Viernes, Abril 26, 2024

Chile y las energías renovables

EL MERCURIO – Entre tantas malas noticias este año, destaca positivamente el que Chile haya recuperado el primer lugar —junto a Dinamarca y Holanda— entre los países de mayor atractivo para las energías renovables. Las cifras son sorprendentes. El año pasado se invirtieron US$ 4.900 millones y el número en 2020 será aún mayor. Así, la capacidad renovable actual, de poco más de 6.000 MW, debería casi doblarse a fines de 2021. El país, a su vez, no solo sobrepasará este año la meta —originalmente prevista para 2025— de un 20% de generación de energías renovables, sino que podría doblarla o más a fines de 2030.
Los buenos resultados se deben al compromiso del Estado con las energías verdes, a políticas sólidas y a las oportunidades existentes para estas inversiones. Por ejemplo, las empresas mineras, que desean aparecer como más amigables con el medio ambiente, están traspasando sus contratos de compra de electricidad de largo plazo a energía verde; un caso es Codelco, que ha comprometido disminuir en un 70% sus emisiones al 2030.
Estas buenas noticias plantearán nuevos desafíos para el sistema eléctrico. En efecto, la promesa de descarbonizar la matriz significa transformar muchos procesos que actualmente utilizan combustibles fósiles al uso de la electricidad, en el transporte, la industria y los hogares. Esto requerirá enormes inversiones.
Un segundo desafío es la variabilidad de la generación renovable. A medida que aumenta su penetración, se requiere disponer de más mecanismos para estabilizar el sistema. Habrá inestabilidad local de corto plazo debido a fluctuaciones momentáneas en los vientos o en la cobertura de nubes, la que puede ser resuelta con almacenamiento o mediante transmisión desde otras zonas. Otras fluctuaciones serán diarias, como aquellas debidas a la ausencia de generación solar durante la noche. La respuesta en este caso debe provenir del almacenamiento (por ejemplo, usando los embalses y estanques hidroeléctricos) y del uso de centrales convencionales de rápida respuesta. Esto también requerirá expandir la capacidad de transmisión. Esto será complejo, pues las personas se resisten al paso de líneas cercanas y porque, paradójicamente, muchos ambientalistas también se oponen.
Es probable que sea necesario modificar nuestro actual esquema de despacho de unidades de generación basado en el costo marginal. En un sistema que la mayor parte del tiempo opera con energías renovables de costo cero, es posible que algunas inversiones no se puedan rentabilizar, a menos que se mantengan en operación centrales que usan combustibles fósiles. Además, nuestro sistema de precios tiene otras deficiencias que podían subsanarse bajo generación convencional, pero que emergen cuando aumentan las energías no convencionales. Es por ello que en el futuro resulta probable una transición a un modelo en que las empresas hacen ofertas de energía a precios que ellas eligen. Es el mecanismo de despacho utilizado en países desarrollados e incluso algunos latinoamericanos, como Colombia.
Fuente: El Mercurio, Lunes 14 de Diciembre de 2020

EL MERCURIO – Entre tantas malas noticias este año, destaca positivamente el que Chile haya recuperado el primer lugar —junto a Dinamarca y Holanda— entre los países de mayor atractivo para las energías renovables. Las cifras son sorprendentes. El año pasado se invirtieron US$ 4.900 millones y el número en 2020 será aún mayor. Así, la capacidad renovable actual, de poco más de 6.000 MW, debería casi doblarse a fines de 2021. El país, a su vez, no solo sobrepasará este año la meta —originalmente prevista para 2025— de un 20% de generación de energías renovables, sino que podría doblarla o más a fines de 2030.
Los buenos resultados se deben al compromiso del Estado con las energías verdes, a políticas sólidas y a las oportunidades existentes para estas inversiones. Por ejemplo, las empresas mineras, que desean aparecer como más amigables con el medio ambiente, están traspasando sus contratos de compra de electricidad de largo plazo a energía verde; un caso es Codelco, que ha comprometido disminuir en un 70% sus emisiones al 2030.
Estas buenas noticias plantearán nuevos desafíos para el sistema eléctrico. En efecto, la promesa de descarbonizar la matriz significa transformar muchos procesos que actualmente utilizan combustibles fósiles al uso de la electricidad, en el transporte, la industria y los hogares. Esto requerirá enormes inversiones.
Un segundo desafío es la variabilidad de la generación renovable. A medida que aumenta su penetración, se requiere disponer de más mecanismos para estabilizar el sistema. Habrá inestabilidad local de corto plazo debido a fluctuaciones momentáneas en los vientos o en la cobertura de nubes, la que puede ser resuelta con almacenamiento o mediante transmisión desde otras zonas. Otras fluctuaciones serán diarias, como aquellas debidas a la ausencia de generación solar durante la noche. La respuesta en este caso debe provenir del almacenamiento (por ejemplo, usando los embalses y estanques hidroeléctricos) y del uso de centrales convencionales de rápida respuesta. Esto también requerirá expandir la capacidad de transmisión. Esto será complejo, pues las personas se resisten al paso de líneas cercanas y porque, paradójicamente, muchos ambientalistas también se oponen.
Es probable que sea necesario modificar nuestro actual esquema de despacho de unidades de generación basado en el costo marginal. En un sistema que la mayor parte del tiempo opera con energías renovables de costo cero, es posible que algunas inversiones no se puedan rentabilizar, a menos que se mantengan en operación centrales que usan combustibles fósiles. Además, nuestro sistema de precios tiene otras deficiencias que podían subsanarse bajo generación convencional, pero que emergen cuando aumentan las energías no convencionales. Es por ello que en el futuro resulta probable una transición a un modelo en que las empresas hacen ofertas de energía a precios que ellas eligen. Es el mecanismo de despacho utilizado en países desarrollados e incluso algunos latinoamericanos, como Colombia.
Fuente: El Mercurio, Lunes 14 de Diciembre de 2020

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