Viernes, Diciembre 5, 2025

Chile ante los desastres: avanzar desde la preparación y no desde la reacción, por Alicia Cebrián

BIOBÍO CHILE – Chile es un país que convive a diario con amenazas naturales y antrópicas: terremotos, incendios forestales, erupciones volcánicas, aluviones, tornados, sistemas frontales y eventos extremos que, cada año, ponen a prueba la resiliencia de nuestras comunidades y del sistema nacional de respuesta.

Históricamente, hemos demostrado una gran capacidad para reaccionar ante la emergencia. Sin embargo, esa respuesta, aunque valiosa, no basta. Los desafíos actuales —y los que vendrán— exigen un cambio de enfoque: avanzar desde la lógica reactiva hacia una mirada preventiva y sistémica. No basta con acudir cuando el desastre ocurre. Debemos anticiparnos, prepararnos y fortalecer a la sociedad en todos sus niveles.

Gestión del riesgo

A 942 días de la entrada en funcionamiento del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SENAPRED), hemos consolidado una institucionalidad cuyo eje es la gestión del riesgo, entendida como una responsabilidad compartida, estratégica y permanente.

La Reducción del Riesgo de Desastres (RRD) ya no puede ser concebida como una tarea sectorial o residual: debe ser una política pública transversal, inserta en el corazón del desarrollo sostenible, y orientada a proteger vidas, disminuir pérdidas y salvaguardar territorios.

Durante 2024, hemos logrado avances relevantes. Más de 1,8 millones de personas participaron en simulacros realizados en distintas regiones del país, 14 mil fueron capacitadas en gestión del riesgo, y reforzamos iniciativas inclusivas como el Plan Familia Preparada, que ha sido traducido al creole para facilitar su acceso a comunidades migrantes. Estos esfuerzos reflejan una convicción profunda: la preparación comienza con las personas y sus entornos inmediatos.

Asimismo, SENAPRED ha colaborado activamente en la elaboración de Planes de Adaptación al Cambio Climático en 12 sectores estratégicos, integrando el enfoque de riesgo en áreas fundamentales como los recursos hídricos, el sistema de salud y la planificación territorial.

El trabajo preventivo también ha llegado a los gobiernos locales, a través de un fondo concursable que permitió fortalecer las capacidades de 64 municipios, apoyando la actualización de sus planes de emergencia y reducción del riesgo. Una política que reconoce el rol insustituible del nivel local en la respuesta oportuna.

En paralelo, hemos iniciado el proceso de licitación para la implementación de la Red Nacional de Sirenas para Tsunamis, que contempla la instalación de más de 1.000 dispositivos de alertamiento a lo largo de los más de 6.000 kilómetros de costa chilena. Este proyecto representa un hito tecnológico de gran relevancia y posiciona a Chile a la vanguardia global en materia de alerta temprana.

Los incendios que afectaron Valparaíso o los intensos temporales en la zona centro-sur nos recuerdan que las emergencias no dan tregua. No obstante, también nos muestran que la sociedad chilena avanza en la construcción de una nueva cultura de prevención. Una que reconoce el valor del conocimiento, de la organización y de la preparación como elementos centrales de la resiliencia.

Prevenir siempre será mejor que lamentar

La prevención no puede seguir siendo considerada una tarea opcional o postergable. Debe asumirse como un eje estructurante del desarrollo nacional, capaz de reducir brechas, fortalecer la cohesión social y garantizar el bienestar de las generaciones presentes y futuras.

En SENAPRED, creemos firmemente que el país no debe prepararse solo para enfrentar nuevos desastres, sino para construir una sociedad más informada, organizada y segura. Y ese camino se inicia mucho antes de que suene una alarma de evacuación. Se inicia con una ciudadanía empoderada, un Estado articulado y una convicción compartida: que prevenir siempre será mejor que lamentar.

Alicia Cebrián
Directora Nacional Senapred

Ver artículo

Fuente: Biobío Chile, Jueves 31 de Julio de 2025

BIOBÍO CHILE – Chile es un país que convive a diario con amenazas naturales y antrópicas: terremotos, incendios forestales, erupciones volcánicas, aluviones, tornados, sistemas frontales y eventos extremos que, cada año, ponen a prueba la resiliencia de nuestras comunidades y del sistema nacional de respuesta.

Históricamente, hemos demostrado una gran capacidad para reaccionar ante la emergencia. Sin embargo, esa respuesta, aunque valiosa, no basta. Los desafíos actuales —y los que vendrán— exigen un cambio de enfoque: avanzar desde la lógica reactiva hacia una mirada preventiva y sistémica. No basta con acudir cuando el desastre ocurre. Debemos anticiparnos, prepararnos y fortalecer a la sociedad en todos sus niveles.

Gestión del riesgo

A 942 días de la entrada en funcionamiento del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SENAPRED), hemos consolidado una institucionalidad cuyo eje es la gestión del riesgo, entendida como una responsabilidad compartida, estratégica y permanente.

La Reducción del Riesgo de Desastres (RRD) ya no puede ser concebida como una tarea sectorial o residual: debe ser una política pública transversal, inserta en el corazón del desarrollo sostenible, y orientada a proteger vidas, disminuir pérdidas y salvaguardar territorios.

Durante 2024, hemos logrado avances relevantes. Más de 1,8 millones de personas participaron en simulacros realizados en distintas regiones del país, 14 mil fueron capacitadas en gestión del riesgo, y reforzamos iniciativas inclusivas como el Plan Familia Preparada, que ha sido traducido al creole para facilitar su acceso a comunidades migrantes. Estos esfuerzos reflejan una convicción profunda: la preparación comienza con las personas y sus entornos inmediatos.

Asimismo, SENAPRED ha colaborado activamente en la elaboración de Planes de Adaptación al Cambio Climático en 12 sectores estratégicos, integrando el enfoque de riesgo en áreas fundamentales como los recursos hídricos, el sistema de salud y la planificación territorial.

El trabajo preventivo también ha llegado a los gobiernos locales, a través de un fondo concursable que permitió fortalecer las capacidades de 64 municipios, apoyando la actualización de sus planes de emergencia y reducción del riesgo. Una política que reconoce el rol insustituible del nivel local en la respuesta oportuna.

En paralelo, hemos iniciado el proceso de licitación para la implementación de la Red Nacional de Sirenas para Tsunamis, que contempla la instalación de más de 1.000 dispositivos de alertamiento a lo largo de los más de 6.000 kilómetros de costa chilena. Este proyecto representa un hito tecnológico de gran relevancia y posiciona a Chile a la vanguardia global en materia de alerta temprana.

Los incendios que afectaron Valparaíso o los intensos temporales en la zona centro-sur nos recuerdan que las emergencias no dan tregua. No obstante, también nos muestran que la sociedad chilena avanza en la construcción de una nueva cultura de prevención. Una que reconoce el valor del conocimiento, de la organización y de la preparación como elementos centrales de la resiliencia.

Prevenir siempre será mejor que lamentar

La prevención no puede seguir siendo considerada una tarea opcional o postergable. Debe asumirse como un eje estructurante del desarrollo nacional, capaz de reducir brechas, fortalecer la cohesión social y garantizar el bienestar de las generaciones presentes y futuras.

En SENAPRED, creemos firmemente que el país no debe prepararse solo para enfrentar nuevos desastres, sino para construir una sociedad más informada, organizada y segura. Y ese camino se inicia mucho antes de que suene una alarma de evacuación. Se inicia con una ciudadanía empoderada, un Estado articulado y una convicción compartida: que prevenir siempre será mejor que lamentar.

Alicia Cebrián
Directora Nacional Senapred

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Fuente: Biobío Chile, Jueves 31 de Julio de 2025

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