Jueves, Octubre 3, 2024

Menos discusión y más planificación, por Pablo Guzmán

LA TERCERA – El “Modelo Chileno de Urbanización”, que se ha venido aplicando durante las últimas décadas se funda en dos fuerzas principales que se tensionan mutuamente de manera permanente: por un lado, la liberalización de los mercados de suelo, (que no encuentra contrapeso para el ejercicio garantizado del derecho de propiedad por la carta fundamental), y, por otro lado, el efecto combinado de la política habitacional, que, a un ritmo de producción sin precedentes en la historia del país, determinó el crecimiento y la urbanización de una parte importante de la ciudades, trasfiriendo progresivamente la oferta de viviendas sociales a la iniciativa privada.

Por otro lado, el marco jurídico urbano en Chile, tal como está, no le asigna al Estado un rol de gestión del desarrollo urbano. De hecho, la legislación chilena no contempla ningún sistema orgánico y público de ejecución del planeamiento (Cordero E. 2008), que, dicho sea de paso, se encuentra casi completamente traspasado al sector privado. Toda iniciativa emprendida en este ámbito chocará innegablemente con la legalidad vigente.

Para un país que ha sustentado un claro tinte legalista, y que basa muchas de sus principales reformas en los marcos legislativos, con poco énfasis en la gestión, es claro el papel que deben seguir cumpliendo los Instrumentos de Planificación Urbana y Territorial (IPT) en los próximos decenios, como punto de partida y catalizadores de muchas de las iniciativas urbanas y de las principales dinámicas que marcan el desarrollo de las ciudades. Y, más aún, para una gestión eficiente, armónica y práctica, estos instrumentos deben conversar y complementarse con otros, como los Planes de Transporte, los Planes de desarrollo de las empresas sanitarias, y los Planes Maestros de Aguas Lluvias, los cuales debiesen integrarse en un solo andamiaje técnico instrumental, para avanzar hacia la Planificación Integrada y comenzar a combatir, en parte, la atomización que impera en el Aparato Público a la hora de hacer ciudad.

La buena, sana y lógica Planificación es aquella que sea capaz de incorporar indicadores de sustentabilidad y eficiencia entre sus referentes técnicos. Una planificación urbana dinámica y flexible que sepa reconocer componentes estables de la legislación urbana, pero a su vez que utilice de manera inteligente las normas urbanas, que se apoye en tecnologías de información en tiempo real y con un carácter prospectivo, que pueda combinar acciones por efecto y por exceso, considerando el rol de los agentes económicos en el espacio.

Pero tan importante como lo anterior, es también generar una masa crítica lo suficientemente informada y sensible a los grandes temas urbanos. Me refiero a una sociedad capaz de cuestionarse temas tan importantes como el rol de las ciudades frente a los efectos del cambio climático, la demanda energética mundial, la hiper-urbanización o densificación y los temas de la exclusión social intraurbana, entre muchos otros que siempre han formado parte de los temas relevantes en los IPT. Para ello es necesario avanzar en incorporar un mayor grado de conocimiento a los ciudadanos sobre los temas del urbanismo y la planificación desde la formación educacional, entendiendo al “urbanitas” como el sujeto sobre el cual recae la responsabilidad final de sostener o corregir nuestro modo de vida, que hoy ocupa parte importante de las noticias que día a día impactan a la opinión pública.

Y, por otro lado, es preciso que los tomadores de decisiones, los profesionales dedicados al desarrollo urbano y territorial, y ojalá la sociedad en su conjunto, comprendan que el urbanismo es una disciplina trasversal y especializada, de alto nivel de conocimiento, para lo cual se requiere reforzar la formación de capital avanzado, asumiendo que el tema tiene importancia estratégica para el país, a fin de que –a riesgo de no ser políticamente correcto- tengamos menos discusión y más planificación.

Así las cosas, la Academia tiene un rol importantísimo en lo que significa robustecer, desde una perspectiva académica el diálogo interdisciplinario y la formación de capital humano avanzado, respetando el conocimiento y el desarrollo de la disciplina urbanística, focalizada en los IPT.

Entendemos que en la medida que el conocimiento de la disciplina, y en particular de los IPT, alcancen un mayor grado de profundidad, las posibilidades de mejoramiento de la calidad de vida urbana de nuestra ciudad serán mucho mayores. Para ello, la especialización de quienes trabajan y estudian la ciudad es fundamental.

Pablo Guzmán
Director Diplomado en Instrumentos de Planificación Urbana UC

Ver columna

Fuente: La Tercera, Martes 12 de junio de 2018

LA TERCERA – El “Modelo Chileno de Urbanización”, que se ha venido aplicando durante las últimas décadas se funda en dos fuerzas principales que se tensionan mutuamente de manera permanente: por un lado, la liberalización de los mercados de suelo, (que no encuentra contrapeso para el ejercicio garantizado del derecho de propiedad por la carta fundamental), y, por otro lado, el efecto combinado de la política habitacional, que, a un ritmo de producción sin precedentes en la historia del país, determinó el crecimiento y la urbanización de una parte importante de la ciudades, trasfiriendo progresivamente la oferta de viviendas sociales a la iniciativa privada.

Por otro lado, el marco jurídico urbano en Chile, tal como está, no le asigna al Estado un rol de gestión del desarrollo urbano. De hecho, la legislación chilena no contempla ningún sistema orgánico y público de ejecución del planeamiento (Cordero E. 2008), que, dicho sea de paso, se encuentra casi completamente traspasado al sector privado. Toda iniciativa emprendida en este ámbito chocará innegablemente con la legalidad vigente.

Para un país que ha sustentado un claro tinte legalista, y que basa muchas de sus principales reformas en los marcos legislativos, con poco énfasis en la gestión, es claro el papel que deben seguir cumpliendo los Instrumentos de Planificación Urbana y Territorial (IPT) en los próximos decenios, como punto de partida y catalizadores de muchas de las iniciativas urbanas y de las principales dinámicas que marcan el desarrollo de las ciudades. Y, más aún, para una gestión eficiente, armónica y práctica, estos instrumentos deben conversar y complementarse con otros, como los Planes de Transporte, los Planes de desarrollo de las empresas sanitarias, y los Planes Maestros de Aguas Lluvias, los cuales debiesen integrarse en un solo andamiaje técnico instrumental, para avanzar hacia la Planificación Integrada y comenzar a combatir, en parte, la atomización que impera en el Aparato Público a la hora de hacer ciudad.

La buena, sana y lógica Planificación es aquella que sea capaz de incorporar indicadores de sustentabilidad y eficiencia entre sus referentes técnicos. Una planificación urbana dinámica y flexible que sepa reconocer componentes estables de la legislación urbana, pero a su vez que utilice de manera inteligente las normas urbanas, que se apoye en tecnologías de información en tiempo real y con un carácter prospectivo, que pueda combinar acciones por efecto y por exceso, considerando el rol de los agentes económicos en el espacio.

Pero tan importante como lo anterior, es también generar una masa crítica lo suficientemente informada y sensible a los grandes temas urbanos. Me refiero a una sociedad capaz de cuestionarse temas tan importantes como el rol de las ciudades frente a los efectos del cambio climático, la demanda energética mundial, la hiper-urbanización o densificación y los temas de la exclusión social intraurbana, entre muchos otros que siempre han formado parte de los temas relevantes en los IPT. Para ello es necesario avanzar en incorporar un mayor grado de conocimiento a los ciudadanos sobre los temas del urbanismo y la planificación desde la formación educacional, entendiendo al “urbanitas” como el sujeto sobre el cual recae la responsabilidad final de sostener o corregir nuestro modo de vida, que hoy ocupa parte importante de las noticias que día a día impactan a la opinión pública.

Y, por otro lado, es preciso que los tomadores de decisiones, los profesionales dedicados al desarrollo urbano y territorial, y ojalá la sociedad en su conjunto, comprendan que el urbanismo es una disciplina trasversal y especializada, de alto nivel de conocimiento, para lo cual se requiere reforzar la formación de capital avanzado, asumiendo que el tema tiene importancia estratégica para el país, a fin de que –a riesgo de no ser políticamente correcto- tengamos menos discusión y más planificación.

Así las cosas, la Academia tiene un rol importantísimo en lo que significa robustecer, desde una perspectiva académica el diálogo interdisciplinario y la formación de capital humano avanzado, respetando el conocimiento y el desarrollo de la disciplina urbanística, focalizada en los IPT.

Entendemos que en la medida que el conocimiento de la disciplina, y en particular de los IPT, alcancen un mayor grado de profundidad, las posibilidades de mejoramiento de la calidad de vida urbana de nuestra ciudad serán mucho mayores. Para ello, la especialización de quienes trabajan y estudian la ciudad es fundamental.

Pablo Guzmán
Director Diplomado en Instrumentos de Planificación Urbana UC

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Fuente: La Tercera, Martes 12 de junio de 2018

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