Martes, Diciembre 10, 2024

Cómo salir de la trampa de la inmediatez, por Jorge Marshall

EL MERCURIO – “Salir de la trampa de la inmediatez implica reconocer la gravedad de la situación actual y explorar activamente nuevos caminos de innovación institucional y de interacción social”.

Luego de un largo período enfrentando los impactos de una crisis inédita, la actividad económica del país se está recuperando y se consolidan las perspectivas positivas para este año, con un precio del cobre que está dando un impulso adicional a esta tendencia. Un escenario que hace evidente la importancia de transitar desde una agenda orientada a la emergencia a otra de carácter más estratégico, que incorpore la necesidad de reencauzar el desarrollo del país en una dirección que se haga cargo de las aspiraciones de la ciudadanía. Sin ir más lejos, hace unas semanas el Banco Central destacó la importancia de contar con una estrategia de salida, capaz de conciliar una respuesta a las principales necesidades de la población con una mirada de mediano plazo. Sin embargo, una vez más constatamos que este tránsito no se está logrando, porque estamos entrampados en la inmediatez.

Llegamos a este punto por una combinación de factores. Un sistema político desgastado, incapaz de instalar una mirada de mediano plazo producto de la constante pérdida de confianza ciudadana; el consecuente escaso margen de maniobra de las instituciones para intermediar las demandas de las personas; la permanente tentación de las autoridades para moverse de acuerdo con las oscilaciones de la opinión pública, y un tren electoral que exacerba la búsqueda permanente de la aprobación como condición necesaria para la supervivencia. Los resultados del fin de semana confirman estas tendencias.

En este contexto, la formulación de nuevas propuestas y opiniones desde los centros de pensamiento, los gremios empresariales o la sociedad civil, iniciativas que pueden incorporarse al proceso de elaboración de las políticas públicas en períodos normales del sistema político, parece un ejercicio enteramente improductivo. Por ejemplo, es particularmente notoria la pérdida de influencia del sector empresarial y la escasa renovación de sus espacios de interacción con el resto de la sociedad. O el caso de los medios de comunicación, que mantuvieron por mucho tiempo espacios de deliberación que ayudaban a conformar una mirada de futuro respecto de la sociedad, pero que ahora están viviendo su propia crisis de representatividad.

Salir de la trampa de la inmediatez implica reconocer la gravedad de la situación actual y explorar activamente nuevos caminos de innovación institucional y de interacción social. Se trata de abrir un debate que es relevante no solo en Chile, sino en la mayoría de las democracias del mundo, especialmente las de América Latina. Una iniciativa que obliga a asumir como tarea prioritaria la creación conjunta de una agenda estratégica de políticas públicas, basada en tres elementos clave.

Primero, debe estar centrada en materias que tengan un efecto concreto en la calidad de vida de las personas, de acuerdo con sus propias aspiraciones y considerando los contextos en que ellas se desenvuelven, donde el crecimiento a secas ya no es suficiente. Además, se requiere unir las prioridades del desarrollo con la aspiración de un esfuerzo solidario, arraigado en las personas. Si bien los contenidos específicos se deben elaborar a través de un proceso amplio, lo más relevante es la creación de empleos de calidad en los entornos locales, lo cual requiere relaciones colaborativas entre el Gobierno, las empresas y las organizaciones de la sociedad civil. Este esfuerzo combina iniciativas de capacitación, desarrollo territorial, emprendimiento, innovación e inversión pública.

Segundo, se requiere de la integración de toda la diversidad que existe en la sociedad. Se trata de un proceso de cocreación, abierto a la experimentación, lo cual se diferencia de las recetas universales que se establecen de manera vertical. Este es el nuevo estilo de los acuerdos que busca la ciudadanía, apoyado en un tejido social fortalecido que actúa como contraparte del Estado y del sistema político.

Tercero, la exploración de una gobernanza abierta por parte del Gobierno, en la que el poder se ejerce con más contrapesos y donde hay un descubrimiento colectivo de las soluciones a los problemas públicos. Implica una institucionalidad que fomente la colaboración y evite la captura por parte de intereses particulares.

En síntesis, para salir de la trampa de la inmediatez, no podemos seguir utilizando las mismas estrategias que hemos seguido hasta ahora y que han originado la situación en que nos encontramos. Lo que se requiere es generar nuevos mecanismos institucionales, que reemplacen a los que se han debilitado, y reforzar el tejido social en que se apoya nuestra convivencia. Para lograrlo, la agenda pública debe estar conectada con las realidades concretas que viven las personas, apoyarse en nuevos mecanismos de colaboración y abrirse a una gobernanza abierta, en la que el poder se comparte con los diversos actores de la sociedad.

Fuente: El Mercurio, Martes 18 de Mayo de 2021

EL MERCURIO – “Salir de la trampa de la inmediatez implica reconocer la gravedad de la situación actual y explorar activamente nuevos caminos de innovación institucional y de interacción social”.

Luego de un largo período enfrentando los impactos de una crisis inédita, la actividad económica del país se está recuperando y se consolidan las perspectivas positivas para este año, con un precio del cobre que está dando un impulso adicional a esta tendencia. Un escenario que hace evidente la importancia de transitar desde una agenda orientada a la emergencia a otra de carácter más estratégico, que incorpore la necesidad de reencauzar el desarrollo del país en una dirección que se haga cargo de las aspiraciones de la ciudadanía. Sin ir más lejos, hace unas semanas el Banco Central destacó la importancia de contar con una estrategia de salida, capaz de conciliar una respuesta a las principales necesidades de la población con una mirada de mediano plazo. Sin embargo, una vez más constatamos que este tránsito no se está logrando, porque estamos entrampados en la inmediatez.

Llegamos a este punto por una combinación de factores. Un sistema político desgastado, incapaz de instalar una mirada de mediano plazo producto de la constante pérdida de confianza ciudadana; el consecuente escaso margen de maniobra de las instituciones para intermediar las demandas de las personas; la permanente tentación de las autoridades para moverse de acuerdo con las oscilaciones de la opinión pública, y un tren electoral que exacerba la búsqueda permanente de la aprobación como condición necesaria para la supervivencia. Los resultados del fin de semana confirman estas tendencias.

En este contexto, la formulación de nuevas propuestas y opiniones desde los centros de pensamiento, los gremios empresariales o la sociedad civil, iniciativas que pueden incorporarse al proceso de elaboración de las políticas públicas en períodos normales del sistema político, parece un ejercicio enteramente improductivo. Por ejemplo, es particularmente notoria la pérdida de influencia del sector empresarial y la escasa renovación de sus espacios de interacción con el resto de la sociedad. O el caso de los medios de comunicación, que mantuvieron por mucho tiempo espacios de deliberación que ayudaban a conformar una mirada de futuro respecto de la sociedad, pero que ahora están viviendo su propia crisis de representatividad.

Salir de la trampa de la inmediatez implica reconocer la gravedad de la situación actual y explorar activamente nuevos caminos de innovación institucional y de interacción social. Se trata de abrir un debate que es relevante no solo en Chile, sino en la mayoría de las democracias del mundo, especialmente las de América Latina. Una iniciativa que obliga a asumir como tarea prioritaria la creación conjunta de una agenda estratégica de políticas públicas, basada en tres elementos clave.

Primero, debe estar centrada en materias que tengan un efecto concreto en la calidad de vida de las personas, de acuerdo con sus propias aspiraciones y considerando los contextos en que ellas se desenvuelven, donde el crecimiento a secas ya no es suficiente. Además, se requiere unir las prioridades del desarrollo con la aspiración de un esfuerzo solidario, arraigado en las personas. Si bien los contenidos específicos se deben elaborar a través de un proceso amplio, lo más relevante es la creación de empleos de calidad en los entornos locales, lo cual requiere relaciones colaborativas entre el Gobierno, las empresas y las organizaciones de la sociedad civil. Este esfuerzo combina iniciativas de capacitación, desarrollo territorial, emprendimiento, innovación e inversión pública.

Segundo, se requiere de la integración de toda la diversidad que existe en la sociedad. Se trata de un proceso de cocreación, abierto a la experimentación, lo cual se diferencia de las recetas universales que se establecen de manera vertical. Este es el nuevo estilo de los acuerdos que busca la ciudadanía, apoyado en un tejido social fortalecido que actúa como contraparte del Estado y del sistema político.

Tercero, la exploración de una gobernanza abierta por parte del Gobierno, en la que el poder se ejerce con más contrapesos y donde hay un descubrimiento colectivo de las soluciones a los problemas públicos. Implica una institucionalidad que fomente la colaboración y evite la captura por parte de intereses particulares.

En síntesis, para salir de la trampa de la inmediatez, no podemos seguir utilizando las mismas estrategias que hemos seguido hasta ahora y que han originado la situación en que nos encontramos. Lo que se requiere es generar nuevos mecanismos institucionales, que reemplacen a los que se han debilitado, y reforzar el tejido social en que se apoya nuestra convivencia. Para lograrlo, la agenda pública debe estar conectada con las realidades concretas que viven las personas, apoyarse en nuevos mecanismos de colaboración y abrirse a una gobernanza abierta, en la que el poder se comparte con los diversos actores de la sociedad.

Fuente: El Mercurio, Martes 18 de Mayo de 2021

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