Sábado, Abril 27, 2024

Ivo Radic: “Hoy el aspecto normativo, no solo de Chile sino de casi toda la región, es un lastre para alcanzar la seguridad hídrica”

PAÍS CIRCULAR – Como representante en Chile de la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso del Agua (ALADyR), el director ejecutivo de empresas VIGA, Ivo Radic, afirma que si bien las soluciones para afrontar la escasez y la polución de las aguas ya están disponibles en nuestro país y han sido comprobadas, es necesario cambiar tanto las normativas como los paradigmas con que fueron concebidas. A su juicio, el Estado tiene hoy el deber de actuar más allá de lo inmediato, mientras que a nivel legislativo se requiere procurar la sostenibilidad económica de las alternativas tecnológicas imprescindibles para la seguridad hídrica, en un escenario donde la desalación aparece como clave en el mediano y largo plazo. “Debemos buscar las mejores alternativas para asegurar el acceso de agua a todos, tanto personas como industrias productivas, para el mejor desarrollo de la sociedad”, afirma.
Ayer, en el marco de la pandemia por corona virus que está asolando al mundo y comienza a hacer sentir sus impactos en Chile, se conmemoró a nivel global del Día Mundial del Agua, un elemento fundamental para enfrentar la crisis sanitaria que atraviesan -o atravesarán indefectiblemente- todos los países. Y las cifras que entregó Naciones Unidas son desalentadoras: hoy cerca de 2.200 millones de personas carecen de agua potable, y 4.200 millones -el 55% de la población mundial- carece de un sistema de saneamiento adecuado.
Esto, además, en un escenario de cambio climático que empieza a generar efectos devastadores en la provisión de agua a causa, en casos como el de Chile, de prolongadas sequías. ¿Qué hacer? Según la ONU, se requiere mejorar el tratamiento de aguas residuales, incrementar el financiamiento para los recursos hídricos, mejorar la eficiencia en su uso y promover la innovación tecnológica.
A nivel regional, una de las organizaciones que está trabajando en esta materia es la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso del Agua (ALADyR), creada hace una década y que ya cuenta con 700 miembros desde México hasta Argentina. Y uno de sus principales aportes a la discusión hídrica ha sido llevar la información de los procesos necesarios para la gestión hídrica sostenible a todos los ámbitos, incluyendo a las altas esferas de los gobiernos.
Así lo afirma Ivo Radic, director ejecutivo de empresas VIGA y representante de ALADyR en Chile, quien afirma que uno de los principales logros alcanzados hasta ahora por la organización es que se ha transformado en un referente confiable, y en proponer la desalación como una alternativa sostenible y escalable para solventar la crisis hídrica en Chile y otros países.
“Trabajamos con especialistas legales como Gloria Álvarez Pinzón, de Colombia, quien compara los marcos normativos de los países de la región y propone actualizaciones congruentes con los avances de las soluciones tecnológicas que promovemos. Estamos en la persistencia de que el marco regulatorio sea más claro e incentive a la inversión en el sector. Hoy el aspecto normativo, no solo de Chile sino de casi toda la región, es un lastre para alcanzar la seguridad hídrica”, afirma.
¿Cuánto ha progresado Chile y la región en materia de desalación en la última década?
En los últimos diez años ha avanzado mucho en desalación para la minería, con proyectos reconocidos a nivel mundial como Escondida. Somos referencia regional en capacidad instalada (5600 litros por segundo) pero esto no es suficiente, falta un impulso más contundente. Se espera triplicar la cantidad de agua desalada en los próximos años, pero el cambio climático y el crecimiento de la actividad económica demandan que la capacidad de desalinizar crezca a una potencia mayor.
Entre los ejemplos de potabilización de agua de mar para el abastecimiento domiciliario está Econssa, la primera planta hecha por el Estado para este fin, con una capacidad 500 litros por segundo y que debería entrar en operación en 2020. Misma situación es la de Tocopilla, con 100 litros por segundo, en construcción actualmente, para abastecer el 100% de la demanda de esa localidad. Y La Chimba, en Antofagasta, opera desde 2003, es propiedad de la sanitaria local y tiene una capacidad de 850 litros por segundo, que le permite abastecer el 85% de la demanda de la ciudad. A esto se suma un par de decenas de desaladoras pequeñas para caseríos y pequeños poblados, que hoy cada vez toman más relevancia. Pasa a ser una alternativa y solución viable para comunidades, sobretodo costeras, que no tienen agua potable.

¿El reúso de agua tiene un avance similar?
La mayoría de las aguas servidas en las grandes ciudades se tratan en plantas biológicas, se devuelve a los ríos y luego de eso los agricultores la aprovechan. Podríamos hablar de un reúso tácito. No obstante, en esto estamos lejos de lo ideal, que sería reciclar todo el recurso y no permitir que gran parte llegue al mar, perdiendose de alguna forma. En las zonas costeras es casi inexistente el tratamiento de agua, tienen emisarios marinos donde descargan los efluentes, remanentes líquidos de procesos domiciliarios o industriales. Aquí es imprescindible mencionar que hay una deuda legislativa, porque no se sabe de quién es el agua depurada, no está claro. Al ser el agua desalada un bien de uso público, se desincentiva a la inversión privada.
También existe reúso industrial, lo que evita que los efluentes lleguen a las plantas depuradoras, implementando así la economía circular del recurso. Principalmente son las multinacionales las que lo hacen, porque tienen indicadores clave de reúso de agua en sus políticas internas y KPI´s que cumplir. Sin embargo esta es una práctica poco generalizada en las empresas y la razón principal está en que seguimos sin darle el valor real al agua. Es más barato seguir explotando la fuente natural hasta que se acabe que implementar medidas para el aprovechamiento del recurso ya utilizado, invirtiendo en tecnología para reúso.
Este día Mundial del Agua nos encuentra con una crisis hídrica grave, con una sequía que se arrastra ya por más de 11 años ¿Cómo ve la situación de Chile, y de la región, en materia de recursos hídricos? 
El caso chileno está marcado por la escasez y toda la región mira cómo batallamos con ella, pero el resto de los países también tienen sus luchas. La mala calidad del agua para consumo, la falta de saneamiento y la desatención de los servicios más básicos en las zonas rurales son una constante. La mayor parte de los efluentes cloacales de la región no son tratados y son volcados así a los cuerpos receptores. Esto, de no cambiar los procesos e invertir como es debido, se tornará con fuerza en nuestra contra en forma de adversidades como crisis sanitarias.
¿Es principalmente un problema de gestión del recurso, cómo plantean algunos expertos, o es ya un tema estructural al que tenemos que habituarnos?
Nosotros lo vemos como un problema de voluntad. Las soluciones para afrontar la escasez y la polución de las aguas están disponibles en nuestro país y han sido comprobadas, pero es necesario cambiar tanto las normativas como los paradigmas con que fueron concebidas. No tenemos que salir a buscar soluciones a otros países, acá existen y hay empresas que lo hacen bien. Los procesos de desalación y reúso son competitivos, se han hecho más eficientes y siguen evolucionando, pero nada puede competir contra la gratuidad del agua y para cambiar esto hace falta la voluntad de todos. Esto toma áun más relevancia cuando no existe el recurso o es de muy mala calidad.
¿Qué rol tienen el Estado, la industria sanitaria, y las compañías privadas en la solución a éste problema?
El Estado está en la obligación de actuar más allá de lo inmediato, con planes de inversión en proyectos que ofrezcan una seguridad hídrica sostenible para reemplazar las soluciones a corto plazo como la excavación de pozos, las cuales no están dando los resultados esperados y requieren una inversión y gasto muy altos. La rama legislativa del Estado tiene que informarse y procurar la sostenibilidad económica de las alternativas tecnológicas imprescindibles para la seguridad hídrica. No se trata de encarecer el agua para hacerla un negocio pernicioso, sino de darle su verdadero valor para asegurar el acceso de esta generación y las que están por venir. El sector privado tendrá una mayor participación en la medida que lo normativo se aclare y deje de ser un impedimento para el retorno de la inversión.
Legislación clara e incentivos a la inversión
La discusión por declarar el agua como de uso público, ¿ha paralizado efectivamente los proyectos de desalación y reúso, por qué?
El agua desalada como un bien de uso público desincentiva al inversionista. Debería haber una ley clara, y estamos trabajando en ello llevando nuestras propuestas como ALADyR.
Por ejemplo, una minera puede desalar su agua y destinar una parte para la comunidad, pero debe haber claridad en el porcentaje de donación que permita la viabilidad. No es igual dar una concesión de extracción sobre un río que sobre el mar. Son proporciones totalmente dispares. Por mucho que extraigamos del mar no tenemos la capacidad de alterar su equilibrio. Caso contrario el de los ríos, lagos y acuíferos, cuya sobreexplotación ya sobrepasamos.
Se ha solicitado que se diferencien los permisos ambientales para las plantas de desalación de pequeña escala de los grandes proyectos. ¿Por qué se hace este requerimiento?
Es un requerimiento que hemos hecho ALADyR y Vigaflow (empresa chilena líder en la industria del tratamiento de aguas) directamente; no es lo mismo, y se debe evaluar de forma diferente un gran proyecto tiene distintas implicancias ambientales y requerimientos energéticos. Un equipo de desalación tiene poco impacto y puede ayudar a mucha gente en los poblados. Hoy la legislación en trámite en el Congreso no discrimina entre equipos y grandes plantas, por lo que tienen que pasar por los mismos permisos. Esto encarece muchísimo las plantas de pequeña o mediana escala, lo que hace que se vuelvan inviables. Es como si un bote a remo necesitara los mismos permisos que un crucero, ambos permiten transportar personas por el mar, pero son escalas y complejidades no comparables.


En el escenario actual de una crisis sanitaria que tiene al mundo, y a Chile, redireccionando sus recursos y además con una crisis económica en ciernes, ¿Cómo se puede mantener la inversión en proyectos de desalación o reuso de agua, de cualquier escala?
Hay que mantener los incentivos a los inversionistas. No importa en qué crisis o contexto estemos, incluyendo la actual, siempre habrá demanda de agua porque es un recurso vital para la vida, no podemos prescindir de él. Pero, eso sí, alguien tiene que pagarla. Debemos buscar las mejores alternativas para asegurar el acceso de agua a todos, tanto personas como industrias productivas, para el mejor desarrollo de la sociedad.
Se ingresó al Congreso un proyecto de ley que busca exigir a las concesionarias de servicios sanitarios la implementación de planes de ahorro de agua residencial. ¿qué impacto real tienen este tipo de soluciones, considerando que es una parte menor del consumo del recurso?
Si bien el porcentaje de agua que consumen las sanitarias para uso residencial es bajo a nivel país (7%), en las grandes ciudades este porcentaje es más alto y el consumo de agua distribuido por las sanitarias se reparte entre uso domiciliario y uso industrial; el agua que no se usa de los ríos y que fluye hacia el mar, es usada parcialmente por la agricultura. Lo mismo ocurre con las aguas que salen tratadas de las plantas de tratamiento de aguas servidas. Siendo un porcentaje relevante en términos de consumo a nivel urbano, cualquier ahorro o reducción de consumo que puedan hacer las sanitarias, acompañado de mayores capacidades de almacenamiento, incidirán en la seguridad de abastecimiento.
Hace unos días Aguas Andinas alertó que está en riesgo su capacidad operativa por el coronavirus, principalmente porque se da además en un contexto de sequía. ¿Cómo podría ayudar una mayor diversificación de las fuentes de agua en este tipo de escenarios?
En el escenario de sequía que estamos viviendo hoy, no existe una solución tan inmediata de implementación como se requiere en la emergencia que estamos enfrentando. Cualquier fuente de agua alternativa tomará bastante tiempo. Hoy es mucho más lógico desinfectar el agua que se usa actualmente, aunque ya debe estar clorada para cumplir con la normativa.
El riesgo de una sanitaria en escenario de coronavirus tiene que ver con la disponibilidad de personal necesario para operar plantas y redes de distribución o atender emergencias, lo cual si escasea el agua es más crítico de lo normal. Lo anterior hace más relevante aún, la necesidad de contar con sistemas más resilientes, que tengan los back-ups necesarios, como estanques y fuentes de agua alternativas, además de contar con los grados de automatismo y de monitoreo en línea y remoto que permitan prescindir o minimizar la necesidad de contar con personal de mantención o de atención de emergencias.
Pero esto nos vuelve a situar en buscar soluciones verdaderas a corto, mediano y largo plazo que permitan darle continuidad a las operaciones de las empresas como al acceso de agua potable para todos. Este recurso no es solo una necesidad básica de todo ser humano, sino también una herramienta clave para la superación de la pobreza, para problemas sanitarios y de salud.  Creemos que la desalinización es la fuente de agua más sustentable que existe, después del reúso. Ahí deberíamos trabajar fuertemente todos los actores.
Implementar soluciones ya existentes
¿Cuál es su opinión del informe entregado por la Mesa Nacional del Agua?
Si bien se hizo un gran trabajo entre los expertos, nos parece que aún están muy en la teoría y no en la implementación. En Chile existe la tecnología y la capacidad para dar soluciones, pero falta la voluntad política/normativa para poder ejecutar. En el informe se hace un buen diagnóstico, pero no se presentan soluciones que no se hayan planteado con anterioridad, por lo que necesitamos ponernos los guantes y comenzar a trabajar.
Hoy el Estado -a través de los FNDR administrados por la Subdere- está destinando miles de millones de pesos a proyectos y asistencia técnica que ayuden a resolver la crisis hídrica. Principalmente, enfocado en los APR. ¿Es una buena estrategia?
Los APR como concepto son una buena solución, pero en la práctica no funcionan como deberían. Se entrega la administración de recursos vitales para una comunidad a personas que no son expertas en ello, no por capacidad sino por expertise. Luego de un tiempo sin obtener los resultados que se requieren, pasan a manos de privados para su administración sin definir marcos y límites que permitan a la comunidad asegurarse el recurso a un valor accesible. Por una parte está el funcionamiento de las plantas de potabilización, que en general cuentan con sistemas de impulsión, filtración y cloración, pero por otro está la escasez de agua. Si los fondos son destinados a perforar más pozos o profundizar los existentes, o bien, a traer agua en camiones aljibes, estamos en presencia de un parche y no de una solución. Incluso a veces los fondos se pierden completamente ya que las perforaciones son infructuosas. Una buena estrategia sería trabajar en fuentes permanentes y sustentables de agua -que perduren y no generen daño natural-, al mismo tiempo que tener una gestión más profesionalizada y descentralizada de las APRs.

¿Debiera haber una línea estatal de recursos destinados a proyectos de innovación y tecnología menos tradicionales, como la desalación, el reúso de agua, la captación de aguas lluvias o de la humedad del aire, por ejemplo?
Nos parece que si se trata de investigar no tiene sentido, en nuestro país existen las tecnologías y mucha investigación al respecto. Nos falta mejorar en la implementación, por lo que nos parece que por ahí debería haber mayores recursos estatales. Esto no se trata de una carrera entre países por ver quién es más innovador. Los verdaderos adversarios son la escasez y la contaminación en un contexto de cambios inminentes y crecimiento de la demanda, por lo que debemos implementar más que crear.
Si bien la desalación muestra avances principalmente en el norte, ¿por qué no existe aún una construcción a gran escala de plantas con esta tecnología? ¿Es un problema de costos, de regulación?
Hace tiempo que los costos ya no son una barrera para la implementación de estas medidas. Los procesos se han optimizado considerablemente en los últimos años. Si bien el agua desalada siempre será de mayor costo que el agua dulce disponible como fuente natural, si esta última no existe o se está agotando, entonces se debe evaluar la opción de desalación, y también el reúso de agua servida tratada si está disponible en ese lugar, para uso en riego e instalaciones industriales. Entonces, ante la impopular idea de aumentar las tarifas de agua, los actuales actores privilegian la explotación del agua de fuentes naturales, llevándolas al extremo en que estamos actualmente, en que poco a poco nos hemos quedado sin estas fuentes naturales.
Luego surge el tema económico, pero este es cada vez un menor problema ya que los costos y la inversión en desalación son cada vez más bajos. La tecnología es además cada vez más limpia, y la fuente de energía de nuestra matriz tiende también a ser cada vez más limpia, usando energía renovable. El problema que queda es la legislación, la cual debe dar las garantías y fomentar este tipo de instalaciones, tanto a pequeña escala, como ha mencionado el MOP -10 a 15 litros por segundo-, como a gran escala, con plantas para abastecer ciudades completas como la que ya existe en Antofagasta, prontamente en Tocopilla y en el sector de Caldera, Chañaral, Copiapó, con la planta de Econssa que permitirá combinar agua dulce de fuentes naturales con agua desalada.
¿Cuáles son las ventajas de la desalación en un país como Chile, con una extensa línea costera y muchas de las ciudades emplazadas en la costa, o relativamente cerca de ella?¿Puede Chile marcar la línea de las soluciones para Latinoamérica?
Sí, cada país tiene sus particularidades y cada caso debe ser estudiado por separado pero, respecto a las zonas costeras, Chile puede ser una referencia en desalación más categórica. Podemos instalarlo a lo largo de todo el país y a la escala que se requiera, por lo que la inversión no debería ser la piedra de tope para llevarle agua potable a las comunidades. Tenemos una fuente constante de energía solar, así que el suministro podría estar ligado a las energías renovables, como ya se hace en casos de las caletas y hay incluso un proyecto de 1.000 litros por segundo aprobado en el norte, con energía solar, para vender agua desalada a mineras. Existen proyectos como el de Minera Escondida, que está a más de 3.100 metros de altura y a 170 km de distancia de la costa que nos recuerdan que podemos llevar agua desalada a cualquier ciudad de Chile; ahí los costos toman un rol más determinante, pero todo depende de la envergadura del proyecto.
Tecnología y medio ambiente
¿Cuáles son las tecnologías predominantes hoy en materia de desalación y reúso de agua?
En desalación, la osmosis inversa y otros métodos térmicos que van en retirada porque son más intensivos en energía, con un costo resultante mucho más alto por metros cúbicos. En la tecnología de desalación se combinan con la osmosis inversa, la ultrafiltración, la filtración, la re-mineralización, además de cloración y fluoración, para cumplir con la normativa de agua potable. En reúso, dependiendo del objetivo o proceso en el que se va a usar el agua, puede ser suficiente con plantas convencionales biológicas, luego se puede aplicar filtración o ultrafiltración, desinfección por UV (ultravioleta) u ozono, hasta llegar a osmosis inversa o nanofiltración si se necesita un agua de mayor pureza. Técnicamente esta agua es calidad potable, pero no lo es del punto de vista regulatorio, puesto que el agua potable actualmente no puede provenir en forma directa -si indirecta desde un río que recibió un efluente tratado- de agua usada anteriormente.

Hoy existen dos críticas principales a la desalación: la primera, el alto consumo de energía que se requiere
Con los equipos recuperadores de energía, en los últimos 20 años hemos reducido el consumo cuatro veces, desde los iniciales 10 kWh a más o menos 2.5 kWh. El consumo energético es un aspecto relevante, pero lo es más por la disponibilidad de energía en el lugar, que por el costo que implica desalar con esa energía. Siempre hablando de mega plantas, pero si lo llevamos a pequeña e incluso mediana escala, hoy existen proyectos que están siendo abastecidos a través de energía solar.
El segundo cuestionamiento se refiere al impacto ambiental que tienen los residuos del proceso de desalación ¿Qué tan grande es el impacto de la salmuera, se puede disminuir?
Hay maneras de tomar el agua de mar y devolver la salmuera de manera correcta, usando las últimas innovaciones aplicadas en las plantas más modernas del mundo. Hay evidencia científica de que no altera considerablemente el entorno y se llevan a cabo planes de vigilancia para verificar que no se esté produciendo algún efecto negativo en la vida marina. Normalmente se implementan procesos de dilución que minimizan el diferencial de salinidad en la descarga, no hay que olvidar que la salmuera es agua con mayor concentración de salinidad, por lo que se diluye rápidamente en la inmensidad del mar. Esto en lo referente a grandes plantas, en pequeños equipos el impacto es insignificante e inmedible. Suelo decir que si la planta se diseña bien, y se ciñen a los estándares más estrictos usados internacionalmente, la salmuera no debe ser un problema. Menos lo será dada la baja concentración de plantas que podríamos llegar a tener en nuestra costa y la gran capacidad del Océano Pacífico, mucho mayor que el Mediterráneo por ejemplo, en donde la concentración de plantas es importante hace muchos años.
Si bien es una solución ya probada y eficiente para el consumo humano, ¿Es viable hoy la desalación para generar agua de riego para el sector agrícola, el sector de mayor consumo y más afectado por la crisis?
Sí, siempre será mucho más eficiente para especies de alto valor agregado y otras -frutas, vegetales- que requieran menos agua o para cultivos hidropónicos. ALADyR tiene papeles técnicos sobre esto a disposición de los interesados. Claro está que para la rentabilidad de la agricultura con la desalación el riego debe ser eficiente. Ahora hay muchas técnicas para optimizarlo, las que deberían ser aplicadas con mucho mayor cobertura que la actual. Primero ahorrar agua y luego producir agua de otras fuentes, debería ser el camino lógico. El contar con agua desalada donde no existe el recurso permite regar tierra de bajo costo y este es otro aspecto que compensa lo que se paga por la desalinización, puesto que las tierras fértiles “tradicionales” son más costosas.
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Fuente: País Circular, Lunes 23 de Marzo de 2020

PAÍS CIRCULAR – Como representante en Chile de la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso del Agua (ALADyR), el director ejecutivo de empresas VIGA, Ivo Radic, afirma que si bien las soluciones para afrontar la escasez y la polución de las aguas ya están disponibles en nuestro país y han sido comprobadas, es necesario cambiar tanto las normativas como los paradigmas con que fueron concebidas. A su juicio, el Estado tiene hoy el deber de actuar más allá de lo inmediato, mientras que a nivel legislativo se requiere procurar la sostenibilidad económica de las alternativas tecnológicas imprescindibles para la seguridad hídrica, en un escenario donde la desalación aparece como clave en el mediano y largo plazo. “Debemos buscar las mejores alternativas para asegurar el acceso de agua a todos, tanto personas como industrias productivas, para el mejor desarrollo de la sociedad”, afirma.
Ayer, en el marco de la pandemia por corona virus que está asolando al mundo y comienza a hacer sentir sus impactos en Chile, se conmemoró a nivel global del Día Mundial del Agua, un elemento fundamental para enfrentar la crisis sanitaria que atraviesan -o atravesarán indefectiblemente- todos los países. Y las cifras que entregó Naciones Unidas son desalentadoras: hoy cerca de 2.200 millones de personas carecen de agua potable, y 4.200 millones -el 55% de la población mundial- carece de un sistema de saneamiento adecuado.
Esto, además, en un escenario de cambio climático que empieza a generar efectos devastadores en la provisión de agua a causa, en casos como el de Chile, de prolongadas sequías. ¿Qué hacer? Según la ONU, se requiere mejorar el tratamiento de aguas residuales, incrementar el financiamiento para los recursos hídricos, mejorar la eficiencia en su uso y promover la innovación tecnológica.
A nivel regional, una de las organizaciones que está trabajando en esta materia es la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso del Agua (ALADyR), creada hace una década y que ya cuenta con 700 miembros desde México hasta Argentina. Y uno de sus principales aportes a la discusión hídrica ha sido llevar la información de los procesos necesarios para la gestión hídrica sostenible a todos los ámbitos, incluyendo a las altas esferas de los gobiernos.
Así lo afirma Ivo Radic, director ejecutivo de empresas VIGA y representante de ALADyR en Chile, quien afirma que uno de los principales logros alcanzados hasta ahora por la organización es que se ha transformado en un referente confiable, y en proponer la desalación como una alternativa sostenible y escalable para solventar la crisis hídrica en Chile y otros países.
“Trabajamos con especialistas legales como Gloria Álvarez Pinzón, de Colombia, quien compara los marcos normativos de los países de la región y propone actualizaciones congruentes con los avances de las soluciones tecnológicas que promovemos. Estamos en la persistencia de que el marco regulatorio sea más claro e incentive a la inversión en el sector. Hoy el aspecto normativo, no solo de Chile sino de casi toda la región, es un lastre para alcanzar la seguridad hídrica”, afirma.
¿Cuánto ha progresado Chile y la región en materia de desalación en la última década?
En los últimos diez años ha avanzado mucho en desalación para la minería, con proyectos reconocidos a nivel mundial como Escondida. Somos referencia regional en capacidad instalada (5600 litros por segundo) pero esto no es suficiente, falta un impulso más contundente. Se espera triplicar la cantidad de agua desalada en los próximos años, pero el cambio climático y el crecimiento de la actividad económica demandan que la capacidad de desalinizar crezca a una potencia mayor.
Entre los ejemplos de potabilización de agua de mar para el abastecimiento domiciliario está Econssa, la primera planta hecha por el Estado para este fin, con una capacidad 500 litros por segundo y que debería entrar en operación en 2020. Misma situación es la de Tocopilla, con 100 litros por segundo, en construcción actualmente, para abastecer el 100% de la demanda de esa localidad. Y La Chimba, en Antofagasta, opera desde 2003, es propiedad de la sanitaria local y tiene una capacidad de 850 litros por segundo, que le permite abastecer el 85% de la demanda de la ciudad. A esto se suma un par de decenas de desaladoras pequeñas para caseríos y pequeños poblados, que hoy cada vez toman más relevancia. Pasa a ser una alternativa y solución viable para comunidades, sobretodo costeras, que no tienen agua potable.

¿El reúso de agua tiene un avance similar?
La mayoría de las aguas servidas en las grandes ciudades se tratan en plantas biológicas, se devuelve a los ríos y luego de eso los agricultores la aprovechan. Podríamos hablar de un reúso tácito. No obstante, en esto estamos lejos de lo ideal, que sería reciclar todo el recurso y no permitir que gran parte llegue al mar, perdiendose de alguna forma. En las zonas costeras es casi inexistente el tratamiento de agua, tienen emisarios marinos donde descargan los efluentes, remanentes líquidos de procesos domiciliarios o industriales. Aquí es imprescindible mencionar que hay una deuda legislativa, porque no se sabe de quién es el agua depurada, no está claro. Al ser el agua desalada un bien de uso público, se desincentiva a la inversión privada.
También existe reúso industrial, lo que evita que los efluentes lleguen a las plantas depuradoras, implementando así la economía circular del recurso. Principalmente son las multinacionales las que lo hacen, porque tienen indicadores clave de reúso de agua en sus políticas internas y KPI´s que cumplir. Sin embargo esta es una práctica poco generalizada en las empresas y la razón principal está en que seguimos sin darle el valor real al agua. Es más barato seguir explotando la fuente natural hasta que se acabe que implementar medidas para el aprovechamiento del recurso ya utilizado, invirtiendo en tecnología para reúso.
Este día Mundial del Agua nos encuentra con una crisis hídrica grave, con una sequía que se arrastra ya por más de 11 años ¿Cómo ve la situación de Chile, y de la región, en materia de recursos hídricos? 
El caso chileno está marcado por la escasez y toda la región mira cómo batallamos con ella, pero el resto de los países también tienen sus luchas. La mala calidad del agua para consumo, la falta de saneamiento y la desatención de los servicios más básicos en las zonas rurales son una constante. La mayor parte de los efluentes cloacales de la región no son tratados y son volcados así a los cuerpos receptores. Esto, de no cambiar los procesos e invertir como es debido, se tornará con fuerza en nuestra contra en forma de adversidades como crisis sanitarias.
¿Es principalmente un problema de gestión del recurso, cómo plantean algunos expertos, o es ya un tema estructural al que tenemos que habituarnos?
Nosotros lo vemos como un problema de voluntad. Las soluciones para afrontar la escasez y la polución de las aguas están disponibles en nuestro país y han sido comprobadas, pero es necesario cambiar tanto las normativas como los paradigmas con que fueron concebidas. No tenemos que salir a buscar soluciones a otros países, acá existen y hay empresas que lo hacen bien. Los procesos de desalación y reúso son competitivos, se han hecho más eficientes y siguen evolucionando, pero nada puede competir contra la gratuidad del agua y para cambiar esto hace falta la voluntad de todos. Esto toma áun más relevancia cuando no existe el recurso o es de muy mala calidad.
¿Qué rol tienen el Estado, la industria sanitaria, y las compañías privadas en la solución a éste problema?
El Estado está en la obligación de actuar más allá de lo inmediato, con planes de inversión en proyectos que ofrezcan una seguridad hídrica sostenible para reemplazar las soluciones a corto plazo como la excavación de pozos, las cuales no están dando los resultados esperados y requieren una inversión y gasto muy altos. La rama legislativa del Estado tiene que informarse y procurar la sostenibilidad económica de las alternativas tecnológicas imprescindibles para la seguridad hídrica. No se trata de encarecer el agua para hacerla un negocio pernicioso, sino de darle su verdadero valor para asegurar el acceso de esta generación y las que están por venir. El sector privado tendrá una mayor participación en la medida que lo normativo se aclare y deje de ser un impedimento para el retorno de la inversión.
Legislación clara e incentivos a la inversión
La discusión por declarar el agua como de uso público, ¿ha paralizado efectivamente los proyectos de desalación y reúso, por qué?
El agua desalada como un bien de uso público desincentiva al inversionista. Debería haber una ley clara, y estamos trabajando en ello llevando nuestras propuestas como ALADyR.
Por ejemplo, una minera puede desalar su agua y destinar una parte para la comunidad, pero debe haber claridad en el porcentaje de donación que permita la viabilidad. No es igual dar una concesión de extracción sobre un río que sobre el mar. Son proporciones totalmente dispares. Por mucho que extraigamos del mar no tenemos la capacidad de alterar su equilibrio. Caso contrario el de los ríos, lagos y acuíferos, cuya sobreexplotación ya sobrepasamos.
Se ha solicitado que se diferencien los permisos ambientales para las plantas de desalación de pequeña escala de los grandes proyectos. ¿Por qué se hace este requerimiento?
Es un requerimiento que hemos hecho ALADyR y Vigaflow (empresa chilena líder en la industria del tratamiento de aguas) directamente; no es lo mismo, y se debe evaluar de forma diferente un gran proyecto tiene distintas implicancias ambientales y requerimientos energéticos. Un equipo de desalación tiene poco impacto y puede ayudar a mucha gente en los poblados. Hoy la legislación en trámite en el Congreso no discrimina entre equipos y grandes plantas, por lo que tienen que pasar por los mismos permisos. Esto encarece muchísimo las plantas de pequeña o mediana escala, lo que hace que se vuelvan inviables. Es como si un bote a remo necesitara los mismos permisos que un crucero, ambos permiten transportar personas por el mar, pero son escalas y complejidades no comparables.


En el escenario actual de una crisis sanitaria que tiene al mundo, y a Chile, redireccionando sus recursos y además con una crisis económica en ciernes, ¿Cómo se puede mantener la inversión en proyectos de desalación o reuso de agua, de cualquier escala?
Hay que mantener los incentivos a los inversionistas. No importa en qué crisis o contexto estemos, incluyendo la actual, siempre habrá demanda de agua porque es un recurso vital para la vida, no podemos prescindir de él. Pero, eso sí, alguien tiene que pagarla. Debemos buscar las mejores alternativas para asegurar el acceso de agua a todos, tanto personas como industrias productivas, para el mejor desarrollo de la sociedad.
Se ingresó al Congreso un proyecto de ley que busca exigir a las concesionarias de servicios sanitarios la implementación de planes de ahorro de agua residencial. ¿qué impacto real tienen este tipo de soluciones, considerando que es una parte menor del consumo del recurso?
Si bien el porcentaje de agua que consumen las sanitarias para uso residencial es bajo a nivel país (7%), en las grandes ciudades este porcentaje es más alto y el consumo de agua distribuido por las sanitarias se reparte entre uso domiciliario y uso industrial; el agua que no se usa de los ríos y que fluye hacia el mar, es usada parcialmente por la agricultura. Lo mismo ocurre con las aguas que salen tratadas de las plantas de tratamiento de aguas servidas. Siendo un porcentaje relevante en términos de consumo a nivel urbano, cualquier ahorro o reducción de consumo que puedan hacer las sanitarias, acompañado de mayores capacidades de almacenamiento, incidirán en la seguridad de abastecimiento.
Hace unos días Aguas Andinas alertó que está en riesgo su capacidad operativa por el coronavirus, principalmente porque se da además en un contexto de sequía. ¿Cómo podría ayudar una mayor diversificación de las fuentes de agua en este tipo de escenarios?
En el escenario de sequía que estamos viviendo hoy, no existe una solución tan inmediata de implementación como se requiere en la emergencia que estamos enfrentando. Cualquier fuente de agua alternativa tomará bastante tiempo. Hoy es mucho más lógico desinfectar el agua que se usa actualmente, aunque ya debe estar clorada para cumplir con la normativa.
El riesgo de una sanitaria en escenario de coronavirus tiene que ver con la disponibilidad de personal necesario para operar plantas y redes de distribución o atender emergencias, lo cual si escasea el agua es más crítico de lo normal. Lo anterior hace más relevante aún, la necesidad de contar con sistemas más resilientes, que tengan los back-ups necesarios, como estanques y fuentes de agua alternativas, además de contar con los grados de automatismo y de monitoreo en línea y remoto que permitan prescindir o minimizar la necesidad de contar con personal de mantención o de atención de emergencias.
Pero esto nos vuelve a situar en buscar soluciones verdaderas a corto, mediano y largo plazo que permitan darle continuidad a las operaciones de las empresas como al acceso de agua potable para todos. Este recurso no es solo una necesidad básica de todo ser humano, sino también una herramienta clave para la superación de la pobreza, para problemas sanitarios y de salud.  Creemos que la desalinización es la fuente de agua más sustentable que existe, después del reúso. Ahí deberíamos trabajar fuertemente todos los actores.
Implementar soluciones ya existentes
¿Cuál es su opinión del informe entregado por la Mesa Nacional del Agua?
Si bien se hizo un gran trabajo entre los expertos, nos parece que aún están muy en la teoría y no en la implementación. En Chile existe la tecnología y la capacidad para dar soluciones, pero falta la voluntad política/normativa para poder ejecutar. En el informe se hace un buen diagnóstico, pero no se presentan soluciones que no se hayan planteado con anterioridad, por lo que necesitamos ponernos los guantes y comenzar a trabajar.
Hoy el Estado -a través de los FNDR administrados por la Subdere- está destinando miles de millones de pesos a proyectos y asistencia técnica que ayuden a resolver la crisis hídrica. Principalmente, enfocado en los APR. ¿Es una buena estrategia?
Los APR como concepto son una buena solución, pero en la práctica no funcionan como deberían. Se entrega la administración de recursos vitales para una comunidad a personas que no son expertas en ello, no por capacidad sino por expertise. Luego de un tiempo sin obtener los resultados que se requieren, pasan a manos de privados para su administración sin definir marcos y límites que permitan a la comunidad asegurarse el recurso a un valor accesible. Por una parte está el funcionamiento de las plantas de potabilización, que en general cuentan con sistemas de impulsión, filtración y cloración, pero por otro está la escasez de agua. Si los fondos son destinados a perforar más pozos o profundizar los existentes, o bien, a traer agua en camiones aljibes, estamos en presencia de un parche y no de una solución. Incluso a veces los fondos se pierden completamente ya que las perforaciones son infructuosas. Una buena estrategia sería trabajar en fuentes permanentes y sustentables de agua -que perduren y no generen daño natural-, al mismo tiempo que tener una gestión más profesionalizada y descentralizada de las APRs.

¿Debiera haber una línea estatal de recursos destinados a proyectos de innovación y tecnología menos tradicionales, como la desalación, el reúso de agua, la captación de aguas lluvias o de la humedad del aire, por ejemplo?
Nos parece que si se trata de investigar no tiene sentido, en nuestro país existen las tecnologías y mucha investigación al respecto. Nos falta mejorar en la implementación, por lo que nos parece que por ahí debería haber mayores recursos estatales. Esto no se trata de una carrera entre países por ver quién es más innovador. Los verdaderos adversarios son la escasez y la contaminación en un contexto de cambios inminentes y crecimiento de la demanda, por lo que debemos implementar más que crear.
Si bien la desalación muestra avances principalmente en el norte, ¿por qué no existe aún una construcción a gran escala de plantas con esta tecnología? ¿Es un problema de costos, de regulación?
Hace tiempo que los costos ya no son una barrera para la implementación de estas medidas. Los procesos se han optimizado considerablemente en los últimos años. Si bien el agua desalada siempre será de mayor costo que el agua dulce disponible como fuente natural, si esta última no existe o se está agotando, entonces se debe evaluar la opción de desalación, y también el reúso de agua servida tratada si está disponible en ese lugar, para uso en riego e instalaciones industriales. Entonces, ante la impopular idea de aumentar las tarifas de agua, los actuales actores privilegian la explotación del agua de fuentes naturales, llevándolas al extremo en que estamos actualmente, en que poco a poco nos hemos quedado sin estas fuentes naturales.
Luego surge el tema económico, pero este es cada vez un menor problema ya que los costos y la inversión en desalación son cada vez más bajos. La tecnología es además cada vez más limpia, y la fuente de energía de nuestra matriz tiende también a ser cada vez más limpia, usando energía renovable. El problema que queda es la legislación, la cual debe dar las garantías y fomentar este tipo de instalaciones, tanto a pequeña escala, como ha mencionado el MOP -10 a 15 litros por segundo-, como a gran escala, con plantas para abastecer ciudades completas como la que ya existe en Antofagasta, prontamente en Tocopilla y en el sector de Caldera, Chañaral, Copiapó, con la planta de Econssa que permitirá combinar agua dulce de fuentes naturales con agua desalada.
¿Cuáles son las ventajas de la desalación en un país como Chile, con una extensa línea costera y muchas de las ciudades emplazadas en la costa, o relativamente cerca de ella?¿Puede Chile marcar la línea de las soluciones para Latinoamérica?
Sí, cada país tiene sus particularidades y cada caso debe ser estudiado por separado pero, respecto a las zonas costeras, Chile puede ser una referencia en desalación más categórica. Podemos instalarlo a lo largo de todo el país y a la escala que se requiera, por lo que la inversión no debería ser la piedra de tope para llevarle agua potable a las comunidades. Tenemos una fuente constante de energía solar, así que el suministro podría estar ligado a las energías renovables, como ya se hace en casos de las caletas y hay incluso un proyecto de 1.000 litros por segundo aprobado en el norte, con energía solar, para vender agua desalada a mineras. Existen proyectos como el de Minera Escondida, que está a más de 3.100 metros de altura y a 170 km de distancia de la costa que nos recuerdan que podemos llevar agua desalada a cualquier ciudad de Chile; ahí los costos toman un rol más determinante, pero todo depende de la envergadura del proyecto.
Tecnología y medio ambiente
¿Cuáles son las tecnologías predominantes hoy en materia de desalación y reúso de agua?
En desalación, la osmosis inversa y otros métodos térmicos que van en retirada porque son más intensivos en energía, con un costo resultante mucho más alto por metros cúbicos. En la tecnología de desalación se combinan con la osmosis inversa, la ultrafiltración, la filtración, la re-mineralización, además de cloración y fluoración, para cumplir con la normativa de agua potable. En reúso, dependiendo del objetivo o proceso en el que se va a usar el agua, puede ser suficiente con plantas convencionales biológicas, luego se puede aplicar filtración o ultrafiltración, desinfección por UV (ultravioleta) u ozono, hasta llegar a osmosis inversa o nanofiltración si se necesita un agua de mayor pureza. Técnicamente esta agua es calidad potable, pero no lo es del punto de vista regulatorio, puesto que el agua potable actualmente no puede provenir en forma directa -si indirecta desde un río que recibió un efluente tratado- de agua usada anteriormente.

Hoy existen dos críticas principales a la desalación: la primera, el alto consumo de energía que se requiere
Con los equipos recuperadores de energía, en los últimos 20 años hemos reducido el consumo cuatro veces, desde los iniciales 10 kWh a más o menos 2.5 kWh. El consumo energético es un aspecto relevante, pero lo es más por la disponibilidad de energía en el lugar, que por el costo que implica desalar con esa energía. Siempre hablando de mega plantas, pero si lo llevamos a pequeña e incluso mediana escala, hoy existen proyectos que están siendo abastecidos a través de energía solar.
El segundo cuestionamiento se refiere al impacto ambiental que tienen los residuos del proceso de desalación ¿Qué tan grande es el impacto de la salmuera, se puede disminuir?
Hay maneras de tomar el agua de mar y devolver la salmuera de manera correcta, usando las últimas innovaciones aplicadas en las plantas más modernas del mundo. Hay evidencia científica de que no altera considerablemente el entorno y se llevan a cabo planes de vigilancia para verificar que no se esté produciendo algún efecto negativo en la vida marina. Normalmente se implementan procesos de dilución que minimizan el diferencial de salinidad en la descarga, no hay que olvidar que la salmuera es agua con mayor concentración de salinidad, por lo que se diluye rápidamente en la inmensidad del mar. Esto en lo referente a grandes plantas, en pequeños equipos el impacto es insignificante e inmedible. Suelo decir que si la planta se diseña bien, y se ciñen a los estándares más estrictos usados internacionalmente, la salmuera no debe ser un problema. Menos lo será dada la baja concentración de plantas que podríamos llegar a tener en nuestra costa y la gran capacidad del Océano Pacífico, mucho mayor que el Mediterráneo por ejemplo, en donde la concentración de plantas es importante hace muchos años.
Si bien es una solución ya probada y eficiente para el consumo humano, ¿Es viable hoy la desalación para generar agua de riego para el sector agrícola, el sector de mayor consumo y más afectado por la crisis?
Sí, siempre será mucho más eficiente para especies de alto valor agregado y otras -frutas, vegetales- que requieran menos agua o para cultivos hidropónicos. ALADyR tiene papeles técnicos sobre esto a disposición de los interesados. Claro está que para la rentabilidad de la agricultura con la desalación el riego debe ser eficiente. Ahora hay muchas técnicas para optimizarlo, las que deberían ser aplicadas con mucho mayor cobertura que la actual. Primero ahorrar agua y luego producir agua de otras fuentes, debería ser el camino lógico. El contar con agua desalada donde no existe el recurso permite regar tierra de bajo costo y este es otro aspecto que compensa lo que se paga por la desalinización, puesto que las tierras fértiles “tradicionales” son más costosas.
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Fuente: País Circular, Lunes 23 de Marzo de 2020

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