Martes, Abril 16, 2024

La cadena rota, por Óscar Guillermo Garretón

LA TERCERA – Los puertos en sí mismos no importan, solo importa que son el lugar donde el transporte por tierra pasa a ser marítimo y viceversa. Los ferrocarriles y caminos tampoco importan en sí; solo son el eslabón entre el lugar de producción y el puerto. El barco también es solo otro eslabón entre la palta de Quillota y el supermercado norteamericano, la cereza y el mercado de Pekín, la mina y la procesadora japonesa de cobre.
Es la cadena logística la que importa. En ella cada eslabón es indispensable. Aunque todos los demás sean impecables, con uno que falle, se corta la cadena completa.
La cadena logística de Chile esta en crisis. En el río Toltén se cayó un puente de 120 años, emblema del abandono ferroviario del Estado por más de un siglo, golpeando las exportaciones de papel y celulosa. Cerca de Quillota descarrila un tren con concentrado de cobre, el “sueldo de Chile”; y análisis expertos concluyen que esos deteriorados rieles, de responsabilidad estatal, eran de ¡1928! En 2017 el tráfico portuario por camión en Valparaíso más San Antonio sumó 1.726.673 viajes; un camión cada 18 segundos si todos los días y horas del año viajara igual cantidad de camiones; pero sabemos que no es así. Valparaíso no tiene acceso por tren de carga, porque “se les olvidó” considerarlo cuando crearon el Merval. “Olvido” que puede extenderse con efectos de congestión caótica a la Región de Biobío si el puente Bicentenario se conecta a nivel de la vía férrea para llegar a la ciudad, como se ha pretendido. Y no es cuestión de ampliar las carreteras a 4 o 5 pistas; ellas siempre terminan en embudos de una o dos pistas para bajar a las ciudades-puertos. En tiempo de verano, el de embarque de frutas, las colas de camiones en San Antonio suman kilómetros. Leí que la cola de autos comprados en 2018, pegados un tras otro, cubre la distancia entre Santiago y Puerto Montt.
Nuestros puertos han crecido con la economía, así como la inversión en muelles y grúas, pero estamos al debe en desarrollo tecnológico. Además, puertos mayores son estrangulados por masas densas de población y carecen de adecuadas redes viales y ferroviarias para carga. Tampoco se ha desarrollado un eslabón clave de la cadena logística que son los centros de transferencia de carga entre distintos medios de transporte. Las inversiones son considerables y el Estado no se basta para abordarlas. Desde hace más de un año, diciembre de 2017, espera respuesta un proyecto privado de tren rápido y moderno de pasajeros y carga, que desentramparía un declinante Valparaíso, Viña y también San Antonio. Se requiere un programa de concesiones, como en los 90.
Tanto discurso sobre productividad y la clave fundamental de un país que vive de la exportación, su cadena logística, está hoy avejentada,no brinda seguridades, tiene eslabones rotos, deficientes prácticas laborales y está afectada por desidia pública.
Ver artículo
Fuente: La Tercera, lunes 14 de enero 2019

LA TERCERA – Los puertos en sí mismos no importan, solo importa que son el lugar donde el transporte por tierra pasa a ser marítimo y viceversa. Los ferrocarriles y caminos tampoco importan en sí; solo son el eslabón entre el lugar de producción y el puerto. El barco también es solo otro eslabón entre la palta de Quillota y el supermercado norteamericano, la cereza y el mercado de Pekín, la mina y la procesadora japonesa de cobre.
Es la cadena logística la que importa. En ella cada eslabón es indispensable. Aunque todos los demás sean impecables, con uno que falle, se corta la cadena completa.
La cadena logística de Chile esta en crisis. En el río Toltén se cayó un puente de 120 años, emblema del abandono ferroviario del Estado por más de un siglo, golpeando las exportaciones de papel y celulosa. Cerca de Quillota descarrila un tren con concentrado de cobre, el “sueldo de Chile”; y análisis expertos concluyen que esos deteriorados rieles, de responsabilidad estatal, eran de ¡1928! En 2017 el tráfico portuario por camión en Valparaíso más San Antonio sumó 1.726.673 viajes; un camión cada 18 segundos si todos los días y horas del año viajara igual cantidad de camiones; pero sabemos que no es así. Valparaíso no tiene acceso por tren de carga, porque “se les olvidó” considerarlo cuando crearon el Merval. “Olvido” que puede extenderse con efectos de congestión caótica a la Región de Biobío si el puente Bicentenario se conecta a nivel de la vía férrea para llegar a la ciudad, como se ha pretendido. Y no es cuestión de ampliar las carreteras a 4 o 5 pistas; ellas siempre terminan en embudos de una o dos pistas para bajar a las ciudades-puertos. En tiempo de verano, el de embarque de frutas, las colas de camiones en San Antonio suman kilómetros. Leí que la cola de autos comprados en 2018, pegados un tras otro, cubre la distancia entre Santiago y Puerto Montt.
Nuestros puertos han crecido con la economía, así como la inversión en muelles y grúas, pero estamos al debe en desarrollo tecnológico. Además, puertos mayores son estrangulados por masas densas de población y carecen de adecuadas redes viales y ferroviarias para carga. Tampoco se ha desarrollado un eslabón clave de la cadena logística que son los centros de transferencia de carga entre distintos medios de transporte. Las inversiones son considerables y el Estado no se basta para abordarlas. Desde hace más de un año, diciembre de 2017, espera respuesta un proyecto privado de tren rápido y moderno de pasajeros y carga, que desentramparía un declinante Valparaíso, Viña y también San Antonio. Se requiere un programa de concesiones, como en los 90.
Tanto discurso sobre productividad y la clave fundamental de un país que vive de la exportación, su cadena logística, está hoy avejentada,no brinda seguridades, tiene eslabones rotos, deficientes prácticas laborales y está afectada por desidia pública.
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Fuente: La Tercera, lunes 14 de enero 2019

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