Jueves, Abril 25, 2024

“Para construir más y mejores viviendas, necesitamos construir más y mejores ciudades”

CPI – Ocho meses lleva en su cargo de director ejecutivo de Déficit Cero, Sebastián Bowen. La organización que lidera nació como una iniciativa impulsada por TECHO-Chile a partir del catastro de campamentos publicado en 2021. En ese momento -y en colaboración con la Cámara Chilena de la Construcción-, se acordó hacer un llamado amplio para enfrentar la crisis habitacional en el país.

¿Cuál es la evaluación del gobierno en materia habitacional?

El plan de emergencia habitacional logró poner una urgencia social que había, como es la falta de acceso a la vivienda de 640 mil familias, en una urgencia institucional, dándole cabida a esta urgencia al interior del Estado. Se pusieron metas y abrieron nuevos caminos a través de programas habitacionales. Eso está en la línea de impulsar a la sociedad para enfrentar el problema actual. El desafío es cómo se aprovecha ese primer impulso de instalar una colaboración de distintos actores en función de responder a una emergencia habitacional, para cambiar temas estructurales en la política de vivienda y así evitar nuevas emergencias en el futuro.

¿Qué aspectos critica y cuáles valora del plan?

Hay que valorar dos cosas: primero, el hecho de traducir una urgencia social en una urgencia institucional. Por eso se pusieron metas concretas y se convocaron actores para poder lograr esa meta resolviendo problemáticas a corto plazo. Todo lo que se ve con la situación financiera, el alza de precio de los materiales para la construcción y las restricciones que eso ha implicado, tanto en obras públicas y en la construcción, y la forma que el Estado ha ido resolviendo esos temas ha sido un acierto. Desde Déficit Cero vemos que la demanda habitacional no solo ha crecido, sino que se ha complejizado. Por eso, se necesitan diversos mecanismos de oferta. Y lo que ha planteado el plan de emergencia habitacional es abrir un poco más el abanico de posibilidades usando los mismos instrumentos que existían (subsidios a la demanda), pero tratando de complementarlos con mayor participación de municipios, de privados, intentando de abrir una veta en materia de arriendos.

¿En qué áreas se debe trabajar para lograr cumplir las metas como país?

Debe haber una colaboración más sostenible con distintos actores. Como nuestra política habitacional es altamente centralizada, se pueden sumar actores como los gobiernos regionales. Tenemos una política estricta, restringida en sus opciones. Por lo tanto, se avanzaría si existiera una posibilidad de generar un espacio donde los mismos actores, públicos, privados o de la ciudadanía puedan proponer soluciones en sus respectivos territorios. En segundo lugar, hay problemas estructurales de nuestra política habitacional: es un programa que está orientado a enfrentar la emergencia, pero también se debería responder a las futuras emergencias. Para eso se debe avanzar, al menos, en tres líneas: la primera, asociada a la planificación urbana. No vamos a construir más viviendas en Chile si no somos capaces de construir más ciudad. Por lo tanto, hay proyectos de infraestructura de transporte en el país alrededor de los cuales se podría generar todo un desarrollo urbano habitacional que, si va encaminado en conjunto con la planificación de los ministerios de Vivienda, Transportes, Obras Públicas y los gobiernos regionales, entre otros, debería darse una construcción de ciudad como nunca la hemos tenido en Chile. Una ciudad mucho más orgánica, con desarrollo estratégico. Una segunda línea de trabajo está ligada al financiamiento. Cuando hablamos de que un plan de emergencia habitacional cuesta US$ 13 mil millones y que, probablemente, resolver el déficit habitacional va a costar más de US$ 50 mil millones en los próximos diez años, estamos hablando de levantar recursos muy importantes. Al respecto se hacen necesarios mecanismos que logren generar vinculación entre el mercado de capitales, la inversión privada y la vivienda social.

Un tercer elemento, son los tiempos de producción: un DS 49 que es el Fondo de Elección de Vivienda, que es el principal subsidio orientado a la población más vulnerable, se demora entre ocho y once años promedio en desarrollarse. Eso es mucho tiempo: son más de diez años que las familias están esperando. Incluso, hay familias que demoran 20 años. Entonces se requieren flujos y procesos más expeditos para producir la vivienda. También se debe trabajar en la tramitología o permisos. Nos parece importante para que la oferta pueda crecer y de esa manera se podría resolver una demanda habitacional que va en aumento.

¿Cómo está trabajando Déficit Cero para apoyar este plan?

Estamos alineados. Pero una cosa es estar alineados, y querer lograrlo y otra cosa es tener los mecanismos para hacerlo. A veces se pone la carga solo en el Ministerio de Vivienda. Acá el desafío está asociado al Estado en su conjunto. Cuando revisamos los últimos diez años, el precio de la vivienda ha subido en forma sostenida, los campamentos han aumentado explosivamente, la migración aumentó, entonces esto no es solamente entregar subsidios o viviendas, sino que construir territorios, ciudad, políticas públicas, económicas y sociales. El ministerio de Vivienda está alineado con eso, pero también se requiere que estén alineados los ministerios de Hacienda, del Interior, los gobiernos regionales y, evidentemente, la participación de las municipalidades, entre otros. Es por esto que estamos formando una red de municipios para poder impulsar desde allí un cambio en el ámbito más local.

¿Es necesario que la banca se involucren en esta meta habitacional?

Es clave la banca. No hay mejor forma de entender la colaboración que se requiere en materia habitacional, cuando se ve el tema del financiamiento. La colaboración es una exigencia o de lo contrario el déficit no se va a superar. Cuando vemos el nivel de inversión que se requiere nos damos cuenta de dos cosas: la crisis que vivimos es una oportunidad porque tenemos la posibilidad de mover la palanca habitacional para generar una estrategia de enfrentar el déficit habitacional y urbano. Cuando movemos esa palanca, vamos a generar crecimiento y el desarrollo inclusivo entregando derecho a la vivienda a millones de personas y, al mismo tiempo, vamos a desarrollar económicamente el país. Aumenta la inversión, la productividad. También vamos a ser responsables con el medio ambiente porque la huella de carbono baja en la medida de que las viviendas están mejor construidas y con mayor eficiencia energética. La banca y los privados son fundamentales porque el nivel de inversión que tenemos que levantar no solo se soluciona con deuda pública, sino que también con mecanismos donde los privados se involucren.

¿Cuáles son los nudos críticos? ¿Qué ocurre con la gestión de suelo?

El déficit habitacional son 640 mil viviendas, pero la demanda será mayor. Cuando la proyectamos será más de un millón de soluciones habitacionales que se requerirán a 2030. Cuando vemos esos niveles, debemos tener una estrategia nacional y de mediano plazo. Los nudos son tres: la disponibilidad de suelo; y para eso la planificación urbana es importante. Más que el Estado disponga de suelo, es necesario que la planificación permita disponibilidad suelo bien consolidado para la construcción de viviendas e infraestructura de interés publico. Otro elemento que se requiere es crear mecanismos que conecten la inversión en Chile con la vivienda social, siendo ésta un activo. Y, además, los tiempos de desarrollo de la vivienda. Debemos tener un estándar ético en Chile y que la vivienda social no demore más que la vivienda privada; no más de cuatro años.

Enfrentar esta problemática implica superar barreras institucionales. La barrera temporal, pues al mismo tiempo de lo urgente, se debe pensar con sentido de futuro a diez años plazo. Además, que superen los procesos electorales y políticos, construyendo grandes alianzas a nivel nacional. Otra barrera es la sectorialidad. Tendemos a pensar en obras en transportes, en obras públicas, vivienda, áreas verdes, el desarrollo económico, como si fueran carteras separadas. Pensar en un desarrollo intersectorial es clave.

¿Cree que el déficit habitacional va a seguir aumentando aceleradamente con la migración?

Hay elementos que se verán con mucha fuerza: una población joven que se constituye como hogar y que se encuentra con precios de la vivienda más altos que generaciones anteriores. Se crea un nuevo grupo de familias que va a pedir ayuda al Estado para acceder a una vivienda. Además, se generará una depreciación de la vivienda, porque hay inmuebles que se entregaron hace 30 o 40 años; que están obsoletas. Hay un desafío de la demanda allí. Y también debemos ver los campamentos, que siguen en aumento.

¿Cómo evalúa el 2022 y qué se visualiza como tareas en 2023 en la plataforma Déficit Cero?

Déficit Cero es una plataforma que nace de una alianza entre Techo y la Cámara Chilena de la Construcción. Hoy tenemos un desafío claro que es poder proponer políticas habitacionales que permitan enfrentar el déficit y en función de esto, este 2022 ha sido positivo porque ha sido un año de instalación, donde se está entendiendo la problemática, cuantificar el déficit, al mismo tiempo, instalar el problema en la opinión pública para darle la relevancia que requiere. También se colabora con actores como municipios, gobierno central, gobiernos regionales, académicos, Organizaciones no Gubernamentales (ONG), entre otros.

Y 2023 será un año importante, donde esperamos que el trabajo se comience a consolidar en algunos territorios con planes locales para enfrentar el déficit habitacional y levantar en conjunto propuestas con otros actores, uno de ellos es el CPI en las temáticas que mencioné, como disponibilidad de suelo, el desarrollo habitacional, nuevos mecanismos de financiamiento, tiempos de producción de la vivienda, entre otros.

¿Cómo ha trabajado su organización con el CPI?

Déficit Cero y el CPI concuerdan en que no se van a construir más viviendas si no se construyen más ciudades. Construir más ciudades e infraestructura es clave. Vemos que el desarrollo urbano habitacional orientado a los proyectos de infraestructura es una llave que tenemos para resolver la problemática social que estamos viviendo. En ese sentido se conjugan las agendas del CPI con la de Déficit Cero, que es enfrentar el dilema habitacional.

Fuente: CPI, Lunes 5 de Diciembre de 2022

CPI – Ocho meses lleva en su cargo de director ejecutivo de Déficit Cero, Sebastián Bowen. La organización que lidera nació como una iniciativa impulsada por TECHO-Chile a partir del catastro de campamentos publicado en 2021. En ese momento -y en colaboración con la Cámara Chilena de la Construcción-, se acordó hacer un llamado amplio para enfrentar la crisis habitacional en el país.

¿Cuál es la evaluación del gobierno en materia habitacional?

El plan de emergencia habitacional logró poner una urgencia social que había, como es la falta de acceso a la vivienda de 640 mil familias, en una urgencia institucional, dándole cabida a esta urgencia al interior del Estado. Se pusieron metas y abrieron nuevos caminos a través de programas habitacionales. Eso está en la línea de impulsar a la sociedad para enfrentar el problema actual. El desafío es cómo se aprovecha ese primer impulso de instalar una colaboración de distintos actores en función de responder a una emergencia habitacional, para cambiar temas estructurales en la política de vivienda y así evitar nuevas emergencias en el futuro.

¿Qué aspectos critica y cuáles valora del plan?

Hay que valorar dos cosas: primero, el hecho de traducir una urgencia social en una urgencia institucional. Por eso se pusieron metas concretas y se convocaron actores para poder lograr esa meta resolviendo problemáticas a corto plazo. Todo lo que se ve con la situación financiera, el alza de precio de los materiales para la construcción y las restricciones que eso ha implicado, tanto en obras públicas y en la construcción, y la forma que el Estado ha ido resolviendo esos temas ha sido un acierto. Desde Déficit Cero vemos que la demanda habitacional no solo ha crecido, sino que se ha complejizado. Por eso, se necesitan diversos mecanismos de oferta. Y lo que ha planteado el plan de emergencia habitacional es abrir un poco más el abanico de posibilidades usando los mismos instrumentos que existían (subsidios a la demanda), pero tratando de complementarlos con mayor participación de municipios, de privados, intentando de abrir una veta en materia de arriendos.

¿En qué áreas se debe trabajar para lograr cumplir las metas como país?

Debe haber una colaboración más sostenible con distintos actores. Como nuestra política habitacional es altamente centralizada, se pueden sumar actores como los gobiernos regionales. Tenemos una política estricta, restringida en sus opciones. Por lo tanto, se avanzaría si existiera una posibilidad de generar un espacio donde los mismos actores, públicos, privados o de la ciudadanía puedan proponer soluciones en sus respectivos territorios. En segundo lugar, hay problemas estructurales de nuestra política habitacional: es un programa que está orientado a enfrentar la emergencia, pero también se debería responder a las futuras emergencias. Para eso se debe avanzar, al menos, en tres líneas: la primera, asociada a la planificación urbana. No vamos a construir más viviendas en Chile si no somos capaces de construir más ciudad. Por lo tanto, hay proyectos de infraestructura de transporte en el país alrededor de los cuales se podría generar todo un desarrollo urbano habitacional que, si va encaminado en conjunto con la planificación de los ministerios de Vivienda, Transportes, Obras Públicas y los gobiernos regionales, entre otros, debería darse una construcción de ciudad como nunca la hemos tenido en Chile. Una ciudad mucho más orgánica, con desarrollo estratégico. Una segunda línea de trabajo está ligada al financiamiento. Cuando hablamos de que un plan de emergencia habitacional cuesta US$ 13 mil millones y que, probablemente, resolver el déficit habitacional va a costar más de US$ 50 mil millones en los próximos diez años, estamos hablando de levantar recursos muy importantes. Al respecto se hacen necesarios mecanismos que logren generar vinculación entre el mercado de capitales, la inversión privada y la vivienda social.

Un tercer elemento, son los tiempos de producción: un DS 49 que es el Fondo de Elección de Vivienda, que es el principal subsidio orientado a la población más vulnerable, se demora entre ocho y once años promedio en desarrollarse. Eso es mucho tiempo: son más de diez años que las familias están esperando. Incluso, hay familias que demoran 20 años. Entonces se requieren flujos y procesos más expeditos para producir la vivienda. También se debe trabajar en la tramitología o permisos. Nos parece importante para que la oferta pueda crecer y de esa manera se podría resolver una demanda habitacional que va en aumento.

¿Cómo está trabajando Déficit Cero para apoyar este plan?

Estamos alineados. Pero una cosa es estar alineados, y querer lograrlo y otra cosa es tener los mecanismos para hacerlo. A veces se pone la carga solo en el Ministerio de Vivienda. Acá el desafío está asociado al Estado en su conjunto. Cuando revisamos los últimos diez años, el precio de la vivienda ha subido en forma sostenida, los campamentos han aumentado explosivamente, la migración aumentó, entonces esto no es solamente entregar subsidios o viviendas, sino que construir territorios, ciudad, políticas públicas, económicas y sociales. El ministerio de Vivienda está alineado con eso, pero también se requiere que estén alineados los ministerios de Hacienda, del Interior, los gobiernos regionales y, evidentemente, la participación de las municipalidades, entre otros. Es por esto que estamos formando una red de municipios para poder impulsar desde allí un cambio en el ámbito más local.

¿Es necesario que la banca se involucren en esta meta habitacional?

Es clave la banca. No hay mejor forma de entender la colaboración que se requiere en materia habitacional, cuando se ve el tema del financiamiento. La colaboración es una exigencia o de lo contrario el déficit no se va a superar. Cuando vemos el nivel de inversión que se requiere nos damos cuenta de dos cosas: la crisis que vivimos es una oportunidad porque tenemos la posibilidad de mover la palanca habitacional para generar una estrategia de enfrentar el déficit habitacional y urbano. Cuando movemos esa palanca, vamos a generar crecimiento y el desarrollo inclusivo entregando derecho a la vivienda a millones de personas y, al mismo tiempo, vamos a desarrollar económicamente el país. Aumenta la inversión, la productividad. También vamos a ser responsables con el medio ambiente porque la huella de carbono baja en la medida de que las viviendas están mejor construidas y con mayor eficiencia energética. La banca y los privados son fundamentales porque el nivel de inversión que tenemos que levantar no solo se soluciona con deuda pública, sino que también con mecanismos donde los privados se involucren.

¿Cuáles son los nudos críticos? ¿Qué ocurre con la gestión de suelo?

El déficit habitacional son 640 mil viviendas, pero la demanda será mayor. Cuando la proyectamos será más de un millón de soluciones habitacionales que se requerirán a 2030. Cuando vemos esos niveles, debemos tener una estrategia nacional y de mediano plazo. Los nudos son tres: la disponibilidad de suelo; y para eso la planificación urbana es importante. Más que el Estado disponga de suelo, es necesario que la planificación permita disponibilidad suelo bien consolidado para la construcción de viviendas e infraestructura de interés publico. Otro elemento que se requiere es crear mecanismos que conecten la inversión en Chile con la vivienda social, siendo ésta un activo. Y, además, los tiempos de desarrollo de la vivienda. Debemos tener un estándar ético en Chile y que la vivienda social no demore más que la vivienda privada; no más de cuatro años.

Enfrentar esta problemática implica superar barreras institucionales. La barrera temporal, pues al mismo tiempo de lo urgente, se debe pensar con sentido de futuro a diez años plazo. Además, que superen los procesos electorales y políticos, construyendo grandes alianzas a nivel nacional. Otra barrera es la sectorialidad. Tendemos a pensar en obras en transportes, en obras públicas, vivienda, áreas verdes, el desarrollo económico, como si fueran carteras separadas. Pensar en un desarrollo intersectorial es clave.

¿Cree que el déficit habitacional va a seguir aumentando aceleradamente con la migración?

Hay elementos que se verán con mucha fuerza: una población joven que se constituye como hogar y que se encuentra con precios de la vivienda más altos que generaciones anteriores. Se crea un nuevo grupo de familias que va a pedir ayuda al Estado para acceder a una vivienda. Además, se generará una depreciación de la vivienda, porque hay inmuebles que se entregaron hace 30 o 40 años; que están obsoletas. Hay un desafío de la demanda allí. Y también debemos ver los campamentos, que siguen en aumento.

¿Cómo evalúa el 2022 y qué se visualiza como tareas en 2023 en la plataforma Déficit Cero?

Déficit Cero es una plataforma que nace de una alianza entre Techo y la Cámara Chilena de la Construcción. Hoy tenemos un desafío claro que es poder proponer políticas habitacionales que permitan enfrentar el déficit y en función de esto, este 2022 ha sido positivo porque ha sido un año de instalación, donde se está entendiendo la problemática, cuantificar el déficit, al mismo tiempo, instalar el problema en la opinión pública para darle la relevancia que requiere. También se colabora con actores como municipios, gobierno central, gobiernos regionales, académicos, Organizaciones no Gubernamentales (ONG), entre otros.

Y 2023 será un año importante, donde esperamos que el trabajo se comience a consolidar en algunos territorios con planes locales para enfrentar el déficit habitacional y levantar en conjunto propuestas con otros actores, uno de ellos es el CPI en las temáticas que mencioné, como disponibilidad de suelo, el desarrollo habitacional, nuevos mecanismos de financiamiento, tiempos de producción de la vivienda, entre otros.

¿Cómo ha trabajado su organización con el CPI?

Déficit Cero y el CPI concuerdan en que no se van a construir más viviendas si no se construyen más ciudades. Construir más ciudades e infraestructura es clave. Vemos que el desarrollo urbano habitacional orientado a los proyectos de infraestructura es una llave que tenemos para resolver la problemática social que estamos viviendo. En ese sentido se conjugan las agendas del CPI con la de Déficit Cero, que es enfrentar el dilema habitacional.

Fuente: CPI, Lunes 5 de Diciembre de 2022

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