Jueves, Marzo 28, 2024

El (mal) aire que respiramos: CR2 lanza informe sobre el impacto de la contaminación atmosférica en Chile

PAÍS CIRCULAR – Entre sus principales conclusiones, afirma que si bien ha existido una mejoría en la calidad del aire en las últimas décadas, esta aún es insuficiente. Agrega que es necesario enfrentar el problema de la leña y la pobreza energética, lo que requiere de superar un conjunto de barreras para enfrentar la transición hacia otras fuentes de energía, y da cuenta de como los factores de vulnerabilidad y pobreza multidimensional de las comunas impactan en una peor calidad del aire. En cuanto al Covid-19, el reporte indica que “en las comunas con mayor exposición crónica a la contaminación por MP2,5 y MP10 (material particulado grueso) se observa, en general, una mayor tasa de incidencia y mortalidad por Covid-19”.
Cada año en Chile, más de 10 millones de personas están expuestas a concentraciones de material particulado fino -conocido como MP2,5 y el más perjudicial para la salud- que superan las normas establecidas en el país en esta materia, los que implica severos impactos para la salud de los habitantes de prácticamente todas las ciudades de la zona centro sur del país, principalmente.
Y si bien en las últimas décadas se advierte una mejoría paulatina de la calidad del aire en la medida que se han implementado los planes de descontaminación, y políticas públicas para el monitoreo y control de emisiones, dicha mejoría aún no es suficiente, y tampoco la evidencia sobre la eficacia y efectividad de las políticas implementadas.
Esta es una de las principales conclusiones del Informe a las Naciones “El aire que respiramos: pasado, presente y futuro – Contaminación atmosférica en el centro y sur de Chile” lanzado esta semana por el Centro del Clima y la Resiliencia (CR2), y que fue realizado por investigadores de la Universidad de Chile, la Universidad de Concepción y la Universidad Austral.
“Los actuales esfuerzos para mejorar la calidad del aire están lejos de ser suficientes. Es primordial comprender que la contaminación atmosférica es un problema ambiental de gran complejidad, que requiere medidas más ambiciosas e integrales que las actuales, apuntando al mejoramiento de la calidad de las viviendas, y que combustibles y tecnologías menos contaminantes sean más asequibles a la población”, afirmó Nicolás Huneeus, coordinador del documento.
La investigación hace un repaso de los avances y desafíos en la descontaminación de las ciudades. En el primer aspecto, por ejemplo, da cuenta de una tendencia a la disminución en la concentración de MP2,5 de 0,85 microgramos por metro cúbico (ug/m3) por año entre 2001 y 2011, matendiéndose relativamente estable desde entonces, mientras que para Coyhaique la disminución de las concentraciones ha marcado una tasa de 1.73 ug/m3 entre 2013 y 2020.
No obstante ello, agrega el reporte, al analizar el cumplimiento de la norma diaria de MP2,5, de las 22 localidades de la zona centro y sur de Chile que tienen datos para el periodo 2017-2019, 18 de ellas sobrepasan esta norma. Y según este indicador, las cinco ciudades con peor calidad del aire son: Coyhaique, Puerto Montt, Osorno, Temuco y Chillán. Adicionalmente, siete de las 18 localidades que exceden la norma diaria no cuentan con un Plan de Descontaminación Atmosférica (PDA) vigente para MP2,5, mientras que cuatro localidades que sí poseen PDA no han disminuido este indicador con respecto al año 2017, como ocurre en las ciudades de Chillán y Los Ángeles.
Dentro de las problemáticas asociadas a la contaminación atmosférica por MP2,5, se sabe que es la causa alrededor de 3.000 hospitalizaciones y cerca de 4.500 muertes al año en Chile, y son múltiples las actividades humanas que influyen en los niveles de emisión de este contaminante, como el transporte, la industria y el uso de leña en los hogares.
A nivel nacional -señala el reporte- el sector residencial representó el 94 % de las emisiones de MP2,5 del año 2017 debido al uso de leña para calefacción y cocción de alimentos, las que se distribuyeron de manera diferenciada a lo largo del país. Las que contaron con mayores emisiones anuales fueron Osorno, Temuco, Valdivia, Coyhaique, Chillán y Los Ángeles, que poseen políticas de calidad del aire, además de Puerto Montt y Puerto Aysén, que no cuentan con regulaciones en esta materia.
Por su parte, agrega, la industria y el sector energía son muy relevantes para las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOX), representando el 47 % de las emisiones de este contaminante en el país, y sobre el 95 % en ocho comunas: Puchuncaví, Huasco, Tocopilla, Mejillones, San Gregorio, Primavera, Ranquil y Nacimiento. En cuanto a emisiones de MP2,5 industria y energía representan solo el 5 % del total a nivel nacional, aunque en 19 comunas (Machalí, Puchuncaví, Antofagasta, y Diego de Almagro, entre otras) pueden llegar a representar más del 50%.
En cuanto al transporte, este se concentra como fuente de emisión de contaminantes en zonas urbanas, especialmente en las principales ciudades del país. Los vehículos con motores de combustión generan, principalmente MP2,5, monóxido de carbono (CO), NOX y compuestos orgánicos volátiles (COV). “El año 2017, a nivel nacional, el transporte vial representó un 1% del MP2,5 directo anual, aunque en las comunas de Alto Hospicio, Vallenar y Pudahuel llegó a más de 80% y, en la provincia de Santiago, representó más de un 50% de las emisiones anuales en siete de sus 45 comunas. En términos de NOX, el sector transporte representa el 42% de las emisiones totales en el país, aunque en 92 comunas representa más del 90%”, indica.


La leña, la “pobreza energética” y la pobreza multidimensional
Para enfrentar estos altos índices de polución en Chile, la regulación del uso de la leña aparece como fundamental. Al realizar un análisis de la contaminación desde el punto de vista sociocultural, el reporte indica que la leña, como combustible, es valorada tanto por su poder calórico como por su menor precio, y además porque se puede acceder a ella por medios distintos a dinero, como la recolección propia. A estos e suma el arraigo cultural de las cocinas a leña,  por su multifuncionalidad -permiten cocinar y calentarse-, que el frío sigue siendo percibido como un problema mayor que la contaminación, y la precariedad térmica de las viviendas que no permiten retener el calor.
Y ante ese escenario, si bien la mayoría de los hogares muestra disposición a cambiar la leña por otros combustibles, princialmente en las generaciones más jóvenes, esto se ve frenado por el alto costo que implican las otras alternativas.
Al respecto, señala el estudio, “de manera transversal, se suele mencionar como solución la posibilidad de que el Estado genere un subsidio al gas natural y/o a la electricidad, considerando este beneficio para toda la población, como funciona, por ejemplo, en Magallanes. Pese a esto, además de consideraciones geopolíticas, es importante considerar la evaluación de la viabilidad técnico-científica de medidas como estas, y los impactos que, a su vez, podrían tener sobre el medioambiente y los desafíos de transición energética”.
A esto se suma un segundo factor, denominado “pobreza energética”, que se refiere a los hogares con falta de acceso equitativo a servicios energéticos de alta calidad para satisfacer sus necesidades básicas y fundamentales de energía. Esto implica, por ejemplo, que si un hogar se cambia de leña a pellet, que es un combustible más eficiente per más costoso, los hogares sin aportes compensatorios verán reducidos sus presupuestos familiares, complejizando esta transición y aumentando la resistencia al cambio, o el retorno a tecnologías más contaminantes.
“Por ejemplo -señala el reporte-, en las regiones del Biobío y de Ñuble, donde el uso de leña es ineficiente y se posee una demanda energética menor comparada con regiones de más al sur de Chile, el pellet de madera es una alternativa costo-efectiva conveniente para los hogares, observándose un efecto rebote menor al 1 %. Sin embargo, en regiones como Los Ríos, Los Lagos y Aysén, el efecto rebote es mayor, con un 19 %, 24 % y 25 % menor de reducción de emisiones respecto al escenario sin efecto rebote, respectivamente (…) Si bien el recambio de calefactores reduce en mayor medida las emisiones de MP2,5, es una medida con mayor riesgo de implementación al producir mayor presión sobre el presupuesto familiar”.
A esto se suman los impactos en un contexto de desigualdad ambiental y vulnerabilidad. Por ejemplo, el informe muestra que las comunas con mayor pobreza multidimensional están expuestas a 4,7 ug/m3 más de concentración de MP2,5 que aquellas con menores niveles de pobreza multidimensional.
Esto se replica en el caso de la Región Metropolitana, señala el reporte, donde “el nivel de contaminación en una comuna está relacionado con el nivel de pobreza de las comunas aledañas, permitiendo observar la existencia de un grupo de comunas con poca contaminación rodeadas de comunas con poca pobreza en la zona oriente, y otro grupo de comunas con alta contaminación rodeadas de comunas con alta pobreza en la zona sur-poniente. Este resultado muestra que, además de la distribución desigual de la contaminación atmosférica, existe una forma de segregación de la calidad ambiental que también tiene relación con otros patrones de desigualdad”.
Y al comparar las comunas con mayor y menor proporción de población originaria, se observa que aquellas que están en el 10% superior están expuestas a 4,7 ug/m3 más de MP2,5 que las que tienen menores niveles de población perteneciente a algún pueblo originario. Del mismo modo, al comparar según la proporción de población migrante, se puede ver que las comunas del decil con mayor proporción de personas migrantes están expuestas a 9,3 ug/m3 más de MP2,5, respecto a las del decil con menor cantidad.


Impacto de las políticas de mitigación, del cambio climático y del Covid-19
El informe elaborado por el CR2 analiza también los escanarios esperados en materia de contaminación del aire. Y al respecto, señala, de mantenerse el escenario actual -en que la leña sigue siendo el combustible más asequible y las políticas públicas no logran revertir esta tendencia- la cantidad de viviendas que consumen leña aumentaría en un 11% en las regiones del centro y sur durante el periodo 2017- 2050, y con ello también las emisiones de MP2,5 en un 16% respecto al año inicial.
Al analizar un escenario comunal, que considera que el mejoramiento de la aislación térmica y el recambio de calefactores comprometidos en los planes de descontaminación atmosférica (PDA) vigentes se mantienen hasta 2050, las emisiones de MP2,5 totales en la zona centro sur disminuirían en un 3% respecto a 2017. Mientras en las comunas con PDA se reducirín en promedio 43%, en las que no lo tiene aumentaría en un 17%.
Y si estas medidas se aplicaran a un escenario regional, plantea el documento, es decir a todas las comunas de las regiones del centro y sur del país, a un ritmo anual cercano a los 22.000 subsidios para el mejoramiento de viviendas y 35.000 recambios de calefactores de leña a pellet de madera hasta el año 2050, las emisiones de MP2,5 se reducirían un 48% en el centro y sur, especialmente en comunas de las regiones de Los Lagos y Aysén, donde sus emisiones totales se reducen entre un 77% y un 79%, respectivamente, en comparación con los niveles del año 2017.
“Las simulaciones numéricas sugieren que, bajo el escenario más ambicioso (escenario regional), los números se reducen aproximadamente a un 81%, 54% y 19% para alertas, preemergencias y emergencias, respectivamente (…) Adicionalmente, bajo ese escenario, las muertes a causa de la contaminación por MP2,5 disminuyen en un 70 % con respecto a las muertes actuales para la población que habita entre Rancagua y Coyhaique”, señala el estudio.
En cuanto al potencial efecto del cambio climático en la contaminación por MP2,5 en el centro y sur del país, el estudio indica que este también influiría en la problemática porque, entre otras cosas, se verán afectadas las condiciones de mezcla y ventilación de contaminantes artmosféricos. Los resultados indican un patrón de cambio distintivo, caracterizado por un aumento en la frecuencia de días de invierno con una capa de mezcla confinada en el centro y sur de Chile.
“Esta proyección, desfavorable a la dispersión de contaminantes, afecta principalmente a las regiones del Biobío y de La Araucanía. En otras regiones, se proyecta un impacto de menor magnitud e incluso cambios favorables a una mayor ventilación atmosférica en la zona centro y norte del país. De acuerdo con este patrón, la proyección es incierta en Santiago, con una disminución media leve de casos de capa de mezcla confinada dentro de un rango de incertidumbre elevado. En cambio, en Temuco se prevé un aumento en torno a un 20% en el número de días de invierno con baja ventilación atmosférica para la década de 2050”, indica el reporte.
Adicionalmente, el informe realiza un análisis del impacto de la pandemia por coronavirus en la calidad del aire en Chile. Y entre otros análisis, indica que “en las comunas con mayor exposición crónica a la contaminación por MP2,5 y MP10 (material particulado grueso) se observa, en general, una mayor tasa de incidencia y mortalidad por Covid-19”.
“En las comunas de la Quinta a la Décima región, los resultados muestran que la tasa de incidencia y mortalidad por Covid-19 están significativamente relacionadas con los niveles de exposición crónica a MP2,5 y MP10, y otros de los indicadores de ajuste incluidos. En el caso de la tasa de incidencia, por cada microgramo por metro cúbico de aumento de MP2,5 y MP10 a nivel comunal, la incidencia aumentó en 2,7% y 1,9%, respectivamente. En el caso de la tasa de mortalidad, cada microgramo por metro cúbico de aumento de MP2,5 y MP10 significó un incremento de la mortalidad en 1,9% y 1,3%, respectivamente”, agrega el reporte.
Las restricciones y confinamientos impuestos por la crisis sanitaria también tuvieron un impacto en una mejor calidad del aire, debido principalmente al menor flujo vehicular. En abril, en la Región Metropolitana las emisiones de MP2,5 se redujeron en un 92% en las comunas en cuarentena, mientars que en las comunas sin restricción esta baja fue de un 46%.
Sin embargo, señala el reporte, estos parecen ser casos puntuales: “Si se comparan los meses de marzo a junio de 2020 con el mismo periodo de los años 2014 a 2019, hallamos concentraciones medias mensuales de MP2,5 más bajas respecto de las ocurridas este año y eso sin las restricciones implementadas durante la pandemia. La única excepción es junio de 2020, cuya disminución en las concentraciones se debió a las numerosas precipitaciones ocurridas durante dicho mes (…) A pesar de todas las restricciones de movilidad que se han implementado en ciudades como Temuco y Santiago, en promedio, la calidad del aire no ha sido mejor que en años anteriores”.
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Fuente: País Circular, Miércoles 09 de Septiembre de 2020

PAÍS CIRCULAR – Entre sus principales conclusiones, afirma que si bien ha existido una mejoría en la calidad del aire en las últimas décadas, esta aún es insuficiente. Agrega que es necesario enfrentar el problema de la leña y la pobreza energética, lo que requiere de superar un conjunto de barreras para enfrentar la transición hacia otras fuentes de energía, y da cuenta de como los factores de vulnerabilidad y pobreza multidimensional de las comunas impactan en una peor calidad del aire. En cuanto al Covid-19, el reporte indica que “en las comunas con mayor exposición crónica a la contaminación por MP2,5 y MP10 (material particulado grueso) se observa, en general, una mayor tasa de incidencia y mortalidad por Covid-19”.
Cada año en Chile, más de 10 millones de personas están expuestas a concentraciones de material particulado fino -conocido como MP2,5 y el más perjudicial para la salud- que superan las normas establecidas en el país en esta materia, los que implica severos impactos para la salud de los habitantes de prácticamente todas las ciudades de la zona centro sur del país, principalmente.
Y si bien en las últimas décadas se advierte una mejoría paulatina de la calidad del aire en la medida que se han implementado los planes de descontaminación, y políticas públicas para el monitoreo y control de emisiones, dicha mejoría aún no es suficiente, y tampoco la evidencia sobre la eficacia y efectividad de las políticas implementadas.
Esta es una de las principales conclusiones del Informe a las Naciones “El aire que respiramos: pasado, presente y futuro – Contaminación atmosférica en el centro y sur de Chile” lanzado esta semana por el Centro del Clima y la Resiliencia (CR2), y que fue realizado por investigadores de la Universidad de Chile, la Universidad de Concepción y la Universidad Austral.
“Los actuales esfuerzos para mejorar la calidad del aire están lejos de ser suficientes. Es primordial comprender que la contaminación atmosférica es un problema ambiental de gran complejidad, que requiere medidas más ambiciosas e integrales que las actuales, apuntando al mejoramiento de la calidad de las viviendas, y que combustibles y tecnologías menos contaminantes sean más asequibles a la población”, afirmó Nicolás Huneeus, coordinador del documento.
La investigación hace un repaso de los avances y desafíos en la descontaminación de las ciudades. En el primer aspecto, por ejemplo, da cuenta de una tendencia a la disminución en la concentración de MP2,5 de 0,85 microgramos por metro cúbico (ug/m3) por año entre 2001 y 2011, matendiéndose relativamente estable desde entonces, mientras que para Coyhaique la disminución de las concentraciones ha marcado una tasa de 1.73 ug/m3 entre 2013 y 2020.
No obstante ello, agrega el reporte, al analizar el cumplimiento de la norma diaria de MP2,5, de las 22 localidades de la zona centro y sur de Chile que tienen datos para el periodo 2017-2019, 18 de ellas sobrepasan esta norma. Y según este indicador, las cinco ciudades con peor calidad del aire son: Coyhaique, Puerto Montt, Osorno, Temuco y Chillán. Adicionalmente, siete de las 18 localidades que exceden la norma diaria no cuentan con un Plan de Descontaminación Atmosférica (PDA) vigente para MP2,5, mientras que cuatro localidades que sí poseen PDA no han disminuido este indicador con respecto al año 2017, como ocurre en las ciudades de Chillán y Los Ángeles.
Dentro de las problemáticas asociadas a la contaminación atmosférica por MP2,5, se sabe que es la causa alrededor de 3.000 hospitalizaciones y cerca de 4.500 muertes al año en Chile, y son múltiples las actividades humanas que influyen en los niveles de emisión de este contaminante, como el transporte, la industria y el uso de leña en los hogares.
A nivel nacional -señala el reporte- el sector residencial representó el 94 % de las emisiones de MP2,5 del año 2017 debido al uso de leña para calefacción y cocción de alimentos, las que se distribuyeron de manera diferenciada a lo largo del país. Las que contaron con mayores emisiones anuales fueron Osorno, Temuco, Valdivia, Coyhaique, Chillán y Los Ángeles, que poseen políticas de calidad del aire, además de Puerto Montt y Puerto Aysén, que no cuentan con regulaciones en esta materia.
Por su parte, agrega, la industria y el sector energía son muy relevantes para las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOX), representando el 47 % de las emisiones de este contaminante en el país, y sobre el 95 % en ocho comunas: Puchuncaví, Huasco, Tocopilla, Mejillones, San Gregorio, Primavera, Ranquil y Nacimiento. En cuanto a emisiones de MP2,5 industria y energía representan solo el 5 % del total a nivel nacional, aunque en 19 comunas (Machalí, Puchuncaví, Antofagasta, y Diego de Almagro, entre otras) pueden llegar a representar más del 50%.
En cuanto al transporte, este se concentra como fuente de emisión de contaminantes en zonas urbanas, especialmente en las principales ciudades del país. Los vehículos con motores de combustión generan, principalmente MP2,5, monóxido de carbono (CO), NOX y compuestos orgánicos volátiles (COV). “El año 2017, a nivel nacional, el transporte vial representó un 1% del MP2,5 directo anual, aunque en las comunas de Alto Hospicio, Vallenar y Pudahuel llegó a más de 80% y, en la provincia de Santiago, representó más de un 50% de las emisiones anuales en siete de sus 45 comunas. En términos de NOX, el sector transporte representa el 42% de las emisiones totales en el país, aunque en 92 comunas representa más del 90%”, indica.


La leña, la “pobreza energética” y la pobreza multidimensional
Para enfrentar estos altos índices de polución en Chile, la regulación del uso de la leña aparece como fundamental. Al realizar un análisis de la contaminación desde el punto de vista sociocultural, el reporte indica que la leña, como combustible, es valorada tanto por su poder calórico como por su menor precio, y además porque se puede acceder a ella por medios distintos a dinero, como la recolección propia. A estos e suma el arraigo cultural de las cocinas a leña,  por su multifuncionalidad -permiten cocinar y calentarse-, que el frío sigue siendo percibido como un problema mayor que la contaminación, y la precariedad térmica de las viviendas que no permiten retener el calor.
Y ante ese escenario, si bien la mayoría de los hogares muestra disposición a cambiar la leña por otros combustibles, princialmente en las generaciones más jóvenes, esto se ve frenado por el alto costo que implican las otras alternativas.
Al respecto, señala el estudio, “de manera transversal, se suele mencionar como solución la posibilidad de que el Estado genere un subsidio al gas natural y/o a la electricidad, considerando este beneficio para toda la población, como funciona, por ejemplo, en Magallanes. Pese a esto, además de consideraciones geopolíticas, es importante considerar la evaluación de la viabilidad técnico-científica de medidas como estas, y los impactos que, a su vez, podrían tener sobre el medioambiente y los desafíos de transición energética”.
A esto se suma un segundo factor, denominado “pobreza energética”, que se refiere a los hogares con falta de acceso equitativo a servicios energéticos de alta calidad para satisfacer sus necesidades básicas y fundamentales de energía. Esto implica, por ejemplo, que si un hogar se cambia de leña a pellet, que es un combustible más eficiente per más costoso, los hogares sin aportes compensatorios verán reducidos sus presupuestos familiares, complejizando esta transición y aumentando la resistencia al cambio, o el retorno a tecnologías más contaminantes.
“Por ejemplo -señala el reporte-, en las regiones del Biobío y de Ñuble, donde el uso de leña es ineficiente y se posee una demanda energética menor comparada con regiones de más al sur de Chile, el pellet de madera es una alternativa costo-efectiva conveniente para los hogares, observándose un efecto rebote menor al 1 %. Sin embargo, en regiones como Los Ríos, Los Lagos y Aysén, el efecto rebote es mayor, con un 19 %, 24 % y 25 % menor de reducción de emisiones respecto al escenario sin efecto rebote, respectivamente (…) Si bien el recambio de calefactores reduce en mayor medida las emisiones de MP2,5, es una medida con mayor riesgo de implementación al producir mayor presión sobre el presupuesto familiar”.
A esto se suman los impactos en un contexto de desigualdad ambiental y vulnerabilidad. Por ejemplo, el informe muestra que las comunas con mayor pobreza multidimensional están expuestas a 4,7 ug/m3 más de concentración de MP2,5 que aquellas con menores niveles de pobreza multidimensional.
Esto se replica en el caso de la Región Metropolitana, señala el reporte, donde “el nivel de contaminación en una comuna está relacionado con el nivel de pobreza de las comunas aledañas, permitiendo observar la existencia de un grupo de comunas con poca contaminación rodeadas de comunas con poca pobreza en la zona oriente, y otro grupo de comunas con alta contaminación rodeadas de comunas con alta pobreza en la zona sur-poniente. Este resultado muestra que, además de la distribución desigual de la contaminación atmosférica, existe una forma de segregación de la calidad ambiental que también tiene relación con otros patrones de desigualdad”.
Y al comparar las comunas con mayor y menor proporción de población originaria, se observa que aquellas que están en el 10% superior están expuestas a 4,7 ug/m3 más de MP2,5 que las que tienen menores niveles de población perteneciente a algún pueblo originario. Del mismo modo, al comparar según la proporción de población migrante, se puede ver que las comunas del decil con mayor proporción de personas migrantes están expuestas a 9,3 ug/m3 más de MP2,5, respecto a las del decil con menor cantidad.


Impacto de las políticas de mitigación, del cambio climático y del Covid-19
El informe elaborado por el CR2 analiza también los escanarios esperados en materia de contaminación del aire. Y al respecto, señala, de mantenerse el escenario actual -en que la leña sigue siendo el combustible más asequible y las políticas públicas no logran revertir esta tendencia- la cantidad de viviendas que consumen leña aumentaría en un 11% en las regiones del centro y sur durante el periodo 2017- 2050, y con ello también las emisiones de MP2,5 en un 16% respecto al año inicial.
Al analizar un escenario comunal, que considera que el mejoramiento de la aislación térmica y el recambio de calefactores comprometidos en los planes de descontaminación atmosférica (PDA) vigentes se mantienen hasta 2050, las emisiones de MP2,5 totales en la zona centro sur disminuirían en un 3% respecto a 2017. Mientras en las comunas con PDA se reducirín en promedio 43%, en las que no lo tiene aumentaría en un 17%.
Y si estas medidas se aplicaran a un escenario regional, plantea el documento, es decir a todas las comunas de las regiones del centro y sur del país, a un ritmo anual cercano a los 22.000 subsidios para el mejoramiento de viviendas y 35.000 recambios de calefactores de leña a pellet de madera hasta el año 2050, las emisiones de MP2,5 se reducirían un 48% en el centro y sur, especialmente en comunas de las regiones de Los Lagos y Aysén, donde sus emisiones totales se reducen entre un 77% y un 79%, respectivamente, en comparación con los niveles del año 2017.
“Las simulaciones numéricas sugieren que, bajo el escenario más ambicioso (escenario regional), los números se reducen aproximadamente a un 81%, 54% y 19% para alertas, preemergencias y emergencias, respectivamente (…) Adicionalmente, bajo ese escenario, las muertes a causa de la contaminación por MP2,5 disminuyen en un 70 % con respecto a las muertes actuales para la población que habita entre Rancagua y Coyhaique”, señala el estudio.
En cuanto al potencial efecto del cambio climático en la contaminación por MP2,5 en el centro y sur del país, el estudio indica que este también influiría en la problemática porque, entre otras cosas, se verán afectadas las condiciones de mezcla y ventilación de contaminantes artmosféricos. Los resultados indican un patrón de cambio distintivo, caracterizado por un aumento en la frecuencia de días de invierno con una capa de mezcla confinada en el centro y sur de Chile.
“Esta proyección, desfavorable a la dispersión de contaminantes, afecta principalmente a las regiones del Biobío y de La Araucanía. En otras regiones, se proyecta un impacto de menor magnitud e incluso cambios favorables a una mayor ventilación atmosférica en la zona centro y norte del país. De acuerdo con este patrón, la proyección es incierta en Santiago, con una disminución media leve de casos de capa de mezcla confinada dentro de un rango de incertidumbre elevado. En cambio, en Temuco se prevé un aumento en torno a un 20% en el número de días de invierno con baja ventilación atmosférica para la década de 2050”, indica el reporte.
Adicionalmente, el informe realiza un análisis del impacto de la pandemia por coronavirus en la calidad del aire en Chile. Y entre otros análisis, indica que “en las comunas con mayor exposición crónica a la contaminación por MP2,5 y MP10 (material particulado grueso) se observa, en general, una mayor tasa de incidencia y mortalidad por Covid-19”.
“En las comunas de la Quinta a la Décima región, los resultados muestran que la tasa de incidencia y mortalidad por Covid-19 están significativamente relacionadas con los niveles de exposición crónica a MP2,5 y MP10, y otros de los indicadores de ajuste incluidos. En el caso de la tasa de incidencia, por cada microgramo por metro cúbico de aumento de MP2,5 y MP10 a nivel comunal, la incidencia aumentó en 2,7% y 1,9%, respectivamente. En el caso de la tasa de mortalidad, cada microgramo por metro cúbico de aumento de MP2,5 y MP10 significó un incremento de la mortalidad en 1,9% y 1,3%, respectivamente”, agrega el reporte.
Las restricciones y confinamientos impuestos por la crisis sanitaria también tuvieron un impacto en una mejor calidad del aire, debido principalmente al menor flujo vehicular. En abril, en la Región Metropolitana las emisiones de MP2,5 se redujeron en un 92% en las comunas en cuarentena, mientars que en las comunas sin restricción esta baja fue de un 46%.
Sin embargo, señala el reporte, estos parecen ser casos puntuales: “Si se comparan los meses de marzo a junio de 2020 con el mismo periodo de los años 2014 a 2019, hallamos concentraciones medias mensuales de MP2,5 más bajas respecto de las ocurridas este año y eso sin las restricciones implementadas durante la pandemia. La única excepción es junio de 2020, cuya disminución en las concentraciones se debió a las numerosas precipitaciones ocurridas durante dicho mes (…) A pesar de todas las restricciones de movilidad que se han implementado en ciudades como Temuco y Santiago, en promedio, la calidad del aire no ha sido mejor que en años anteriores”.
Ver artículo
Fuente: País Circular, Miércoles 09 de Septiembre de 2020

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