Jueves, Diciembre 5, 2024

Las dudas en la industria de telecomunicaciones por el despliegue del 5G en Chile

EL MERCURIO – Todos quieren ir a la fiesta y saben que es cara la entrada y el espacio es limitado. El problema es que no saben quiénes están invitados y cuánto hay que pagar por entrar. Con esa analogía, un ejecutivo de una empresa de telecomunicaciones resume lo que pasa en la industria con el arribo del 5G a Chile.
Aunque no será acá donde se tomen las decisiones globales sobre la banda del espectro radioeléctrico a la que se tengan que conectar, las empresas ya se están preparando para la implementación, la que no será fácil ni barata. Y a esos ingredientes hay que agregarle que la industria desde 2018 tiene una serie de procesos judicializados, en consulta, y a la espera. Como se estima que cada empresa tendrá que desembolsar del orden de US$ 3.000 millones para un despliegue competitivo, mientras no tengan certeza de cuánto espectro puede tener, o que tengan la seguridad mínima de que un fallo posterior no les quite espectro, va a ser complicado, resumen en la industria, convencer a los accionistas de desembolsar tamañas cifras de dinero.
Lo primero que hay que entender es que no seremos los usuarios de a pie los beneficiarios directos con el 5G, sino que será el sector productivo, tecnológico e industrial el más feliz. Esto, porque para conversar por teléfono con buena señal, por ejemplo, sirve un buen despliegue de la red 4G, ya presente en Chile.
Sin embargo, el 5G apunta a otros beneficiarios: en la minería, por ejemplo, que los camiones que transportan cobre se manejen a distancia. Para hacerlo, la señal de datos que se transmita entre el centro de control y el camión debe ser altamente óptima, para evitar que el camión, por ejemplo, pierda el control. O en el mundo médico, un cirujano podría operar a distancia a una persona en un pueblo austral. Si se “cae” la señal, literalmente, alguien puede morir. “El 5G no está pensado para que se hablen de mejor manera las personas. La carrera no es por quien llega primero, sino que por quién genera más valor con esta nueva tecnología”, dice la subsecretaria de Telecomunicaciones, Pamela Gidi.
Espectro, rey de la fiesta
Hay, por lo menos, dos temas clave que rondan como inquietudes en la industria. El espectro para poder usar 5G y dónde van a poner las cerca de 40 mil nuevas antenas que necesitan.
El espectro radioeléctrico no es más que una especie de carretera en el aire por donde las empresas se “cuelgan” para sus diferentes prestaciones. Ahí están, por ejemplo, las bandas que se ocupan para la radio, la televisión, el internet y las llamadas de teléfono. Mientras más ancho el carril de esta carretera, o más arriba el número de la banda (que para 2G, 3G y 4G va desde los 700 MHz a los 3.800 MHz) más rápido llega el servicio.
Y es justamente sobre este preciado -y escaso- bien donde más controversias hay. El año pasado, la Corte Suprema ordenó a Entel, Movistar y Claro devolver la misma cantidad de espectro radioeléctrico que fue adquirida en el concurso de la banda 700 MHz, luego de determinar que con esa licitación de hace una década, superaron el límite de 60 MHz que, según la Suprema, imponía la ley.
En ese mismo fallo se estableció que la Subtel podía presentar una consulta al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC) para establecer CAP o límites que cada empresa puede tener. Primero la Subtel propuso límites en número por cada segmento de banda: las bajas, las medias y las altas. Pero el 22 de marzo cambió su postura y fijó límites dinámicos con un tope de 32% que puede tener cada empresa en segmentos de banda.
“En el pasado, los incumbentes han judicializado el camino como forma de mantener el statu quo ; sin embargo, hoy las condiciones han cambiado y los clientes esperan más de todas las empresas, y para estar a la altura de esas expectativas, cada uno de los actores necesita avanzar y rápido”, dice Sebastián Precht, de WOM. “Actualmente, estamos en un punto donde el espectro está distribuido de manera inequitativa”, agrega.
“Sin duda que un escenario de judicialización genera incertidumbres que desincentivan la inversión, en cualquier sector industrial. Sin embargo, después de unos meses difíciles en 2018, vemos que las diferencias se han ido resolviendo positivamente gracias a un diálogo constructivo entre los distintos actores”, agrega Manuel Araya, de Entel. Y hace un contrapunto con WOM. “La posición actual que tiene cada operador, en cuanto al espectro asignado, ha sido resultado de su participación -o no- en licitaciones hechas por el Estado de Chile, en procesos públicos y transparentes”
Pero la subsecretaria Gidi confía en que la decisión de los CAP se va a destrabar este año. “Confío en que el TDLC va a poder abordar los CAP de cada empresa de telefonía móvil, lo podrá establecer en un tiempo razonablemente pronto de modo que Chile no se quede atrás respecto de otros países del mundo en el desarrollo del 5G. Esta es una carrera donde son importantes los tiempos. Yo espero que sea este año”, dice.
Por otra parte, la autoridad estima que el otro conflicto, el de la devolución de espectro a propósito de la banda de 700 MHz, no influiría en la licitación. “Sí importa que el tamaño que cada empresa puede tener en las bandas esté claro. Una vez que esté aclarado, estamos OK para la licitación”.
Licitación será como máximo el 2020
Tan optimista es la subsecretaria, que durante su participación este verano en el Mobile World Congress, en Barcelona, España, anunció con bombos y platillos que lanzarán una licitación en las bandas de 700 MHz y 3.500 MHz, para que las empresas puedan entrar al 5G. “Tenemos las bases de la licitación ya hechas, y está sujeta a los comentarios que recibamos, y lo que pase con la reunión de UIT en octubre. De acuerdo a eso vamos a ver si es conveniente hacerlo en diciembre o a principios del 2020, máximo primer semestre del próximo año, y así la implementación se haga durante el gobierno del Presidente Piñera”, dice Gidi, agregando que este mes se iniciará la consulta pública.
Conocedores del futuro concurso que viene, indican que esta vez se podría innovar en el modelo, y pasar de uno como el actual donde las empresas muestran su intención de invertir a cambio de espectro, por uno donde comprometan inversión concreta en distintas etapas, pero desde el día 1.
Pero como para que el 5G funcione necesita tener un completo y profundo desarrollo de fibra óptica para que alimente a las grandes antenas base, y así estas alimenten a las antenas más pequeñas que proveen de 5G, la subsecretaria dice que anunciarán las próximas semanas un subsidio histórico para fibra óptica, para los lugares donde las empresas no consideran interesante estar y así se cierre la brecha digital, y después se pueda instalar las celdas de 5G. Aunque no quiere dar cifras concretas, adelanta que será mayor al subsidio entregado para el proyecto Fibra Óptica Austral, y que en esa ocasión superó los US$ 100 millones.
Lo que sí saben las empresas es que mientras no haya claridad de todas estas incógnitas, sus directorios no aprobarán invertir. Antonio Bueno, de Movistar Chile, dice que uno de los temas más necesarios para avanzar en 5G, es “que estén zanjadas las definiciones sobre el espectro que utilizará esta tecnología, tanto en materia de caps como en asegurar acceso equitativo a todos los actores interesados en desarrollar esta tecnología en el país”.
Pero también, agrega el ejecutivo, “que exista un caso de uso rentable, considerando las grandes inversiones que representará un despliegue nacional de esta tecnología, la que requerirá una densidad mayor de antenas que tecnologías actuales al usar frecuencias más altas, para así lograr altos rendimientos”.
Y aunque es un problema de dinero, por los altos montos que hay que desembolsar, no lo es tanto, dicen en la industria. Porque es cierto que la competencia en Chile es dura y los márgenes de ganancias de las empresas han ido bajando, pero también depende de la espalda financiera que tenga el controlador y de cuánto le importe crecer en el país.
“Claro Chile, como parte de una multinacional a escala global, está en primera línea en su desarrollo, pero la implementación y sus tiempos, al igual que en otros países, depende de aspectos regulatorios y normativos de cada uno de ellos”, dice Cristián Salgado, de Claro Chile.
En lo que no hay duda es que todos los países corren la misma carrera por llegar. De hecho, Brasil y Argentina ya tienen bastante camino avanzado en las certezas jurídicas de sus espectros para el 5G. No vaya a ser cosa que aunque gastemos harta plata y logremos entrar a la fiesta, nos toque bailar el lento que ponen al final de las fiestas, dice otro ejecutivo de una empresa de telecomunicaciones.
“Las empresas determinarán dónde quieren invertir en 5G. Nuestra función como Estado es hacer que las inversiones lleguen a Chile, los holdings internacionales o nacionales definirán si quieren invertir en Chile o en otro país. Y esas son decisiones de cada empresa y son respetables. Por eso digo que toda empresa, tanto nueva como habitual, definirá si quiere participar en 5G en Chile”, concluye Pamela Gidi.
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Fuente: El Mercurio, Lunes 01 de abril de 2019

EL MERCURIO – Todos quieren ir a la fiesta y saben que es cara la entrada y el espacio es limitado. El problema es que no saben quiénes están invitados y cuánto hay que pagar por entrar. Con esa analogía, un ejecutivo de una empresa de telecomunicaciones resume lo que pasa en la industria con el arribo del 5G a Chile.
Aunque no será acá donde se tomen las decisiones globales sobre la banda del espectro radioeléctrico a la que se tengan que conectar, las empresas ya se están preparando para la implementación, la que no será fácil ni barata. Y a esos ingredientes hay que agregarle que la industria desde 2018 tiene una serie de procesos judicializados, en consulta, y a la espera. Como se estima que cada empresa tendrá que desembolsar del orden de US$ 3.000 millones para un despliegue competitivo, mientras no tengan certeza de cuánto espectro puede tener, o que tengan la seguridad mínima de que un fallo posterior no les quite espectro, va a ser complicado, resumen en la industria, convencer a los accionistas de desembolsar tamañas cifras de dinero.
Lo primero que hay que entender es que no seremos los usuarios de a pie los beneficiarios directos con el 5G, sino que será el sector productivo, tecnológico e industrial el más feliz. Esto, porque para conversar por teléfono con buena señal, por ejemplo, sirve un buen despliegue de la red 4G, ya presente en Chile.
Sin embargo, el 5G apunta a otros beneficiarios: en la minería, por ejemplo, que los camiones que transportan cobre se manejen a distancia. Para hacerlo, la señal de datos que se transmita entre el centro de control y el camión debe ser altamente óptima, para evitar que el camión, por ejemplo, pierda el control. O en el mundo médico, un cirujano podría operar a distancia a una persona en un pueblo austral. Si se “cae” la señal, literalmente, alguien puede morir. “El 5G no está pensado para que se hablen de mejor manera las personas. La carrera no es por quien llega primero, sino que por quién genera más valor con esta nueva tecnología”, dice la subsecretaria de Telecomunicaciones, Pamela Gidi.
Espectro, rey de la fiesta
Hay, por lo menos, dos temas clave que rondan como inquietudes en la industria. El espectro para poder usar 5G y dónde van a poner las cerca de 40 mil nuevas antenas que necesitan.
El espectro radioeléctrico no es más que una especie de carretera en el aire por donde las empresas se “cuelgan” para sus diferentes prestaciones. Ahí están, por ejemplo, las bandas que se ocupan para la radio, la televisión, el internet y las llamadas de teléfono. Mientras más ancho el carril de esta carretera, o más arriba el número de la banda (que para 2G, 3G y 4G va desde los 700 MHz a los 3.800 MHz) más rápido llega el servicio.
Y es justamente sobre este preciado -y escaso- bien donde más controversias hay. El año pasado, la Corte Suprema ordenó a Entel, Movistar y Claro devolver la misma cantidad de espectro radioeléctrico que fue adquirida en el concurso de la banda 700 MHz, luego de determinar que con esa licitación de hace una década, superaron el límite de 60 MHz que, según la Suprema, imponía la ley.
En ese mismo fallo se estableció que la Subtel podía presentar una consulta al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC) para establecer CAP o límites que cada empresa puede tener. Primero la Subtel propuso límites en número por cada segmento de banda: las bajas, las medias y las altas. Pero el 22 de marzo cambió su postura y fijó límites dinámicos con un tope de 32% que puede tener cada empresa en segmentos de banda.
“En el pasado, los incumbentes han judicializado el camino como forma de mantener el statu quo ; sin embargo, hoy las condiciones han cambiado y los clientes esperan más de todas las empresas, y para estar a la altura de esas expectativas, cada uno de los actores necesita avanzar y rápido”, dice Sebastián Precht, de WOM. “Actualmente, estamos en un punto donde el espectro está distribuido de manera inequitativa”, agrega.
“Sin duda que un escenario de judicialización genera incertidumbres que desincentivan la inversión, en cualquier sector industrial. Sin embargo, después de unos meses difíciles en 2018, vemos que las diferencias se han ido resolviendo positivamente gracias a un diálogo constructivo entre los distintos actores”, agrega Manuel Araya, de Entel. Y hace un contrapunto con WOM. “La posición actual que tiene cada operador, en cuanto al espectro asignado, ha sido resultado de su participación -o no- en licitaciones hechas por el Estado de Chile, en procesos públicos y transparentes”
Pero la subsecretaria Gidi confía en que la decisión de los CAP se va a destrabar este año. “Confío en que el TDLC va a poder abordar los CAP de cada empresa de telefonía móvil, lo podrá establecer en un tiempo razonablemente pronto de modo que Chile no se quede atrás respecto de otros países del mundo en el desarrollo del 5G. Esta es una carrera donde son importantes los tiempos. Yo espero que sea este año”, dice.
Por otra parte, la autoridad estima que el otro conflicto, el de la devolución de espectro a propósito de la banda de 700 MHz, no influiría en la licitación. “Sí importa que el tamaño que cada empresa puede tener en las bandas esté claro. Una vez que esté aclarado, estamos OK para la licitación”.
Licitación será como máximo el 2020
Tan optimista es la subsecretaria, que durante su participación este verano en el Mobile World Congress, en Barcelona, España, anunció con bombos y platillos que lanzarán una licitación en las bandas de 700 MHz y 3.500 MHz, para que las empresas puedan entrar al 5G. “Tenemos las bases de la licitación ya hechas, y está sujeta a los comentarios que recibamos, y lo que pase con la reunión de UIT en octubre. De acuerdo a eso vamos a ver si es conveniente hacerlo en diciembre o a principios del 2020, máximo primer semestre del próximo año, y así la implementación se haga durante el gobierno del Presidente Piñera”, dice Gidi, agregando que este mes se iniciará la consulta pública.
Conocedores del futuro concurso que viene, indican que esta vez se podría innovar en el modelo, y pasar de uno como el actual donde las empresas muestran su intención de invertir a cambio de espectro, por uno donde comprometan inversión concreta en distintas etapas, pero desde el día 1.
Pero como para que el 5G funcione necesita tener un completo y profundo desarrollo de fibra óptica para que alimente a las grandes antenas base, y así estas alimenten a las antenas más pequeñas que proveen de 5G, la subsecretaria dice que anunciarán las próximas semanas un subsidio histórico para fibra óptica, para los lugares donde las empresas no consideran interesante estar y así se cierre la brecha digital, y después se pueda instalar las celdas de 5G. Aunque no quiere dar cifras concretas, adelanta que será mayor al subsidio entregado para el proyecto Fibra Óptica Austral, y que en esa ocasión superó los US$ 100 millones.
Lo que sí saben las empresas es que mientras no haya claridad de todas estas incógnitas, sus directorios no aprobarán invertir. Antonio Bueno, de Movistar Chile, dice que uno de los temas más necesarios para avanzar en 5G, es “que estén zanjadas las definiciones sobre el espectro que utilizará esta tecnología, tanto en materia de caps como en asegurar acceso equitativo a todos los actores interesados en desarrollar esta tecnología en el país”.
Pero también, agrega el ejecutivo, “que exista un caso de uso rentable, considerando las grandes inversiones que representará un despliegue nacional de esta tecnología, la que requerirá una densidad mayor de antenas que tecnologías actuales al usar frecuencias más altas, para así lograr altos rendimientos”.
Y aunque es un problema de dinero, por los altos montos que hay que desembolsar, no lo es tanto, dicen en la industria. Porque es cierto que la competencia en Chile es dura y los márgenes de ganancias de las empresas han ido bajando, pero también depende de la espalda financiera que tenga el controlador y de cuánto le importe crecer en el país.
“Claro Chile, como parte de una multinacional a escala global, está en primera línea en su desarrollo, pero la implementación y sus tiempos, al igual que en otros países, depende de aspectos regulatorios y normativos de cada uno de ellos”, dice Cristián Salgado, de Claro Chile.
En lo que no hay duda es que todos los países corren la misma carrera por llegar. De hecho, Brasil y Argentina ya tienen bastante camino avanzado en las certezas jurídicas de sus espectros para el 5G. No vaya a ser cosa que aunque gastemos harta plata y logremos entrar a la fiesta, nos toque bailar el lento que ponen al final de las fiestas, dice otro ejecutivo de una empresa de telecomunicaciones.
“Las empresas determinarán dónde quieren invertir en 5G. Nuestra función como Estado es hacer que las inversiones lleguen a Chile, los holdings internacionales o nacionales definirán si quieren invertir en Chile o en otro país. Y esas son decisiones de cada empresa y son respetables. Por eso digo que toda empresa, tanto nueva como habitual, definirá si quiere participar en 5G en Chile”, concluye Pamela Gidi.
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Fuente: El Mercurio, Lunes 01 de abril de 2019

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