Martes, Abril 16, 2024

Los empresarios y su estrategia digital

EL MERCURIO – La humanidad se encuentra en medio de un proceso de transformación digital de una magnitud que solo será posible advertir con claridad cuando se examine en retrospectiva. En efecto, se está creando una especie de universo paralelo al de la realidad tradicional, que crecientemente representa a esta por medios digitales; los procesos productivos y los servicios están siendo monitoreados digitalizando los datos que generan, permitiendo un control mucho más preciso de todo lo que en ellos ocurre. Todo esto, acompañado de la instantaneidad que la transmisión de datos por internet consigue. La Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) ha identificado la masividad del fenómeno y el impacto que puede tener en la vida rutinaria del país, y ha elaborado una estrategia digital para abordarlo.

Desde la perspectiva de las empresas, la digitalización, por una parte, aumenta la productividad en la provisión de bienes y servicios que ellas entregan, permitiendo elevar los salarios y el estándar de vida de sus trabajadores; por otra, mejora la atención que dichas empresas pueden brindar a la ciudadanía, impulsando la transparencia en sus actividades y permitiendo una mayor fluidez en la interfaz con el público en los procesos de ventas de productos o servicios, por la facilidad con que la información manejada digitalmente se hace disponible. Además, la digitalización facilita el teletrabajo, otorgando flexibilidad a los trabajadores en materia de horarios y lugares de labores, liberándolos potencialmente de tener que desplazarse diariamente a espacios lejanos de sus hogares en horarios estrictamente definidos.

Pero para que todas estas ventajas sean aprovechadas de manera integral por la sociedad, se hace necesario que las nuevas generaciones conozcan el lenguaje y la lógica que están detrás de los procesos digitales. Buena parte de ello se concentra en la programación, que es cada vez más ubicua en las sociedades digitales, pero no solo en ella. Por esa razón, la estrategia digital de la CPC incorpora a la educación como elemento pivotal dentro de las propuestas de políticas públicas que apuntan a la transformación digital del país. Ello implica renovar el currículo escolar y de los centros de educación superior, incorporando el pensamiento computacional y sus potencialidades creativas e innovadoras, así como intensificando la educación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, por sus siglas en inglés). Por cierto, ello va más allá de lo que la CPC por sí sola pueda realizar. Un esfuerzo de este tipo corresponde que sea impulsado también desde el Estado.

A este respecto, la estrategia digital que el Gobierno ha dado a conocer hasta ahora parece insuficiente. Propender a que la población acceda digitalmente a los servicios que el Estado provee, evitando así los papeles, y, además, que sea el Estado el que surta digitalmente la información que ya posee, para que las personas la utilicen en sus trámites, es un evidente avance. Sin embargo, la tecnología actual puede hacer mucho más. Por ejemplo, llevar registros actualizados de casi todo mediante la tecnología blockchain , incluyendo la salud, los vehículos motorizados y la información -no el dominio- sobre propiedades, además de las transacciones que involucren. Es factible también manejar información digital innominada (o encriptadamente nominada) de la población para mejorar las políticas públicas y las estadísticas de incontables variables, entre muchas posibilidades.

Por todo lo anterior, la CPC hace bien en darle centralidad a su estrategia digital, aunque siempre es bueno recordar que, en el cambiante contexto social chileno, los desafíos de esa organización empresarial no se agotan en ella.

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Fuente: El Mercurio, Jueves 21 de junio de 2018

EL MERCURIO – La humanidad se encuentra en medio de un proceso de transformación digital de una magnitud que solo será posible advertir con claridad cuando se examine en retrospectiva. En efecto, se está creando una especie de universo paralelo al de la realidad tradicional, que crecientemente representa a esta por medios digitales; los procesos productivos y los servicios están siendo monitoreados digitalizando los datos que generan, permitiendo un control mucho más preciso de todo lo que en ellos ocurre. Todo esto, acompañado de la instantaneidad que la transmisión de datos por internet consigue. La Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) ha identificado la masividad del fenómeno y el impacto que puede tener en la vida rutinaria del país, y ha elaborado una estrategia digital para abordarlo.

Desde la perspectiva de las empresas, la digitalización, por una parte, aumenta la productividad en la provisión de bienes y servicios que ellas entregan, permitiendo elevar los salarios y el estándar de vida de sus trabajadores; por otra, mejora la atención que dichas empresas pueden brindar a la ciudadanía, impulsando la transparencia en sus actividades y permitiendo una mayor fluidez en la interfaz con el público en los procesos de ventas de productos o servicios, por la facilidad con que la información manejada digitalmente se hace disponible. Además, la digitalización facilita el teletrabajo, otorgando flexibilidad a los trabajadores en materia de horarios y lugares de labores, liberándolos potencialmente de tener que desplazarse diariamente a espacios lejanos de sus hogares en horarios estrictamente definidos.

Pero para que todas estas ventajas sean aprovechadas de manera integral por la sociedad, se hace necesario que las nuevas generaciones conozcan el lenguaje y la lógica que están detrás de los procesos digitales. Buena parte de ello se concentra en la programación, que es cada vez más ubicua en las sociedades digitales, pero no solo en ella. Por esa razón, la estrategia digital de la CPC incorpora a la educación como elemento pivotal dentro de las propuestas de políticas públicas que apuntan a la transformación digital del país. Ello implica renovar el currículo escolar y de los centros de educación superior, incorporando el pensamiento computacional y sus potencialidades creativas e innovadoras, así como intensificando la educación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, por sus siglas en inglés). Por cierto, ello va más allá de lo que la CPC por sí sola pueda realizar. Un esfuerzo de este tipo corresponde que sea impulsado también desde el Estado.

A este respecto, la estrategia digital que el Gobierno ha dado a conocer hasta ahora parece insuficiente. Propender a que la población acceda digitalmente a los servicios que el Estado provee, evitando así los papeles, y, además, que sea el Estado el que surta digitalmente la información que ya posee, para que las personas la utilicen en sus trámites, es un evidente avance. Sin embargo, la tecnología actual puede hacer mucho más. Por ejemplo, llevar registros actualizados de casi todo mediante la tecnología blockchain , incluyendo la salud, los vehículos motorizados y la información -no el dominio- sobre propiedades, además de las transacciones que involucren. Es factible también manejar información digital innominada (o encriptadamente nominada) de la población para mejorar las políticas públicas y las estadísticas de incontables variables, entre muchas posibilidades.

Por todo lo anterior, la CPC hace bien en darle centralidad a su estrategia digital, aunque siempre es bueno recordar que, en el cambiante contexto social chileno, los desafíos de esa organización empresarial no se agotan en ella.

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Fuente: El Mercurio, Jueves 21 de junio de 2018

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