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POLÍTICAS PÚBLICAS DE INFRAESTRUCTURA
INFRAESTRUCTURA PARA NUESTRO DESARROLLO:
CONSTRUYENDO UN CHILE MEJOR
Esta estructura portuaria ha sido capaz de adaptarse al fuerte aumento de la demanda
de tráfico que se registró en los últimos 25 años, la que se multiplicó por tres, pasando de
48 millones de toneladas en 1990 a 139 millones de toneladas en 2015.
Según la evaluación del Logistics Performance Index (LPI), del Banco Mundial, los
puertos chilenos están entre los más eficientes de América Latina y el Caribe, aunque
distan bastante de los indicadores de los países más desarrollados de la OCDE o de las
naciones asiáticas más avanzadas.
Un elemento de preocupación es que, según el LPI, el puntaje de Chile en cuanto a la
“calidad de la infraestructura para el comercio y el transporte” ha bajado desde 3,06
a 2,77 en los últimos 10 años. Este indicador implicó pasar, en el mismo período, desde
el lugar 34 al 63, reflejando una gran pérdida relativa de competitividad frente a otros
países, y particularmente de la región, donde Panamá se ha convertido en el líder.
Los desarrollos tecnológicos a nivel mundial y la apertura de la “segunda vía” del Canal
de Panamá, que ha reforzado la tendencia de las empresas navieras a operar con
naves de mayor tamaño (Neo-Panamax y Super post-Panamax, que pueden transportar
más de 14 mil contenedores de 20 pies, TEUs), sin duda afectan el funcionamiento
de nuestros puertos y demandan un cambio de paradigma para evaluar la política
marítima portuaria nacional.
En vista de las tendencias que se avizoran, nuestros puertos deberán estar preparados
en cuanto a dimensiones, eficiencia, continuidad de servicio e integración con los otros
modos de transporte de carga, para enfrentar los desafíos en un horizonte de 10 a 15
años. Entre estos, los más relevantes son: desarrollar una visión estratégica; disponer de
mejor información para sustentar una estrategia; mejorar la coordinación dentro del
sector público, hay más de 30 instituciones que intervienen en las operaciones de los
puertos, y de este con los agentes privados; mejorar las relaciones puerto-ciudad; y
diseñar una institucionalidad que permita enfrentar estas tareas.
Con estos elementos debidamente atendidos, los desafíos de infraestructura en el
sector portuario serán abordables, permitiendo su expansión con la concurrencia de
las comunidades y la participación activa del sector privado en el diseño, operación,
mantención y financiamiento de la misma.