METEORED – A principios de los años 2000, cruzar el río Mapocho era una experiencia sensorial incómoda. El aire cerca del agua era denso, con un olor que se pegaba a la ropa.
Casi todas las aguas residuales de la capital terminaban sin tratamiento en su cauce. El resultado era predecible: riesgos para la salud pública, contaminación del entorno urbano y un río convertido, en la práctica, en una cloaca a cielo abierto.
Pero esa imagen comenzó a cambiar en 2010, cuando tras años de planificación se concretó el proyecto Mapocho Urbano Limpio, una “operación quirúrgica” para sanar al río más importante de la ciudad.
Cuando el agua enfermaba
La transformación del Mapocho va más allá de algo estético. Para entender su verdadero impacto, hay que mirar lo que sucedía río abajo, en las quintas de hortalizas que se regaban con sus aguas.
En las décadas de los 80 y 90, brotes de enfermedades como hepatitis A y cuadros gastrointestinales severos eran recurrentes en la Región Metropolitana.
Los desechos humanos de Santiago fluían por el río, agricultores usaban esa agua contaminada para sus cultivos y esos alimentos llegaban a las ferias y mesas de la misma ciudad.
“Esto realmente es algo inédito, que podamos ver la recuperación de un río que en años anteriores fue una cloaca”, reconoció recientemente el seremi de Salud de la Región Metropolitana, Gonzalo Soto, en un comunicado del Ministerio de Obras Públicas (MOP).
Su declaración refleja el consenso técnico. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el saneamiento de aguas residuales es una barrera esencial para prevenir enfermedades como el cólera y la hepatitis A. Al interceptar las descargas, el proyecto eliminó una fuente masiva de contaminación.
Biodiversidad que volvió con el agua limpia
Cuando el agua dejó de ser una amenaza, la vida regresó. Hoy, el cauce del Mapocho alberga especies como el coipo, el pato jergón y la garza cuca, señales claras de un ecosistema que volvió a encontrar condiciones mínimas para existir.
Este fenómeno no es anecdótico. Los ecosistemas fluviales urbanos funcionan como corredores verdes que mitigan el calor, absorben lluvias intensas y ofrecen refugio a especies.
✨ A 15 años del proyecto Mapocho Urbano Limpio, la ministra Jessica López y @aguas_andinas destacaron el logro que permitió a Stgo alcanzar el 100% de saneamiento. El Mapocho volvió a ser un espacio de encuentro, con parques, biodiversidad y beneficios para millones de personas. pic.twitter.com/n43w65QMjl
— Ministerio de Obras Públicas🇨🇱 (@mop_chile) November 24, 2025
Este enfoque de infraestructura verde es promovido por organizaciones como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que destaca el papel de los sistemas de agua dulce en la adaptación al cambio climático en entornos urbanos.
La limpieza del Mapocho permitió que su ribera dejara de ser un espacio degradado y se transformara en un corredor ecológico que atraviesa varias comunas, conectando naturaleza y ciudad en un territorio históricamente fragmentado.
Un nuevo corazón para la ciudad
La historia del saneamiento tiene un capítulo fundamental que ocurre, lejos de la vista, en las biofactorías La Farfana y Mapocho-Trebal. Allí, lo que antes era un problema —las aguas servidas— se transforma en recursos.
Mediante procesos biológicos, se extraen lodos que, tras un tratamiento, se convierten en fertilizantes para la agricultura. Los gases que se liberan en la descomposición se capturan para generar energía eléctrica, suficiente para abastecer parte del consumo de estas mismas plantas.
El saneamiento abrió la puerta a algo más que agua limpia: hizo posible construir ciudad. Parques fluviales, ciclovías y espacios públicos surgieron donde antes había muros y abandono. El Parque Mapocho Río, en comunas como Cerro Navia y Renca, es uno de los ejemplos más visibles.
Sobre los resultados del proyecto, la ministra del MOP, Jessica López, declaró que “son de esos hitos que fueron tan significativos y no se relevan suficientemente. Se trata de una de las políticas públicas con mayor impacto ambiental en la historia de nuestro país”.
Quince años después, la cicatriz que cruzaba Santiago se ha convertido en una línea de vida.
El Mapocho ya no es ese lugar del que la ciudad se avergonzaba. Es el escenario de paseos en bicicleta, de primeros avistamientos de aves para niños, de siluetas de coipos nadando al atardecer.
Fuente: Meteored Chile, Sábado 20 de Diciembre de 2025





