Miércoles, Abril 24, 2024

Recuperar el espacio público, una urgencia

EL MERCURIO – Un compromiso que debiera ser prioritario del nuevo gobierno que asume en marzo es el de poner en discusión la necesidad de levantar el espacio público del estado de grave deterioro que lo afecta, realidad que se ve en numerosas ciudades del país, y que no solo atañe a los centros de Santiago y Valparaíso, aunque estos han sido probablemente los más dañados por el vandalismo, el que ha actuado muchas veces ante la inoperancia de la autoridad.

La tarea se ve compleja, a primera vista, pues cualquier acción que se decida emprender en esta materia requiere de una revalorización política y conceptual de lo que las nuevas autoridades visualizan respecto del espacio público. La apropiación que ha hecho de este la protesta social viola una condición básica que lo sostiene: la igualdad de su acceso como un bien común. Sin ese requisito, ningún derecho político y social está garantizado. Esta igualdad de acceso se ve afectada también por el comercio y la ocupación sin restricción de aceras, parques y paseos peatonales.

Hay una nueva inequidad urbana provocada por la violencia, que ha dañado la confianza de los ciudadanos, especialmente de aquellos que usan la ciudad intensamente a través de su red de transporte público y de sus lugares de esparcimiento. Hoy, muchas plazas, parques, calles, son abandonados o subutilizados por el temor, el cual se proyecta también, muchas veces, al uso del metro y del Transantiago, en el caso de la capital.

Un grupo de destacados arquitectos consultados hace algunos días por este medio entregó un conjunto de propuestas para recuperar los espacios dañados, algunas muy fáciles de materializar y que pueden servir de orientación a la autoridad urbana en todos sus niveles de gestión. Se puede partir simplemente limpiando las calles y monumentos, pintando fachadas o realizando una plantación masiva de árboles; recuperando para el peatón lugares emblemáticos, protegiendo la red de circulación en sus múltiples niveles, desde galerías, plazas, pasajes comerciales, calles peatonales. Ello, por cierto, demanda la voluntad de las autoridades para efectivamente hacer valer el Estado de Derecho y no seguir dejando zonas de la ciudad entregadas a la voluntad de vándalos y de quienes ilegítimamente pretenden ocupar lo que pertenece a todos.

En el programa de gobierno del Presidente electo se lee que habrá un compromiso para iniciar “una agenda de transformación radical de nuestras urbes”, para lo cual se plantean planes multisectoriales y planificaciones urbanas a gran escala. Pero se debiera partir por los más urgentes y de rápida implementación, si es que hay voluntad, que es garantizar el libre uso del espacio público a la ciudadanía. Por último, si hay algo que se ha construido paso a paso, a través de la historia, de hito en hito, sin ánimo refundacional, son las ciudades, y su expresión urbana, su identidad, siempre ha sido el resultado de una acumulación de hechos, una suma de acontecimientos, realizados paulatinamente en el tiempo.

Fuente: El Mercurio, Jueves 3 de Febrero de 2022

EL MERCURIO – Un compromiso que debiera ser prioritario del nuevo gobierno que asume en marzo es el de poner en discusión la necesidad de levantar el espacio público del estado de grave deterioro que lo afecta, realidad que se ve en numerosas ciudades del país, y que no solo atañe a los centros de Santiago y Valparaíso, aunque estos han sido probablemente los más dañados por el vandalismo, el que ha actuado muchas veces ante la inoperancia de la autoridad.

La tarea se ve compleja, a primera vista, pues cualquier acción que se decida emprender en esta materia requiere de una revalorización política y conceptual de lo que las nuevas autoridades visualizan respecto del espacio público. La apropiación que ha hecho de este la protesta social viola una condición básica que lo sostiene: la igualdad de su acceso como un bien común. Sin ese requisito, ningún derecho político y social está garantizado. Esta igualdad de acceso se ve afectada también por el comercio y la ocupación sin restricción de aceras, parques y paseos peatonales.

Hay una nueva inequidad urbana provocada por la violencia, que ha dañado la confianza de los ciudadanos, especialmente de aquellos que usan la ciudad intensamente a través de su red de transporte público y de sus lugares de esparcimiento. Hoy, muchas plazas, parques, calles, son abandonados o subutilizados por el temor, el cual se proyecta también, muchas veces, al uso del metro y del Transantiago, en el caso de la capital.

Un grupo de destacados arquitectos consultados hace algunos días por este medio entregó un conjunto de propuestas para recuperar los espacios dañados, algunas muy fáciles de materializar y que pueden servir de orientación a la autoridad urbana en todos sus niveles de gestión. Se puede partir simplemente limpiando las calles y monumentos, pintando fachadas o realizando una plantación masiva de árboles; recuperando para el peatón lugares emblemáticos, protegiendo la red de circulación en sus múltiples niveles, desde galerías, plazas, pasajes comerciales, calles peatonales. Ello, por cierto, demanda la voluntad de las autoridades para efectivamente hacer valer el Estado de Derecho y no seguir dejando zonas de la ciudad entregadas a la voluntad de vándalos y de quienes ilegítimamente pretenden ocupar lo que pertenece a todos.

En el programa de gobierno del Presidente electo se lee que habrá un compromiso para iniciar “una agenda de transformación radical de nuestras urbes”, para lo cual se plantean planes multisectoriales y planificaciones urbanas a gran escala. Pero se debiera partir por los más urgentes y de rápida implementación, si es que hay voluntad, que es garantizar el libre uso del espacio público a la ciudadanía. Por último, si hay algo que se ha construido paso a paso, a través de la historia, de hito en hito, sin ánimo refundacional, son las ciudades, y su expresión urbana, su identidad, siempre ha sido el resultado de una acumulación de hechos, una suma de acontecimientos, realizados paulatinamente en el tiempo.

Fuente: El Mercurio, Jueves 3 de Febrero de 2022

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