Sábado, Abril 20, 2024

Movamos a las ciudades del mañana, por Patricio Poza

EL MOSTRADOR – Con el retorno a las actividades presenciales de manera masiva, el espacio público y su uso ha tomado mayor relevancia en torno a su impacto en la calidad de vida de las personas. Las actividades recreativas, el deporte y la movilidad, son recursos intangibles, que en los distintos territorios cada vez van tomando más fuerza. En base a esto, es que planificar de mejor manera la distribución de los distintos modos de transporte a nivel local, se hace más relevante para pensar las ciudades del mañana.

Estas reflexiones que voy a desarrollar, se enmarcan en un contexto actual complejo, producto principalmente del fuerte crecimiento del parque vehicular particular en nuestro país. Según algunos datos de la ANAC (Asociación Nacional Automotriz de Chile), el 2018 fue el año récord de ventas de vehículos nuevos en Chile, registrando el primer trimestre transacciones equivalentes a 98.104 vehículos. La situación actual es preocupante, ya que en el primer trimestre de este año se vendió un 12,6% más de vehículos; además hay que considerar que el año 2021 estuvo muy cercano a los niveles máximos históricos. Si hiciéramos una proyección de acuerdo a lo observado, las ventas de vehículos nuevos el año 2022 podrían llegar a los 460 mil. En pocas palabras, el espacio e infraestructura urbana, está siendo inundado y no precisamente por agua.

¿Entonces que hacemos? Teniendo esta realidad, hay que comenzar a ocuparse e idear alternativas en el corto, mediano y largo plazo. ¿Podemos obligar a la gente a que deje su auto en la casa? No. Primero, porque como ministerio, no tenemos las facultades para decretar restricción a vehículos particulares producto de la congestión vehicular y segundo, porque la evidencia mundial demuestra que esta medida, en el mediano plazo, genera externalidades negativas y no soluciona el problema de fondo (algunos casos para considerar son el de Santiago de Chile, Ciudad de México, Bogotá, Teherán, etc). El camino, creo yo, va por otro lado.

Cuando vemos que la tasa de ocupación promedio de un vehículo particular es de 1.5 personas, se puede identificar un creciente problema: caos vial. La Araucanía, al igual que muchas regiones de nuestro país, está viviendo una realidad crítica en torno a la movilidad. Las concentraciones de flujos de automóviles por hora, se han modificado, generando atochamientos en distintas arterias, lo que aumenta los tiempos de traslado, estrés al volante y probabilidad de aumento de siniestros de tránsito.

Como gobierno estamos comprometidos por conducir un desarrollo territorial armónico y consciente de la realidad que nos afecta. Debemos transformar el espacio público y devolvérselo a los peatones, personas en situación de discapacidad, adultos mayores y ciclistas. Por lo anterior, es que estoy convencido que para desincentivar el uso del vehículo particular, se deben impulsar una serie de medidas que en armonía, genere mejores condiciones para la convivencia.

Un transporte público de pasajeros amigable con el medio ambiente, tecnológico y con máquinas en buen estado, es fundamental para lograr nuestra meta. La electromovilidad llegó para quedarse y nos aseguraremos que eso suceda. Si vamos a los números, el costo de un bus eléctrico por kilómetro es cercano a los $70 pesos, mientras que costo de un bus diésel se eleva a los $280 pesos en la misma distancia. La inversión inicial es más alta, pero los costos a largo plazo son mucho más positivos. Pero paralelamente, debemos pensar en cómo vamos relevando y generando medidas para incentivar la caminata y el uso de la bicicleta.

En primer lugar, las ciudades del mañana, deben comenzar hoy a transformarse de cara a los peatones, a través de intervenciones como el “Urbanismo Táctico” que estamos desarrollando en la capital regional en conjunto con el alcalde de Temuco, que busca devolver una de las principales arterias de la capital regional a los “caminantes”, para avanzar en la concreción del añorado Paseo Bulnes. Además, tenemos un gran desafío como Gobierno, duplicar la red de ciclovías existentes en nuestro país, y en la Araucanía, el desafío es el mismo. Pero esta meta, debe considerar un aspecto clave: dar mayor seguridad a los usuarios de los ciclos. Es así que, en conjunto con instituciones como la Mutual de Seguridad, Municipalidades y también organizaciones sociales, estamos levantando iniciativas a través de nuestras divisiones como TPR, CONASET y UOCT para disminuir las negativas cifras que nos preocupan; ¿sabían que el 50% de los siniestros con fallecidos en la región involucra a modos vulnerables (bicicletas, peatones y motocicletas)? Sin palabras.

Más que pensarse y soñarse, La Araucanía del mañana debe comenzar hoy a construirse. La movilidad debe ser un derecho que tenemos que garantizar en conjunto entre el sector público y privado, pero de forma vinculada con la comunidad, porque lo más difícil, pero a la vez más desafiante, es lograr el cambio conductual y cultural en la población, donde logremos relevar nuevamente a los peatones y a los modos de transporte amigables con el medio ambiente.

Aún estamos a tiempo de entregar a las futuras generaciones, un espacio público que proteja y promueva una mejor convivencia vial.

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Fuente: El Mostrador, Sábado 16 de Julio 2022

EL MOSTRADOR – Con el retorno a las actividades presenciales de manera masiva, el espacio público y su uso ha tomado mayor relevancia en torno a su impacto en la calidad de vida de las personas. Las actividades recreativas, el deporte y la movilidad, son recursos intangibles, que en los distintos territorios cada vez van tomando más fuerza. En base a esto, es que planificar de mejor manera la distribución de los distintos modos de transporte a nivel local, se hace más relevante para pensar las ciudades del mañana.

Estas reflexiones que voy a desarrollar, se enmarcan en un contexto actual complejo, producto principalmente del fuerte crecimiento del parque vehicular particular en nuestro país. Según algunos datos de la ANAC (Asociación Nacional Automotriz de Chile), el 2018 fue el año récord de ventas de vehículos nuevos en Chile, registrando el primer trimestre transacciones equivalentes a 98.104 vehículos. La situación actual es preocupante, ya que en el primer trimestre de este año se vendió un 12,6% más de vehículos; además hay que considerar que el año 2021 estuvo muy cercano a los niveles máximos históricos. Si hiciéramos una proyección de acuerdo a lo observado, las ventas de vehículos nuevos el año 2022 podrían llegar a los 460 mil. En pocas palabras, el espacio e infraestructura urbana, está siendo inundado y no precisamente por agua.

¿Entonces que hacemos? Teniendo esta realidad, hay que comenzar a ocuparse e idear alternativas en el corto, mediano y largo plazo. ¿Podemos obligar a la gente a que deje su auto en la casa? No. Primero, porque como ministerio, no tenemos las facultades para decretar restricción a vehículos particulares producto de la congestión vehicular y segundo, porque la evidencia mundial demuestra que esta medida, en el mediano plazo, genera externalidades negativas y no soluciona el problema de fondo (algunos casos para considerar son el de Santiago de Chile, Ciudad de México, Bogotá, Teherán, etc). El camino, creo yo, va por otro lado.

Cuando vemos que la tasa de ocupación promedio de un vehículo particular es de 1.5 personas, se puede identificar un creciente problema: caos vial. La Araucanía, al igual que muchas regiones de nuestro país, está viviendo una realidad crítica en torno a la movilidad. Las concentraciones de flujos de automóviles por hora, se han modificado, generando atochamientos en distintas arterias, lo que aumenta los tiempos de traslado, estrés al volante y probabilidad de aumento de siniestros de tránsito.

Como gobierno estamos comprometidos por conducir un desarrollo territorial armónico y consciente de la realidad que nos afecta. Debemos transformar el espacio público y devolvérselo a los peatones, personas en situación de discapacidad, adultos mayores y ciclistas. Por lo anterior, es que estoy convencido que para desincentivar el uso del vehículo particular, se deben impulsar una serie de medidas que en armonía, genere mejores condiciones para la convivencia.

Un transporte público de pasajeros amigable con el medio ambiente, tecnológico y con máquinas en buen estado, es fundamental para lograr nuestra meta. La electromovilidad llegó para quedarse y nos aseguraremos que eso suceda. Si vamos a los números, el costo de un bus eléctrico por kilómetro es cercano a los $70 pesos, mientras que costo de un bus diésel se eleva a los $280 pesos en la misma distancia. La inversión inicial es más alta, pero los costos a largo plazo son mucho más positivos. Pero paralelamente, debemos pensar en cómo vamos relevando y generando medidas para incentivar la caminata y el uso de la bicicleta.

En primer lugar, las ciudades del mañana, deben comenzar hoy a transformarse de cara a los peatones, a través de intervenciones como el “Urbanismo Táctico” que estamos desarrollando en la capital regional en conjunto con el alcalde de Temuco, que busca devolver una de las principales arterias de la capital regional a los “caminantes”, para avanzar en la concreción del añorado Paseo Bulnes. Además, tenemos un gran desafío como Gobierno, duplicar la red de ciclovías existentes en nuestro país, y en la Araucanía, el desafío es el mismo. Pero esta meta, debe considerar un aspecto clave: dar mayor seguridad a los usuarios de los ciclos. Es así que, en conjunto con instituciones como la Mutual de Seguridad, Municipalidades y también organizaciones sociales, estamos levantando iniciativas a través de nuestras divisiones como TPR, CONASET y UOCT para disminuir las negativas cifras que nos preocupan; ¿sabían que el 50% de los siniestros con fallecidos en la región involucra a modos vulnerables (bicicletas, peatones y motocicletas)? Sin palabras.

Más que pensarse y soñarse, La Araucanía del mañana debe comenzar hoy a construirse. La movilidad debe ser un derecho que tenemos que garantizar en conjunto entre el sector público y privado, pero de forma vinculada con la comunidad, porque lo más difícil, pero a la vez más desafiante, es lograr el cambio conductual y cultural en la población, donde logremos relevar nuevamente a los peatones y a los modos de transporte amigables con el medio ambiente.

Aún estamos a tiempo de entregar a las futuras generaciones, un espacio público que proteja y promueva una mejor convivencia vial.

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Fuente: El Mostrador, Sábado 16 de Julio 2022

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