, una de las razones por las que Santiago sufre hoy menos inundaciones que en el pasado es el paulatino mejoramiento de los sistemas de aguas lluvia, pero no cabe restar importancia al factor estacional: en verano no hay hojas que tapen los sumideros, a diferencia de lo que ocurre durante el otoño, cuando una falta de atención a sus tareas de limpieza por parte de muchos municipios suele ser motivo de anegamientos.

En el caso de los servicios eléctricos, las multas aplicadas por la autoridad y el descontento ciudadano ante más o menos recientes episodios de interrupciones de suministro luego de vientos moderadamente fuertes parecen haber sensibilizado a las empresas de distribución. Así, se han podado activamente las ramas de árboles que podían ofrecer algún riesgo de caer sobre cables eléctricos, razón de anteriores interrupciones. Con todo, ello no fue suficiente para impedir totalmente los cortes o asegurar la pronta reposición de la energía, según ha estimado la Superintendencia del área en su formulación de cargos.

Es en el caso del agua potable donde se han observado las diferencias más significativas. En 2013, 2016 y 2017 la ciudad sufrió cortes masivos de este servicio, algunos de los cuales se prolongaron por días. Ellos fueron el resultado de que los ríos se enturbiaron con material de la cordillera, superando los límites dentro de los cuales pueden operar las plantas de potabilización. Como precaución para la repetición de esos eventos, el regulador y la empresa acordaron importantes inversiones. Así, se han destinado recursos a pozos y para la construcción de enormes piscinas de almacenamiento de agua que aseguran el suministro por hasta 36 horas. La empresa ha sabido manejar estas reservas prudentemente, primero utilizándolas de modo directo, pero también de forma combinada, de modo de reducir la turbiedad del agua del río y hacer así posible su potabilización. Este buen manejo ha permitido finalmente evitar la repetición de los cortes masivos de veranos anteriores.

En definitiva, la capital ha resistido un fenómeno intenso, que en el pasado habría provocado perjuicios mayores de los que ahora focalizadamente se produjeron. Este mejor desempeño ha sido fruto de grandes inversiones combinadas con una mejor gestión de las emergencias, que ha incorporado lecciones de los errores cometidos anteriormente. El hecho de que en otras ciudades los efectos hayan sido mucho mayores impone la necesidad de investigar las causas de esos peores resultados y planificar formas de aminorarlos en el futuro. Se trata de una tarea cuya importancia no debe ser minimizada, pues el cambio climático traerá en adelante muchos más eventos meteorológicos inusuales y el país debe estar preparado para enfrentarlos.

Fuente: El Mercurio, Viernes 05 de Febrero de 2021

EL MERCURIO – El “río atmosférico zonal” —nombre del fenómeno meteorológico que afectó a la zona centro sur el fin de semana pasado— trajo lluvias de una intensidad extraordinaria para la estación, con niveles que superaron los registros históricos. En las zonas cercanas a la cordillera fueron más intensas aún y en la propia cordillera superaron los 100 mm. No es de extrañar, entonces, que se produjeran cortes en rutas cordilleranas y que en la Región Metropolitana cientos de personas quedaran damnificadas. Sin embargo, Santiago —a diferencia de ciudades como Talca o Curicó— no registró en general las habituales escenas de calles y barrios inundados. Si bien hubo cortes de electicidad que en algunos casos se prolongaron —y la Superintendencia ha formulado los correspondientes cargos—, en el caso del agua se logró mantener la continuidad del suministro para la capital, pese a la turbiedad de los ríos.

Esta relativa menor afectación es una buena noticia, pues muestra a una ciudad más resiliente. En años recientes, lluvias intensas y los vientos que las acompañan habían causado largos cortes de los suministros de agua potable y de electricidad, paralizando Santiago.

El mejor desempeño de la ciudad ante el fenómeno meteorológico encuentra parte de su explicación en una combinación de factores, dados tanto por las medidas preventivas que se han venido implementando en el tiempo como por el momento del año en que ocurrieron los temporales. Así, por ejemplo, una de las razones por las que Santiago sufre hoy menos inundaciones que en el pasado es el paulatino mejoramiento de los sistemas de aguas lluvia, pero no cabe restar importancia al factor estacional: en verano no hay hojas que tapen los sumideros, a diferencia de lo que ocurre durante el otoño, cuando una falta de atención a sus tareas de limpieza por parte de muchos municipios suele ser motivo de anegamientos.

En el caso de los servicios eléctricos, las multas aplicadas por la autoridad y el descontento ciudadano ante más o menos recientes episodios de interrupciones de suministro luego de vientos moderadamente fuertes parecen haber sensibilizado a las empresas de distribución. Así, se han podado activamente las ramas de árboles que podían ofrecer algún riesgo de caer sobre cables eléctricos, razón de anteriores interrupciones. Con todo, ello no fue suficiente para impedir totalmente los cortes o asegurar la pronta reposición de la energía, según ha estimado la Superintendencia del área en su formulación de cargos.

Es en el caso del agua potable donde se han observado las diferencias más significativas. En 2013, 2016 y 2017 la ciudad sufrió cortes masivos de este servicio, algunos de los cuales se prolongaron por días. Ellos fueron el resultado de que los ríos se enturbiaron con material de la cordillera, superando los límites dentro de los cuales pueden operar las plantas de potabilización. Como precaución para la repetición de esos eventos, el regulador y la empresa acordaron importantes inversiones. Así, se han destinado recursos a pozos y para la construcción de enormes piscinas de almacenamiento de agua que aseguran el suministro por hasta 36 horas. La empresa ha sabido manejar estas reservas prudentemente, primero utilizándolas de modo directo, pero también de forma combinada, de modo de reducir la turbiedad del agua del río y hacer así posible su potabilización. Este buen manejo ha permitido finalmente evitar la repetición de los cortes masivos de veranos anteriores.

En definitiva, la capital ha resistido un fenómeno intenso, que en el pasado habría provocado perjuicios mayores de los que ahora focalizadamente se produjeron. Este mejor desempeño ha sido fruto de grandes inversiones combinadas con una mejor gestión de las emergencias, que ha incorporado lecciones de los errores cometidos anteriormente. El hecho de que en otras ciudades los efectos hayan sido mucho mayores impone la necesidad de investigar las causas de esos peores resultados y planificar formas de aminorarlos en el futuro. Se trata de una tarea cuya importancia no debe ser minimizada, pues el cambio climático traerá en adelante muchos más eventos meteorológicos inusuales y el país debe estar preparado para enfrentarlos.

Fuente: El Mercurio, Viernes 05 de Febrero de 2021

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