Miércoles, Abril 24, 2024

Contexto Pandemia: Sergio Baeriswyl, presidente del CNDU

LA TERCERA – En el futuro se vislumbran cantidades enormes de trabajo y esfuerzos para lograr que definitivamente los servicios lleguen donde no existen, que la brecha digital se reduzca, que los desplazamientos bajen y se descarbonicen nuestras ciudades. Pero ahora mismo hay una urgencia particular para lograr estos objetivos, aunque sea de manera táctica o temporal. La ciudad de 15 minutos no es un concepto nuevo ni inalcanzable, eso al menos opinan en el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, como nos lo explica su presidente.
En 2014 se promulgó la ‘Política nacional de desarrollo urbano’, y después de largos años sin una visión y una ética de ciudad establecida al fin Chile volvió a tratar de definir y posteriormente resolver los desafíos presentes y futuros de sus ciudades. “El Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (CNDU) vela porque esta política se implemente. Es un órgano consultivo que intenta bajar estos elementos a una realidad siempre dinámica y cambiante, construyendo conocimiento colaborativo. Son 31 consejeros de diversas disciplinas, perfiles e ideologías tratando de llegar a un consenso sobre las sugerencias que hay que hacer al Ejecutivo en materia de ciudad”, explica el presidente de este órgano asesor del Gobierno, Sergio Baeriswyl.

El CNDU discute temas como el cambio climático o instrumentos de planificación y densificación equilibrada; poco tiempo después del 18 de octubre pasado lanzó una ‘Agenda social urbana’ y, por supuesto, ahora tenía que afrontar la crisis sanitaria: “Todas nuestras propuestas son multiescalares y multidimensionales. Hay que recordar que en Chile existen ciudades de 15 minutos. De hecho, las grandes excepciones son las áreas metropolitanas, el Gran Santiago, el Gran Valparaíso y el Gran Concepción. En general las ciudades intermedias y menores son de 15 minutos por su escala, características, densidades y distribución de sus equipamientos. Eso ya está en Chile, lo que hay que hacer es cuidarlo, porque podrían perderse en procesos de metropolización”, explica Baeriswyl sobre el conjunto de más de 40 medidas para avanzar en urbes saludables, con foco en la ciudad de 15 minutos que el CNDU acaba de elaborar.

Desde hace alrededor de 35 años la mayoría de las ciudades aspiran a descentralizar sus núcleos funcionales para estar más cerca de las personas; intentan lograr este objetivo a través de planes reguladores y otras normativas, eso es lo que como doctrina se ha llamado la ‘ciudad de 15 minutos’. “No es una realidad tan lejana planteada en el marco de nuestras recomendaciones, donde decimos ‘por favor, alcalde, defina zonas calmas en su barrio, haga ciclovías de manera táctica, ensanche veredas, ponga internet gratuito en algunos puntos donde la comunidad pueda tener acceso, segregue el transporte público, saque estacionamientos’; una serie de medidas que son muy tácticas (que no requieren grandes recursos y son escalables) y que pueden transformar un barrio en uno de 15 minutos”.

Otra de las recomendaciones fundamentales es crear servicios móviles para llegar con salud, con el Registro Civil e incluso trámites bancarios a los lugares más alejados. Son las dimensiones estructurales las que presentan los desafíos más complejos y longevos: “Chile necesita establecer una estrategia sólida para reducir el déficit habitacional que afecta a 393 mil familias, de las cuales más de 340 mil están en condiciones de hacinamiento; junto a los campamentos precarios son las condiciones de vulnerabilidad más extremas frente a la pandemia. Incluso hemos sugerido, entre otras cosas, atender los campamentos con sistemas de monitoreo que aseguren la provisión de agua y controles de salud; por otro lado, proponemos la opción de un arriendo transitorio para los casos más graves de hacinamiento. Cuando digo grave me refiero a un porcentaje importante de hogares que están en condición crítica; es decir, cinco personas dentro de una habitación. Son medidas efectivas que pueden ser adoptadas por los municipios o el Ministerio de Vivienda, que se pueden extender por los meses más críticos. Municipios como Punta Arenas ya están entregando subsidios habitacionales de emergencia”.

En Chile funciona con bastante éxito un programa de subsidio al arriendo del Minvu; lo que plantea el CNDU es que en esta condición de emergencia esos subsidios o parte de ellos se entreguen a las personas con mayor vulnerabilidad durante los próximos cuatro o cinco meses. “Hoy en Chile se entregan más o menos 60 mil subsidios al año a través del ministerio. Para que el déficit se reduzca al 50% al año 2025 se deberían subsidiar alrededor de 90 mil. Ese es el gran desafío de la agenda social urbana que planteó el CNDU”, dice Baeriswyl.

Dentro de este paquete de más de 40 medidas muchas se pueden perpetuar como buenas prácticas. “Diferenciar los horarios de ingreso de algunas actividades masivas y simultáneas como los colegios, las actividades laborales y de servicios públicos. Si todos ingresan a la misma hora colapsan el sistema de transporte. En estas circunstancias en que el colapso se transforma en congestión es bueno tratar de diferir los horarios. Eso disminuiría la densidad en el uso del transporte público. Hemos planteado también que de manera definitiva las pistas de buses sean 100% exclusivas. Podría haber así una mayor frecuencia de buses y se disminuye la densidad de usuarios por máquina”.

Muchas de las medidas propuestas por CNDU parecen bastante administrativas, pero su presidente confía en la efectividad que pueden lograr en varios niveles: “Si las empresas evalúan la combinación de trabajo presencial con trabajo a distancia no solo pueden conseguir ahorros sino que traen como consecuencia una reducción de carbono y descongestionan el sistema vial. En el fondo estamos hablando de mejorar las rutinas urbanas con un poco más de inteligencia y mayor programación, algo que puede ayudar mucho en esta etapa de pandemia, pero también esperamos que se pueda perpetuar”.

Municipalidades como Arica, Chillán y Rancagua ya han comenzado a avanzar cerrando áreas céntricas y creando zonas calmas. En el futuro la medida puede traer revitalización a sus centros, pero por ahora significa mayor seguridad para transitar en mayor espacio y la posibilidad de mantener el distanciamiento. De una manera similar, la licitación de nuevas ciclovías hará que muchos usuarios que no veían la bicicleta como opción la puedan considerar. En las discusiones del CNDU se habló incluso de subsidiar la bicicleta. “Hoy los alcaldes tienen la oportunidad de repensar los centros y los barrios y hacerlos más saludables con decisiones tácticas, excusa del Covid-19; pero también oportunidades para evaluar qué se puede perpetuar en el tiempo para llegar a centros más caminables, más silenciosos, más seguros, sin tanta prioridad para el auto”.

En la práctica

Desde el CNDU declaran que estas recomendaciones buscan al menos mover la aguja en la dirección de las soluciones, pero estas no resuelven los problemas de fondo. “Concebimos esto como un kit de buenas ideas que tienen bajo costo y que ayudan; esto es paliativo. Los temas de fondo se resuelven en largo y mediano plazo a través de una provisión significativa de viviendas, pero no en cualquier parte y de cualquier forma como se hizo en la década de los 80, sino en lugares centrales, bien ubicados, con buenos equipamientos, para que esas familias efectivamente puedan vivir en barrios de 15 minutos”, concluye Sergio Baeriswyl.

Fuente: La Tercera, Sábado 27 de Junio de 2020

LA TERCERA – En el futuro se vislumbran cantidades enormes de trabajo y esfuerzos para lograr que definitivamente los servicios lleguen donde no existen, que la brecha digital se reduzca, que los desplazamientos bajen y se descarbonicen nuestras ciudades. Pero ahora mismo hay una urgencia particular para lograr estos objetivos, aunque sea de manera táctica o temporal. La ciudad de 15 minutos no es un concepto nuevo ni inalcanzable, eso al menos opinan en el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, como nos lo explica su presidente.
En 2014 se promulgó la ‘Política nacional de desarrollo urbano’, y después de largos años sin una visión y una ética de ciudad establecida al fin Chile volvió a tratar de definir y posteriormente resolver los desafíos presentes y futuros de sus ciudades. “El Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (CNDU) vela porque esta política se implemente. Es un órgano consultivo que intenta bajar estos elementos a una realidad siempre dinámica y cambiante, construyendo conocimiento colaborativo. Son 31 consejeros de diversas disciplinas, perfiles e ideologías tratando de llegar a un consenso sobre las sugerencias que hay que hacer al Ejecutivo en materia de ciudad”, explica el presidente de este órgano asesor del Gobierno, Sergio Baeriswyl.

El CNDU discute temas como el cambio climático o instrumentos de planificación y densificación equilibrada; poco tiempo después del 18 de octubre pasado lanzó una ‘Agenda social urbana’ y, por supuesto, ahora tenía que afrontar la crisis sanitaria: “Todas nuestras propuestas son multiescalares y multidimensionales. Hay que recordar que en Chile existen ciudades de 15 minutos. De hecho, las grandes excepciones son las áreas metropolitanas, el Gran Santiago, el Gran Valparaíso y el Gran Concepción. En general las ciudades intermedias y menores son de 15 minutos por su escala, características, densidades y distribución de sus equipamientos. Eso ya está en Chile, lo que hay que hacer es cuidarlo, porque podrían perderse en procesos de metropolización”, explica Baeriswyl sobre el conjunto de más de 40 medidas para avanzar en urbes saludables, con foco en la ciudad de 15 minutos que el CNDU acaba de elaborar.

Desde hace alrededor de 35 años la mayoría de las ciudades aspiran a descentralizar sus núcleos funcionales para estar más cerca de las personas; intentan lograr este objetivo a través de planes reguladores y otras normativas, eso es lo que como doctrina se ha llamado la ‘ciudad de 15 minutos’. “No es una realidad tan lejana planteada en el marco de nuestras recomendaciones, donde decimos ‘por favor, alcalde, defina zonas calmas en su barrio, haga ciclovías de manera táctica, ensanche veredas, ponga internet gratuito en algunos puntos donde la comunidad pueda tener acceso, segregue el transporte público, saque estacionamientos’; una serie de medidas que son muy tácticas (que no requieren grandes recursos y son escalables) y que pueden transformar un barrio en uno de 15 minutos”.

Otra de las recomendaciones fundamentales es crear servicios móviles para llegar con salud, con el Registro Civil e incluso trámites bancarios a los lugares más alejados. Son las dimensiones estructurales las que presentan los desafíos más complejos y longevos: “Chile necesita establecer una estrategia sólida para reducir el déficit habitacional que afecta a 393 mil familias, de las cuales más de 340 mil están en condiciones de hacinamiento; junto a los campamentos precarios son las condiciones de vulnerabilidad más extremas frente a la pandemia. Incluso hemos sugerido, entre otras cosas, atender los campamentos con sistemas de monitoreo que aseguren la provisión de agua y controles de salud; por otro lado, proponemos la opción de un arriendo transitorio para los casos más graves de hacinamiento. Cuando digo grave me refiero a un porcentaje importante de hogares que están en condición crítica; es decir, cinco personas dentro de una habitación. Son medidas efectivas que pueden ser adoptadas por los municipios o el Ministerio de Vivienda, que se pueden extender por los meses más críticos. Municipios como Punta Arenas ya están entregando subsidios habitacionales de emergencia”.

En Chile funciona con bastante éxito un programa de subsidio al arriendo del Minvu; lo que plantea el CNDU es que en esta condición de emergencia esos subsidios o parte de ellos se entreguen a las personas con mayor vulnerabilidad durante los próximos cuatro o cinco meses. “Hoy en Chile se entregan más o menos 60 mil subsidios al año a través del ministerio. Para que el déficit se reduzca al 50% al año 2025 se deberían subsidiar alrededor de 90 mil. Ese es el gran desafío de la agenda social urbana que planteó el CNDU”, dice Baeriswyl.

Dentro de este paquete de más de 40 medidas muchas se pueden perpetuar como buenas prácticas. “Diferenciar los horarios de ingreso de algunas actividades masivas y simultáneas como los colegios, las actividades laborales y de servicios públicos. Si todos ingresan a la misma hora colapsan el sistema de transporte. En estas circunstancias en que el colapso se transforma en congestión es bueno tratar de diferir los horarios. Eso disminuiría la densidad en el uso del transporte público. Hemos planteado también que de manera definitiva las pistas de buses sean 100% exclusivas. Podría haber así una mayor frecuencia de buses y se disminuye la densidad de usuarios por máquina”.

Muchas de las medidas propuestas por CNDU parecen bastante administrativas, pero su presidente confía en la efectividad que pueden lograr en varios niveles: “Si las empresas evalúan la combinación de trabajo presencial con trabajo a distancia no solo pueden conseguir ahorros sino que traen como consecuencia una reducción de carbono y descongestionan el sistema vial. En el fondo estamos hablando de mejorar las rutinas urbanas con un poco más de inteligencia y mayor programación, algo que puede ayudar mucho en esta etapa de pandemia, pero también esperamos que se pueda perpetuar”.

Municipalidades como Arica, Chillán y Rancagua ya han comenzado a avanzar cerrando áreas céntricas y creando zonas calmas. En el futuro la medida puede traer revitalización a sus centros, pero por ahora significa mayor seguridad para transitar en mayor espacio y la posibilidad de mantener el distanciamiento. De una manera similar, la licitación de nuevas ciclovías hará que muchos usuarios que no veían la bicicleta como opción la puedan considerar. En las discusiones del CNDU se habló incluso de subsidiar la bicicleta. “Hoy los alcaldes tienen la oportunidad de repensar los centros y los barrios y hacerlos más saludables con decisiones tácticas, excusa del Covid-19; pero también oportunidades para evaluar qué se puede perpetuar en el tiempo para llegar a centros más caminables, más silenciosos, más seguros, sin tanta prioridad para el auto”.

En la práctica

Desde el CNDU declaran que estas recomendaciones buscan al menos mover la aguja en la dirección de las soluciones, pero estas no resuelven los problemas de fondo. “Concebimos esto como un kit de buenas ideas que tienen bajo costo y que ayudan; esto es paliativo. Los temas de fondo se resuelven en largo y mediano plazo a través de una provisión significativa de viviendas, pero no en cualquier parte y de cualquier forma como se hizo en la década de los 80, sino en lugares centrales, bien ubicados, con buenos equipamientos, para que esas familias efectivamente puedan vivir en barrios de 15 minutos”, concluye Sergio Baeriswyl.

Fuente: La Tercera, Sábado 27 de Junio de 2020

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