16
Capítulo II
En la medida que en los países aumenta el nivel de vida de sus habitantes, estos exigen
más y mejores servicios. Lograrlo es posible optimizando la gestión de la infraestructura
disponible e incrementándola.
En nuestro país, se ha generado un déficit importante en esta área. Algunos ejemplos, son
la saturación de muchos terminales aéreos de pasajeros; la necesidad de construir más
embalses para cubrir la escasez de agua; avanzar en nuevas obras hospitalarias, para
satisfacer la atención de salud; e incrementar la capacidad de transferencia de los puertos
para que no se transformen en un cuello de botella para las empresas exportadoras;
etcétera.
En una economía abierta como la chilena, en la que buena parte de su dinamismo
proviene de la capacidad de competir en los mercados externos, es indispensable contar
con una dotación de infraestructura que potencie las ventajas con las que el país cuenta.
Así, es crucial tener accesos expeditos a carreteras y disponer de puertos y aeropuertos de
calidad. Lo mismo ocurre con las telecomunicaciones: internet y telefonía móvil son hoy por
hoy una condición ineludible para el desarrollo de cualquier empresa o actividad.
Asimismo, para retomar la senda de mayores tasas de crecimiento, es fundamental seguir
invirtiendo en la expansión y mejoramiento de nuestra infraestructura educacional y de
salud; en la redde transporte urbanoe interurbano; enmejorar laconectividadcon los países
vecinos y el resto del mundo; en la generación y el ahorro de energía; en la ampliación de
la superficie regada; en promover la igualdad de oportunidades en regiones, entre otras.
Todo ello, manteniendo altos estándares de sustentabilidad fiscal y ambiental.
Al elevar la productividad de las actividades económicas y sociales, las inversiones en
infraestructura aumentan el PIB potencial, es decir la capacidad de producción del país,
mejorando las condiciones para hacer del esfuerzo actual de crecimiento un proceso que
se sostenga en el tiempo.
Una visión de infraestructura de largo plazo debe considerar la necesidad de mejorar
su calidad y optimizar su utilización permanentemente. Para esto se requiere incorporar
sistemas tecnológicos de punta y adoptar una política que incentive la innovación, a
través de investigación y desarrollo, con un enfoque estratégico.
Para estos efectos es indispensable convocar al sector privado para que aporte a la
disponibilidad de infraestructura y su gestión, la que se podrá pagar, al menos en parte,
con los beneficios que ésta reporta directamente a sus usuarios.