Sábado, Abril 20, 2024

Positivo paso en Lo Barnechea

EL MERCURIO – Hace pocos días se realizó el traspaso del terreno que permitirá iniciar la construcción de un proyecto de viviendas sociales en lo que fuera el campamento Juan Pablo II, en Lo Barnechea. Era este el último de esos asentamientos que quedaba en la comuna, ubicado en la ribera sur del río Mapocho, y uno de los más grandes de la Región Metropolitana, con cerca de un kilómetro de extensión.
El proyecto habitacional que se iniciará es digno de destacar en al menos dos sentidos.
En primer lugar, porque se optó por construir soluciones habitacionales en los mismos lugares donde anteriormente estaba ubicado el campamento, evitando así la relocalización en lugares periféricos de la ciudad, con sus efectos segregadores. Como la mayoría de los vecinos trabaja en la comuna, podrán seguir residiendo cerca de sus trabajos, ahora en viviendas definitivas, permitiendo la integración social y un buen acceso a los servicios comunales.
Pero también cabe destacar el alto estándar del proyecto, continuación del ya realizado en el sector ubicado al oriente de la avenida La Dehesa, con equipamiento urbano de calidad y áreas verdes.
Por cierto, una iniciativa así plantea la pregunta de cuán replicable puede ser para el resto de las comunas. En especial, si se considera que el costo del proyecto es cercano a los 15 millones de dólares, de los cuales el municipio aportó la mitad. Esa complementariedad, sin embargo, es muy difícil de lograr en comunas de alta precariedad económica, por más que los gobiernos regionales puedan suplementar parte de los recursos.
Las políticas de vivienda social enfrentan hoy relevantes desafíos. El primero es contribuir a resolver el actual déficit habitacional, intensificado luego de la masiva llegada de inmigrantes. Otro es poder conciliar la calidad de las viviendas sociales con el grado de desarrollo alcanzado por el país. En el pasado, pudo ser una buena solución la entrega de casetas sanitarias, con una cocina y un baño que permitieran la autoconstrucción adosada, tal como las soluciones habitacionales de 35 metros cuadrados constituyeron un avance respecto de lo anterior. Hoy, cuando el país puede financiar proyectos de mejor calidad, la situación de quienes viven por debajo de esos estándares mínimos demanda ser abordada, replicando iniciativas como las que se impulsan en el sector de Bajos de Mena, en Puente Alto, destinadas a mejorar las condiciones de vida de esas familias. Finalmente, el problema del encarecimiento del suelo demanda soluciones creativas, máxime cuando el propio Estado es propietario de una cantidad considerable de terrenos urbanos subutilizados.
Fuente: El Mercurio, Lunes 31 de Agosto de 2020

EL MERCURIO – Hace pocos días se realizó el traspaso del terreno que permitirá iniciar la construcción de un proyecto de viviendas sociales en lo que fuera el campamento Juan Pablo II, en Lo Barnechea. Era este el último de esos asentamientos que quedaba en la comuna, ubicado en la ribera sur del río Mapocho, y uno de los más grandes de la Región Metropolitana, con cerca de un kilómetro de extensión.
El proyecto habitacional que se iniciará es digno de destacar en al menos dos sentidos.
En primer lugar, porque se optó por construir soluciones habitacionales en los mismos lugares donde anteriormente estaba ubicado el campamento, evitando así la relocalización en lugares periféricos de la ciudad, con sus efectos segregadores. Como la mayoría de los vecinos trabaja en la comuna, podrán seguir residiendo cerca de sus trabajos, ahora en viviendas definitivas, permitiendo la integración social y un buen acceso a los servicios comunales.
Pero también cabe destacar el alto estándar del proyecto, continuación del ya realizado en el sector ubicado al oriente de la avenida La Dehesa, con equipamiento urbano de calidad y áreas verdes.
Por cierto, una iniciativa así plantea la pregunta de cuán replicable puede ser para el resto de las comunas. En especial, si se considera que el costo del proyecto es cercano a los 15 millones de dólares, de los cuales el municipio aportó la mitad. Esa complementariedad, sin embargo, es muy difícil de lograr en comunas de alta precariedad económica, por más que los gobiernos regionales puedan suplementar parte de los recursos.
Las políticas de vivienda social enfrentan hoy relevantes desafíos. El primero es contribuir a resolver el actual déficit habitacional, intensificado luego de la masiva llegada de inmigrantes. Otro es poder conciliar la calidad de las viviendas sociales con el grado de desarrollo alcanzado por el país. En el pasado, pudo ser una buena solución la entrega de casetas sanitarias, con una cocina y un baño que permitieran la autoconstrucción adosada, tal como las soluciones habitacionales de 35 metros cuadrados constituyeron un avance respecto de lo anterior. Hoy, cuando el país puede financiar proyectos de mejor calidad, la situación de quienes viven por debajo de esos estándares mínimos demanda ser abordada, replicando iniciativas como las que se impulsan en el sector de Bajos de Mena, en Puente Alto, destinadas a mejorar las condiciones de vida de esas familias. Finalmente, el problema del encarecimiento del suelo demanda soluciones creativas, máxime cuando el propio Estado es propietario de una cantidad considerable de terrenos urbanos subutilizados.
Fuente: El Mercurio, Lunes 31 de Agosto de 2020

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