Jueves, Abril 25, 2024

"Llevamos décadas parchando resignadamente los dolores que la ciudad insustentable nos presenta, pero sin abordar de raíz el origen de esos dolores" Juan Carlos Muñoz, Director CEDEUS

CONSEJO NACIONAL DE DESARROLLO URBANO – Juan Carlos Muñoz es reconocido en el debate público sobre las ciudades y por su rol como Director del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS) que desde hace años contribuye en la generación e intercambio de conocimiento para mejorar la calidad de vida de los habitantes de las urbes.
Ingeniero Civil de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Magister en Ingeniería Industrial e Investigación Operativa y Doctor en Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de California (Berkeley). Su opinión no pasa desapercibida. Es un convencido y promotor de la “Pirámide invertida del transporte urbano” y usuario constante del Metro y del sistema de buses de Santiago.
Gracias a un convenio que tiene el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano con CEDEUS, Muñoz participó como socio estratégico en el conversatorio de abril “Repensar la ciudad frente a la pandemia” que registró más de 3 mil visualizaciones en vivo y cuyos contenidos fueron la puerta de entrada para el documento Recomendaciones para las ciudades chilenas frente a la pandemia.
Tuvo una participación activa en la discusión de las propuestas. Hoy nos cuenta su visión de ese proceso, cómo visualiza las ciudades pospandemia y nos invita a soñar con urbes más humanas, ya que bajo su perspectiva ahora disponemos de una gran oportunidad para repensar las ciudades.
¿Qué oportunidades ves en los espacios de debate y grupos de trabajo que impulsa el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano?
El CNDU da un espacio intersectorial muy relevante y de gran nivel de reflexión, que involucra a actores de distintos ministerios y sectores de gobierno, del nivel central y local junto a académicos, representantes del sector empresarial y de organizaciones ciudadanas. Con respecto a los grupos de trabajo, me parecen fundamentales como espacios de diálogo y de compartir distintas visiones, experiencias y saberes. Es atractivo notar que en este tipo de instancias se logra un diálogo entre actores con diferentes tendencias políticas que en muchas ocasiones logran llegar a consensos.
Lamento, sin embargo, el poco impacto en las autoridades que tienen las recomendaciones realizadas en estos espacios. Grupos de trabajo tan valiosos y diversos como los que impulsa el CNDU deberían influir decisivamente en las políticas urbanas. Me parece que el trabajo del CNDU pierde fuerza si las sugerencias y recomendaciones hechas al ejecutivo, no son consideradas. Ante la carencia de autoridades metropolitanas y ante la multiplicidad de instituciones influyendo simultáneamente en el territorio, me parece crítico que se escuche con más fuerza la voz del CNDU que ofrece una mirada consensuada de manera intersectorial e inclusiva.
CEDEUS tuvo un rol protagónico en la generación de contenidos y desarrollo de las Recomendaciones para las ciudades chilenas frente a la pandemia ¿Cómo y qué significó para el Centro dicho trabajo que aunó distintas miradas?
CEDEUS reúne a investigadores de diversas disciplinas, interesados en comprender cómo avanzar hacia ciudades más sustentables buscando contribuir desde la evidencia científica. Es por esto que cuando el CNDU se nos acercó para organizar los conversatorios virtuales “Repensar la ciudad frente a la pandemia”, CEDEUS ya había generado varios documentos de distinta naturaleza al respecto. Nos resultó natural estructurar una agenda de propuestas para enfrentar la pandemia desde distintos ángulos, desde la vida en barrio, la movilidad, la contaminación atmosférica, el teletrabajo, la segregación, la gobernanza, la vivienda, los espacios públicos, espacios verdes, hasta la gestión del agua. Todos temas que son parte de nuestra agenda de investigación.
Entonces, esta oportunidad de colaboración fue muy bienvenida por los investigadores del Centro. Cabe decir también, que en el mundo hay pocos centros que aborden la ciudad con una mirada tan interdisciplinar como la nuestra. Creo que valorar el trabajo de CEDEUS exige reconocer el acierto del programa FONDAP de ANID que decide estructurar una red de centros de investigación que se dedican a áreas definidas como prioritarias para nuestro desarrollo. Esto genera una tensión que exige al mundo académico a volcar sus esfuerzos no solo a la investigación de calidad, sino que ésta se estructure en torno a problemas complejos que exigen una mirada interdisciplinar. Además, fuerzan al Centro a salir de sus zonas de comodidad y buscar diálogos fecundos con el mundo público.
Estos problemas urbanos complejos y tremendamente relevantes que no son posibles de abordar desde una sola disciplina, marcan la esencia de aquello en que CEDEUS pretende contribuir. En estos casos se requiere no sólo una aproximación desde múltiples visiones científicas sino también reconocer el valor de aquellos saberes que no se encuentran en el mundo académico. En este espacio transdisciplinar que CEDEUS ha ido desarrollando a través de su Unidad de Política y Práctica, se ha generado conocimiento nuevo que ha marcado parte de su vocación y gran parte de su acción.
El MINVU publicó una guía para la demarcación de veredas y que promueve su ensanchamiento, varias comunas están haciendo intervenciones de urbanismo táctico, se aumentaron los subsidios de arriendo y el MTT está gestionando horarios diferenciados de entrada y salida de estudiantes. ¿Pese a estas medidas en líneas con el documento qué otras crees que deberían avanzar con urgencia en el corto plazo y para el periodos de desconfinamiento?
Llevamos un siglo entregando una proporción enorme del espacio vial a los automóviles, y muchas ciudades ven ahora la oportunidad de redistribuirlo de un modo más sustentable, eficiente y justo. Esta redistribución exige pensar la movilidad en su doble dimensión de espacio y tiempo. En la primera, hay que tomar parte importante del espacio que hemos entregado a los autos y disponerlo para peatones, circulación de bicicletas y transporte público. Que en nuestras ciudades se haga realidad la “Pirámide invertida del transporte urbano” en donde se privilegie la movilidad sustentable en términos de espacio disponible y recursos. En ese sentido, da gusto escuchar que algunas autoridades han empezado a promover esta mirada.
Lamentablemente la gobernanza de la ciudad carece de una instancia de coordinación efectiva para implementar estas iniciativas. Pero en el caso de ciudades compuestas por múltiples comunas es fundamental que estas soluciones de movilidad respondan a lógicas y estándares metropolitanos o supracomunales y que puedan superar las grandes diferencias presupuestarias entre distintas comunas. Mientras en comunas de alto ingreso estas intervenciones son un ítem muy secundario en el presupuesto, en comunas de bajo ingreso resultan inalcanzables de financiar. Si uno observa las nuevas ciclovías que se han anunciado recientemente, la gran mayoría no se instalará en los sectores de bajo ingresos que también las requieren. Así, corremos el riesgo de que las ciclovías de buen estándar se transformen en un nuevo símbolo de desigualdad territorial. al interior de una ciudad.
En la dimensión temporal de la movilidad, es muy importante tomar acciones que reduzcan la intensidad de los periodos punta en el transporte público. Para esto, se debe coordinar a distintas instituciones que generan viajes de empleo o estudio para que eviten horarios de inicio o cierre de sus actividades que coincidan con los momentos de mayor hacinamiento en buses y trenes. El teletrabajo o estudio a distancia debiera promoverse como una excelente opción para evitar viajar ciertos días o trabajando a distancia durante los periodos punta.
Frecuentemente está en el debate la necesidad de mejorar la gobernanza y poder contar con autoridades metropolitanas. ¿Qué factores crees que en esta pandemia ratifican dicho requerimiento?
Nunca se ha hecho más evidente la necesidad de coordinación entre municipios, especialmente en las áreas metropolitanas donde los territorios de algunas comunas son muy reducidos. Hay muchos ámbitos de decisión que escapan al contexto territorial de un municipio. Es el caso de los problemas ambientales y de movilidad, esa carencia de gobernanza metropolitana ha hecho que en estas dimensiones nuestras ciudades evolucionen lenta pero decididamente hacia la in-sustentabilidad.
Los nuevos gobernadores debieran tomar la responsabilidad sobre estos problemas que exigen una mirada metropolitana e intersectorial. Es muy importante que la autoridad metropolitana se estructure sobre cuerpos profesionales y algunos liderazgos que trasciendan gobiernos o visiones políticas, que su trabajo se desarrolle sobre una visión y objetivos claros respecto de qué tipo de ciudad queremos. A modo de ejemplo, el compromiso de carbono neutralidad para 2050 debiese bajar a cada ciudad con planes metropolitanos y metas claras que lo permitan.
¿Cuál es tu mirada de las ciudades chilenas pospandemia, crees que se generará un punto inflexión? ¿Qué tipo de cambios veremos en nuestro diario vivir urbano o no crees que no habrá?
Habrá cambios, pero su magnitud y dirección dependerá de la capacidad de la autoridad para gestionarlos. Estamos en un momento bisagra que permite grandes oportunidades, pero también grandes riesgos. Con una autoridad proactiva podríamos capitalizar estas oportunidades para alcanzar ciudades más saludables e integradas. Con una autoridad pasiva, sufrir los riesgos de una evolución urbana que implique mayores externalidades negativas, segregación e inequidad territorial.
Dentro de las oportunidades, está el que se acentuarán formas de estudio y trabajo no presencial, lo que reduce la necesidad de largos viajes con los importantes costos sociales que eso genera. Si se realizan ajustes coordinados en los horarios de inicio y término de las actividades y en los días de teletrabajo de cada persona, será posible reducir la intensidad de los periodos punta. Esto nos evitará aumentar la capacidad de nuestra infraestructura de transporte, que se define justamente en los periodos punta. Sin embargo, el impacto de estas medidas se ve disminuido en ciudades tremendamente segregadas socioeconómicamente. Si los sectores de bajo ingreso, viven en sectores homogéneos y periféricos, y son cautivos del transporte público, entonces para ellos los patrones de movilidad no cambiarán demasiado. Y como ellos impactan directamente la capacidad de transporte que es necesario ofrecer, el impacto positivo del teletrabajo en la infraestructura de transporte público se empieza a desvanecer. Este no sería el caso si tuviéramos ciudades más mixtas e integradas. Es por esto que más que poner la esperanza en cambios como el teletrabajo, debemos poner el foco en ciudades verdaderamente saludables y en disponer el espacio urbano más equitativamente. Un cambio como ese permitirá en forma natural que los modos de transporte sustentable se vuelvan más atractivos.
No solo la pandemia, sino desde el estallido social, la ciudadanía nos exige generar cambios para terminar con las tremendas desigualdades territoriales existentes. Se debe terminar con esta marcada trayectoria que aleja las actividades de trabajo, estudio y recreación de sectores residenciales de bajos ingresos. Hemos abandonado muchos sectores de nuestras ciudades, por lo que se hace imperativo volver a planificar y gestionar dichos territorios para que evolucionen hacia aquello que queremos que ocurra: ciudades mixtas y diversas en todas sus escalas. En vez, llevamos décadas parchando resignadamente los dolores que la ciudad insustentable nos presenta, pero sin abordar de raíz el origen de esos dolores.
Pensando en intervenciones puntuales post pandemia, está la irrupción de ciclovías, de mejores veredas y espacios peatonales y pistas exclusivas para buses. Con eso podemos ir restando espacios para el automóvil que tanto daño ha hecho a nuestras ciudades. El auto ha tomado nuestras ciudades de rehén y estamos ante una oportunidad extraordinaria para liberar parte de ese ahogo. Pero para que tenga real impacto es fundamental trabajar la planificación del suelo, es decir dónde están las viviendas y dónde se sitúan las oportunidades. Si logramos acercarlas, esos modos de transporte sustentable serán mucho más efectivos y de amplio uso.
El  Grupo de Trabajo (GT) Cambio Climático del CNDU partió, en su primera sesión, con tu exposición  del documento que realizaron de la Mesa del Comité Científico Nacional que convocó el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación para la Cop25. ¿Cuáles son tus expectativas de este nuevo GT y qué temáticas de las expuestas deben priorizarse con este nuevo escenario de crisis sanitaria?  
Es importante actualizar la Política Nacional de Desarrollo Urbano incorporando acciones que respondan al proceso de calentamiento global que enfrenta el planeta, pues este es uno de los principales desafíos que enfrenta la humanidad y estamos ante una década que parece ser determinante respecto del éxito que tendremos para enfrentarlo.
Lo interesante es que muchos elementos de la política actual contribuirían a desarrollar ciudades más resilientes al cambio climático y que mitigarían su contribución de emisiones. Por lo tanto, al incluir la dimensión del cambio climático, estas medidas toman mayor vigor y urgencia. Entre ellas, nos parece que lo más relevante es modificar la gobernanza de nuestras ciudades incluyendo planes de acción en cada una que sean multisectoriales, metropolitanos y participativos. Estos planes deberían exigir metas específicas que deban cumplirse para que cada ciudad chilena contribuya a nuestra meta de carbono neutralidad al 2050.
Hay dimensiones en las que se debiera trabajar de manera urgente que cubren distintas escalas. A una escala macro es muy relevante modificar la gobernanza de nuestras ciudades, incluyendo planes de acción en cada una que sean multisectoriales, metropolitanos y participativos. Estos planes deberían exigir metas específicas que deban cumplirse para que cada ciudad chilena contribuya a nuestra meta de carbono neutralidad al 2050.
Pensando en una escala más local quisiera destacar las viviendas sociales. Es importante considerar que en general y muy severamente éstas no ofrecen las condiciones de calidad de vida mínima para sus usuarios. Mejorar e incrementar los estándares constructivos de la vivienda con una mirada integradora, implicará ofrecer mejores condiciones de habitabilidad y, a la vez, disminuir el consumo de energía, que entre otras cosas, disminuirá la contaminación en la ciudad.  En el sur de Chile, la leña es el combustible más usado, sus emisiones provocan contaminación, enfermedades y muerte prematura. Esta es una situación que debe ser abordada de manera urgente, no solo con planes de reconversión de fuentes de energía, sino mejorando simultáneamente la calidad de las viviendas.
Según la Fundación Basura, Chile es líder en la región en la generación de desechos (456 kilos anuales por persona). ¿Por qué crees que no se masifica una cultura de reciclaje en donde las ciudades son responsables? ¿Cómo avanzar en una de las propuestas de la mesa que es implementar una gestión integral de residuos con énfasis en reducción, reúso, reciclaje y recuperación?
En Chile hay muy poco reciclaje municipal. Menos del 60% de los municipios ha implementado algún tipo de reciclaje. A nivel domiciliario apenas se llega al 1% del total de residuos y el país está por debajo de toda la OCDE en este tema. No hay más reciclaje porque las autoridades políticas no han adoptado exigencias e incentivos que vayan en esta línea. La Ley REP, por ejemplo, no incorpora la obligatoriedad de reciclar en los municipios, aunque estos sean responsables legales de los residuos sólidos domiciliarios. Esto es doblemente grave cuando uno analiza las variables que determinan el éxito de los sistemas de reciclaje: por sobre temas como educación y diferencias de ingresos entre las comunas, una variable que es muy significativa es la antigüedad del servicio de reciclaje.
Uno de nuestros investigadores postdoctorales, muestra que los sistemas exitosos de reciclaje tienen un gran impacto en reducir los costos de transporte de residuos a los vertederos, ya que la frecuencia de recolección baja. En Santiago se retira la basura más de 3 veces a la semana en promedio, mientras en países con sistemas de reciclaje exitosos se llega a retirar 1 vez cada dos semanas. Esto presenta una gran oportunidad para reducir los costos ambientales asociados a la recolección de basura, pues es posible destinar parte de los recursos ahorrados a ofrecer un sistema de reciclaje más efectivo. Sin embargo, ello exige reestructurar el sistema de gestión de los residuos domiciliarios a nivel comunal, alinear los incentivos de las empresas de recolección y educar a la población con señales claras que favorezcan el reciclaje a gran escala. Esto exige autoridades municipales con un gran compromiso ambiental.
Un ámbito en que pocos municipios han hecho un esfuerzo es el de recolección de residuos orgánicos para compostaje. Destaca el esfuerzo pionero que ha realizado la Dirección de Gestión Ambiental de La Pintana que lleva 15 años mostrando que es posible cambiar el paradigma con que enfrentamos este tipo de residuos en una de las comunas de menor ingreso promedio del país.
Es preciso instaurar un marco más amplio de economía circular en muchos otros ámbitos, analizando los sistemas en forma integral, desde la forma en que se diseña y produce hasta la forma en que se usa. Esto no pasa solo por los residuos domésticos. Por ejemplo, las aguas lluvias son tratadas como residuo, en condiciones que la infiltración y recarga de acuíferos debería ser sistemática y mandatoria, tratando de emular la dinámica natural. Procesos como la potabilización de aguas también tiene el potencial de reusar parte de los residuos que genera.  La misma generación de hormigón para la construcción podría usar residuos como insumos, desde cenizas de termoeléctrica, residuos mineros, residuos de demolición.  Pero todo eso requiere estudios cuidadosos para que sean alternativas sostenibles y seguras.
 ¿Cuáles son tus referentes de ciudades en mundo para imitar, entendiendo la idiosincrasia de las urbes chilenas en la implementación de acciones similares?
En distintos ámbitos son distintas las ciudades que admiro. Y, en esto, es importante reconocer el tamaño de cada una, comparando ciudades de dimensiones similares. Cuando pienso en referentes para nuestras ciudades de gran tamaño, tiendo a mirar a Londres, París, Singapur. Londres, por su gobierno metropolitano, en que una misma autoridad vela por un sistema de transporte y uso de suelo coherente con sus metas de sustentabilidad. París me entusiasma por su esfuerzo de avanzar a una ciudad de 15 minutos que, fuerza a poner las acciones no solo en el sistema de transporte, sino en cómo está estructurada la ciudad de modo que los parisinos puedan encontrar satisfactores para sus necesidades dentro de su vecindario cercano. Singapur pues me impresiona que un país tan liberal en lo económico abrace con fuerza un modelo de planificación del territorio que vela por un uso eficiente de los recursos naturales, por una disposición de parques y espacios públicos amplios y de gran calidad, y por orientar la localización de las distintas actividades y edificios, de modo que la ciudad-estado funcione de la mejor forma posible para todos.
En Latinoamérica, Bogotá ha hecho grandes esfuerzos por promover modos de transporte sustentables y radicando los asentamientos informales, proveyendo equipamiento y servicios. En Colombia podemos encontrar varias lecciones atractivas para Chile respecto del trabajo con las comunidades de base y la coordinación intersectorial.
Respecto de ciudades de tamaño intermedio, Amsterdam y Copenhagen han logrado reducir el uso del automóvil a pesar de su alto nivel de ingreso, convirtiéndose en inspiración mundial. En nuestra región, Medellín con sus Empresas Públicas ha logrado generar un músculo estatal que resulta sorprendente al contrastarlo con nuestro paradigma sobre la eficiencia de empresas estatales, ofreciendo servicios de muy alto estándar y que la han convertido en un símbolo mundial. Esta ciudad ofrece una trayectoria extraordinaria si consideramos las condiciones en que estaba solo 25 años atrás.
Ver artículo
Fuente: Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, Lunes 31 de Agosto de 2020

CONSEJO NACIONAL DE DESARROLLO URBANO – Juan Carlos Muñoz es reconocido en el debate público sobre las ciudades y por su rol como Director del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS) que desde hace años contribuye en la generación e intercambio de conocimiento para mejorar la calidad de vida de los habitantes de las urbes.
Ingeniero Civil de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Magister en Ingeniería Industrial e Investigación Operativa y Doctor en Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de California (Berkeley). Su opinión no pasa desapercibida. Es un convencido y promotor de la “Pirámide invertida del transporte urbano” y usuario constante del Metro y del sistema de buses de Santiago.
Gracias a un convenio que tiene el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano con CEDEUS, Muñoz participó como socio estratégico en el conversatorio de abril “Repensar la ciudad frente a la pandemia” que registró más de 3 mil visualizaciones en vivo y cuyos contenidos fueron la puerta de entrada para el documento Recomendaciones para las ciudades chilenas frente a la pandemia.
Tuvo una participación activa en la discusión de las propuestas. Hoy nos cuenta su visión de ese proceso, cómo visualiza las ciudades pospandemia y nos invita a soñar con urbes más humanas, ya que bajo su perspectiva ahora disponemos de una gran oportunidad para repensar las ciudades.
¿Qué oportunidades ves en los espacios de debate y grupos de trabajo que impulsa el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano?
El CNDU da un espacio intersectorial muy relevante y de gran nivel de reflexión, que involucra a actores de distintos ministerios y sectores de gobierno, del nivel central y local junto a académicos, representantes del sector empresarial y de organizaciones ciudadanas. Con respecto a los grupos de trabajo, me parecen fundamentales como espacios de diálogo y de compartir distintas visiones, experiencias y saberes. Es atractivo notar que en este tipo de instancias se logra un diálogo entre actores con diferentes tendencias políticas que en muchas ocasiones logran llegar a consensos.
Lamento, sin embargo, el poco impacto en las autoridades que tienen las recomendaciones realizadas en estos espacios. Grupos de trabajo tan valiosos y diversos como los que impulsa el CNDU deberían influir decisivamente en las políticas urbanas. Me parece que el trabajo del CNDU pierde fuerza si las sugerencias y recomendaciones hechas al ejecutivo, no son consideradas. Ante la carencia de autoridades metropolitanas y ante la multiplicidad de instituciones influyendo simultáneamente en el territorio, me parece crítico que se escuche con más fuerza la voz del CNDU que ofrece una mirada consensuada de manera intersectorial e inclusiva.
CEDEUS tuvo un rol protagónico en la generación de contenidos y desarrollo de las Recomendaciones para las ciudades chilenas frente a la pandemia ¿Cómo y qué significó para el Centro dicho trabajo que aunó distintas miradas?
CEDEUS reúne a investigadores de diversas disciplinas, interesados en comprender cómo avanzar hacia ciudades más sustentables buscando contribuir desde la evidencia científica. Es por esto que cuando el CNDU se nos acercó para organizar los conversatorios virtuales “Repensar la ciudad frente a la pandemia”, CEDEUS ya había generado varios documentos de distinta naturaleza al respecto. Nos resultó natural estructurar una agenda de propuestas para enfrentar la pandemia desde distintos ángulos, desde la vida en barrio, la movilidad, la contaminación atmosférica, el teletrabajo, la segregación, la gobernanza, la vivienda, los espacios públicos, espacios verdes, hasta la gestión del agua. Todos temas que son parte de nuestra agenda de investigación.
Entonces, esta oportunidad de colaboración fue muy bienvenida por los investigadores del Centro. Cabe decir también, que en el mundo hay pocos centros que aborden la ciudad con una mirada tan interdisciplinar como la nuestra. Creo que valorar el trabajo de CEDEUS exige reconocer el acierto del programa FONDAP de ANID que decide estructurar una red de centros de investigación que se dedican a áreas definidas como prioritarias para nuestro desarrollo. Esto genera una tensión que exige al mundo académico a volcar sus esfuerzos no solo a la investigación de calidad, sino que ésta se estructure en torno a problemas complejos que exigen una mirada interdisciplinar. Además, fuerzan al Centro a salir de sus zonas de comodidad y buscar diálogos fecundos con el mundo público.
Estos problemas urbanos complejos y tremendamente relevantes que no son posibles de abordar desde una sola disciplina, marcan la esencia de aquello en que CEDEUS pretende contribuir. En estos casos se requiere no sólo una aproximación desde múltiples visiones científicas sino también reconocer el valor de aquellos saberes que no se encuentran en el mundo académico. En este espacio transdisciplinar que CEDEUS ha ido desarrollando a través de su Unidad de Política y Práctica, se ha generado conocimiento nuevo que ha marcado parte de su vocación y gran parte de su acción.
El MINVU publicó una guía para la demarcación de veredas y que promueve su ensanchamiento, varias comunas están haciendo intervenciones de urbanismo táctico, se aumentaron los subsidios de arriendo y el MTT está gestionando horarios diferenciados de entrada y salida de estudiantes. ¿Pese a estas medidas en líneas con el documento qué otras crees que deberían avanzar con urgencia en el corto plazo y para el periodos de desconfinamiento?
Llevamos un siglo entregando una proporción enorme del espacio vial a los automóviles, y muchas ciudades ven ahora la oportunidad de redistribuirlo de un modo más sustentable, eficiente y justo. Esta redistribución exige pensar la movilidad en su doble dimensión de espacio y tiempo. En la primera, hay que tomar parte importante del espacio que hemos entregado a los autos y disponerlo para peatones, circulación de bicicletas y transporte público. Que en nuestras ciudades se haga realidad la “Pirámide invertida del transporte urbano” en donde se privilegie la movilidad sustentable en términos de espacio disponible y recursos. En ese sentido, da gusto escuchar que algunas autoridades han empezado a promover esta mirada.
Lamentablemente la gobernanza de la ciudad carece de una instancia de coordinación efectiva para implementar estas iniciativas. Pero en el caso de ciudades compuestas por múltiples comunas es fundamental que estas soluciones de movilidad respondan a lógicas y estándares metropolitanos o supracomunales y que puedan superar las grandes diferencias presupuestarias entre distintas comunas. Mientras en comunas de alto ingreso estas intervenciones son un ítem muy secundario en el presupuesto, en comunas de bajo ingreso resultan inalcanzables de financiar. Si uno observa las nuevas ciclovías que se han anunciado recientemente, la gran mayoría no se instalará en los sectores de bajo ingresos que también las requieren. Así, corremos el riesgo de que las ciclovías de buen estándar se transformen en un nuevo símbolo de desigualdad territorial. al interior de una ciudad.
En la dimensión temporal de la movilidad, es muy importante tomar acciones que reduzcan la intensidad de los periodos punta en el transporte público. Para esto, se debe coordinar a distintas instituciones que generan viajes de empleo o estudio para que eviten horarios de inicio o cierre de sus actividades que coincidan con los momentos de mayor hacinamiento en buses y trenes. El teletrabajo o estudio a distancia debiera promoverse como una excelente opción para evitar viajar ciertos días o trabajando a distancia durante los periodos punta.
Frecuentemente está en el debate la necesidad de mejorar la gobernanza y poder contar con autoridades metropolitanas. ¿Qué factores crees que en esta pandemia ratifican dicho requerimiento?
Nunca se ha hecho más evidente la necesidad de coordinación entre municipios, especialmente en las áreas metropolitanas donde los territorios de algunas comunas son muy reducidos. Hay muchos ámbitos de decisión que escapan al contexto territorial de un municipio. Es el caso de los problemas ambientales y de movilidad, esa carencia de gobernanza metropolitana ha hecho que en estas dimensiones nuestras ciudades evolucionen lenta pero decididamente hacia la in-sustentabilidad.
Los nuevos gobernadores debieran tomar la responsabilidad sobre estos problemas que exigen una mirada metropolitana e intersectorial. Es muy importante que la autoridad metropolitana se estructure sobre cuerpos profesionales y algunos liderazgos que trasciendan gobiernos o visiones políticas, que su trabajo se desarrolle sobre una visión y objetivos claros respecto de qué tipo de ciudad queremos. A modo de ejemplo, el compromiso de carbono neutralidad para 2050 debiese bajar a cada ciudad con planes metropolitanos y metas claras que lo permitan.
¿Cuál es tu mirada de las ciudades chilenas pospandemia, crees que se generará un punto inflexión? ¿Qué tipo de cambios veremos en nuestro diario vivir urbano o no crees que no habrá?
Habrá cambios, pero su magnitud y dirección dependerá de la capacidad de la autoridad para gestionarlos. Estamos en un momento bisagra que permite grandes oportunidades, pero también grandes riesgos. Con una autoridad proactiva podríamos capitalizar estas oportunidades para alcanzar ciudades más saludables e integradas. Con una autoridad pasiva, sufrir los riesgos de una evolución urbana que implique mayores externalidades negativas, segregación e inequidad territorial.
Dentro de las oportunidades, está el que se acentuarán formas de estudio y trabajo no presencial, lo que reduce la necesidad de largos viajes con los importantes costos sociales que eso genera. Si se realizan ajustes coordinados en los horarios de inicio y término de las actividades y en los días de teletrabajo de cada persona, será posible reducir la intensidad de los periodos punta. Esto nos evitará aumentar la capacidad de nuestra infraestructura de transporte, que se define justamente en los periodos punta. Sin embargo, el impacto de estas medidas se ve disminuido en ciudades tremendamente segregadas socioeconómicamente. Si los sectores de bajo ingreso, viven en sectores homogéneos y periféricos, y son cautivos del transporte público, entonces para ellos los patrones de movilidad no cambiarán demasiado. Y como ellos impactan directamente la capacidad de transporte que es necesario ofrecer, el impacto positivo del teletrabajo en la infraestructura de transporte público se empieza a desvanecer. Este no sería el caso si tuviéramos ciudades más mixtas e integradas. Es por esto que más que poner la esperanza en cambios como el teletrabajo, debemos poner el foco en ciudades verdaderamente saludables y en disponer el espacio urbano más equitativamente. Un cambio como ese permitirá en forma natural que los modos de transporte sustentable se vuelvan más atractivos.
No solo la pandemia, sino desde el estallido social, la ciudadanía nos exige generar cambios para terminar con las tremendas desigualdades territoriales existentes. Se debe terminar con esta marcada trayectoria que aleja las actividades de trabajo, estudio y recreación de sectores residenciales de bajos ingresos. Hemos abandonado muchos sectores de nuestras ciudades, por lo que se hace imperativo volver a planificar y gestionar dichos territorios para que evolucionen hacia aquello que queremos que ocurra: ciudades mixtas y diversas en todas sus escalas. En vez, llevamos décadas parchando resignadamente los dolores que la ciudad insustentable nos presenta, pero sin abordar de raíz el origen de esos dolores.
Pensando en intervenciones puntuales post pandemia, está la irrupción de ciclovías, de mejores veredas y espacios peatonales y pistas exclusivas para buses. Con eso podemos ir restando espacios para el automóvil que tanto daño ha hecho a nuestras ciudades. El auto ha tomado nuestras ciudades de rehén y estamos ante una oportunidad extraordinaria para liberar parte de ese ahogo. Pero para que tenga real impacto es fundamental trabajar la planificación del suelo, es decir dónde están las viviendas y dónde se sitúan las oportunidades. Si logramos acercarlas, esos modos de transporte sustentable serán mucho más efectivos y de amplio uso.
El  Grupo de Trabajo (GT) Cambio Climático del CNDU partió, en su primera sesión, con tu exposición  del documento que realizaron de la Mesa del Comité Científico Nacional que convocó el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación para la Cop25. ¿Cuáles son tus expectativas de este nuevo GT y qué temáticas de las expuestas deben priorizarse con este nuevo escenario de crisis sanitaria?  
Es importante actualizar la Política Nacional de Desarrollo Urbano incorporando acciones que respondan al proceso de calentamiento global que enfrenta el planeta, pues este es uno de los principales desafíos que enfrenta la humanidad y estamos ante una década que parece ser determinante respecto del éxito que tendremos para enfrentarlo.
Lo interesante es que muchos elementos de la política actual contribuirían a desarrollar ciudades más resilientes al cambio climático y que mitigarían su contribución de emisiones. Por lo tanto, al incluir la dimensión del cambio climático, estas medidas toman mayor vigor y urgencia. Entre ellas, nos parece que lo más relevante es modificar la gobernanza de nuestras ciudades incluyendo planes de acción en cada una que sean multisectoriales, metropolitanos y participativos. Estos planes deberían exigir metas específicas que deban cumplirse para que cada ciudad chilena contribuya a nuestra meta de carbono neutralidad al 2050.
Hay dimensiones en las que se debiera trabajar de manera urgente que cubren distintas escalas. A una escala macro es muy relevante modificar la gobernanza de nuestras ciudades, incluyendo planes de acción en cada una que sean multisectoriales, metropolitanos y participativos. Estos planes deberían exigir metas específicas que deban cumplirse para que cada ciudad chilena contribuya a nuestra meta de carbono neutralidad al 2050.
Pensando en una escala más local quisiera destacar las viviendas sociales. Es importante considerar que en general y muy severamente éstas no ofrecen las condiciones de calidad de vida mínima para sus usuarios. Mejorar e incrementar los estándares constructivos de la vivienda con una mirada integradora, implicará ofrecer mejores condiciones de habitabilidad y, a la vez, disminuir el consumo de energía, que entre otras cosas, disminuirá la contaminación en la ciudad.  En el sur de Chile, la leña es el combustible más usado, sus emisiones provocan contaminación, enfermedades y muerte prematura. Esta es una situación que debe ser abordada de manera urgente, no solo con planes de reconversión de fuentes de energía, sino mejorando simultáneamente la calidad de las viviendas.
Según la Fundación Basura, Chile es líder en la región en la generación de desechos (456 kilos anuales por persona). ¿Por qué crees que no se masifica una cultura de reciclaje en donde las ciudades son responsables? ¿Cómo avanzar en una de las propuestas de la mesa que es implementar una gestión integral de residuos con énfasis en reducción, reúso, reciclaje y recuperación?
En Chile hay muy poco reciclaje municipal. Menos del 60% de los municipios ha implementado algún tipo de reciclaje. A nivel domiciliario apenas se llega al 1% del total de residuos y el país está por debajo de toda la OCDE en este tema. No hay más reciclaje porque las autoridades políticas no han adoptado exigencias e incentivos que vayan en esta línea. La Ley REP, por ejemplo, no incorpora la obligatoriedad de reciclar en los municipios, aunque estos sean responsables legales de los residuos sólidos domiciliarios. Esto es doblemente grave cuando uno analiza las variables que determinan el éxito de los sistemas de reciclaje: por sobre temas como educación y diferencias de ingresos entre las comunas, una variable que es muy significativa es la antigüedad del servicio de reciclaje.
Uno de nuestros investigadores postdoctorales, muestra que los sistemas exitosos de reciclaje tienen un gran impacto en reducir los costos de transporte de residuos a los vertederos, ya que la frecuencia de recolección baja. En Santiago se retira la basura más de 3 veces a la semana en promedio, mientras en países con sistemas de reciclaje exitosos se llega a retirar 1 vez cada dos semanas. Esto presenta una gran oportunidad para reducir los costos ambientales asociados a la recolección de basura, pues es posible destinar parte de los recursos ahorrados a ofrecer un sistema de reciclaje más efectivo. Sin embargo, ello exige reestructurar el sistema de gestión de los residuos domiciliarios a nivel comunal, alinear los incentivos de las empresas de recolección y educar a la población con señales claras que favorezcan el reciclaje a gran escala. Esto exige autoridades municipales con un gran compromiso ambiental.
Un ámbito en que pocos municipios han hecho un esfuerzo es el de recolección de residuos orgánicos para compostaje. Destaca el esfuerzo pionero que ha realizado la Dirección de Gestión Ambiental de La Pintana que lleva 15 años mostrando que es posible cambiar el paradigma con que enfrentamos este tipo de residuos en una de las comunas de menor ingreso promedio del país.
Es preciso instaurar un marco más amplio de economía circular en muchos otros ámbitos, analizando los sistemas en forma integral, desde la forma en que se diseña y produce hasta la forma en que se usa. Esto no pasa solo por los residuos domésticos. Por ejemplo, las aguas lluvias son tratadas como residuo, en condiciones que la infiltración y recarga de acuíferos debería ser sistemática y mandatoria, tratando de emular la dinámica natural. Procesos como la potabilización de aguas también tiene el potencial de reusar parte de los residuos que genera.  La misma generación de hormigón para la construcción podría usar residuos como insumos, desde cenizas de termoeléctrica, residuos mineros, residuos de demolición.  Pero todo eso requiere estudios cuidadosos para que sean alternativas sostenibles y seguras.
 ¿Cuáles son tus referentes de ciudades en mundo para imitar, entendiendo la idiosincrasia de las urbes chilenas en la implementación de acciones similares?
En distintos ámbitos son distintas las ciudades que admiro. Y, en esto, es importante reconocer el tamaño de cada una, comparando ciudades de dimensiones similares. Cuando pienso en referentes para nuestras ciudades de gran tamaño, tiendo a mirar a Londres, París, Singapur. Londres, por su gobierno metropolitano, en que una misma autoridad vela por un sistema de transporte y uso de suelo coherente con sus metas de sustentabilidad. París me entusiasma por su esfuerzo de avanzar a una ciudad de 15 minutos que, fuerza a poner las acciones no solo en el sistema de transporte, sino en cómo está estructurada la ciudad de modo que los parisinos puedan encontrar satisfactores para sus necesidades dentro de su vecindario cercano. Singapur pues me impresiona que un país tan liberal en lo económico abrace con fuerza un modelo de planificación del territorio que vela por un uso eficiente de los recursos naturales, por una disposición de parques y espacios públicos amplios y de gran calidad, y por orientar la localización de las distintas actividades y edificios, de modo que la ciudad-estado funcione de la mejor forma posible para todos.
En Latinoamérica, Bogotá ha hecho grandes esfuerzos por promover modos de transporte sustentables y radicando los asentamientos informales, proveyendo equipamiento y servicios. En Colombia podemos encontrar varias lecciones atractivas para Chile respecto del trabajo con las comunidades de base y la coordinación intersectorial.
Respecto de ciudades de tamaño intermedio, Amsterdam y Copenhagen han logrado reducir el uso del automóvil a pesar de su alto nivel de ingreso, convirtiéndose en inspiración mundial. En nuestra región, Medellín con sus Empresas Públicas ha logrado generar un músculo estatal que resulta sorprendente al contrastarlo con nuestro paradigma sobre la eficiencia de empresas estatales, ofreciendo servicios de muy alto estándar y que la han convertido en un símbolo mundial. Esta ciudad ofrece una trayectoria extraordinaria si consideramos las condiciones en que estaba solo 25 años atrás.
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Fuente: Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, Lunes 31 de Agosto de 2020

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