Jueves, Octubre 3, 2024

Infraestructura: Un asunto de Estado por Ricardo Lagos

EL MERCURIO – Ricardo Lagos Escobar: “…en el Gran Valparaíso, Merval debiera considerar un metro por la avenida Libertad y una estación intermodal en el cruce con 15 Norte, que permita subir a Reñaca Alto mediante un tranvía, resolviendo así la demanda de las poblaciones de ese sector de Viña del Mar…”.

Hay temas en los que toda sociedad reclama un cierto entendimiento básico para avanzar. Uno de ellos es la infraestructura, que debe pensarse y ejecutarse a largo plazo, más allá de un gobierno de cuatro, cinco o seis años, y donde debemos procurar una mirada común, desde los distintos sectores, acerca de cómo el país debe progresar.

En ese contexto, todos hemos concordado en la importancia de los anuncios en infraestructura hechos por el Presidente Piñera en su cuenta pública del pasado 1 de junio. Especial relevancia tiene la expansión del metro en Santiago, en particular de la Línea 9, que llegará a La Pintana, y la extensión de la Línea 4, hacia Bajos de Mena. El acceso a estos modernos sistemas de transporte en sectores históricamente postergados de la Región Metropolitana aportará no solo movilidad, sino también mayor equidad, integración territorial, diversidad social y oportunidades de inversión que generarán mayores ingresos municipales.

Estrechamente relacionada con estas variables está la propuesta que en algún momento hicimos con el llamado “Metro y Medio”, iniciativa que apunta a complementar las estaciones del tren urbano con centros cívicos y plazas, o con extensiones cortas -también llamadas “ramales 3K”- hacia territorios vulnerables y densamente poblados, como Bajos de Mena. Ejemplo de ramales 3K podría ser la extensión del metro Quilicura hacia Parinacota, o de la Línea 2 hasta la población La Pincoya, en Huechuraba. Se trata de gestos que hablan de cómo podemos transformar al metro en un elemento integrador de nuestra ciudad.

Del mismo modo, la inversión “espejo” en regiones, es decir, la contrapartida a lo que se invertirá en infraestructura en Santiago, puede y debe ser un elemento integrador de esos centros urbanos. Hemos conocido de una inversión superior a los 200 millones de dólares en el Gran Concepción, mayoritariamente para adquirir carros para Biovías, inversión que es relevante, pero puede ser insuficiente si no se reemplaza el antiguo puente ferroviario sobre el río Biobío. Es también la oportunidad de modificar el obsoleto trazado actual, para llegar al centro de Concepción por una línea subterránea, facilitar el acceso peatonal a la ribera norte y poder acceder directamente a la actual estación.

En el Gran Valparaíso, por otra parte, Merval debiera considerar un metro por la avenida Libertad y una estación intermodal en el cruce con 15 Norte, que permita subir a Reñaca Alto mediante un tranvía, resolviendo así la demanda de las poblaciones de ese sector de Viña del Mar.

Respecto del proyecto de construir un tren entre Santiago y el puerto de Valparaíso, sería importante considerar soterrar el Merval, potenciando así la apertura del borde costero como gran espacio público.

Finalmente, también son necesarios los tranvías y trenes urbanos en las conurbaciones Coquimbo-La Serena, Puerto Montt-Puerto Varas o en el Gran Temuco.

Sin duda que una mirada de esta envergadura haría sentido a la sociedad chilena. El tema son los recursos que estos proyectos requieren. Por esta razón, me parece fundamental el Fondo de Infraestructura aprobado en el gobierno de la Presidenta Bachelet, que capitaliza la riqueza que tiene el Estado de Chile a través de las obras de infraestructura concesionadas en el pasado, y cuyos contratos están llegando a su término. Es el momento de su renovación y, por tanto, el momento de aprovechar estas obras para seguir mejorando nuestra infraestructura. Un buen ejemplo es el aeropuerto Comodoro Arturo Merino Benítez, cuyo nuevo edificio tiene un valor aproximado de 5 mil millones de dólares, y que le reditúa al Estado un ingreso del orden de los 230 o 250 millones de dólares anuales.

En algún momento planteamos la necesidad de ensanchar y extender Chile con una Panamericana moderna, una ruta costera y otra andina que conectaran pequeños poblados, lagos, ríos y Chiloé Continental. También dijimos que necesitábamos ciudades más equitativas, amables y bellas. La infraestructura es una manera de concretar esos sueños, porque es una forma de imaginar el país, el lugar que habitamos. Por ello, debemos verla y abordarla como un asunto de Estado, con visión de futuro y con decisión política para implementar los cambios que requerimos.

Ricardo Lagos Escobar
Ex Presidente de la República

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Fuente: El Mercurio, Sábado 23 de junio de 2018

EL MERCURIO – Ricardo Lagos Escobar: “…en el Gran Valparaíso, Merval debiera considerar un metro por la avenida Libertad y una estación intermodal en el cruce con 15 Norte, que permita subir a Reñaca Alto mediante un tranvía, resolviendo así la demanda de las poblaciones de ese sector de Viña del Mar…”.

Hay temas en los que toda sociedad reclama un cierto entendimiento básico para avanzar. Uno de ellos es la infraestructura, que debe pensarse y ejecutarse a largo plazo, más allá de un gobierno de cuatro, cinco o seis años, y donde debemos procurar una mirada común, desde los distintos sectores, acerca de cómo el país debe progresar.

En ese contexto, todos hemos concordado en la importancia de los anuncios en infraestructura hechos por el Presidente Piñera en su cuenta pública del pasado 1 de junio. Especial relevancia tiene la expansión del metro en Santiago, en particular de la Línea 9, que llegará a La Pintana, y la extensión de la Línea 4, hacia Bajos de Mena. El acceso a estos modernos sistemas de transporte en sectores históricamente postergados de la Región Metropolitana aportará no solo movilidad, sino también mayor equidad, integración territorial, diversidad social y oportunidades de inversión que generarán mayores ingresos municipales.

Estrechamente relacionada con estas variables está la propuesta que en algún momento hicimos con el llamado “Metro y Medio”, iniciativa que apunta a complementar las estaciones del tren urbano con centros cívicos y plazas, o con extensiones cortas -también llamadas “ramales 3K”- hacia territorios vulnerables y densamente poblados, como Bajos de Mena. Ejemplo de ramales 3K podría ser la extensión del metro Quilicura hacia Parinacota, o de la Línea 2 hasta la población La Pincoya, en Huechuraba. Se trata de gestos que hablan de cómo podemos transformar al metro en un elemento integrador de nuestra ciudad.

Del mismo modo, la inversión “espejo” en regiones, es decir, la contrapartida a lo que se invertirá en infraestructura en Santiago, puede y debe ser un elemento integrador de esos centros urbanos. Hemos conocido de una inversión superior a los 200 millones de dólares en el Gran Concepción, mayoritariamente para adquirir carros para Biovías, inversión que es relevante, pero puede ser insuficiente si no se reemplaza el antiguo puente ferroviario sobre el río Biobío. Es también la oportunidad de modificar el obsoleto trazado actual, para llegar al centro de Concepción por una línea subterránea, facilitar el acceso peatonal a la ribera norte y poder acceder directamente a la actual estación.

En el Gran Valparaíso, por otra parte, Merval debiera considerar un metro por la avenida Libertad y una estación intermodal en el cruce con 15 Norte, que permita subir a Reñaca Alto mediante un tranvía, resolviendo así la demanda de las poblaciones de ese sector de Viña del Mar.

Respecto del proyecto de construir un tren entre Santiago y el puerto de Valparaíso, sería importante considerar soterrar el Merval, potenciando así la apertura del borde costero como gran espacio público.

Finalmente, también son necesarios los tranvías y trenes urbanos en las conurbaciones Coquimbo-La Serena, Puerto Montt-Puerto Varas o en el Gran Temuco.

Sin duda que una mirada de esta envergadura haría sentido a la sociedad chilena. El tema son los recursos que estos proyectos requieren. Por esta razón, me parece fundamental el Fondo de Infraestructura aprobado en el gobierno de la Presidenta Bachelet, que capitaliza la riqueza que tiene el Estado de Chile a través de las obras de infraestructura concesionadas en el pasado, y cuyos contratos están llegando a su término. Es el momento de su renovación y, por tanto, el momento de aprovechar estas obras para seguir mejorando nuestra infraestructura. Un buen ejemplo es el aeropuerto Comodoro Arturo Merino Benítez, cuyo nuevo edificio tiene un valor aproximado de 5 mil millones de dólares, y que le reditúa al Estado un ingreso del orden de los 230 o 250 millones de dólares anuales.

En algún momento planteamos la necesidad de ensanchar y extender Chile con una Panamericana moderna, una ruta costera y otra andina que conectaran pequeños poblados, lagos, ríos y Chiloé Continental. También dijimos que necesitábamos ciudades más equitativas, amables y bellas. La infraestructura es una manera de concretar esos sueños, porque es una forma de imaginar el país, el lugar que habitamos. Por ello, debemos verla y abordarla como un asunto de Estado, con visión de futuro y con decisión política para implementar los cambios que requerimos.

Ricardo Lagos Escobar
Ex Presidente de la República

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Fuente: El Mercurio, Sábado 23 de junio de 2018

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