Lunes, Octubre 14, 2024

¿Puertos a la baja? Planes al alza, Alberto Texido

EL MOSTRADOR – El diagnóstico es claro, los errores ya conocidos pueden ser analizados y resueltos, y la experiencia internacional está demostrada en mejores resoluciones, por lo que solo hace falta la creatividad y voluntad –cada día más forzosa– de abrir la discusión y acordar soluciones, revirtiendo la tendencia y permitiendo, con esas inversiones, resolver algo más que el movimiento de la carga, es decir, nuestra calidad de vida urbana, mejores espacios públicos de amortiguación, resguardo medioambiental y la tan necesaria adaptación de nuestras costas al cambio climático, logros que solo podrán alcanzarse si son bien anticipados.

Sorprendentemente, los puertos chilenos han disminuido sus movimientos de carga, no obstante ha finalizado la pandemia y se ha iniciado la reactivación económica mundial.

Para nosotros, la explicación de esto tiene variables externas, ante el desarrollo de otros nuevos puertos en el Pacífico; e internas, como la demanda y el ritmo del consumo, pero también respecto a la manera en que hemos pretendido expandir infraestructuras portuarias y logísticas.

La lentitud de estos procesos tiene variables procedimentales evidentes, como el surgimiento de debates ciudadanos, trabazones judiciales y la gran cantidad de observaciones ambientales generadas, clara señal de un contexto social y político nuevo y de exigencias cada día más altas, pero también debido a malas decisiones de sus impulsores, de diseños deficientes, emplazamientos inconvenientes y falta de incidencia en la participación en varios de los nuevos proyectos. Es la suma de todo lo anterior lo que no facilita acuerdos ni menos permite avanzar en su materialización. Es el juego de suma cero.

Mientras se discute la política portuaria y logística, el desafío multisectorial se hace presente más allá de un solo ministerio, comprendiendo que la convocatoria debe ser aún más amplia, necesariamente multisectorial e interdisciplinar, donde los actores locales deben estar al centro, considerando los beneficios directos de la industria en los territorios donde se emplazan.

Entonces, uno de los aspectos que se ha hecho evidente es la inexistencia –y por tanto necesidad– de un diálogo que se materialice en planes y coordinaciones que permitan acompañar a las nuevas grandes infraestructuras, con proyectos complementarios y procesos participativos que comprendan la complejidad y sean capaces de proponer acciones concordantes, que solucionan necesariamente más de un asunto a la vez y que, de incorporarse, mejorarían diseño, disminuirían conflictos y, con ello, los retrasos.

Cabe señalar que paralelamente se han presentado interesantes aportes académicos que, desde el urbanismo, la geografía, la ingeniería y la arquitectura, han analizado y cuestionado, siempre con proposición, las oportunidades de solución que desde el centralismo y la estanqueidad sectorial no logran detectarse.

El diagnóstico es claro, los errores ya conocidos pueden ser analizados y resueltos, y la experiencia internacional está demostrada en mejores resoluciones, por lo que solo hace falta la creatividad y voluntad –cada día más forzosa– de abrir la discusión y acordar soluciones, revirtiendo la tendencia y permitiendo, con esas inversiones, resolver algo más que el movimiento de la carga, es decir, nuestra calidad de vida urbana, mejores espacios públicos de amortiguación, resguardo medioambiental y la tan necesaria adaptación de nuestras costas al cambio climático, logros que solo podrán alcanzarse si son bien anticipados.

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Fuente: El Mostrador, Miércoles 14 de Junio de 2023

EL MOSTRADOR – El diagnóstico es claro, los errores ya conocidos pueden ser analizados y resueltos, y la experiencia internacional está demostrada en mejores resoluciones, por lo que solo hace falta la creatividad y voluntad –cada día más forzosa– de abrir la discusión y acordar soluciones, revirtiendo la tendencia y permitiendo, con esas inversiones, resolver algo más que el movimiento de la carga, es decir, nuestra calidad de vida urbana, mejores espacios públicos de amortiguación, resguardo medioambiental y la tan necesaria adaptación de nuestras costas al cambio climático, logros que solo podrán alcanzarse si son bien anticipados.

Sorprendentemente, los puertos chilenos han disminuido sus movimientos de carga, no obstante ha finalizado la pandemia y se ha iniciado la reactivación económica mundial.

Para nosotros, la explicación de esto tiene variables externas, ante el desarrollo de otros nuevos puertos en el Pacífico; e internas, como la demanda y el ritmo del consumo, pero también respecto a la manera en que hemos pretendido expandir infraestructuras portuarias y logísticas.

La lentitud de estos procesos tiene variables procedimentales evidentes, como el surgimiento de debates ciudadanos, trabazones judiciales y la gran cantidad de observaciones ambientales generadas, clara señal de un contexto social y político nuevo y de exigencias cada día más altas, pero también debido a malas decisiones de sus impulsores, de diseños deficientes, emplazamientos inconvenientes y falta de incidencia en la participación en varios de los nuevos proyectos. Es la suma de todo lo anterior lo que no facilita acuerdos ni menos permite avanzar en su materialización. Es el juego de suma cero.

Mientras se discute la política portuaria y logística, el desafío multisectorial se hace presente más allá de un solo ministerio, comprendiendo que la convocatoria debe ser aún más amplia, necesariamente multisectorial e interdisciplinar, donde los actores locales deben estar al centro, considerando los beneficios directos de la industria en los territorios donde se emplazan.

Entonces, uno de los aspectos que se ha hecho evidente es la inexistencia –y por tanto necesidad– de un diálogo que se materialice en planes y coordinaciones que permitan acompañar a las nuevas grandes infraestructuras, con proyectos complementarios y procesos participativos que comprendan la complejidad y sean capaces de proponer acciones concordantes, que solucionan necesariamente más de un asunto a la vez y que, de incorporarse, mejorarían diseño, disminuirían conflictos y, con ello, los retrasos.

Cabe señalar que paralelamente se han presentado interesantes aportes académicos que, desde el urbanismo, la geografía, la ingeniería y la arquitectura, han analizado y cuestionado, siempre con proposición, las oportunidades de solución que desde el centralismo y la estanqueidad sectorial no logran detectarse.

El diagnóstico es claro, los errores ya conocidos pueden ser analizados y resueltos, y la experiencia internacional está demostrada en mejores resoluciones, por lo que solo hace falta la creatividad y voluntad –cada día más forzosa– de abrir la discusión y acordar soluciones, revirtiendo la tendencia y permitiendo, con esas inversiones, resolver algo más que el movimiento de la carga, es decir, nuestra calidad de vida urbana, mejores espacios públicos de amortiguación, resguardo medioambiental y la tan necesaria adaptación de nuestras costas al cambio climático, logros que solo podrán alcanzarse si son bien anticipados.

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Fuente: El Mostrador, Miércoles 14 de Junio de 2023

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