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Importancia del agua desalada como fuente alternativa para el riego en zonas costeras

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IAGUA – El agua desalada es el resultado del proceso denominado desalación o desalinización del agua, que consiste en el tratamiento del agua por el cual, los recursos hídricos procedentes del mar o salobres se convierten en agua apta para utilizarla para consumo humano, uso industrial o para riego en la agricultura.

La tendencia hacia la escasez de lluvias, con la consecuente sequía, unida a la constante presión sobre los acuíferos, los efectos del cambio climático, principalmente, la desertificación, y la demanda creciente de recursos hídricos para cultivar alimentos ante una población creciente, ponen a la Humanidad en la tesitura obligatoria de optimizar el agua disponible, además de que cada día sea más necesario buscar y emplear todas las alternativas posibles.

La obtención de agua desalada es un proceso en continuo desarrollo en los últimos años, que continúa avanzando gracias a las nuevas investigaciones y el uso creciente de tecnología. Baterías de desalinización portátiles, desalación submarina y la revalorización de la salmuera son algunos de los proyectos punteros en los que se investiga para lograr una mayor viabilidad y eficiencia energética.

Cómo se obtiene el agua desalada

Los primeros procesos industriales de desalinización de agua se llevaron a cabo a finales del siglo XIX. En la actualidad, hay varios métodos para minimizar los niveles de salinidad en el agua, aunque el proceso de ósmosis inversa es el sistema de desalinización más utilizado y avanzado en todo el mundo, pues representa el 60% del total de los métodos empleados en el mundo.

El método de ósmosis inversa consiste en aplicar presión sobre una solución de agua salada y hacerla pasar a través de una membrana semipermeable cuya función es permitir el paso del disolvente (el agua) a través de ella, pero no el soluto (las sales disueltas). El disolvente (el agua) atraviesa la membrana, desde el lado donde la concentración de sales es más elevada hacia el lado donde la concentración de sales es menor. Como resultado, la parte de la solución concentrada se agota en favor de la dulce, que se ve incrementada. Este proceso de tratamiento de agua se realiza gracias al aporte de energía exterior en forma de presión, y que vence a la presión osmótica natural presente en dicha solución. Este sistema se lleva a cabo a través de grandes plantas de desalación.

También se puede obtener agua desalada por destilación. Para ello, hay que calentar el agua hasta llevarla a evaporación y, a continuación, condensarla para obtener agua dulce. Este procedimiento se lleva a cabo en varias fases, en las que la temperatura y la presión van descendiendo hasta conseguir el resultado final. En este método, el calor obtenido de la condensación sirve también para volver a destilar el agua.

Otro sistema para desalar agua es la congelación, que consiste en pulverizar agua de mar en una cámara refrigerada y a baja presión. Con ello, se forman unos cristales de hielo sobre la salmuera, que posteriormente se separan para obtener el agua dulce.

Asimismo, se puede generar agua desalada mediante la formación de hidratos. Se trata de un proceso que no se emplea a gran escala debido a que conlleva una gran dificultad tecnológica. Consiste en añadir hidrocarburos a la solución salina que forman unos hidratos complejos en forma cristalina, que después se separan para obtener agua desalada.

Además, se puede obtener agua desalada por electrodiálisis. En este método se hace pasar una corriente eléctrica a través de una solución iónica. Los iones positivos, denominado cationes, migrarán hacia el electrodo negativo, el cátodo, mientras que los iones negativos, los aniones, lo harán hacia el electrodo positivo, el ánodo. Entre ambos electrodos se colocan dos membranas semi-impermeables que permiten selectivamente solo el paso del sodio o del cloro, mientras que el agua contenida en el centro de la celda electrolítica se desaliniza progresivamente.

Existe otro sistema denominado evaporación relámpago, en el que el agua se introduce en una cámara por debajo de la presión de saturación en forma de gotas finas. Parte de estas gotas de agua se convierten inmediatamente en vapor, que después se condensan generando agua desalada. En este proceso, el agua sobrante se puede introducir de nuevo en otra cámara a presiones más bajas que la primera, repitiendo el proceso para optimizar el rendimiento.

Normativa

La normativa aplicable al uso de agua desalinizada se asienta en el régimen jurídico sobre la reutilización de aguas, recogido en el Real Decreto 1620/2007, de 7 de diciembre, por el que se establece el régimen jurídico de la reutilización de las aguas depuradas.

Esta ley determina los requisitos necesarios para llevar a cabo la actividad de utilización de aguas regeneradas y establece los procedimientos para obtener la concesión al organismo de cuenca. También recoge los usos de estos recursos, los criterios mínimos obligatorios exigibles, según el tipo de utilización, el control de los mismo mediante muestreos, los métodos analíticos de referencia y los criterios de conformidad.

Desafíos

Además de la disponibilidad limitada para la obtención del agua desalada, por la necesidad de instalar plantas en las zonas costeras de la geografía, existen otros retos a los que se enfrenta este recurso para ganar en competitividad a la hora de ser utilizado por la sociedad.

El proceso de desalar agua requiere un elevado consumo energético que, además, suele proceder de fuentes no renovables, de ahí la importancia de impulsar sistemas de desalinización que basen su necesidad energética en el empleo de energías renovables, sobre todo, la solar, tan abundante en un territorio como España. En la actualidad, el coste energético representa entre el 35 y el 50% del gasto operativo total del proceso desalinizador.

También hay que tener en cuenta las consecuencias medioambientales de las plantas desalinizadoras, pues generan grandes cantidades de residuos salinos, cuya gestión debe seguir unos pasos con la vista puesta en una mayor sostenibilidad, y no ser vertidos al mar, lo que repercutiría gravemente en la flora y la fauna marinas. Además, es posible obtener un uso y valor añadido a la salmuera generada en el proceso de desalación, en búsqueda de la economía circular.

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Fuente: Iagua, Miércoles 1 de Marzo de 2023

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