Lunes, Diciembre 9, 2024

Hacia ciudades autosuficientes, por Pablo Allard

LA TERCERA – La pandemia mostró la vulnerabilidad de un mundo globalizado, evidenciada por la rápida expansión del virus y el colapso de la industria logística global, en particular la naviera, con severos cortes en la cadena de suministros y quiebres de stock de muchos productos. Sin duda, la otra cara de una economía abierta, pero expuesta a futuras pandemias, guerras o crisis.

En este nuevo mundo post Covid cobra fuerza el concepto acuñado por Vicente Guallart, ex arquitecto jefe del Ayuntamiento de Barcelona y fundador del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña, en su premonitorio libro de 2012 “La ciudad autosuficiente”. Su modelo no solo apunta a reparar el impacto producido por la urbanización del siglo XX basada en la zonificación de áreas industriales, separadas de barrios residenciales, comercio y servicio, conectadas por costosas autopistas e infraestructuras de movilidad y transporte público, sino que propone implementar una nueva forma de hacer ciudad, capaz de articular ciclos cortos, proximidades a escala de barrio, economías circulares y soluciones locales.

Guallart ganó recientemente el concurso internacional para el diseño de una comunidad de usos mixtos en la nueva ciudad de Xiong’an, China, definiendo un nuevo estándar en la era post Covid, que se puede aplicar como modelo o referente para diferentes ciudades alrededor del mundo.

La propuesta define un modelo urbano que fusiona las tradicionales manzanas de Barcelona, las modernas torres chinas y el paisaje productivo agrícola. Este nuevo entorno urbano, donde las personas pueden vivir, trabajar y descansar, permitirá a sus residentes producir recursos localmente mientras están conectados globalmente, brindando una vida plena incluso en momentos de confinamiento. “No podemos seguir diseñando ciudades y edificios como si nada”, dice Guallart. “Nuestra propuesta parte de la necesidad de dar solución a las distintas crisis que se están produciendo en nuestro planeta al mismo tiempo, para crear una nueva vida urbana basada en la bioeconomía circular que empoderará a las ciudades y comunidades”.

En un contexto de crisis climática e hídrica, es destacable que nuestra capital todavía sea autosuficiente desde el punto de vista alimentario y eléctrico. Según Odepa, en la Región Metropolitana de Santiago se produce el 18% del total de frutas y un 30% de las hortalizas de todo el país. Es la región con mayor capacidad instalada de generación eléctrica, correspondiente a un 15% del país, en su mayoría de origen renovable. En otras palabras, Santiago es autosuficiente en estos dos frentes, e incluso tiene superávit de estos recursos.

Sin embargo, las dinámicas de urbanización, parcelaciones y expansión urbana están reduciendo estas capacidades y poniendo en riesgo esa autonomía. Si todavía la Región Metropolitana es capaz de satisfacer sus necesidades y aportar al resto del país, ¿qué otras industrias, procesos y actividades podemos escalar localmente para hacer más sustentables nuestras ciudades? Más aún cuando algunas tan importantes como Calama o Coyhaique se encuentran en contextos de climas extremos y remotos.

La relación entre lo planificado y lo indeterminado, la transformación de la idea de periferia por la de barrio autónomo, el alto valor de la producción local de bienes esenciales, y la ciudad global de pequeña escala, que integra producción, ocio y servicios sin localización específica, sin duda constituyen un modelo de ciudad para el futuro, con independencia de todas sus posibles variables de aplicación.

Por Pablo Allard, decano Facultad de Arquitectura UDD

Fuente: La Tercera, Domingo 13 de Noviembre de 2022

LA TERCERA – La pandemia mostró la vulnerabilidad de un mundo globalizado, evidenciada por la rápida expansión del virus y el colapso de la industria logística global, en particular la naviera, con severos cortes en la cadena de suministros y quiebres de stock de muchos productos. Sin duda, la otra cara de una economía abierta, pero expuesta a futuras pandemias, guerras o crisis.

En este nuevo mundo post Covid cobra fuerza el concepto acuñado por Vicente Guallart, ex arquitecto jefe del Ayuntamiento de Barcelona y fundador del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña, en su premonitorio libro de 2012 “La ciudad autosuficiente”. Su modelo no solo apunta a reparar el impacto producido por la urbanización del siglo XX basada en la zonificación de áreas industriales, separadas de barrios residenciales, comercio y servicio, conectadas por costosas autopistas e infraestructuras de movilidad y transporte público, sino que propone implementar una nueva forma de hacer ciudad, capaz de articular ciclos cortos, proximidades a escala de barrio, economías circulares y soluciones locales.

Guallart ganó recientemente el concurso internacional para el diseño de una comunidad de usos mixtos en la nueva ciudad de Xiong’an, China, definiendo un nuevo estándar en la era post Covid, que se puede aplicar como modelo o referente para diferentes ciudades alrededor del mundo.

La propuesta define un modelo urbano que fusiona las tradicionales manzanas de Barcelona, las modernas torres chinas y el paisaje productivo agrícola. Este nuevo entorno urbano, donde las personas pueden vivir, trabajar y descansar, permitirá a sus residentes producir recursos localmente mientras están conectados globalmente, brindando una vida plena incluso en momentos de confinamiento. “No podemos seguir diseñando ciudades y edificios como si nada”, dice Guallart. “Nuestra propuesta parte de la necesidad de dar solución a las distintas crisis que se están produciendo en nuestro planeta al mismo tiempo, para crear una nueva vida urbana basada en la bioeconomía circular que empoderará a las ciudades y comunidades”.

En un contexto de crisis climática e hídrica, es destacable que nuestra capital todavía sea autosuficiente desde el punto de vista alimentario y eléctrico. Según Odepa, en la Región Metropolitana de Santiago se produce el 18% del total de frutas y un 30% de las hortalizas de todo el país. Es la región con mayor capacidad instalada de generación eléctrica, correspondiente a un 15% del país, en su mayoría de origen renovable. En otras palabras, Santiago es autosuficiente en estos dos frentes, e incluso tiene superávit de estos recursos.

Sin embargo, las dinámicas de urbanización, parcelaciones y expansión urbana están reduciendo estas capacidades y poniendo en riesgo esa autonomía. Si todavía la Región Metropolitana es capaz de satisfacer sus necesidades y aportar al resto del país, ¿qué otras industrias, procesos y actividades podemos escalar localmente para hacer más sustentables nuestras ciudades? Más aún cuando algunas tan importantes como Calama o Coyhaique se encuentran en contextos de climas extremos y remotos.

La relación entre lo planificado y lo indeterminado, la transformación de la idea de periferia por la de barrio autónomo, el alto valor de la producción local de bienes esenciales, y la ciudad global de pequeña escala, que integra producción, ocio y servicios sin localización específica, sin duda constituyen un modelo de ciudad para el futuro, con independencia de todas sus posibles variables de aplicación.

Por Pablo Allard, decano Facultad de Arquitectura UDD

Fuente: La Tercera, Domingo 13 de Noviembre de 2022

TITULARES