Lunes, Abril 29, 2024

La meta cero emisión de Chile, por Marcelo Mena

LA TERCERA – El cambio climático nos ha mostrado las múltiples formas que tiene de amenazar nuestro bienestar. Ya sea por incendios forestales, la megasequía, los aludes del norte, o las mareas rojas del sur, hemos visto la vulnerabilidad de nuestra economía a las amenazas climáticas. El Indice de Riesgo Climático Global de Germanwatch estima que el daño causado por desastres climáticos en el país ha sumado en torno a 9 millones de dólares al año en las últimas dos décadas; 45% de este daño se ha concentrado en los últimos cinco años. Y ese daño en infraestructura solo es una fracción de la actividad económica perdida. Los escenarios climáticos indican que estos efectos solo se intensificarán, llamándonos a invertir en la adaptación al cambio climático.
Para evitar el cambio climático, el mundo se puso de acuerdo de que había que limitar el calentamiento global a menos de 1,5 grados de calentamiento. Los compromisos actuales de los países, presentandos en París hace cinco años, nos mantienen lejos de esa meta. Para poder continuar con la esperanza de cumplir esta meta el mundo debe reducir sus emisiones globales netas a la mitad al 2030 y a cero emisiones netas al 2050. Una meta monumental.
Hace ya una década en Copenhague se hizo nuestro primer compromiso de mitigación de emisiones. La entonces ministra Ana Lya Uriarte fue muy criticada porque dijo que Chile iba a reducir sus emisiones en un 10% con respecto versus su proyección al 2020. La ciudadanía fue determinante en que ese compromiso se cumpliera, pues el rechazo visceral a los nuevos proyectos a carbón causó que con el fin de Castilla, Barrancones, Punta Alcalde, Energía Minera, Los Robles, y Cruz Grande evitáramos que se emitieran casi 52 millones de toneladas de CO2 al año, y así cumplir con la meta al finalizar este año.
El año 2015 se presentó ante la ONU su primer contribución nacional, ante la ONU. Esta comprometía reducir la intensidad de las emisiones del país entre 30 a 45% al año 2030. Desde entonces hemos sido testigos de una revolución en el despegue de las energías renovables, y existe una meta de energías renovables en el marco de la Política Energética que lideró el ministro Pacheco, y una mesa de cierre de termoeléctricas a carbón que inició el ministro Rebolledo. Estas políticas han continuado y se piensa que la meta de energías renovables de 70% se cumplirá dos décadas antes.
La nueva contribución nacional presentada por el gobierno es la primera actualización de compromisos climáticos que realiza un país en desarrollo, y la primera que se hace alineada al acuerdo de París. Para ver los impactos al crecimiento económico el BID y el Banco Mundial apoyaron el desarrollo de estudios que estimaron que el costo de la meta de mitigación es una fracción de los beneficios económicos, y que el crecimiento que Chile logrará descarbonizándose es en torno a 4,4% mayor que sin la meta. Adicionalmente, el estudio indica que dilatar el cumplimiento de la meta, dilata la llegada de este mayor crecimiento e inversión.
Entonces, en este momento en que muchos oportunistamente empezarán a cuestionar la conveniencia de ponernos una meta dura de descarbonización, debemos tener claro que cuando Chile lo hace es porque apuesta en su potencial. Apuesta en su energía renovable barata que permitirá hacer del transporte y la industria una de las más limpias del mundo. Apuesta que la minería brindará minerales que componen las tecnologías limpias que seguirán expandiéndose. Apuesta en sus ingenieros y científicos que harán realidad la economía del hidrógeno verde.
La meta cero emisión neta es un desafío tremendo que convocará a que muchas generaciones transformemos los que hacemos, y una señal al mundo de que un país en desarrollo, que logra su riqueza con la extracción de recursos naturales puede dar un giro decidido a la sustentabilidad. Es una meta no solo del gobierno, sino de un mundo climático de asociaciones gremiales, académicos, y sociedad civil que ha tenido un diálogo que debe ser ejemplo para otros sectores. Por lo mismo felicitaciones al Ministerio de Medio Ambiente, Energía, Hacienda, Agricultura, y Ciencia en este notable compromiso. Éste no debe dilatarse, sino hacerse realidad cuanto antes en un paquete de reactivación económica que esté alineado con nuestra descarbonización neta. Mientras más demoremos, más vidas perderemos por contaminación, y menos crecimiento tendremos. Y así también daremos el ejemplo a que otros países puedan seguir nuestro camino.
Marcelo Mena
Director del Centro de Acción Climática PUCV
Fuente: La Tercera, Jueves 16 de Abril de 2020

LA TERCERA – El cambio climático nos ha mostrado las múltiples formas que tiene de amenazar nuestro bienestar. Ya sea por incendios forestales, la megasequía, los aludes del norte, o las mareas rojas del sur, hemos visto la vulnerabilidad de nuestra economía a las amenazas climáticas. El Indice de Riesgo Climático Global de Germanwatch estima que el daño causado por desastres climáticos en el país ha sumado en torno a 9 millones de dólares al año en las últimas dos décadas; 45% de este daño se ha concentrado en los últimos cinco años. Y ese daño en infraestructura solo es una fracción de la actividad económica perdida. Los escenarios climáticos indican que estos efectos solo se intensificarán, llamándonos a invertir en la adaptación al cambio climático.
Para evitar el cambio climático, el mundo se puso de acuerdo de que había que limitar el calentamiento global a menos de 1,5 grados de calentamiento. Los compromisos actuales de los países, presentandos en París hace cinco años, nos mantienen lejos de esa meta. Para poder continuar con la esperanza de cumplir esta meta el mundo debe reducir sus emisiones globales netas a la mitad al 2030 y a cero emisiones netas al 2050. Una meta monumental.
Hace ya una década en Copenhague se hizo nuestro primer compromiso de mitigación de emisiones. La entonces ministra Ana Lya Uriarte fue muy criticada porque dijo que Chile iba a reducir sus emisiones en un 10% con respecto versus su proyección al 2020. La ciudadanía fue determinante en que ese compromiso se cumpliera, pues el rechazo visceral a los nuevos proyectos a carbón causó que con el fin de Castilla, Barrancones, Punta Alcalde, Energía Minera, Los Robles, y Cruz Grande evitáramos que se emitieran casi 52 millones de toneladas de CO2 al año, y así cumplir con la meta al finalizar este año.
El año 2015 se presentó ante la ONU su primer contribución nacional, ante la ONU. Esta comprometía reducir la intensidad de las emisiones del país entre 30 a 45% al año 2030. Desde entonces hemos sido testigos de una revolución en el despegue de las energías renovables, y existe una meta de energías renovables en el marco de la Política Energética que lideró el ministro Pacheco, y una mesa de cierre de termoeléctricas a carbón que inició el ministro Rebolledo. Estas políticas han continuado y se piensa que la meta de energías renovables de 70% se cumplirá dos décadas antes.
La nueva contribución nacional presentada por el gobierno es la primera actualización de compromisos climáticos que realiza un país en desarrollo, y la primera que se hace alineada al acuerdo de París. Para ver los impactos al crecimiento económico el BID y el Banco Mundial apoyaron el desarrollo de estudios que estimaron que el costo de la meta de mitigación es una fracción de los beneficios económicos, y que el crecimiento que Chile logrará descarbonizándose es en torno a 4,4% mayor que sin la meta. Adicionalmente, el estudio indica que dilatar el cumplimiento de la meta, dilata la llegada de este mayor crecimiento e inversión.
Entonces, en este momento en que muchos oportunistamente empezarán a cuestionar la conveniencia de ponernos una meta dura de descarbonización, debemos tener claro que cuando Chile lo hace es porque apuesta en su potencial. Apuesta en su energía renovable barata que permitirá hacer del transporte y la industria una de las más limpias del mundo. Apuesta que la minería brindará minerales que componen las tecnologías limpias que seguirán expandiéndose. Apuesta en sus ingenieros y científicos que harán realidad la economía del hidrógeno verde.
La meta cero emisión neta es un desafío tremendo que convocará a que muchas generaciones transformemos los que hacemos, y una señal al mundo de que un país en desarrollo, que logra su riqueza con la extracción de recursos naturales puede dar un giro decidido a la sustentabilidad. Es una meta no solo del gobierno, sino de un mundo climático de asociaciones gremiales, académicos, y sociedad civil que ha tenido un diálogo que debe ser ejemplo para otros sectores. Por lo mismo felicitaciones al Ministerio de Medio Ambiente, Energía, Hacienda, Agricultura, y Ciencia en este notable compromiso. Éste no debe dilatarse, sino hacerse realidad cuanto antes en un paquete de reactivación económica que esté alineado con nuestra descarbonización neta. Mientras más demoremos, más vidas perderemos por contaminación, y menos crecimiento tendremos. Y así también daremos el ejemplo a que otros países puedan seguir nuestro camino.
Marcelo Mena
Director del Centro de Acción Climática PUCV
Fuente: La Tercera, Jueves 16 de Abril de 2020

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