Jueves, Diciembre 5, 2024

Actualización del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático en Biodiversidad se alineará a instrumentos climáticos ya aprobados

PAÍS CIRCULAR – El Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático en Biodiversidad (PNACCBio) es un instrumento del Estado que entrega lineamientos para las acciones transversales de adaptación al cambio climático en Chile, determinando objetivos, metas e indicadores en esta materia. La primera versión de este Plan operó entre 2014 y 2019, y ahora se encuentra en fase de actualización.

Mandatado por el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) por medio de la FAO, y ejecutado por el Centro de Cambio Global UC con apoyo del Instituto de Ecología y Biodiversidad y el Instituto Milenio en Socio Ecología Costera, gracias al financiamiento del Fondo Verde del Clima, el Plan debe nutrirse en este proceso de actualización con la participación ciudadana, es decir, de las comunidades, del sector privado productivo, del sector privado que hace conservación, del sector público y la academia.

Por eso, desde noviembre de 2022 y hasta marzo de 2023, se están realizando talleres virtuales participativos en los que los diferentes actores, con especial fuerza las comunidades, entregan sus testimonios acerca de los cambios en biodiversidad que ellas visualizan en tanto habitantes del territorio. Durante el primer semestre de 2023, en tanto, se prevé que el documento final del Plan, en el que se cruzarán los datos entregados por las comunidades y por la ciencia dura, más los análisis de vulnerabilidad, prevención y costos, se someterá a consulta pública. Luego, será revisado por el Comité de Ministros, para ser aprobado, idealmente, durante el primer semestre de 2024.

Dichos talleres están en plena ejecución y comprenden todo el territorio nacional dividido en un doble criterio: grandes macrozonas (norte, centro, sur e islas oceánicas) y grandes ecorregiones: (terrestres, dulceacuícolas y marinas), desde donde recabaron opiniones de diferentes actores. Entre el 22 y 24 de noviembre pasado, por ejemplo, se realizaron los talleres con participantes de la zona norte de Chile de las tres citadas ecorregiones, mientras que ayer comenzaron los talleres de la zona centro del país, en los que tuvo preponderancia la opinión del sector eléctrico y la industria del vino.

Este fue el criterio que se utilizó como división geográfica para canalizar la participación ciudadana temprana en el proyecto de actualización del Plan.

“Los mandantes (el MMA y la FAO) nos propusieron una división ecorregional, y nosotros lo adaptamos a una zonificación de Chile (norte, centro, sur y las islas oceánicas) para hacer los talleres. Así, abarcamos todo el territorio y toda la biodiversidad en el ecosistema, ya que, por ejemplo, la disminución en las precipitaciones no afecta de la misma manera a la zona norte que a la zona sur, ni a la ecorregión costera que a la ecorregión dulceacuícola”, explica el director para el Centro Cambio Global UC del proyecto de actualización del PNACCCBio, Patricio Pliscoff.

Alrededor de 40 personas han participado en cada taller implementado por las entidades mandantes de la actualización del plan. En cada jornada han expuesto cuáles son sus principales problemáticas asociadas al territorio en que habitan. “Es importante recoger como un insumo esas visiones de las personas que habitan en los territorios: pueblos originarios, ciudadanos, sectores productivos, el ámbito público. Todos entregan miradas de diversos impactos: reducción de especies, disminución en el área de bofedales y salares. Son cambios que la gente ve, y es interesante recabarlos y sistematizarlos, para que tengan sentido con los análisis que haremos en marzo del próximo año con la mejor ciencia disponible”, agrega Pliscoff.

Al respecto, Francisco Riquelme, coordinador del Plan desde FAO, concuerda con el investigador de la UC en cuanto a la relevancia de la opinión de las comunidades en este proceso, ya que “cada vez hay más consenso internacional en que el conocimiento de las comunidades es otro conocimiento, y aporta en los procesos que incorporan método científico. El conocimiento local se traspasa de generación en generación, y es de más larga data que el conocimiento científico. Hay un punto de encuentro y de complemento a nivel mundial entre ambos mundos que también se evidencia en Chile”. En este proceso, la FAO cumple la función, en tanto agencia ONU, de verificar y supervisar que los países que obtienen el Fondo Verde del Clima, como es este caso, cumplan con los comprometido.

En las comunidades del altiplano del país, por ejemplo, han emanado voces que claman por el resguardo de los salares y bofedales para evitar más pérdida de biodiversidad, preocupación que se ve acentuada con el éxodo temprano de la población joven hacia las ciudades. Otra integrante del taller dio cuenta, además, de la desaparición de la ranita de Vilama (que no se ve desde 2016) y del caracolito de Tilopozo.

A modo de visión preliminar de los talleres que hasta la fecha se han efectuado en el norte y centro del país, Patricio Pliscoff cree que hay temáticas transversales que fluyen naturalmente de los diálogos con las personas: “Hay una visión compartida que es la disminución en la biodiversidad, ya que la gente lo observa. Eso lo relacionan directamente a la disminución de las precipitaciones y a la falta de agua. Ahí hay una conexión directa con la pérdida de cuerpo de agua de los humedales, lo que deriva en menos aves, menos especies de plantas”. Tampoco evaden la crítica hacia las industrias presentes en la zona, especialmente a la minería en el norte y la agroforestal en el centro, a las cuales se les acusa de contribuir a la disminución del agua en ambos territorios.

Los talleres se realizarán por todo Chile y recogerán insumos de las principales preocupaciones de las comunidades, sector privado, conservación y sector público.

Entre las medidas que sugieren los talleristas, al menos los de la zona norte, figuran la innovación, la planificación territorial, responsabilidad ciudadana y empresarial, gobernanza, recursos y normativas, resguardo de semillas, democratizar la ciencia y aterrizarla a las particularidades locales, reforestar con especies nativas y salvaguardar los saberes ancestrales.

De todas ellas, Pliscoff destaca que “la protección de especies asoma como una de las más importantes, así como también acciones para impedir el uso de aguas subterráneas, ya que han constatado la disminución de los acuíferos. También claman medidas para proteger los bofedales y salares. La extracción del litio de los salares aparece automáticamente como algo importante, pero la gente aún no aquilata el impacto”.

Una de las representantes de pueblos originarios que participó en el taller de ayer, dedicado a la zona centro del país, fue la integrante de la asociación mapuche Suyai, de la comuna santiaguina de San Bernardo, Nidia Landeros Mariman: “El cambio climático ha afectado a todos los seres del planeta de igual forma. Como pueblos originarios siempre hemos cuidado la naturaleza, tenemos el conocimiento ancestral, somos guardianes de semillas. Sólo que nos han encarcelado y discriminado. Estamos afectados todos por igual: los incendios forestales, la alimentación escasa por falta de terrenos cultivables. Se requiere de más compromiso de política pública y empresarial, y educar a consciencia a la población para sanar a la madre tierra y a la vez cuidar la salud de las personas a través de la medicina ancestral”.

Las leyes vigentes favorecerán al Plan

La actualización del Plan, dicen ambos entrevistados, corre con ventaja respecto del instrumento que rigió entre 2014 y 2019. Lo señalan porque en esta ocasión, a diferencia de la anterior, ya se encuentran vigentes instrumentos climáticos como la Ley Marco de Cambio Climático y la Estrategia Climática de Largo Plazo, así como también los compromisos internacionales adquiridos en las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (más conocidas como NDC), que orientarán la discusión.

En otras palabras, el documento que emerja como actualización del PNACCBio tendrá que acoplarse a estos instrumentos y leyes, y eso marca una distancia sideral con lo que fue el primer Plan. “Por supuesto que tener leyes aprobadas favorece mucho. La Estrategia Climática de Largo Plazo, por ejemplo, nos mandata a ejercer acciones a largo plazo en materia de biodiversidad. Antes se hacía según la duración de cada plan; ahora hay que mirar a largo plazo. También hay que hacerlo coincidir con la NDC para que haya una eficiencia en las medidas del Estado; si no, estaremos mirando las cosas muy desintegradas. La Ley Marco nos obliga a ser eficientes, revisar que no haya duplicidad de medidas y conversar con distintos estamentos”, cuenta Francisco Riquelme, de la FAO.

La industria del vino también ha expuesto en los talleres los problemas que acarrea el cambio climático para la producción vitivinícola.

En tanto, Patricio Pliscoff, director del proyecto de actualización del Plan, comenta al respecto que “muchas de las medidas del plan anterior, en formato de fichas, nunca fueron aplicadas. Porque la idea es que estén vinculadas a una ley, a una estrategia. Ahora estas leyes e instrumentos están aprobados, y la idea es tener un Plan mucho más acotado en número de medidas, pero que tengan alcance nacional y se relacionen con estos instrumentos que ya están definidos, a efectos de combatir los impactos del cambio climático”.

En cuanto a la metodología usada, la actualización del Plan también supuso cambios en las categorías de división geográfica para la participación ciudadana temprana. En la elaboración del plan vigente entre 2015 y 2019 solo se consideraron las ecorregiones terrestres, mientras que la actualización incorporó las ecorregiones marinas (desde el Desierto de Atacama hasta la Estepa Patagónica), las dulceacuícolas (desde Atacama hasta la Patagonia) y las terrestres (desde Atacama hasta Magallanes pasando por Rapa Nui). Las ecorregiones dulceacuícolas refieren, aclara Pliscoff, a “los humedales, ríos y lagos, y esa clase de cuerpos de agua”.

Esta división, a juicio del director de la actualización del PNACCBio, es muy relevante por cuanto “la disminución del agua no es una preocupación tan permanente en la Patagonia, y sí en la zona norte y centro del país. En cambio, cuando hagamos los talleres con la gente de la Patagonia, seguramente saldrá el tema de los suelos y, en particular, el tema de las parcelaciones”.

Por su parte, Francisco Riquelme, representante de la FAO, dice que la participación ciudadana era más acotada en la confección del primer Plan. “Participaron muchas autoridades del mundo académico y biodiversidad en sí, era academia pura y ong’s, pero ahora se entiende que todo esto tiene que ser más transversal”.

Una de las metas en esta actualización es elaborar un documento “mucho menos ambicioso y orientado a grandes medidas; que en vez de ser 50 que no se cumplan, sean 15 que sí se cumplan. Recién estamos partiendo con la segunda serie de talleres; todavía falta la parte del análisis de vulnerabilidad, prevención y costos”, concluye Pliscoff, mientras que Riquelme apuesta a que, a partir de estas grandes directrices, se puedan abordar los temas de biodiversidad asociados a cambio climático a nivel de planes regionales y comunales. “Es una retroalimentación: se baja la información y se sube la información del territorio”, ilustra el coordinador de la FAO para el Plan.

Por último, Pliscoff dice que, con la finalidad de que las medidas emanadas de la actualización del plan no interfieran ni se dupliquen, sino que complementen las normativas y exigencias de la Ley Marco de Cambio Climático, la Estrategia Climática de Largo Plazo y las NDC, se trabajará en conjunto con los mandantes -Ministerio del Medio Ambiente y la FAO- para armonizar el texto final.

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Fuente: País Circular, Jueves 5 de Enero de 2023

PAÍS CIRCULAR – El Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático en Biodiversidad (PNACCBio) es un instrumento del Estado que entrega lineamientos para las acciones transversales de adaptación al cambio climático en Chile, determinando objetivos, metas e indicadores en esta materia. La primera versión de este Plan operó entre 2014 y 2019, y ahora se encuentra en fase de actualización.

Mandatado por el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) por medio de la FAO, y ejecutado por el Centro de Cambio Global UC con apoyo del Instituto de Ecología y Biodiversidad y el Instituto Milenio en Socio Ecología Costera, gracias al financiamiento del Fondo Verde del Clima, el Plan debe nutrirse en este proceso de actualización con la participación ciudadana, es decir, de las comunidades, del sector privado productivo, del sector privado que hace conservación, del sector público y la academia.

Por eso, desde noviembre de 2022 y hasta marzo de 2023, se están realizando talleres virtuales participativos en los que los diferentes actores, con especial fuerza las comunidades, entregan sus testimonios acerca de los cambios en biodiversidad que ellas visualizan en tanto habitantes del territorio. Durante el primer semestre de 2023, en tanto, se prevé que el documento final del Plan, en el que se cruzarán los datos entregados por las comunidades y por la ciencia dura, más los análisis de vulnerabilidad, prevención y costos, se someterá a consulta pública. Luego, será revisado por el Comité de Ministros, para ser aprobado, idealmente, durante el primer semestre de 2024.

Dichos talleres están en plena ejecución y comprenden todo el territorio nacional dividido en un doble criterio: grandes macrozonas (norte, centro, sur e islas oceánicas) y grandes ecorregiones: (terrestres, dulceacuícolas y marinas), desde donde recabaron opiniones de diferentes actores. Entre el 22 y 24 de noviembre pasado, por ejemplo, se realizaron los talleres con participantes de la zona norte de Chile de las tres citadas ecorregiones, mientras que ayer comenzaron los talleres de la zona centro del país, en los que tuvo preponderancia la opinión del sector eléctrico y la industria del vino.

Este fue el criterio que se utilizó como división geográfica para canalizar la participación ciudadana temprana en el proyecto de actualización del Plan.

“Los mandantes (el MMA y la FAO) nos propusieron una división ecorregional, y nosotros lo adaptamos a una zonificación de Chile (norte, centro, sur y las islas oceánicas) para hacer los talleres. Así, abarcamos todo el territorio y toda la biodiversidad en el ecosistema, ya que, por ejemplo, la disminución en las precipitaciones no afecta de la misma manera a la zona norte que a la zona sur, ni a la ecorregión costera que a la ecorregión dulceacuícola”, explica el director para el Centro Cambio Global UC del proyecto de actualización del PNACCCBio, Patricio Pliscoff.

Alrededor de 40 personas han participado en cada taller implementado por las entidades mandantes de la actualización del plan. En cada jornada han expuesto cuáles son sus principales problemáticas asociadas al territorio en que habitan. “Es importante recoger como un insumo esas visiones de las personas que habitan en los territorios: pueblos originarios, ciudadanos, sectores productivos, el ámbito público. Todos entregan miradas de diversos impactos: reducción de especies, disminución en el área de bofedales y salares. Son cambios que la gente ve, y es interesante recabarlos y sistematizarlos, para que tengan sentido con los análisis que haremos en marzo del próximo año con la mejor ciencia disponible”, agrega Pliscoff.

Al respecto, Francisco Riquelme, coordinador del Plan desde FAO, concuerda con el investigador de la UC en cuanto a la relevancia de la opinión de las comunidades en este proceso, ya que “cada vez hay más consenso internacional en que el conocimiento de las comunidades es otro conocimiento, y aporta en los procesos que incorporan método científico. El conocimiento local se traspasa de generación en generación, y es de más larga data que el conocimiento científico. Hay un punto de encuentro y de complemento a nivel mundial entre ambos mundos que también se evidencia en Chile”. En este proceso, la FAO cumple la función, en tanto agencia ONU, de verificar y supervisar que los países que obtienen el Fondo Verde del Clima, como es este caso, cumplan con los comprometido.

En las comunidades del altiplano del país, por ejemplo, han emanado voces que claman por el resguardo de los salares y bofedales para evitar más pérdida de biodiversidad, preocupación que se ve acentuada con el éxodo temprano de la población joven hacia las ciudades. Otra integrante del taller dio cuenta, además, de la desaparición de la ranita de Vilama (que no se ve desde 2016) y del caracolito de Tilopozo.

A modo de visión preliminar de los talleres que hasta la fecha se han efectuado en el norte y centro del país, Patricio Pliscoff cree que hay temáticas transversales que fluyen naturalmente de los diálogos con las personas: “Hay una visión compartida que es la disminución en la biodiversidad, ya que la gente lo observa. Eso lo relacionan directamente a la disminución de las precipitaciones y a la falta de agua. Ahí hay una conexión directa con la pérdida de cuerpo de agua de los humedales, lo que deriva en menos aves, menos especies de plantas”. Tampoco evaden la crítica hacia las industrias presentes en la zona, especialmente a la minería en el norte y la agroforestal en el centro, a las cuales se les acusa de contribuir a la disminución del agua en ambos territorios.

Los talleres se realizarán por todo Chile y recogerán insumos de las principales preocupaciones de las comunidades, sector privado, conservación y sector público.

Entre las medidas que sugieren los talleristas, al menos los de la zona norte, figuran la innovación, la planificación territorial, responsabilidad ciudadana y empresarial, gobernanza, recursos y normativas, resguardo de semillas, democratizar la ciencia y aterrizarla a las particularidades locales, reforestar con especies nativas y salvaguardar los saberes ancestrales.

De todas ellas, Pliscoff destaca que “la protección de especies asoma como una de las más importantes, así como también acciones para impedir el uso de aguas subterráneas, ya que han constatado la disminución de los acuíferos. También claman medidas para proteger los bofedales y salares. La extracción del litio de los salares aparece automáticamente como algo importante, pero la gente aún no aquilata el impacto”.

Una de las representantes de pueblos originarios que participó en el taller de ayer, dedicado a la zona centro del país, fue la integrante de la asociación mapuche Suyai, de la comuna santiaguina de San Bernardo, Nidia Landeros Mariman: “El cambio climático ha afectado a todos los seres del planeta de igual forma. Como pueblos originarios siempre hemos cuidado la naturaleza, tenemos el conocimiento ancestral, somos guardianes de semillas. Sólo que nos han encarcelado y discriminado. Estamos afectados todos por igual: los incendios forestales, la alimentación escasa por falta de terrenos cultivables. Se requiere de más compromiso de política pública y empresarial, y educar a consciencia a la población para sanar a la madre tierra y a la vez cuidar la salud de las personas a través de la medicina ancestral”.

Las leyes vigentes favorecerán al Plan

La actualización del Plan, dicen ambos entrevistados, corre con ventaja respecto del instrumento que rigió entre 2014 y 2019. Lo señalan porque en esta ocasión, a diferencia de la anterior, ya se encuentran vigentes instrumentos climáticos como la Ley Marco de Cambio Climático y la Estrategia Climática de Largo Plazo, así como también los compromisos internacionales adquiridos en las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (más conocidas como NDC), que orientarán la discusión.

En otras palabras, el documento que emerja como actualización del PNACCBio tendrá que acoplarse a estos instrumentos y leyes, y eso marca una distancia sideral con lo que fue el primer Plan. “Por supuesto que tener leyes aprobadas favorece mucho. La Estrategia Climática de Largo Plazo, por ejemplo, nos mandata a ejercer acciones a largo plazo en materia de biodiversidad. Antes se hacía según la duración de cada plan; ahora hay que mirar a largo plazo. También hay que hacerlo coincidir con la NDC para que haya una eficiencia en las medidas del Estado; si no, estaremos mirando las cosas muy desintegradas. La Ley Marco nos obliga a ser eficientes, revisar que no haya duplicidad de medidas y conversar con distintos estamentos”, cuenta Francisco Riquelme, de la FAO.

La industria del vino también ha expuesto en los talleres los problemas que acarrea el cambio climático para la producción vitivinícola.

En tanto, Patricio Pliscoff, director del proyecto de actualización del Plan, comenta al respecto que “muchas de las medidas del plan anterior, en formato de fichas, nunca fueron aplicadas. Porque la idea es que estén vinculadas a una ley, a una estrategia. Ahora estas leyes e instrumentos están aprobados, y la idea es tener un Plan mucho más acotado en número de medidas, pero que tengan alcance nacional y se relacionen con estos instrumentos que ya están definidos, a efectos de combatir los impactos del cambio climático”.

En cuanto a la metodología usada, la actualización del Plan también supuso cambios en las categorías de división geográfica para la participación ciudadana temprana. En la elaboración del plan vigente entre 2015 y 2019 solo se consideraron las ecorregiones terrestres, mientras que la actualización incorporó las ecorregiones marinas (desde el Desierto de Atacama hasta la Estepa Patagónica), las dulceacuícolas (desde Atacama hasta la Patagonia) y las terrestres (desde Atacama hasta Magallanes pasando por Rapa Nui). Las ecorregiones dulceacuícolas refieren, aclara Pliscoff, a “los humedales, ríos y lagos, y esa clase de cuerpos de agua”.

Esta división, a juicio del director de la actualización del PNACCBio, es muy relevante por cuanto “la disminución del agua no es una preocupación tan permanente en la Patagonia, y sí en la zona norte y centro del país. En cambio, cuando hagamos los talleres con la gente de la Patagonia, seguramente saldrá el tema de los suelos y, en particular, el tema de las parcelaciones”.

Por su parte, Francisco Riquelme, representante de la FAO, dice que la participación ciudadana era más acotada en la confección del primer Plan. “Participaron muchas autoridades del mundo académico y biodiversidad en sí, era academia pura y ong’s, pero ahora se entiende que todo esto tiene que ser más transversal”.

Una de las metas en esta actualización es elaborar un documento “mucho menos ambicioso y orientado a grandes medidas; que en vez de ser 50 que no se cumplan, sean 15 que sí se cumplan. Recién estamos partiendo con la segunda serie de talleres; todavía falta la parte del análisis de vulnerabilidad, prevención y costos”, concluye Pliscoff, mientras que Riquelme apuesta a que, a partir de estas grandes directrices, se puedan abordar los temas de biodiversidad asociados a cambio climático a nivel de planes regionales y comunales. “Es una retroalimentación: se baja la información y se sube la información del territorio”, ilustra el coordinador de la FAO para el Plan.

Por último, Pliscoff dice que, con la finalidad de que las medidas emanadas de la actualización del plan no interfieran ni se dupliquen, sino que complementen las normativas y exigencias de la Ley Marco de Cambio Climático, la Estrategia Climática de Largo Plazo y las NDC, se trabajará en conjunto con los mandantes -Ministerio del Medio Ambiente y la FAO- para armonizar el texto final.

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Fuente: País Circular, Jueves 5 de Enero de 2023

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