Sábado, Noviembre 9, 2024

El déficit de lluvias mantiene preocupados a los regantes de Biobío para la próxima temporada

LA TRIBUNA – El sector agrícola local ha logrado mantener la superficie de riego, pero no ve posibilidades de aumentarla producto de la sostenida sequía que afecta a la región y al país.

La época de lluvias aún inquieta al sector agrícola. Así lo señaló el gerente de Canalistas del Laja, Hector Sanhueza, en entrevista con La Tribuna. “A la mitad del año más seco de este siglo las previsiones meteorológicas son aún inciertas, pues si bien algunos estudios hablan de un año muy seco, existen otros que dicen que desde mediados de julio hasta fines de invierno el panorama se tornaría algo más positivo, trayendo más lluvias y nevadas en la región”, explica Sanhueza.

Además mencionó que “las más de 52 mil hectáreas que riega el Canal del Laja podrán afrontar la próxima temporada de riego, siempre y cuando no se pretenda regar más hectáreas con el agua acumulada en la Laguna del Laja y tampoco se siembren solo los cultivos de mayor demanda hídrica”.

Según Sanhueza, el hecho de tener una reserva de agua producto del convenio firmado el año 2017 entre la Dirección de Obras Hidráulicas, del Ministerio de Obras Públicas, la DGA, Enel y las asociaciones de regantes del Sistema Laja le entrega a los agricultores de la zona una garantía, así como una relativa tranquilidad de saber que pueden operar, aunque bajo condiciones no ideales.

Gracias a esto, los agricultores podrían mantener la superficie del periodo anterior sin arriesgarse a tener resultados deficitarios en la próxima temporada, siempre y cuando hagan un uso racional del recurso.

El 2017 lograron, a través del mencionado acuerdo, que la demanda hídrica para uso agrícola coincidiera lo más posible con la demanda para generación eléctrica, lo que ha permitido, en la práctica, poder mantener los niveles de la reserva al menos en niveles mínimos, pero no ha seguido disminuyendo a pesar de la gran sequía que ha afectado al país los últimos años.

El vocero mencionó que la asociación de Canalistas del Laja también ha tomado en cuenta la demanda de agua para consumo humano.

De esta manera, el rubro agropecuario se propone no entorpecer ni chocar con los intereses del consumo humano ni el energético. En esa línea, la asociación de canalistas ha llevado un trabajo constante, desde 2017, enfocado en disminuir la conflictividad entre las distintas áreas y llegar a un equilibrio entre las personas, el rubro agrícola y el energético.

En la provincia se riegan además, aproximadamente otras 50 mil hectáreas, principalmente con aguas del Río Bio Bío, que a través de su recién formada Junta de Vigilancia, ha estado trabajando para tratar de lograr convenios similares con las empresas generadoras que se ubican en este río para poder enfrentar la próxima temporada con menores estrecheces en la temporada de riego. “Seguramente llegando a un acuerdo similar al de la recién pasada temporada con las generadoras para poder regular a través del embalse Ralco y los demás embalses de Alto Bio Bío la generación, haciendo coincidir esta con la temporada de riego”, dice Sanhueza.

Con estas declaraciones, podemos presumir una temporada de riego ajustada, aunque no negativa para los agricultores de la zona. En materia energética, canalistas del laja cree que el riego y la energía deben saber convivir en una región donde ambos consumos son relevantes para la zona y el país. Cabe recordar que Bio bio concentra gran parte de la generación hidroeléctrica y parte importante de las actividades agrícolas del país, que requieren del recurso hídrico para funcionar y generar alimentos, cada día más necesarios por el aumento de la población.

El agua y el cambio climático

Sólo en los últimos 50 años el agua ha sido vista como un recurso escaso para la humanidad. En la medida que su consumo ha ido creciendo a ritmos insostenibles en relación con la real disponibilidad, el problema de deterioro de las cuencas hidrográficas del mundo es creciente. El agua cumple tres roles esenciales para la sostenibilidad del desarrollo mundial: aseguramiento de la salud humana, desarrollo económico y sustentación de importantes ecosistemas. Más del 70% de los recursos hídricos en el mundo se usan para producir alimentos, de modo que una crisis del agua necesariamente repercutirá en el abastecimiento de alimentos y el precio de éstos.

El agua es uno de los recursos que deberá resistir a las mayores amenazas durante este siglo en Chile, debido al excesivo consumo y a la reducción de su disponibilidad debido a los cambios que está experimentando y que probablemente seguirá experimentando el régimen de lluvias, debido al cambio climático.

Según Odepa, las tendencias observadas y los pronósticos que hacen los modelos mundiales del clima, los principales cambios para la zona centro-sur de Chile son entre otros: la disminución de la precipitación en zonas costeras mayormente, la disminución del número de días de lluvia, la aceleración de la escorrentía por disminución de la precipitación sólida, el aumento de la evapotranspiración y requerimientos de riego.

Otras consecuencias también serían temperaturas máximas más altas en zonas interiores y más bajas en sectores costeros, disminución del frío invernal, el aumento del estrés térmico de las plantas y aumento del viento, entre otros.

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Fuente: La Tribuna, Miércoles 14 de Julio de 2021

LA TRIBUNA – El sector agrícola local ha logrado mantener la superficie de riego, pero no ve posibilidades de aumentarla producto de la sostenida sequía que afecta a la región y al país.

La época de lluvias aún inquieta al sector agrícola. Así lo señaló el gerente de Canalistas del Laja, Hector Sanhueza, en entrevista con La Tribuna. “A la mitad del año más seco de este siglo las previsiones meteorológicas son aún inciertas, pues si bien algunos estudios hablan de un año muy seco, existen otros que dicen que desde mediados de julio hasta fines de invierno el panorama se tornaría algo más positivo, trayendo más lluvias y nevadas en la región”, explica Sanhueza.

Además mencionó que “las más de 52 mil hectáreas que riega el Canal del Laja podrán afrontar la próxima temporada de riego, siempre y cuando no se pretenda regar más hectáreas con el agua acumulada en la Laguna del Laja y tampoco se siembren solo los cultivos de mayor demanda hídrica”.

Según Sanhueza, el hecho de tener una reserva de agua producto del convenio firmado el año 2017 entre la Dirección de Obras Hidráulicas, del Ministerio de Obras Públicas, la DGA, Enel y las asociaciones de regantes del Sistema Laja le entrega a los agricultores de la zona una garantía, así como una relativa tranquilidad de saber que pueden operar, aunque bajo condiciones no ideales.

Gracias a esto, los agricultores podrían mantener la superficie del periodo anterior sin arriesgarse a tener resultados deficitarios en la próxima temporada, siempre y cuando hagan un uso racional del recurso.

El 2017 lograron, a través del mencionado acuerdo, que la demanda hídrica para uso agrícola coincidiera lo más posible con la demanda para generación eléctrica, lo que ha permitido, en la práctica, poder mantener los niveles de la reserva al menos en niveles mínimos, pero no ha seguido disminuyendo a pesar de la gran sequía que ha afectado al país los últimos años.

El vocero mencionó que la asociación de Canalistas del Laja también ha tomado en cuenta la demanda de agua para consumo humano.

De esta manera, el rubro agropecuario se propone no entorpecer ni chocar con los intereses del consumo humano ni el energético. En esa línea, la asociación de canalistas ha llevado un trabajo constante, desde 2017, enfocado en disminuir la conflictividad entre las distintas áreas y llegar a un equilibrio entre las personas, el rubro agrícola y el energético.

En la provincia se riegan además, aproximadamente otras 50 mil hectáreas, principalmente con aguas del Río Bio Bío, que a través de su recién formada Junta de Vigilancia, ha estado trabajando para tratar de lograr convenios similares con las empresas generadoras que se ubican en este río para poder enfrentar la próxima temporada con menores estrecheces en la temporada de riego. “Seguramente llegando a un acuerdo similar al de la recién pasada temporada con las generadoras para poder regular a través del embalse Ralco y los demás embalses de Alto Bio Bío la generación, haciendo coincidir esta con la temporada de riego”, dice Sanhueza.

Con estas declaraciones, podemos presumir una temporada de riego ajustada, aunque no negativa para los agricultores de la zona. En materia energética, canalistas del laja cree que el riego y la energía deben saber convivir en una región donde ambos consumos son relevantes para la zona y el país. Cabe recordar que Bio bio concentra gran parte de la generación hidroeléctrica y parte importante de las actividades agrícolas del país, que requieren del recurso hídrico para funcionar y generar alimentos, cada día más necesarios por el aumento de la población.

El agua y el cambio climático

Sólo en los últimos 50 años el agua ha sido vista como un recurso escaso para la humanidad. En la medida que su consumo ha ido creciendo a ritmos insostenibles en relación con la real disponibilidad, el problema de deterioro de las cuencas hidrográficas del mundo es creciente. El agua cumple tres roles esenciales para la sostenibilidad del desarrollo mundial: aseguramiento de la salud humana, desarrollo económico y sustentación de importantes ecosistemas. Más del 70% de los recursos hídricos en el mundo se usan para producir alimentos, de modo que una crisis del agua necesariamente repercutirá en el abastecimiento de alimentos y el precio de éstos.

El agua es uno de los recursos que deberá resistir a las mayores amenazas durante este siglo en Chile, debido al excesivo consumo y a la reducción de su disponibilidad debido a los cambios que está experimentando y que probablemente seguirá experimentando el régimen de lluvias, debido al cambio climático.

Según Odepa, las tendencias observadas y los pronósticos que hacen los modelos mundiales del clima, los principales cambios para la zona centro-sur de Chile son entre otros: la disminución de la precipitación en zonas costeras mayormente, la disminución del número de días de lluvia, la aceleración de la escorrentía por disminución de la precipitación sólida, el aumento de la evapotranspiración y requerimientos de riego.

Otras consecuencias también serían temperaturas máximas más altas en zonas interiores y más bajas en sectores costeros, disminución del frío invernal, el aumento del estrés térmico de las plantas y aumento del viento, entre otros.

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Fuente: La Tribuna, Miércoles 14 de Julio de 2021

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