Jueves, Abril 25, 2024

Marcelo Fernández: “No vamos a flexibilizar la gestión de episodios críticos, seremos exigentes en que se cumplan los planes de descontaminación”

PAIS CIRCULAR – El jefe de la División de Calidad del Aire del Ministerio del Medio Ambiente es enfático: frente al avance del coronavirus, las medidas de gestión de calidad del aire establecidas en los planes de descontaminación no se van a relajar este invierno, ante un escenario que -reconoce- se ve más complejo. Al contrario, se van a profundizar aún más porque “las enfermedades respiratorias siempre se ven agravadas por la presencia de contaminación atmosférica”. Esto implicará poner mayor énfasis en la comunicación de las medidas en escenarios críticos a la ciudadanía, recomendaciones para cambiar la leña por otros combustibles, y la posibilidad de incorporar mayores recursos al programa de recambio de calefactores. Respecto de la restricción vehicular, Fernández dice que “nuestra recomendación general es que no están las condiciones para relajar las medidas que tienen que ver con reducir contaminación atmosférica”.
En las últimas semanas, a lo largo de todo el mundo han surgido imágenes que muestran cómo retrocede la contaminación en las ciudades de la mano de las cuarentenas masivas que están implementando los países. Sin embargo, advierten los expertos, se trata solo de un fenómeno temporal, más aún en el caso de Chile, donde estamos entrando ya al período de invierno y donde la contaminación atmosférica tiene su origen -principalmente en las ciudades ubicadas de Rancagua al sur- en el humo de leña, al tiempo que diversos estudios muestran relación entre la expansión del COVID-19 y la contaminación. Este impacto, advierten, podría ser aún mayor en un escenario donde las cuarentenas mantengan a más personas en sus hogares.
“El contagio en las ciudades del sur va a ser muy significativo. En general, los centros de salud en invierno están colapsados por las enfermedades respiratorias y por la misma leña, que es la forma más barata de calefaccionarse. Esto pondrá una presión muy grande sobre el sistema de salud, y hoy deberíamos estar conversando en mesas transversales de trabajo para implementar medidas urgentes”, advirtió hace unos días el investigador del CR2 Nicolás Huneeus.
Marcelo Fernández, jefe de la División de Calidad del Aire del Ministerio del Medio Ambiente, afirma que se trata de un escenario que está en la mesa, pero que también es necesario revisar la mirada estratégica que ha tenido el país en materia de calidad del aire “para poder entender cómo nos pilla parados este evento que es tan complejo a nivel mundial. Lo primero es entender que Chile tiene condiciones particulares que lo hacen ser un país con altos niveles de contaminación por partículas finas (MP 2.5), ese es un dato de la causa”.
Y frente a ese escenario, afirma, desde su creación el año 2010 el Ministerio del Medio Ambiente viene implementando una estrategia país para la gestión de calidad del aire, incluyendo la creación de la norma primaria de calidad del aire para el material particulado fino (MP2.5, vigente desde 2012). Y esto ha permitido, agrega, que se empiecen a ver mejores cifras de la mano de la implementación de los planes de descontaminación atmosférica implementados en los últimos seis años en la zona centro-sur del país. Estos ya están vigentes en 98 comunas del país entre Santiago y Coyhaique, en las que habitan cerca de 11 millones de personas.
“Si uno mira, en 2018 respecto de 2019 bajaron de forma significativa las emergencias ambientales. Convengamos que los niveles del sur son tan altos que tienen muchos días de emergencia, preemergencia y alerta. Entonces, cuando empiezas a mejorar la calidad del aire, lo que vas a observar es que empiezan a reducirse primero las emergencias, porque son los eventos más críticos. Luego se avanza hacia la eliminación de las preemergencias y las alertas, ese es el camino. Entonces, la primera buena noticia es que como país veníamos gestionando la calidad del aire desde la Región Metropolitana hasta Coyhaique con una política de Estado”, afirma.
En términos simples, los planes de descontaminación atmosférica de la zona centro sur se basan en tres ejes estructurantes: las viviendas nuevas se tienen que construir con mejores estándares de aislación térmica, la entrega de subsidios del Ministerio de Vivienda para la aislación térmica de viviendas ya construidas, y el programa de recambio de calefactores del Ministerio del Medio Ambiente.
“Esto es bien importante, porque si un calefactor a leña emite 100 -por ejemplo-, cuando lo reemplazas por un calefactor a pellet este emite 10. Y si usas un sistema a gas o eléctrico, podrías llegar a 5 o a 0. La transformación por el hecho de cambiar los sistemas de calefacción es enorme, y por eso le hemos puesto mucho esfuerzo a este programa de recambio. El año pasado llegamos a recambiar 13 mil calefactores, y este año esperamos superar los 16 mil a nivel nacional”, dice Fernández.
¿Y en qué escenario nos encuentra hoy este problema, como se enfrentará la contaminación este invierno en el marco del avance del coronavirus?
Este invierno lo estamos enfrentando con gestión de episodios críticos prácticamente en todas las ciudades desde la Región Metropolitana hasta Coyhaique. Todas estas ciudades tienes gestión de episodios críticos desde el 1 de abril hasta el 30 de septiembre, y la ventaja de este instrumento es que se hace con un enfoque preventivo, día a día y hora a hora; entonces, como Ministerio del Medio Ambiente tenemos seremis que están coordinados con los intendentes, y con otros seremis regionales, para implementar los planes de descontaminación, implementar y fiscalizar las restricciones, e informar a la comunidad. Mucho de lo que se nos viene para adelante tiene que ver con la información. Es importante dejar bien establecido que el problema que tienen las ciudades entre Rancagua y Coyhaique no son las mega fuentes industriales ni el transporte, sino que es el uso de leña para calefacción.

Esa es la condición base respecto de las fuentes de emisiones, pero en la contaminación también influyen las condiciones climáticas, que varían año a año ¿Cuál era el escenario esperado para este año previo al COVID-19?
Los próximos tres meses, de abril a junio, el pronóstico de la Dirección Meteorológica es de poca lluvia para este período, y en general mañanas más frías. Eso significa condiciones de ventilación no muy buenas, pero en general todos los inviernos tienen complejidades en materia de ventilación. Por eso, cuando se tiene como fuente contaminante el uso de calefacción a leña en gran parte de las ciudades, con viviendas que tienen pobre aislación térmica, el primer llamado -y eso lo hemos conversado con los seremis- es la importancia de la comunicación y la información permanente a la ciudadanía, porque queremos promover una conducta de la gente que sea acorde con la magnitud del problema.
¿Qué tipo de conductas son las que se buscan promover?
Estamos dando recomendaciones de ojalá no usar leña, usar otros combustibles, y en la eventualidad de que no puedan hacerlo que usen leña seca. También recomendaciones de cómo ventilar las viviendas, y cómo informarse. Nosotros tenemos información en línea para todas las ciudades del sur no solo de la calidad del aire, sino también del pronóstico y de las restricciones asociadas. En ese sentido, estamos empujando esta gestión de episodios críticos con el gran instrumento que son los planes de descontaminación.
Hay expertos que advierten que en un escenario de confinamiento masivo aumentará la contaminación por leña en el sur, porque la gente va a estar en las casas. ¿Cómo enfrentarán este escenario?
Lo primero es que tenemos planes de descontaminación, tenemos gestión de episodios críticos, y no la vamos a flexibilizar. Vamos a ser sumamente exigentes con la fiscalización del cumplimiento de los planes, porque lo que queremos es que se contenga lo más posible la emisión de contaminantes atmosféricos. Como todos los inviernos, existe también la gestión de episodios críticos preventiva que tiene que ver con el pronóstico, restricciones, fiscalización y comunicación a la comunidad. Son todos ejes simultáneos. En la relación entre contaminación atmosférica y COVID-19, nosotros no tenemos ninguna duda. Estamos trabajando en la lógica de que las enfermedades respiratorias siempre se ven agravadas por la presencia de contaminación atmosférica, y por eso tenemos una gestión de calidad del aire en todo el país.
De hecho, un reciente estudio de Harvard dice que efectivamente la contaminación agrava la enfermedad, y además ayudaría a la transmisión del virus.
No está tan clara la relación en la transmisión. El estudio de Harvard dice que efectivamente hay una relación entre mayor nivel de contaminación y mayor impacto del coronavirus, pero no está demostrado todavía el mecanismo mediante el cual la contaminación podría ser un vehículo para expandir la enfermedad. Sin duda, es un tema que podrá estudiarse; lo que nosotros estamos haciendo para anticiparnos a ello es profundizar las medidas de gestión de episodios críticos, informar a la comunidad, acelerar nuestro programa de recambio, y sin dudas que vamos a ir a buscar más recursos si están disponibles para ampliar incluso los recambios de calefactores que teníamos programados.
¿En cuánto podría ampliarse ese programa de recambio?
Estamos todavía estudiando el tema, pero venimos empujando el programa de recambio de calefactores para ampliarlo, porque sabemos que es una de las medidas más eficientes para reducir contaminación en un plazo razonable. Lo que estamos viendo en todo el sur de Chile es que las ciudades que tienen recambio de calefactores, que tiene plan y gestión de episodios críticos, han tenido una caída en los episodios y niveles de contaminación. Siguen siendo muy altos, no queremos minimizar el nivel de contaminación que tienen, pero a lo largo de los años ciudades como Temuco, Osorno, Chillán y Coyhaique muestran un avance importante en la reducción de los eventos más críticos, que son las emergencias ambientales.

La gestión de episodios críticos tiene instrumentos como la prohibición del uso de leña en emergencia o preemergencia, dependiendo de cada ciudad. ¿En un escenario de confinamiento y propagación masiva del virus, podría prohibirse la leña no necesariamente en estos escenarios críticos, sino como condición base?
Es una pregunta compleja, porque hay otro elemento que también contribuye a las enfermedades respiratorias, que es el frío. Hay que entender que esto es una mezcla de problemas que hay que manejar de la mejor forma posible. Probablemente no resultaría razonable una prohibición total del uso de leña porque dejaríamos a las familias más vulnerables sin acceso a calefacción, y eso podría ser todavía más grave. Sin embargo, estamos trabajando fuertemente en la programación de la gestión de episodios críticos de todo el invierno, y los gobiernos regionales -por ejemplo en el caso de Temuco- están buscando alternativas para entregarle sistemas de calefacción a la gente que, en días de emergencia y preemergencia, se va a quedar sin poder usar leña. Tenemos que ir anticipándonos y preparándonos para un escenario que sabemos que va a ser muy complejo.
En el caso de Santiago, que tiene una condición distinta, hemos visto que la contaminación del aire por MP2.5 está un 21,6% más baja en promedio, y el NOx entre un 40% y 80% más bajo. Sin duda es en gran parte por la paralización de vehículos, pero ¿cómo se prevé el escenario, si se mantienen las cuarentenas podría ser un invierno con menos contaminación?
Una de las cosas buenas que tienen los planes de descontaminación es que de alguna forma nos bajan al nivel local el problema. Qué significa esto: hemos conversado a nivel general cómo se va a enfrentar el problema en las ciudades de Rancagua al sur, pero probablemente en cada una de ellas va a haber detalles mucho más finos que los están viendo las autoridades locales. En el caso de la Región Metropolitana también es bien especial, porque además de ser la más grande -más de 7 millones de habitantes- tiene una situación de mucho mayor complejidad en términos de sus fuentes contaminantes. Está la industria, el transporte, las residencias… Además la gestión de episodios críticos es más corta, entre mayo y agosto, porque como partió antes tiene los episodios más controlados. Efectivamente, lo que hemos visto al analizar la calidad del aire después de la entrada del coronavirus y las cuarentenas, si bien esta última no afecta a toda la región sino a algunas comunas, es que la reducción del MP2.5 y del NOx se ha dado en toda la región. Y no solo eso, el ruido nocturno ha disminuido en un 75%. Eso muestra que tenemos a la región con un nivel de actividad significativamente más bajo, y eso se traduce en menos emisiones, principalmente del transporte. Eso probablemente se va a mantener así mientras tengamos restricciones de desplazamiento, más aún si estas se van incrementando. No hay que olvidar que, en la medida que vamos entrando al invierno, aumentan las condiciones de mala ventilación y los contaminantes se acumulan. No obstante, uno podría proyectar que en el caso de la Región Metropolitana tendremos un invierno con menores niveles de contaminación si hay restricciones a la circulación de las personas.
La gestión de episodios críticos de Santiago tiene una restricción vehicular que es permanente. En este escenario de menor movilidad de vehículos, de restricción a los desplazamientos, ¿es una medida que se va a mantener este invierno, o está en estudio no aplicarla?
La forma en que se aplica la restricción vehicular es una atribución del Ministerio de Transportes, y como aún no empieza la gestión de episodios críticos en Santiago es algo que no está resuelto. Pero evidentemente, con toda la baja en el nivel de actividad, habrá que evaluar cómo se aplica.
Aún cuando es atribución de Transportes, ¿cuál es la recomendación desde Medio Ambiente en este sentido?
Nuestra recomendación general, como lo dije al principio, es que creemos que no están las condiciones para relajar las medidas que tienen que ver con reducir contaminación atmosférica. Creemos que hay que sostener las medidas, hay que fiscalizarlas, hay que informar a la comunidad, y hay que decir con todas sus letras que existe una relación entre los niveles de contaminación y el agravamiento de enfermedades respiratorias. Esa es una cuestión que siempre hemos sabido, y por lo tanto en este caso lo vamos a mantener y lo vamos a seguir aplicando en nuestra gestión de calidad del aire.

¿Existe, efectivamente, el riesgo de que cuándo se reactive todo el aparato productivo tras la crisis sanitaria se disparen los niveles de contaminación en la ciudad?
Hablemos de la Región Metropolitana, porque el sur está marcado por la contaminación de la leña. En Santiago la principal fuente de contaminación es el transporte, y eso incluye a todos los vehículos. Al reactivarse, se va a hacer a los mismos niveles que existían anteriormente, y por lo tanto eso no significa una contaminación distinta de la que ya conocemos. En esa lógica, lo que nosotros hemos hecho, y con mucho énfasis en 2019 y siempre enfocado en los vehículos, es que sacamos la norma Euro VI para vehículos medianos y livianos, que es una norma país pero que tiene un mayor efecto en la Región Metropolitana. Nosotros no tenemos un parque vehicular particularmente sucio, pero si muy masivo. Las políticas de reducción de niveles de contaminación del transporte vienen determinadas por estas normas de entrada para vehículos.
Ese futuro escenario de reactivación se está viendo también como una oportunidad de cambios, ¿qué oportunidades surgen en materia de descontaminación de las ciudades?
Sin duda se pueden aprovechar, y voy a dar un ejemplo de afuera porque todavía no ha ocurrido un escenario de reactivación. Cuando Obama tuvo que rescatar al sector automotriz de la crisis hace una década atrás, una de las condiciones que le puso fue avanzar en eficiencia energética. Ese es el tipo de cosas -y esto lo digo a título personal- que uno debiera aprovechar en un proceso de reactivación. Buscar cómo, en la reactivación, aprovechas de ganar en términos de eficiencia energética, reducción de contaminación atmosférica y en términos de cambio climático. Las crisis tienen que ser una oportunidad de mejorar. La crisis que tuvimos en Quintero, por ejemplo, que fue una crisis terrible, nos sirvió para sacar un plan de descontaminación, una norma de dióxido de azufre, y hemos visto que los peaks de estos últimos han bajado en más de un 50%. ¿Por qué? Porque la crisis nos sirvió para implementar restricciones más duras que en otros escenario no se habrían podido llevar adelante.
En ese escenario, ¿podrían endurecerse las normas de emisión de material particulado?
Siempre está la posibilidad -y el deber- de revisar las normas y hacerlas más exigentes. La norma de dióxido de azufre que se revisó y publicó el año pasado se hizo más exigente en el nivel anual, en el nivel diario, y se creó un nivel de una hora que no existía. Siempre se puede, todas las normas se tienen que revisar, y la revisión se hace para hacerlas más exigentes. Sin duda que se puede.
Otra oportunidad está en la nueva NDC de Chile, el compromiso país de acción climática, que incorpora una variable de contaminación local a través del mecanismo de reducción de los niveles de carbono negro en un 25%. ¿Qué beneficios tiene a nivel de contaminación atmosférica?
En Chile, a diferencia de muchos países de la región, tenemos mayor contaminación atmosférica por las condiciones particulares que señalé anteriormente. Como país hemos venido reduciendo black carbón en forma importante, porque hemos ido detrás de las partículas finas. El carbono negro y las partículas finas son de la misma familia, son la misma cosa, entonces si hacemos el trabajo de reducir la contaminación atmosférica vale por dos, porque estamos reduciendo black carbón. Cuando se estableció una norma para las termoeléctricas lo que más se redujo fue carbono negro, de forma muy importante. Lo mismo cuando se hace recambio de calefactores, o cuando hace más de una década establecimos las exigencias de filtros de partículas para los vehículos livianos o las mejoras a los combustibles. Las próximas normas que vamos a revisar son las de vehículos pesados, y eso es pura reducción de carbono negro, de material particulado y mejor salud para las personas. Para nosotros esta discusión entre cambio climático y contaminación atmosférica en la práctica no existe, es una sola cosa, porque los tubos de escape y las chimeneas son las mismas.
¿Pero como se aterriza esto, porque la base de reducción de un 25% de carbono negro establecida en la NDC es el año 2016, cuando muchas de estas medidas ya estaban implementadas?
Todavía quedan fuentes que no han hecho grandes esfuerzos. Nos queda mucho que reducir en la leña, por ejemplo. Nos queda por reducir en alguna parte del sector industrial, en los vehículos pesados, en el transporte público de regiones, porque en Santiago los buses están entrando con filtro de partículas pero el resto del país no. Entonces, si empiezas a buscar cuáles son las fuentes, son las mismas que estamos buscando para seguir mejorando la calidad del aire. Para quienes trabajamos en contaminación atmosférica, incorporar esto en la NDC es una tremenda noticia porque es un impulso adicional a un trabajo que tenemos que hacer de todas formas.
¿En materia de leña, esto viene de la mano de una política mucho más amplia en materia de recambio de calefactores, por ejemplo?
Lo que ya se está haciendo, se tiene que hacer con mayor intensidad, y se tiene que hacer en lugares donde no se está haciendo todavía. Aún quedan ciudades que no tienen gestión de calidad del aire, o que no tienen recambio de calefactores ni normas de entrada para viviendas nuevas. Entonces, el primer esfuerzo es que tengamos a la zona centro sur de Chile completa con nuevos estándares de aislación térmica de viviendas, por ejemplo. Pero sí, las líneas de trabajo son probablemente las mismas pero con una mayor profundidad y alcance.
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Fuente: País Circular, Martes 14 abril de 2020
 

PAIS CIRCULAR – El jefe de la División de Calidad del Aire del Ministerio del Medio Ambiente es enfático: frente al avance del coronavirus, las medidas de gestión de calidad del aire establecidas en los planes de descontaminación no se van a relajar este invierno, ante un escenario que -reconoce- se ve más complejo. Al contrario, se van a profundizar aún más porque “las enfermedades respiratorias siempre se ven agravadas por la presencia de contaminación atmosférica”. Esto implicará poner mayor énfasis en la comunicación de las medidas en escenarios críticos a la ciudadanía, recomendaciones para cambiar la leña por otros combustibles, y la posibilidad de incorporar mayores recursos al programa de recambio de calefactores. Respecto de la restricción vehicular, Fernández dice que “nuestra recomendación general es que no están las condiciones para relajar las medidas que tienen que ver con reducir contaminación atmosférica”.
En las últimas semanas, a lo largo de todo el mundo han surgido imágenes que muestran cómo retrocede la contaminación en las ciudades de la mano de las cuarentenas masivas que están implementando los países. Sin embargo, advierten los expertos, se trata solo de un fenómeno temporal, más aún en el caso de Chile, donde estamos entrando ya al período de invierno y donde la contaminación atmosférica tiene su origen -principalmente en las ciudades ubicadas de Rancagua al sur- en el humo de leña, al tiempo que diversos estudios muestran relación entre la expansión del COVID-19 y la contaminación. Este impacto, advierten, podría ser aún mayor en un escenario donde las cuarentenas mantengan a más personas en sus hogares.
“El contagio en las ciudades del sur va a ser muy significativo. En general, los centros de salud en invierno están colapsados por las enfermedades respiratorias y por la misma leña, que es la forma más barata de calefaccionarse. Esto pondrá una presión muy grande sobre el sistema de salud, y hoy deberíamos estar conversando en mesas transversales de trabajo para implementar medidas urgentes”, advirtió hace unos días el investigador del CR2 Nicolás Huneeus.
Marcelo Fernández, jefe de la División de Calidad del Aire del Ministerio del Medio Ambiente, afirma que se trata de un escenario que está en la mesa, pero que también es necesario revisar la mirada estratégica que ha tenido el país en materia de calidad del aire “para poder entender cómo nos pilla parados este evento que es tan complejo a nivel mundial. Lo primero es entender que Chile tiene condiciones particulares que lo hacen ser un país con altos niveles de contaminación por partículas finas (MP 2.5), ese es un dato de la causa”.
Y frente a ese escenario, afirma, desde su creación el año 2010 el Ministerio del Medio Ambiente viene implementando una estrategia país para la gestión de calidad del aire, incluyendo la creación de la norma primaria de calidad del aire para el material particulado fino (MP2.5, vigente desde 2012). Y esto ha permitido, agrega, que se empiecen a ver mejores cifras de la mano de la implementación de los planes de descontaminación atmosférica implementados en los últimos seis años en la zona centro-sur del país. Estos ya están vigentes en 98 comunas del país entre Santiago y Coyhaique, en las que habitan cerca de 11 millones de personas.
“Si uno mira, en 2018 respecto de 2019 bajaron de forma significativa las emergencias ambientales. Convengamos que los niveles del sur son tan altos que tienen muchos días de emergencia, preemergencia y alerta. Entonces, cuando empiezas a mejorar la calidad del aire, lo que vas a observar es que empiezan a reducirse primero las emergencias, porque son los eventos más críticos. Luego se avanza hacia la eliminación de las preemergencias y las alertas, ese es el camino. Entonces, la primera buena noticia es que como país veníamos gestionando la calidad del aire desde la Región Metropolitana hasta Coyhaique con una política de Estado”, afirma.
En términos simples, los planes de descontaminación atmosférica de la zona centro sur se basan en tres ejes estructurantes: las viviendas nuevas se tienen que construir con mejores estándares de aislación térmica, la entrega de subsidios del Ministerio de Vivienda para la aislación térmica de viviendas ya construidas, y el programa de recambio de calefactores del Ministerio del Medio Ambiente.
“Esto es bien importante, porque si un calefactor a leña emite 100 -por ejemplo-, cuando lo reemplazas por un calefactor a pellet este emite 10. Y si usas un sistema a gas o eléctrico, podrías llegar a 5 o a 0. La transformación por el hecho de cambiar los sistemas de calefacción es enorme, y por eso le hemos puesto mucho esfuerzo a este programa de recambio. El año pasado llegamos a recambiar 13 mil calefactores, y este año esperamos superar los 16 mil a nivel nacional”, dice Fernández.
¿Y en qué escenario nos encuentra hoy este problema, como se enfrentará la contaminación este invierno en el marco del avance del coronavirus?
Este invierno lo estamos enfrentando con gestión de episodios críticos prácticamente en todas las ciudades desde la Región Metropolitana hasta Coyhaique. Todas estas ciudades tienes gestión de episodios críticos desde el 1 de abril hasta el 30 de septiembre, y la ventaja de este instrumento es que se hace con un enfoque preventivo, día a día y hora a hora; entonces, como Ministerio del Medio Ambiente tenemos seremis que están coordinados con los intendentes, y con otros seremis regionales, para implementar los planes de descontaminación, implementar y fiscalizar las restricciones, e informar a la comunidad. Mucho de lo que se nos viene para adelante tiene que ver con la información. Es importante dejar bien establecido que el problema que tienen las ciudades entre Rancagua y Coyhaique no son las mega fuentes industriales ni el transporte, sino que es el uso de leña para calefacción.

Esa es la condición base respecto de las fuentes de emisiones, pero en la contaminación también influyen las condiciones climáticas, que varían año a año ¿Cuál era el escenario esperado para este año previo al COVID-19?
Los próximos tres meses, de abril a junio, el pronóstico de la Dirección Meteorológica es de poca lluvia para este período, y en general mañanas más frías. Eso significa condiciones de ventilación no muy buenas, pero en general todos los inviernos tienen complejidades en materia de ventilación. Por eso, cuando se tiene como fuente contaminante el uso de calefacción a leña en gran parte de las ciudades, con viviendas que tienen pobre aislación térmica, el primer llamado -y eso lo hemos conversado con los seremis- es la importancia de la comunicación y la información permanente a la ciudadanía, porque queremos promover una conducta de la gente que sea acorde con la magnitud del problema.
¿Qué tipo de conductas son las que se buscan promover?
Estamos dando recomendaciones de ojalá no usar leña, usar otros combustibles, y en la eventualidad de que no puedan hacerlo que usen leña seca. También recomendaciones de cómo ventilar las viviendas, y cómo informarse. Nosotros tenemos información en línea para todas las ciudades del sur no solo de la calidad del aire, sino también del pronóstico y de las restricciones asociadas. En ese sentido, estamos empujando esta gestión de episodios críticos con el gran instrumento que son los planes de descontaminación.
Hay expertos que advierten que en un escenario de confinamiento masivo aumentará la contaminación por leña en el sur, porque la gente va a estar en las casas. ¿Cómo enfrentarán este escenario?
Lo primero es que tenemos planes de descontaminación, tenemos gestión de episodios críticos, y no la vamos a flexibilizar. Vamos a ser sumamente exigentes con la fiscalización del cumplimiento de los planes, porque lo que queremos es que se contenga lo más posible la emisión de contaminantes atmosféricos. Como todos los inviernos, existe también la gestión de episodios críticos preventiva que tiene que ver con el pronóstico, restricciones, fiscalización y comunicación a la comunidad. Son todos ejes simultáneos. En la relación entre contaminación atmosférica y COVID-19, nosotros no tenemos ninguna duda. Estamos trabajando en la lógica de que las enfermedades respiratorias siempre se ven agravadas por la presencia de contaminación atmosférica, y por eso tenemos una gestión de calidad del aire en todo el país.
De hecho, un reciente estudio de Harvard dice que efectivamente la contaminación agrava la enfermedad, y además ayudaría a la transmisión del virus.
No está tan clara la relación en la transmisión. El estudio de Harvard dice que efectivamente hay una relación entre mayor nivel de contaminación y mayor impacto del coronavirus, pero no está demostrado todavía el mecanismo mediante el cual la contaminación podría ser un vehículo para expandir la enfermedad. Sin duda, es un tema que podrá estudiarse; lo que nosotros estamos haciendo para anticiparnos a ello es profundizar las medidas de gestión de episodios críticos, informar a la comunidad, acelerar nuestro programa de recambio, y sin dudas que vamos a ir a buscar más recursos si están disponibles para ampliar incluso los recambios de calefactores que teníamos programados.
¿En cuánto podría ampliarse ese programa de recambio?
Estamos todavía estudiando el tema, pero venimos empujando el programa de recambio de calefactores para ampliarlo, porque sabemos que es una de las medidas más eficientes para reducir contaminación en un plazo razonable. Lo que estamos viendo en todo el sur de Chile es que las ciudades que tienen recambio de calefactores, que tiene plan y gestión de episodios críticos, han tenido una caída en los episodios y niveles de contaminación. Siguen siendo muy altos, no queremos minimizar el nivel de contaminación que tienen, pero a lo largo de los años ciudades como Temuco, Osorno, Chillán y Coyhaique muestran un avance importante en la reducción de los eventos más críticos, que son las emergencias ambientales.

La gestión de episodios críticos tiene instrumentos como la prohibición del uso de leña en emergencia o preemergencia, dependiendo de cada ciudad. ¿En un escenario de confinamiento y propagación masiva del virus, podría prohibirse la leña no necesariamente en estos escenarios críticos, sino como condición base?
Es una pregunta compleja, porque hay otro elemento que también contribuye a las enfermedades respiratorias, que es el frío. Hay que entender que esto es una mezcla de problemas que hay que manejar de la mejor forma posible. Probablemente no resultaría razonable una prohibición total del uso de leña porque dejaríamos a las familias más vulnerables sin acceso a calefacción, y eso podría ser todavía más grave. Sin embargo, estamos trabajando fuertemente en la programación de la gestión de episodios críticos de todo el invierno, y los gobiernos regionales -por ejemplo en el caso de Temuco- están buscando alternativas para entregarle sistemas de calefacción a la gente que, en días de emergencia y preemergencia, se va a quedar sin poder usar leña. Tenemos que ir anticipándonos y preparándonos para un escenario que sabemos que va a ser muy complejo.
En el caso de Santiago, que tiene una condición distinta, hemos visto que la contaminación del aire por MP2.5 está un 21,6% más baja en promedio, y el NOx entre un 40% y 80% más bajo. Sin duda es en gran parte por la paralización de vehículos, pero ¿cómo se prevé el escenario, si se mantienen las cuarentenas podría ser un invierno con menos contaminación?
Una de las cosas buenas que tienen los planes de descontaminación es que de alguna forma nos bajan al nivel local el problema. Qué significa esto: hemos conversado a nivel general cómo se va a enfrentar el problema en las ciudades de Rancagua al sur, pero probablemente en cada una de ellas va a haber detalles mucho más finos que los están viendo las autoridades locales. En el caso de la Región Metropolitana también es bien especial, porque además de ser la más grande -más de 7 millones de habitantes- tiene una situación de mucho mayor complejidad en términos de sus fuentes contaminantes. Está la industria, el transporte, las residencias… Además la gestión de episodios críticos es más corta, entre mayo y agosto, porque como partió antes tiene los episodios más controlados. Efectivamente, lo que hemos visto al analizar la calidad del aire después de la entrada del coronavirus y las cuarentenas, si bien esta última no afecta a toda la región sino a algunas comunas, es que la reducción del MP2.5 y del NOx se ha dado en toda la región. Y no solo eso, el ruido nocturno ha disminuido en un 75%. Eso muestra que tenemos a la región con un nivel de actividad significativamente más bajo, y eso se traduce en menos emisiones, principalmente del transporte. Eso probablemente se va a mantener así mientras tengamos restricciones de desplazamiento, más aún si estas se van incrementando. No hay que olvidar que, en la medida que vamos entrando al invierno, aumentan las condiciones de mala ventilación y los contaminantes se acumulan. No obstante, uno podría proyectar que en el caso de la Región Metropolitana tendremos un invierno con menores niveles de contaminación si hay restricciones a la circulación de las personas.
La gestión de episodios críticos de Santiago tiene una restricción vehicular que es permanente. En este escenario de menor movilidad de vehículos, de restricción a los desplazamientos, ¿es una medida que se va a mantener este invierno, o está en estudio no aplicarla?
La forma en que se aplica la restricción vehicular es una atribución del Ministerio de Transportes, y como aún no empieza la gestión de episodios críticos en Santiago es algo que no está resuelto. Pero evidentemente, con toda la baja en el nivel de actividad, habrá que evaluar cómo se aplica.
Aún cuando es atribución de Transportes, ¿cuál es la recomendación desde Medio Ambiente en este sentido?
Nuestra recomendación general, como lo dije al principio, es que creemos que no están las condiciones para relajar las medidas que tienen que ver con reducir contaminación atmosférica. Creemos que hay que sostener las medidas, hay que fiscalizarlas, hay que informar a la comunidad, y hay que decir con todas sus letras que existe una relación entre los niveles de contaminación y el agravamiento de enfermedades respiratorias. Esa es una cuestión que siempre hemos sabido, y por lo tanto en este caso lo vamos a mantener y lo vamos a seguir aplicando en nuestra gestión de calidad del aire.

¿Existe, efectivamente, el riesgo de que cuándo se reactive todo el aparato productivo tras la crisis sanitaria se disparen los niveles de contaminación en la ciudad?
Hablemos de la Región Metropolitana, porque el sur está marcado por la contaminación de la leña. En Santiago la principal fuente de contaminación es el transporte, y eso incluye a todos los vehículos. Al reactivarse, se va a hacer a los mismos niveles que existían anteriormente, y por lo tanto eso no significa una contaminación distinta de la que ya conocemos. En esa lógica, lo que nosotros hemos hecho, y con mucho énfasis en 2019 y siempre enfocado en los vehículos, es que sacamos la norma Euro VI para vehículos medianos y livianos, que es una norma país pero que tiene un mayor efecto en la Región Metropolitana. Nosotros no tenemos un parque vehicular particularmente sucio, pero si muy masivo. Las políticas de reducción de niveles de contaminación del transporte vienen determinadas por estas normas de entrada para vehículos.
Ese futuro escenario de reactivación se está viendo también como una oportunidad de cambios, ¿qué oportunidades surgen en materia de descontaminación de las ciudades?
Sin duda se pueden aprovechar, y voy a dar un ejemplo de afuera porque todavía no ha ocurrido un escenario de reactivación. Cuando Obama tuvo que rescatar al sector automotriz de la crisis hace una década atrás, una de las condiciones que le puso fue avanzar en eficiencia energética. Ese es el tipo de cosas -y esto lo digo a título personal- que uno debiera aprovechar en un proceso de reactivación. Buscar cómo, en la reactivación, aprovechas de ganar en términos de eficiencia energética, reducción de contaminación atmosférica y en términos de cambio climático. Las crisis tienen que ser una oportunidad de mejorar. La crisis que tuvimos en Quintero, por ejemplo, que fue una crisis terrible, nos sirvió para sacar un plan de descontaminación, una norma de dióxido de azufre, y hemos visto que los peaks de estos últimos han bajado en más de un 50%. ¿Por qué? Porque la crisis nos sirvió para implementar restricciones más duras que en otros escenario no se habrían podido llevar adelante.
En ese escenario, ¿podrían endurecerse las normas de emisión de material particulado?
Siempre está la posibilidad -y el deber- de revisar las normas y hacerlas más exigentes. La norma de dióxido de azufre que se revisó y publicó el año pasado se hizo más exigente en el nivel anual, en el nivel diario, y se creó un nivel de una hora que no existía. Siempre se puede, todas las normas se tienen que revisar, y la revisión se hace para hacerlas más exigentes. Sin duda que se puede.
Otra oportunidad está en la nueva NDC de Chile, el compromiso país de acción climática, que incorpora una variable de contaminación local a través del mecanismo de reducción de los niveles de carbono negro en un 25%. ¿Qué beneficios tiene a nivel de contaminación atmosférica?
En Chile, a diferencia de muchos países de la región, tenemos mayor contaminación atmosférica por las condiciones particulares que señalé anteriormente. Como país hemos venido reduciendo black carbón en forma importante, porque hemos ido detrás de las partículas finas. El carbono negro y las partículas finas son de la misma familia, son la misma cosa, entonces si hacemos el trabajo de reducir la contaminación atmosférica vale por dos, porque estamos reduciendo black carbón. Cuando se estableció una norma para las termoeléctricas lo que más se redujo fue carbono negro, de forma muy importante. Lo mismo cuando se hace recambio de calefactores, o cuando hace más de una década establecimos las exigencias de filtros de partículas para los vehículos livianos o las mejoras a los combustibles. Las próximas normas que vamos a revisar son las de vehículos pesados, y eso es pura reducción de carbono negro, de material particulado y mejor salud para las personas. Para nosotros esta discusión entre cambio climático y contaminación atmosférica en la práctica no existe, es una sola cosa, porque los tubos de escape y las chimeneas son las mismas.
¿Pero como se aterriza esto, porque la base de reducción de un 25% de carbono negro establecida en la NDC es el año 2016, cuando muchas de estas medidas ya estaban implementadas?
Todavía quedan fuentes que no han hecho grandes esfuerzos. Nos queda mucho que reducir en la leña, por ejemplo. Nos queda por reducir en alguna parte del sector industrial, en los vehículos pesados, en el transporte público de regiones, porque en Santiago los buses están entrando con filtro de partículas pero el resto del país no. Entonces, si empiezas a buscar cuáles son las fuentes, son las mismas que estamos buscando para seguir mejorando la calidad del aire. Para quienes trabajamos en contaminación atmosférica, incorporar esto en la NDC es una tremenda noticia porque es un impulso adicional a un trabajo que tenemos que hacer de todas formas.
¿En materia de leña, esto viene de la mano de una política mucho más amplia en materia de recambio de calefactores, por ejemplo?
Lo que ya se está haciendo, se tiene que hacer con mayor intensidad, y se tiene que hacer en lugares donde no se está haciendo todavía. Aún quedan ciudades que no tienen gestión de calidad del aire, o que no tienen recambio de calefactores ni normas de entrada para viviendas nuevas. Entonces, el primer esfuerzo es que tengamos a la zona centro sur de Chile completa con nuevos estándares de aislación térmica de viviendas, por ejemplo. Pero sí, las líneas de trabajo son probablemente las mismas pero con una mayor profundidad y alcance.
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Fuente: País Circular, Martes 14 abril de 2020
 

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