BIOBÍO CHILE – Según la reciente publicación Puntos calientes de la sequía en el mundo 2023-2025 de Naciones Unidas, la sequía sigue agravando la pobreza, el hambre y los problemas energéticos y ambientales, impactando tanto a África, Asía como a Europa y América Latina.
En Chile, los reportes de julio de 2025 de la Dirección Meteorológica y la Dirección General de Aguas muestran nuevamente déficit de precipitaciones en gran parte del país. Este escenario se relaciona con la tendencia global de eventos de sequía más frecuentes y severos, intensificados por el cambio climático, según la ONU. Aunque episodios de lluvias pueden dar tranquilidad temporal, la realidad es que la sequía sigue siendo una amenaza estructural.
El informe Panorama Global de la Sequía 2025 de la OCDE advierte que hoy el costo económico de una sequía promedio es hasta seis veces mayor que en el año 2000, y estima que los gastos podrían aumentar al menos un 35% para 2035. El mismo documento destaca que dos tercios del territorio chileno enfrentan alta frecuencia de sequías, lo cual incrementa también el riesgo de incendios, como el de 2017 en la zona central.
Un estudio de 2024 del Capes UC calculó que la megasequía en la zona central de Chile entre 2010 y 2020 generó pérdidas sobre los US$ 1.200 millones, considerando tanto los sectores productivos como la provisión de agua potable. Las empresas sanitarias han invertido más de US$ 2.000 millones en la última década para asegurar el abastecimiento urbano, incorporando nuevas fuentes, plantas desalinizadoras, sistemas de emergencia y mejoras en la red. Sin estas inversiones, muchas ciudades habrían enfrentado cortes críticos en el suministro.
El costo de la sequía no es solo económico
Naciones Unidas advierte que las sequías afectan a más personas que cualquier otro desastre natural, con impactos sociales y ambientales severos. La sequía avanza de manera silenciosa y cuando sus efectos son visibles ya es tarde para una reacción fácil. Mantener el suministro urbano ha requerido una gestión constante y esfuerzos poco visibles, pero vitales.
La resiliencia, según la ONU, debe basarse en políticas activas de gestión del agua, incentivos para el uso eficiente, inversión en infraestructura y educación para el cuidado del recurso.
Los datos y la experiencia demuestran que relajar la vigilancia, bajar la guardia y por ende la inversión sería irresponsable. Es fundamental mirar más allá de las lluvias puntuales y asumir la sequía como un problema permanente que necesita planificación, decisiones valientes y compromiso colectivo.
El agua disponible hoy en las ciudades de Chile es el resultado de años de trabajo colaborativo público-privado; no olvidemos, aunque haya años más lluviosos, que en Chile la sequía es un desafío que nunca desaparece.
Lorena Schmitt
Presidenta Ejecutiva Andess y Consejera CPI
Fuente: Biobío Chile, Miércoles 30 de Julio de 2025





